Estos personajes no nos pertenecen, son propiedad de century Fox, y de sus guionistas. Tan solo me pertenece mi imaginación.

La niña que no creía en la magia.

Capítulo 1.

Sonó el despertador. Unos molestos pitidos taladraron el cerebro de Brennan, giró sobre sí misma y le dio un manotazo al despertador que se calló durante un minuto más. Un minuto de paz, de tranquilidad. Hasta que volvió a sonar. Estaba harta de ese despertador, no había dormido bien y encima le ponía nerviosa, se levantó y lo apagó, estaba tranquila, aunque de mal humor hasta que vio la hora. Entonces su tranquilidad se desvaneció. Eran las siete y media y Emily aun estaba durmiendo. Iban a llegar tarde una vez más.

Recorrió el largo pasillo y entró en la pequeña habitación, le sabía mal despertar a su hija, estaba durmiendo tan tranquila… En eso se parecía a ella.

-Cariño, venga despierta. Vamos a llegar tarde. –La pequeña se dio la vuelta y le hizo una mueca a su madre.

-Vamos mamá, aun es pronto. –Brennan rió y le hizo cosquillas.

-No, cariño, vamos, a desayunar. ¿Qué quieres?

-Lo de siempre, tus cereales.

-Está bien, ve duchándote que yo los preparo.

-Vale mamá. –Y le dio un cálido beso en la mejilla.

Esa niña era su única alegría, su misión era protegerla y educarla, no fallarle nunca, y a diferencia de su madre, no abandonarla a su suerte por nada del mundo. Al principio, cuando se quedó embarazada, no se lo podría creer. No le parecía racional y era una de las pocas cosas que se le escapaban de las manos. Después de mucho pensar decidió tenerlo, contárselo al padre pero…

-Mami ya estoy. –La voz de su hija la despertó de la ensoñación.

-Estás preciosa, aquí tienes tus cereales.

-Gracias mamá. –La pequeña cogió el mando a distancia y puso los dibujos animados en la televisión.

-Cariño. ¿Qué es eso?

-Dibujos mamá. Es una princesa que vive en su palacio y está enamorada de un príncipe, pero está en la cárcel.

-¿Y por qué está en la cárcel?- Preguntó Brennan. No le gustaba que su hija viese esa clase de historias. La magia, las princesas, nada de eso existía.

-Porque es el enemigo del reino. –Dijo Emily muy convencida.

-Cariño, sabes que no me gusta que veas esas cosas… Las princesas, la magia…

-Losé mamá, la magia no existe. Pero es que lo ven todas mis amigas, y son bonitos… -Emily sabía que Brennan pocas veces podía resistirse a esa mirada.

-Está bien, cielo, pero no creo que sea bueno para ti. El amor, la vida real, no es así.

-¿Y cómo es mamá? –Su hija, su genial hija, se parecía demasiado a ella. Brennan cambió de tema con su habitual agilidad.

-Difícil. Tómate los cereales, vamos fatal de tiempo. Te espero en el coche.

-Sí mamá.

Esta niña, por un lado era lo más bonito que tenía en el mundo, pero por otro lado, le recordaba demasiado al padre de la niña y a su madre. Era igual que la madre de Brennan, las facciones, la dulzura, aunque algún día tendría que saber la verdad sobre todo. Demasiados secretos. No es que mintiese a su hija, solo la intentaba proteger del mundo exterior, bueno de su mundo. Su hija no tenía abuelos, ni padre. Pero sí tenía una tía y un tío. Ange y Russ. Ellos cuidaban de ella y la amaban. Su hija tenía la gente necesaria para ser feliz.

-Mamá, llegamos tarde. –Brennan giró la cabeza y vio a su hija ya sentada en el asiento con el cinturón puesto. Últimamente no estaba muy atenta, se perdía en sus pensamientos. No podía seguir así. Metió segunda y el Jeep negro salió disparado. –Mamá te acuerdas que mañana tenemos el día de los estados en clase, cada uno tiene que ir disfrazado representando un estado.

-Si me acuerdo. Quieres ser Nueva York. ¿Verdad?

-Sí. Quiero ser la estatua de la Igualdad.

-Querrás decir Libertad. –Le corrigió su madre.

-Sí, perdón mamá. ¿Me comprarás el disfraz?

-Claro cariño. Esta tarde vamos.

-Gracias mamá.

Llegaron al colegio, Brennan no aparcó, no era su hija sola la que llegaba tarde al colegio, Brennan llegaba tarde al Jeffersonian. Cam estaría enfadada y Ange preocupada. Brennan vio a su hija entrar en el colegio y arrancó el coche. Se oyó un estruendo, un coche le golpeó por atrás. Brennan salió del coche, a la vez que la otra persona.

Era un hombre, de unos treinta i cinco años. Alto, moreno, fornido. Su expresión dejaba mucho que desear.

-Pero ¿no mira por donde va?

-Pero si he señalizado, me tendría que haber visto.

-No, pero si no ha puesto ni los intermitentes ni nada, ha salido sin preocuparse por quien iba detrás. Imagínese que un niño cruzase. Le hubiese atropellado.

-Creo que está exagerando las cosas. –Repuso Brennan con su calma habitual.

-¿Exagerando?-El hombre no podía cambiar la expresión. A Brennan le dio gracia.

-Intercambiemos los partes del seguro. Todo se solucionará.

-Por conductoras como usted, hay el peligro que hay.

-¿Qué dice? Usted no sabe como conduzco.

-Dejémoslo. Deme el parte. –Brennan le tendió el parte.

-Temperance Brennan. Yo soy Seeley Booth. Me gustaría decir encantado pero…

-Sí, perdóneme, pero llego tarde. Aquí tiene mis datos. Que tenga un buen día.

Brennan se despidió y salió del coche. Aquellos tipos le ponían de los nervios. No aguantaba su chulería. Suerte que no le volvería a ver. No pensó más en ello y fue directa al Jeffersonian a aguantar la bronca de Cam.

Muchísimas gracias por leer mi fic. Espero que so guste y próximamente un nuevo capítulo.

Para comments, al verde ^^.