Hola a todos!
Este capítulo es introductorio, así que no os preocupéis si lo notáis algo corto, los siguientes serán de la longitud acostumbrada en mis fics (5000 - 7000 palabras)
Disfrutadlo!
- ¡Vamos Kou! ¡Estate quieto de una vez! – Se quejaba una de las chicas mientras colocaba el enésimo adorno floral en el cabello de su hermano. - ¡Si no te estás quieto no terminaré nunca!
- ¿Es estrictamente necesario utilizarme a mí para experimentar? – preguntó Kou, molesto, antes de ser silenciado por las manos de otra de sus hermanas, que trataba de pintarle los labios. - ¿Qué haces, Riu? – murmuró, entre dientes.
- ¡Cállate! ¡Si no obedeces te quedarás sin cenar! – le amenazó Riu, agitando ante él una barra de labios, amenazadora. Kou suspiró y se quedó quieto, si se trataba de su cena aguantaría lo que fuera. Era perfectamente consciente de que sus hermanas cumplirían con sus amenazas. No era la primera vez que le dejaban sin cenar o sin comer simplemente porque él no había cedido a sus caprichos.
El muchacho era conocido como Kou por sus familiares. De hecho era su verdadero nombre. El resto de la gente, le llamaba Tasuki, que significaba Alas, debido a un símbolo que desde su nacimiento tenía grabado en la piel de su antebrazo. A Kou le gustaba que le llamaran Tasuki, que le llamaran de un modo distinto a como lo hacía su familia le hacía sentir lejos de casa.
Por eso en esta historia, por respeto a sus preferencias. le llamaremos Tasuki.
Al día siguiente se celebraba una fiesta en el poblado de Taito-shi, la aldea de nuestro protagonista. Era el festival de la cosecha. Tasuki, con 14 años, odiaba las fiestas y todo lo relacionado con ellas. Nunca conseguía escapar de las garras de sus hermanas, que practicaban con su cabello y su cara los peinados y maquillajes que iban a utilizar en la fiesta. Tasuki estaba harto de oír que debió nacer como mujer, su cabello era largo, rojizo como el fuego, y sus ojos de color miel, parecían refulgir entre su alborotado flequillo. Pese a lo que decían sus hermanas para hacerle rabiar, Tasuki era un chico con rasgos muy masculinos. Su rostro era afilado y sus ojos almendrados, con un gesto hosco, amenazador, pero atractivo al mismo tiempo. Tenía un cuerpo atlético, resultado de trabajar largas jornadas en el campo, y poseía además otras cualidades como velocidad, fuerza y agilidad, algo que le venía muy bien para esconderse de vez en cuando de su familia.
Tasuki debía soportar las perrerías de sus hermanas, así era como su padre le había educado, o había pretendido educarle. Siempre decía que a las mujeres había que tratarlas como a tesoros y había que consentirles cualquier cosa, se tratara de lo que se tratara, y si Tasuki intentaba escaquearse de las trastadas de sus hermanas, recibía unos buenos latigazos de su padre, así que le convenía obedecer y someterse. La madre de Tasuki murió cuando él era muy pequeño y prácticamente no la recordaba. Su contacto más directo con el género femenino siempre había sido con sus hermanas mayores. Tenía cinco, a cual más caprichosa y altanera. El padre de Tasuki, vivía sumido en una depresión prácticamente desde que su esposa murió. Pasaba gran parte del día trabajando las tierras de la familia, con la ayuda de Tasuki, y al anochecer, cuando volvían a casa, se emborrachaba y solía maltratar a su hijo, quien además debía limpiar los establos y ayudar en las tareas de la cocina. Cuando el pequeño Tasuki se metía en su cama a dormir, prácticamente no pasaban ni diez segundos hasta que caía dormido, exhausto.
Las hermanas de Tasuki eran Riu, de 16 años, Fin, de 18, Xian, de 25, Liu, de 20 y Shin, de 22. Su padre creía ver una faceta de su esposa en cada una de ellas. Riu poseía la belleza, su cabello era negro como la noche y sus ojos ambarinos, como los de Tasuki , contrastaban entre unas espesas pestañas oscuras. Fin era morena y poseía una voz muy hermosa, y a menudo solía cantar las canciones que había oído a su madre cantar. Normalmente, en el momento en que lo hacía, su padre echaba mano a la botella de sake, y Tasuki corría a esconderse en el granero. Xian la rubia, era la mayor y la más inteligente. Llevaba las cuentas de la familia y el modesto negocio de venta de hortalizas que tenían. Liu tenía el cabello castaño y era trabajadora. Había heredado de su madre la buena mano en la cocina, y siempre que cocinaba y a Tasuki le llegaba el olor de sus asados, se apresuraba a cumplir con sus tareas y con los deseos de sus hermanas para no quedarse sin cenar. Por último, Shin, poseía el don de gentes de su madre. Shin era la que regentaba la tienda de comestibles de su familia y lo hacía muy bien ya que las ventas no bajaban. Supongo que ser una pelirroja con ojos azules y bastante pizpireta ayudaba bastante a ganar clientes, sobretodo masculinos.
Pero ninguna de ellas había heredado la bondad, uno de los rasgos más característicos de su madre. A pesar de todo, Tasuki la había heredado, junto con la lealtad y la honestidad. Pero aquellos rasgos cada día se ocultaban más bajo la oscura máscara de odio que cubría el rostro del muchacho, fruto del pésimo trato que recibía de sus parientes.
La vida de Tasuki consistía básicamente en sobrevivir al día a día junto a sus hermanas y a su padre. Trabajaba en el campo, en la casa y atendía a sus hermanas. Eso era cada día de la semana, cada semana del año.
- ¡Ya he terminado! – exclamó Fin, contenta, admirando el resultado de su trabajo. Riu dejó la barra de labios sobre la mesa y se colocó junto a Fin para admirar su obra de peluquería.
- Fin, esa coleta te ha quedado más baja, no están a la misma altura, ¿lo ves? – Obserbó Riu, señalando una parte del cabello del muchacho.
- ¡Grrr! – gruñó Fin – ¡esto es culpa tuya, Kou! ¡Te dije que te estuvieras quieto! Ahora debo empezar de nuevo. – riñó Fin a Tasuki, quien cerró los ojos, aguantando la reprimenda.
En aquel momento, la puerta de la habitación se abrió, y Xian asomó la cabeza para hablarles.
- Chicas, Liu dice que la cena ya está lista, ¡Ha hecho asado de buey! ¡Tiene una pinta tremenda! – Tras comunicarles aquello, Xian salió de la habitación dejando la puerta abierta, y tras ella, Riu y Fin se dispusieron a salir, cuando vieron que Tasuki comenzaba a quitarse las flores de la cabeza y a levantarse del suelo.
- ¿A ti quién te ha dicho que puedes venir? – Le preguntó Riu, con frialdad. Tasuki se detuvo y miró a su hermana con los ojos muy abiertos.
- Pero, vamos a cenar, y he hecho lo que me habéis pedido, me habéis usado de maniquí ¿no? – repuso él.
- No te has quedado quieto, y por tu culpa el peinado no me ha quedado bien. Mañana deberé hacerlo como si no lo hubiera practicado y eso me fastidia. ¡Me fastidia mucho! Así que… - Fin miró alrededor del muchacho y sonrió, pérfidamente – Recoge todo esto, guárdalo todo y procura que padre no te vea como un travesti por la casa. Luego vete a tu cuarto. Hoy te quedas sin cenar.
Tras castigar a su hermano, ambas muchachas salieron de la habitación sin parar de reírse, mientras Tasuki las miraba cerrar la puerta, atónito.
Unas lágrimas de rabia e impotencia comenzaron a asomar a sus ojos y el chico, con el ceño fruncido y la respiración agitada, las limpió con brusquedad. Con odio, arrancó de su cabello rápidamente cada adorno y los tiró al suelo, pisoteándolos después. Con un paño limpio se limpió el carmín de los labios, escupiendo con asco cuando un poco del tinte de labios le entraba en la boca. Apresuradamente, y con gestos que mostraban su enfado, Tasuki recogió la habitación y se deshizo de las flores. Luego, se dirigió a su cuarto, aguantando el llanto, y una vez en su habitación, cerró la puerta y comenzó a peinar su largo cabello en la trenza baja que solía llevar.
Aquella noche, Tasuki lloró de nuevo, desconsoladamente, abrazado a su almohada y con un vacío insoportable en el estómago y en el alma.
Trágico ¿eh?
Pobre Tasuki. Pero, ¿qué clase de cosas puede llevar a un chico a odiar a las mujeres? Yo supongo que experiencias así.
Las hermanas son más malas que la tiña.
Déjenme comentarios porfavor!
Hasta el próximo capítulo!
