-necesitas una chica, ya estas algo viejo

-¿de verdad? ¿para eso vinimos a tomar algo?

-pues claro… ¿Qué más quieres habla?

-como esta mi ahijada-dijo con el ceño fruncido- escucho rumores

-son solo rumores-dijo con la mirada seria- mi hija no sale con tu sobrino

-claro que si ¿y cómo no? Sirius es asombroso-sonrió Albus animado

El pelinegro dio un sorbo a su vaso antes de mirarle de nuevo, realmente no le gustaba esa conversación, ni cómo empezó ni como termino. Tenía que defender a su sobrino, era su pequeño sobrino, el que más se parecía a él, no tenía la culpa que le gustara la pequeña Georgiana Malfoy. Tampoco era su culpa que no le gustara ninguna chica, que fuera el único soltero que conociera tampoco era su culpa, pero todos miraban atentamente ese hecho

- "seguro conocerás a una chica pronto, cariño"-dijo imitando a su abuela- ¿acaso es tan importante?

- ¿de verdad? ¿vas a decir eso de la señora Weasley?-dijo el rubio- solo quiere lo mejor para ti, no puedes culparla

-no la culpo, pero no necesito a nadie en mi vida Scor-frunce el ceño- no necesito esto, soy asesor de la ministra

-una ministra muy linda, por cierto-dijo sonriente

-sabemos que es tu esposa, no tienes por qué decirlo-dijo riendo- tienes suerte que mi jefa me deje salir, ella está muy ocupada

-pero siempre vuelve a casa y por eso estoy eternamente agradecido… ¿es una increíble ministra? ¡Claro que lo es!

-bueno, mucha gente la quiere, se esfuerza mucho…-le mira- pero le falta amucho para alcanzar a mi tía

-acaba de comenzar, al igual que tú, aun les falta puesto que rellenar ¿no?

El pelinegro se levantó adormilado, había tomado de más con su amigo, se levantó a prisa para notar que estaba un poco atrasado, se dio una rápida ducha y salió a la salita de su pequeño apartamento para ver a su amigo rubio en el sofá. Lo agarro por la chaqueta y lo sacudió un par de veces tratando de despertarle

-¡Cass te va a matar! ¡y luego me va a matar a mí!-dijo molesto

-estoy enfermo-dijo adormilado

-eres un real idiota Scor-le suelta- ok, te reportaras enfermo, supongo, pero yo no me puedo dar ese lujo ¡no tengo una esposa que sea ministra!

Se bebió un café rápidamente e hizo una aparición en su oficina, dio un respiro tranquilo, parecía que Casiopea no daba señales aun, pero se equivocó. Un segundo después de su suspiro la puerta se abrió con una molesta pelinegra, con el ceño tan fruncido que parecía que le iba a matar solo con la mirada. Se acercó intimidante hasta él y le dejo en las manos una taza de café con un fuerte aroma

-será mejor que estés funcional pronto, Potter

-Cass te juro que esto tiene explicación

- ¿enserio? ¿hay explicación para que anoche mi esposo me llamara muy ebrio? ¿para que se reportara enfermo? ¡y ni siquiera llegara a casa!

-eh…

-¡lo espere toda la maldita noche!

-no me grites a mí-desvía la mirada- fue su idea ir a beber, yo no lo obligue

- "si no me amaras ¿estarías con Albus? Él está muy solo"-dijo imitándole- "si no yo estaría con él, está muy solo Cassie"

- ¿bromeas?

-vas a ir a la oficina de aurores a buscar un reporte

- ¿no tienes un asistente junior o algo así?

- ¡él no me llamo ebrio!

Siguió escuchando los gritos molestos de la mujer varios metros después que se subió al elevador, lanzo un suspiro y espero. Alzo la vista para ver los aviones de papel flotando, debió enviar así su pedido y no enviarlo a él, que sin darse cuenta había salido con su taza en las manos, con su sobrecargado café. Lanzo un bostezo al entrar a la oficina de aurores, no había casi nadie, solo una chica leyendo algunos reportes, él se aclaró la garganta y ella salto a prisa de su asiento

-l-lo siento-dijo nerviosa

-está bien, la ministra me envió por un reporte-sonrió levemente antes de mirar por el lugar- parece que es un día ocupado

-oh si-dijo buscando- ¡todos están muy atareados!

-¿y tú?

- ¿yo? -dijo buscando en los cajones- sé que lo metí en algún lado-dijo en un susurro - solo soy una aprendiz, solo estoy llenando reportes como estos…. ¡aquí esta! -le mira y se lo entrega- ¡parece que tuviste una noche ajetreada para traer tu café!

-oh… si-dijo riendo- es por eso que la ministra me envió aquí, está un poco molesta

-creo que no le gusta que sus asistentes lleguen un poco "enfiestados"-dijo riendo

- ¿asistente? -dijo curioso- soy su asesor, así que tiene razones para enojarse

- ¡asesor! -dijo nerviosa- l-lo siento, señor Potter, no lo reconocí

-oh… no descuida-sonrió- está bien… -se puso el reporte bajo el brazo y le extendió la mano- soy Albus Severas Potter

-un placer-le estrecha su mano- soy Hazel Eleonore Bennet -sonrió- discúlpeme que le hablara así, no fue mi intención, no lo reconocí señor

-descuida no debo ser tan viejo para que me trates de señor

-no lo creo, Albus

Debía marcharse, soltó su mano lentamente y se despidió con una sonrisa antes de volver al elevador, parecía joven y pequeña, quizás solo tenía unos 24 o 25 años, mientras que el, tenía 34 años. Desvió inmediatamente la idea de su cabeza ¿Cómo iba a salir con alguien diez años más joven que él? era mejor ni siquiera pensarlo. Se apoyó un momento en el muro del elevador, todos tenían razón, el reloj estaba corriendo y no se hacía joven.

- ¿Qué paso?-dijo tratando de aparentar enojo-¿Dónde está mi informe?

-¿eh?-dijo distraído-lo traía…-se mira bajo el brazo- perdóname Cass… lo buscare, lo juro

Pero antes de que se volteara la chica estaba ahí, mirándole, con la respiración agitada, no lo había notado, pero traía un vestido azulado que hacia lucir su cintura, su cabello castaño claro y los ojos verdoso mirándole. Le entrego la carpeta, pero pego un pequeño salto al ver a la ministra

-disculpe ministra, no la vi

-descuida-sonrió- ¿oficina de aurores?

-si señora, llegue hace un tiempo

-Potter te trajo-sonrió- tu padre hablo de ella el otro día, es muy hábil para ser joven

-está exagerando-dijo sonrojada- solo tuve buenos maestros

-pero solo haces oficina-dijo el pelinegro

-solo tiene un par de semanas ¿acaso quieres que vaya por magos oscuros? -dijo con el ceño fruncido- la próxima vez que vamos de visita a cualquier lugar procura ir con nosotros-dijo ella

-gracias ministra, con su permiso

La pelinegra se volvió hasta su asesor mirándole con una leve sonrisa, pero el solo se volvió hasta su oficina no sin antes dejarle el informe de la oficina de aurores, lo que no necesitaba era que su mejor amiga le mirara de esa manera. Insinuándole que podía siquiera imaginarse con aquella joven mujer