"De cómo olvidar a alguien y no morir en el intento".

Fanfic traído a ustedes por: Little-Dream

N/A: Algo que había planeado como un one-shot lleno de los sentimientos tristes de Kagome y que al final terminó convirtiéndose en un buen prospecto para hacer varios capítulos, y como algo totalmente nuevo. Tampoco había pensado en la trama hasta que continué en dónde lo había dejado. Extraño, que la inspiración me llegara MIENTRAS lo escribía (Y además de madrugada) y no antes.

Mi primer intento en el fandom de InuYasha, espero poder desarrollar bien a los personajes. Cualquier error siéntanse libres de comentarlo.

Dedicado a mi mejor amiga, porque olvidar el primer amor no es nada fácil pero estoy segura que puedes hacerlo. Aunque nunca has visto Inuyasha, espero que lo disfrutes de todas maneras ya que es un pequeño "plus" a tu regalo de navidad aún en proceso.

Y sin más blablablá, comienzo por el principio para terminar por el final. R&R.

Disclaimer: Inuyasha y todos sus personajes no me pertenecen a mí, si no a Rumiko Takahashi-Sensei. Sin embargo, la trama es mía.


PRÓLOGO

Las lágrimas resbalan, una a una, por su pálido rostro; y ella no intenta detenerlas. ¿Para qué? Sabe que no lo logrará, nunca lo hace.

Su corazón está destrozado, ÉL lo ha destrozado poco a poco. No es que lo hiciera a propósito, ya que no es totalmente consciente de que lo tiene colgando en sus manos, pero aún así duele tanto que siente que la está matando poco a poco.

Porque Kikyo siempre ocupará el lugar más grande en la mente y en el corazón del joven hanyou. Sin importar lo que ella haga, o cuanto se esfuerce por re-acomodar los pequeños trozos que quedan del alma de Inuyasha, nunca le será posible.

Porque Kagome sabe que no es tan fuerte, hermosa o valiente como su pasado yo. Porque sabe que aunque se mantenga siempre a su lado, siempre se volverá invisible cuando la antigua sacerdotisa aparezca en el radar. Porque sabe que si ambas estuvieran a punto de morir, él salvaría a su amor pasado. Y ella lo entendería.

¡Ah! Pero no podía guardarle rencor a ninguno de los dos. No podía desear la muerte de Kikyo, por más celosa que se sintiera. Inuyasha no podía evitar amarla, cómo ella misma no podía evitar amarlo a él.

A veces, cuando el joven Koga se presentaba, el chico de ojos miel actuaba de una manera que le daba esperanzas a Kagome. "Tal vez," pensaba ingenua "se haya dado cuenta de sus verdaderos sentimientos y me escoja a mí."

Pero cuando las serpientes caza almas de su antepasado aparecían, ella volvía a ser invisible para él. Siempre era la misma historia, una y otra vez. Un ciclo que había comenzado en el momento que aquella malvada bruja había revivido a Kikyo con un cuerpo de barro, huesos y una parte del alma de su futura reencarnación y que temía nunca terminaría.

La chica de pelo azabache yacía recostada contra el pozo que la había llevado de su mundo en el futuro, hasta su destino. Les había dicho a todos que regresaría a su mundo por unos días debido a sus exámenes, pero aquello era mentira. Simplemente no podía que permitir que la vieran de aquel modo, ya que era consciente de que tanto Sango como Miroku y Shippo se preocuparían por ella y cuando Inuyasha volviera de su "reunión" le reclamarían una vez más el haberla lastimado.

Agradecía tanto su preocupación… Debería estar feliz de tener amigos así, que se mantuvieran a su lado. No merecían que los preocupara tanto. Debía dejar de llorar. Debía dejar de ser débil, levantar la cabeza y mirar con una sonrisa el amor de Inuyasha hacia Kikyo. Si él era feliz, entonces su felicidad debería ser suficiente para ella también.

Ya no quería sufrir. Ya no quería derramar lágrimas por él cada noche. Ya no quería ser levantada por sus sonrisas y luego dejada caer por sus comentarios.

Recordó de pronto el artículo de una revista que le habían prestado sus amigas unas semanas antes, luego de que ella les contara una situación más con su "novio" Inuyasha; si no se equivocada se titulaba: "Cómo olvidar a ese alguien sin quererlo recordar por siempre".

Aunque los detalles estaban borrosos por su falta de atención al leerlo, creía poder recordar los puntos principales. Dudaba ser lo suficientemente fuerte como para lograrlo, pero valía la pena intentar ¿Verdad? Así ella dejaría de sufrir, y el hanyou podría estar con su amor verdadero sin preocuparse por ella.

Así que se levantó, se secó la cara con el dorso de la mano, se sacudió la falda para quitarle la tierra, recogió su mochila y se encaminó al campamento dónde se encontraban sus amigos mientras iba planeando una buena excusa para su pronto regreso.