Disclaimer: Frozen no me pertenece y hago esto para divertirme y hacer que la gente pase un buen rato. Igual es muy OOC, pero en serio, a quién no le gustaría ver a Anna y Elsa en situaciones como ésta en alguna película :)

Elsa y anna jugando al parchís, y ahora explico una parte de el por qué:

El Pachís es un juego originario de la India, en donde nació en el siglo XVI. El parchís es una variación de este juego, como lo son el parcheesi, el ludo o el parqués. El tablero actual de forma de cruz es tan solo una representación del original, que no fue otro que el jardín del emperador Akbar el Grande.

El centro del tablero representa el trono en que se colocaba el emperador en el centro del patio. Por su parte, las fichas eran las muchachas indias más bellas que se movían de casilla en casilla y se disputaban el honor de jugar para el emperador. Los dados que decidían la suerte de los participantes consistían en cauríes, conchas de moluscos que contaban un punto si caían con el hueco hacia arriba.

He decidido hacerlo con un tablero normal como los que tenemos en casa, porque es más cómodo y práctico.

La otra, a seguir leyendo :D

Esto comienza siendo un recuerdo.

Sin más preámbulos, con la historia os dejo :D


La reina Elsa estaba en su estudio ojeando unos papeles, hasta que su hermana entró por la puerta sin visar y soltó una caja de madera en el escritorio de la platinada haciendo un gran estruendo.

― Anna, ¿no sabes tocar la puerta antes de entrar?

― Vengo a enseñarte el juego revolucionario.

― ¿Un juego? Anna, estoy ocupada.

― ¡Tonterías! Hazlo luego.

Ambas hermanas se miraban amenazadoramente, hasta que la mayor cedió. No podía negarle nunca nada a su hermana pequeña, ésta la cogió por la muñeca, la condujo al estudio donde no podrían ser interrumpida y cerró la puerta con el pestillo.

Abrió la caja de madera y sacó un tablero con una cruz en la cual había varias casillas y números apuntados, en las esquinas había cuatro círculos de diferente color: verde; amarillo; rojo y azul, en medio un cuadro dividido en cuatro con los colores de los círculos y en cada punta de la cruz estaba dibujado uno de los colores.

Buscó en la caja y sacó un dado y varias fichas que coincidían con los colores dibujados en el tablero.

― ¿De dónde has sacado esto?

― Del mercado, me pareció curioso y lo compré. Ahora escucha, voy a leerte las normas.

1.- Cuando un jugador come una ficha cuenta veinte, pero además la víctima debe quitarse una pieza de ropa de forma erótica, como si fuera un striptease.

2.- Cuando una ficha llega al final, el jugador cuenta diez y el otro se quita una prenda de ropa.

3.- Si uno de los dos se queda sin ropa, deberá pagar obedeciendo un mandato del otro.

4.- Cuando se proclame un ganador, el otro deberá hacer lo que éste quiera.

Elsa se sonrojó a más no poder. ¿Qué estaba intentando insinuarle la pelirroja?

― ¿No crees que este juego está fuera de lugar?

― Oh, Elsa. ¿Tienes miedo de perder?

El tono retador le fue suficiente para disipar sus dudas, y comenzaron el juego. Al cabo de un rato, Anna se encontraba tan sólo con su vestido, mientras que Elsa seguía con él y eso no era lo que la princesa quería, hizo una mueca al ver que perdía otra ficha. A cada una solo le quedaba una ficha por poner y la pelirroja lo tomó como un reto personal.

― Me retaste, Anna. Ahora quítate el vestido.

¿Espera, que? ¡No, no y no! ¡Elsa no debería de ser la que estuviera vestida si no al contrario! La mirada insistente de la reina la hizo volver a la realidad.

― Está bien.

Comenzó a desabrocharse los cordones y se lo sacó, una vez que estuvo semi-desnuda ante su hermana y que ésta la miraba con lujuria, comenzó a tener calor. Tenía que cambiar las tornas y le rogó a la Diosa de la suerte porque se cambiaran las tornas. Cinco minutos después, Anna hacía el movimiento que le otorgó la victoria, mientras que Elsa no podía creérselo.

La pelirroja paró de festejar la victoria y le sonrió a su hermana, la cual estaba nerviosa al intentar descifrar lo que le quería pedir. Se acercó a la mayor y le susurró al oído lo que planeaba hacer con ella.

― ¿Qu...? ― Pero un beso la mandó callar.

Quería zafarse del agarre, salir corriendo y encerrarse en su habitación, pero Anna era más fuerte que ella, y su traicionera mente hizo que correspondiera el beso.

Elsa derritió el vestido, quedándose en igualdad de condiciones que su hermana. Los besos se tornaron más furiosos y demandantes, se besaban con deseo, la menor tumbó a la mayor en el suelo y sus pieles se rozaron, haciendo que ambas soltaran un gemido. Elsa estaba nerviosa, pero no tenía miedo. Encima de ella estaba la princesa de Arendelle con la ropa interior todavía puesta mientras sonreía dulcemente.

Se acercó a su hermana y le acarició suavemente la cara.

‒Oh, Anna...‒ Al terminar la frase sintió un leve golpe en su trasero, y ésta gimió.

‒Cállate, Elsa.

Anna siguió acariciando el cuerpo de la reina con las manos pero nada salía de la boca de ésta, no quería hacer enfurecer a Anna.

‒Eso es Elsa, buena chica. Creo que te has ganado una recompensa. ‒La reina quiso soltar un gemido pero sabía que si lo hacía, se quedaría sin premio.‒ Como te has portado bien. Te dejaré gritar hasta que te quedes sin voz.

‒Oh, joder...

La chica de pelo rojizo, dirigió su mano a la zona donde su hermana sentiría más placer, y notó que no hacía falta más juego previo, y sin previo aviso Anna introdujo un dedo en Elsa, haciéndola gemir y retorcerse de placer.

La pelirroja sonrió y besó el cuello de su hermana, mordisqueó es aparte y Elsa gimió más fuerte mientras Anna la penetraba cada vez más rápido. La menor de las hermanas sentía cómo su propio sexo se mojaba con sólo escucharla.

Sentía que su hermana estaba cerca y con furia le besó los labios, ni siquiera pidió permiso puesto que no lo necesitaba, ella estaba al mando y su hermana lo sabía.

‒Anna, por favor...

‒¿Por favor, qué? ‒Paró lo que estaba haciendo.

‒Por favor, fóllame. ‒Suplicó con voz ronca la mayor de las hermanas.

La menor, con una sonrisa aceleró la velocidad de las embestidas. Ella sabía que la rubia llegaría pronto al clímax y con cada gemido, iba más rápido.

‒Dios, Anna...‒ Elsa sentía muchísimo calor. ‒Anna... !Ah! ‒El calor comenzaba a juntarse en un solo punto y gritó de placer. ‒¡Oh Joder. Anna! ‒Y ésta siguió entrando y saliendo, prolongando el orgasmo de la rubia.

‒¡Anna!‒ Gritó la reina de Arendelle.

Miró a su alrededor y observó que estaba en su habitación. Se llevó las manos a la cara y se retiró el pelo. Se sonrojó al notar que sus partes íntimas estaban húmedas así que dirigió una de sus manos hacia su intimidad y masajeó su clítoris lentamente, hasta que se vino otra vez Desde aquél día no dejaba de revivir la escena una y otra vez.

Si Anna se enteraba de que se había tocado sin su permiso, la castigaría. ¿Desde cuándo su hermana se había vuelto tan dominante? Necesitaba tomar aire fresco así que se dirigió a la ventana y una suave brisa le golpeó la cara. No sintió que la puerta se abría y que por ella entraba una joven pelirroja, que la abrazó por la espalda, sobresaltándola.

‒Veo que alguien se ha sentido juguetona esta mañana. ¿Tanto me echas de menos?‒ Dijo la menor de las hermanas con voz ronca. ‒Tu y yo vamos a tener una clase esta noche.

‒Soy tu reina, Anna. No deberías de hablarme así. ‒No tenía casi voz porque la pequeña había comenzado a masajear sus pechos lentamente.

‒Serás mi reina durante el día, pero por las noches, yo soy tu reina, y creo que estuviste de acuerdo en eso hace una semana. ¿O no lo recuerdas?

¿Qué si no lo recordaba? Jamás podría quitarse esos recuerdos de su mente, soñaba cada día con ellos y no se los podía quitar de la cabeza.

―Oh, Elsa, esa cara sonrojada no sabes cuánto me pone.

―Anna, para. ¡Nos podría ver alguien!― Pero su hermana no quería parar, así que llevo una de sus manos a la parte baja de la reina y ésta soltó un gemido ahogado. ‒ Aquí no, por favor... Dentro. ‒ Se rindió y la menor sonrió de oreja a oreja.

La condujo hacia la cama, la tiró en ella con rudeza y le sujetó las muñecas por encima de la cabeza con fuerza. Anna comenzó a besar el cuello de la reina haciendo que ésta soltara gemidos sonoros.

‒ No, no, no Elsa. ¿No queremos que nos descubran, hm? ‒ Elsa negó con la cabeza. ‒ Si me desobedeces, ya sabes lo que te haré esta noche.

A pesar de que por el cuerpo de la reina fluyera hielo, ella sentía que estaba ardiendo, y ese calor aumentaba con cada palabra que su hermana pequeña le susurraba al oído.

‒ Elsa, voy a pedirte que crees unas cadenas de hielo, necesito que te estés quieta.

Oh, Dios, ¿Aquí? Miró el reloj y marcaban las siete y media, lo cual quería decir que tenía media hora para terminar con esta tortura así que no se lo pensó dos veces, e hizo lo que la pelirroja le ordenó.

Anna al ver que obedecía sin rechistar decidió darle un premio.

Le mordió el lóbulo de la oreja levemente y siguió haciéndolo por todo el cuello, sus pechos, bajando por su vientre delicadamente y Elsa hacía lo imposible para no gritar ni hacer sonidos. La menor decidió provocar a la mayor para ver si conseguía que la desobedeciera, a pesar de que hacía todo lo posible, ella no daba su brazo a torcer.

Con su mano alcanzó el lugar donde sabía que su hermana quería que tocara.

‒ Pídemelo, Elsa.

‒ Fo... fóllame, Anna. ‒ Pero ésta le arqueó una ceja. ‒ Por favor.

Y sin previo aviso insertó uno de sus dedos en su vagina, haciéndola gritar, pero no le importaba. Sólo quería complacer a su hermana, entraba y salía lentamente y Elsa no paraba de soltar gemidos de placer.

‒ No sigas atormentándome Anna. ¡Por favor! ‒ Ante el ruego de la rubia, Anna no pudo hacer otra cosa que obedecerla, así que aumentó la velocidad de las embestidas. ‒ Por todos los Dioses, ¡no pares!

‒ No tengo intención de hacerlo, cariño. ‒ Le susurró con voz ronca, esa que tanto le gustaba a ella.

Con cada embestida el cuerpo de la reina aumentaba de temperatura, sentía cómo el calor se concentraba ahí abajo y sabía que no tardaría mucho en correrse, Anna sabiendo esto aumentó la velocidad y cuando el cuerpo de su amada comenzaba a convulsionarse, paró en seco, sonrió y se alejó de ella, dejando a Elsa sexualmente frustrada.

‒ Eso, por tocarte sin mi permiso. ¡Nos vemos en el desayuno!

Y dicho esto, se marchó por la puerta. Elsa estaba anonada, le habían quitado el caramelo cuando ya lo tenía en la boca y era una sensación frustrante. ¿Cómo se había dado cuenta? Eso ahora no importaba, se las cobraría tarde o temprano, y Anna sufriría las consecuencias de dejar a una reina insatisfecha. Con una idea formándose en su mente, se dirigió al baño, se aseó y conjuró uno de sus vestidos de hielo, quince minutos más tarde, alguien llamó a la puerta.

‒ ¿Su alteza? El desayuno está servido.

‒ Ahora mismo bajo, Kai. ‒ Salió de su habitación y sonrió. ―Oh, Anna. Mi venganza será muy, pero que muy dulce...


Uuuuuh, Elsa frustrada sexualmente, eso no pude ser bueno... ¿o sí?

Otro capítulo más, y esto se terminó. Pero el siguiente será más largo :)

Si me dejais review, estaré feliz, y sinó también. No escribo para que alguien venga y suba mi ego, pero dejar una notita es mejor que ponerte solo en favoritos, o ni siqueira eso, además si veo interés me anima a seguir escribiendo.

Hasta otro rato :)