Promesa.
La luna iluminaba la oscura noche. Mi ventana, aún abierta, dejaba entrar una fresca y suave brisa.
Solté un abrupto suspiro mientras el reloj no dejaba de marcar el paso de los segundos. 'Tic, tac, tic, tac'. Realmente estaba comenzando a irritarme. Sasuke se estaba tardando más de lo normal.
Su misión había empezado hace dos días atrás. Oba-chan le avisó que tendría un retraso porque el rango era elevado, pero él me lo había prometido.
"A las doce de la madrugada estaré allí, Naruto. Lo prometo."
Sé que era de idiotas quedarse despierto, pero realmente quería esperar a que llegara. Sólo faltaban dos minutos para que el reloj marcara un nuevo día: 14 de Febrero.
–San Valentín –murmuré y apreté el regalo que le tenía preparado entre mis manos.
El silencio inundaba su casa, se sentía solitario sin Sasuke tirándoseme encima. Por más veces que le diga que es insoportable o pesado, realmente me hace feliz. Sin él… sin él no puedo.
Me recosté en la cama y cerré los ojos paulatinamente. El sueño me había ganado.
Naruto… Naruto.
–Mhm… –solté un bostezo. Me había dormido.
Me senté en la cama y asenté mi vista en la ventana. Estaba cerrada.
–¿Cerrada…?
La ansiedad recorrió mi cuerpo. Sentí al nerviosismo situarse en lo más profundo de mi corazón, el cual palpitaba como desquiciado.
Sin pensarlo dos veces, corrí escaleras abajo, hacía la sala principal. Y allí, sentado en el sillón, estaba lo que concebía como lo más 'mío' en este mundo.
–¡Sasuke! –me tiré sobre él en un pestañeo.
–Naruto… estaba llamándote.
Sasuke sonrió y me abrazó fuertemente. Tuve ganas de llorar, pero yo no era así.
–Oye, Naruto… –no le contesté, seguí abrazado a su pecho. – ¿Por qué lloras?
– ¡Porque no volvías! ¡Lo prometiste! –Le exigí mirándolo fijamente a los ojos– Estaba preocupado…
Sasuke no apartó ni un momento la vista de mis orbes azules; con una sonrisa adornándole el rostro, tomó mi mentón y acercó mi rostro al de él. Sus labios rozaron los míos, y lentamente los unimos, luego de días sin vernos. Continuamos besándonos un tiempo más, besos sencillos, puros y con amor.
Chocamos nuestras frentes, y secó los rastros que había dejado aquel líquido salado minuto atrás.
–No la rompí… –lo miré sin entender, soltando un leve "¿qué?"– Hablo de la promesa.
Nuevamente tomó mi mentón y lo dirigió hacia el reloj que reinaba en el salón. Marcaban las doce y treinta y cinco.
–Feliz San Valentín, Naruto.
Sonreí, tomé su rostro y lo besé con todo el amor que guardaba hacia él.
–Feliz San Valentín para ti también, Sasuke –volví a besarlo– Cuida de mí este año también, ¿sí?
–Lo haré con gusto. Cuídame tú también.
Sasuke siempre volverá; porque me ama. Y yo lo amo. Eso es todo lo que necesitamos para ser felices.
Fin.
