Corazón de piedra

Calzona Fanfiction

No me corresponde ni poseo derecho alguno sobre los personajes: Calliope "Callie" Torres, Arizona Robbins, Cristina Yang, Teddy Altman, Mark Sloan, Carlos Torres, Aria Torres, Miranda Bailey, Richard Webber, Lexie Grey, Owen Hunt, Érica Hahn, Meredith Grey, Derek Shepherd, April Kepner, GaryClark, Leah Murphyy Addison Montgomery. Estos fueron creados por Shonda Rhimes, para la serie de televisión Grey´s Anatomy, de la cadena de televisión norteamericana ABC. El resto de los personajes mencionados en esta historia fueron creados para el desarrollo de la misma, la cual es totalmente ficticia, por ello, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Capítulo 1

Derek Shepherd se retiró la mascarilla y salió de la sala de operaciones sin ocultar su frustración, su paciente, una mujer de 54 años, tras sufrir un ataque, había quedado en estado vegetativo, conectada, por ahora, a decenas de aparatos que la mantenían con vida. No obstante, la paciente, quien se había recuperado parcialmente de un ataque similar meses atrás, había firmado, en contra de la voluntad de su esposo, un documento donde se establecía que en caso de que el ataque se repitiera y que ella quedara en coma, sobreviviendo sólo con la ayuda de soporte vital externo, debería ser desconectada una vez que la junta médica del hospital, encabezada por la jefa de cirugía, determinara que no habría posibilidades ciertas de recuperación.

Mientras Derek se dirigía a hablar con el esposo de su paciente, maldijo en voz baja, no sólo porque tendría que darle la mala noticia al hombre, quien le había suplicado desesperadamente que la salvara porque ella era lo único que tenía, sino también porque sabía que dadas las circunstancias, necesariamente debería tener esa junta médica y él, al igual que casi todos los médicos tratantes odiaban esas juntas, la jefe de cirujanos era lo más parecido a un ogro con bata blanca, siempre mal encarada y altanera, no se podía negar que como médico era reconocida y respetada, pero como persona era un auténtico y genuino "stone heart", un corazón de piedra, tal como la apodaban a sus espaldas en todo el hospital.

Cuando Derek vio al Sr. Gary Clark, sentado en una de las sillas de la sala de espera del hospital con el rostro lleno de preocupación, decidió obviar sus pensamientos con respecto a esa junta y enfocarse en la dura tarea de explicar lo sucedido. El Sr. Clark se levantó de su asiento inmediatamente al ver a Derek, pero su expresión se nubló aún más cuando éste comenzó a hablar, mientras el atribulado hombre lo único que hacía era negar en silencio con la cabeza una y otra vez, sin embargo, en el momento en que escuchó que al día siguiente se efectuaría la junta médica que confirmaría su diagnóstico y en consecuencia tendrían que desconectar a su esposa del soporte vital que la mantenía con vida, el silencio del Sr. Clark fui sustituido por un rotundo y contundente: -NO.

Derek intentó hacerle entrar en razón, pero el Sr. Clark ya no escuchaba razones, iracundo le gritó a Derek:

-Me importa un demonio lo que mi esposa haya firmado, nadie en este hospital se va a atrever a desconectarla, diga lo que diga, usted es un médico, no es Dios, ella puede despertar y yo no voy a permitirle a usted ni a nadie que asesinen a mi esposa, eso sería un asesinato, ella está viva...

-Sólo por aparatos que la mantienen así Sr. Clark, dijo Derek

El Sr. Clark, obviando lo dicho por Derek, gritó de nuevo:

-Le he dicho que no y punto.

Derek entendió que en el estado en que se encontraba el hombre no podría razonar con él, así que usando un tono aún más conciliador le dijo:

-Sr. Clark, créame que lo entiendo, por favor, trate de calmarse, su esposa va a ser trasladada a la habitación en unos minutos, vaya a verla y trate de calmarse, por favor. Quizás cuando la vea conectada a todos los aparatos que la mantienen con vida pueda pensar lo que hemos hablado y entonces...

El Sr. Clark no permitió que Derek terminara de hablar, sin hacer caso de lo que decía, dio media vuelta y se dirigió a la habitación a ver a su esposa.

Al ver que el Sr. Clark se alejaba, Derek también dio media vuelta y se dirigió a la oficina de la jefa de cirugía para fijar con April Kepner, su asistente, la hora de la junta del día siguiente donde se trataría el caso de la Sra. Clark.

Mientras caminaba por el largo pasillo aéreo en el que se divisaba una hermosa vista de Seattle y que comunicaba el ala norte con la antesala de las oficinas de dirección del hospital, Derek escuchó el timbre de su teléfono móvil, y contestó la llamada aunque no reconoció el número al mirarlo en la pantalla. Del otro lado de la línea, escuchó una voz femenina que si reconoció de inmediato, cuando ella dijo:

-Mi amigo Derek Shepherd ¿sabes quién te habla?. Te voy a dar una pista, agregó riendo, ...-soy tu antigua compañera de la facultad de medicina

Derek sonriendo exclamó: -¡Pájaro de mar por tierra!, pero si es nada más y nada menos que mi cirujana pediátrica consentida, aunque me haya abandonado cuando prefirió a sus pequeños humanos en lugar de la neurocirugía... ¡Arizona Robbins!

Del otro lado de la línea, luego de soltar una carcajada, la Dra. Arizona Robbins dijo:

-Derek tenemos años sin vernos ¿y aún no me perdonas esa?

-A mi cirujana pediátrica preferida le perdono todo, pero dime Arizona ¿qué es de tu vida? ¿En qué rincón del mundo estas metida?

-Pues mucho más cerca de lo que crees, por eso te estoy llamando, ya entregué todas mis credenciales para ser la nueva cirujana pediátrica del Seattle Grace, sólo me falta reunirme mañana con la jefa de cirugía para el visto bueno final

Derek soltó una especie de bufido cargado de ironía y dijo:

-Sólo...sólo te falta reunirte con la jefa de cirugía, o sea, ¿sólo eso?

Intrigada, ella preguntó: -Derek, ¿por qué has repetido la palabra "sólo" tres veces y con ese énfasis?, ...y más con ese tono, yo te conozco, anda dispara y dime, no me dejes a oscuras

-A oscuras te vas a quedar cuando estés sentada frente a la jefa de cirugía

-¿De qué estás hablando Derek? No me asustes, recuerda que yo siempre he tenido ciertos problemas para enfrentarme a personas de autoridad, pero normalmente cuando son hombres, con las mujeres no tengo esos problemas, otros quizás...diferentes… pero no debería llamarlos problemas precisamente, agregó Arizona soltando una risa llena de picardía.

Derek rió también y dijo: -Esa risa tuya me da a entender que sigues siendo tan traviesa como hace años, cambiando de novia como yo de calcetines, dime ¿nunca piensas sentar cabeza?, no sé, ¿casarte con la mujer de tus sueños?, ¿tener hijos?, en fin...

-Ese es el punto mi querido amigo, nunca sueño con la misma, es más, ahora que lo pienso ninguna hasta ahora me ha hecho soñar, dormir de aburrimiento, quizás, pero soñar, lo que se dice soñar, pues no

-¿O sea, que nunca te has enamorado?, preguntó Derek

-Exactamente, además tú me conoces, sabes que le huyo al compromiso, cuando las cosas se comienzan a poner serias, huyo por la derecha..., o por la izquierda, lo que me quede más cerca.

-Hasta que te encuentres con la horma de tus zapatos, hasta que alguna te mueva el piso y te haga olvidar todas esas tonterías y te ponga a suspirar y soñar por ella.

Arizona riendo dijo: -Quizás, quizás, algún día, pero Derek, te fuiste por la tangente, dime ¿qué hay con la jefe de cirugía?, ¿por qué dices que me quedaré a oscuras?

Derek respondió: -¿Sabes? Mejor no te digo nada, para que no vayas a esa entrevista predispuesta...

Arizona interrumpió a Derek y exclamó: -A no, eso no se vale, dime algo al menos, aunque sea una pista.

Derek lo pensó un instante y luego respondió:

-Vale, sólo te voy a decir como la llaman en todo el hospital, así te darás una idea, pero sólo te diré eso, nada más.

-Ok, dime Derek, algo es algo, anda dime

-"Corazón de piedra"

-¡Oh, oh! Eso no suena nada bien, y supongo entonces que debe ser una vieja fea, arrugada y amargada, tipo Dolores Umbridge o algo así

-Sólo amargada

-¿O sea que no es vieja ni arrugada?, ¿por lo menos es bonita?

-Arizona Robbins no te digo más, descúbrelo tu misma mañana.

-Eres malo Derek, muy malo

Derek se rio cuando escuchó el tono infantil de Arizona al decir eso y luego dijo:

-Yo no soy malo, soy un pan. Dime ¿a qué hora tienes la entrevista con "Corazón de piedra"?, porque quiero que nos veamos, tenemos años sin vernos

-A las 10:00 a.m., y sí, yo también quiero verte

-Perfecto, entonces nos vemos mañana, luego de tu entrevista, ah! y te deseo suerte. ("la vas a necesitar"), pensó Derek sin decirlo.

-Muchas Gracias Derek, hasta mañana entonces. Bye

Derek colgó la llamada y entró a la antesala de la oficina de la jefa de cirujanos. Esta era un espacio cuadrado decorado con rigurosa sobriedad, con paredes de color beige y piso oscuro de madera. A la derecha se ubicaba un sofá de dos puestos y en la pared frontal que daba acceso a la oficina de la jefa de cirugía, resaltaba una enorme biblioteca donde se encontraban perfectamente ordenados decenas de libros de medicina. De espaldas a la biblioteca, se sentaba frente a un escritorio de madera maciza April Kepner, siempre atareada y normalmente bajo mucho stress. Ella había nacido en una granja, comenzó a estudiar medicina y llegó como interna al hospital, pero nunca aprobó los exámenes y no quiso regresar a casa, quería quedarse en el hospital esperando una nueva oportunidad, así que allí permaneció cuando la jefa de cirugía le ofreció ese cargo, dando una de las muy escasas muestras de humanidad que había tenido alguna vez.

Inmersa frente a la pantalla del ordenador mientras programaba los turnos de los residentes, April no notó la presencia de Derek hasta que se paró frente a ella y la saludó con un –Hola, mientras le sonreía.

April levantó la vista al escucharlo y le devolvió el saludo preguntando cortésmente en qué podía ayudarlo.

Derek respondió:

-Necesito una cita para efectuar una junta médica mañana, donde deberá estar presente, tu jefa como es usual, conjuntamente con el Dr. Weber, la Dra. Bailey y el Dr. Hunt, no te preocupes por Richard, Miranda y Owen, yo mismo les avisaré, cuando me confirmes la hora de la junta.

April miró la pantalla del ordenador de nuevo, buscó la agenda y comenzó a decir, sin levantar la mirada de la pantalla:

-Veamos, la doctora tiene una reunión, mejor dicho, una entrevista, a las 10:00 a.m., y luego a partir de las 11:00 entrará a quirófano, no tengo información de a qué hora terminará de operar, así que puedo programar la junta para las 9:00 a.m. ¿le parece bien así Dr. Shepherd?

-Perfecto April, entonces a las 9:00 a.m., Gracias, agregó Derek mientras se dirigió a la puerta de salida.

-Siempre a su orden Dr. Shepherd, le respondió April con una sonrisa mientras devolvía su mirada a la pantalla del ordenador.

A las 9:30 a.m., la Dra. Arizona Robbins elegantemente vestida con un conjunto de falda y chaqueta roja, blusa blanca de seda y tacones de color rojo, ya se encontraba sentada en el sofá de la antesala de la oficina de la jefa de cirugía. Aunque la entrevista era a las 10:00 a.m., decidió llegar más temprano, no quería llegar tarde a esa cita ni de casualidad mucho menos por la forma en que Derek describió a la jefa de cirugía el día anterior, aunque muy poco le había dicho en realidad, pero fue suficiente para saber que la impuntualidad no sería bien vista por una persona que parecía tan estricta, además a ella siempre le había gustado ser puntual, una costumbre muy bien arraigada desde su infancia en su familia de amplia tradición militar.

Desde que se despertó esa mañana, Arizona estaba algo nerviosa y a medida que pasaban los minutos sentada allí, esperando, sus nervios se incrementaron. Aunque la puerta de la oficina estaba cerrada, se escuchaba con claridad la intensa discusión que en ese mismo instante se estaba desarrollando dentro de ella. Reconoció la voz de Derek discutiendo acaloradamente y la voz de una mujer que sin duda era la jefa de cirugía, quien se mostraba cada vez más firme en sus planteamientos.

-Ya le he dicho Dr. Shepherd que no estoy de acuerdo con desconectar a la Sra. Clark, no después de haberme reunido con el Sr. Gary Clark ayer en la tarde cuando vino a mi oficina.

-Conozco perfectamente la opinión del Sr. Clark, respondió Derek, -él fue muy claro ayer cuando le comuniqué el estado de su esposa, pero el punto aquí es que ella firmó un documento donde ordenaba que en caso de quedar en estado vegetativo, tendría que ser desconectada…

…-Siempre y cuando la Junta Médica que yo encabezo, así lo aprobara. Dijo la jefa de cirugía interrumpiendo a Derek,…- y no lo apruebo, algo me dice que hacer eso sería un grave error de consecuencias que no podemos prever…

Más molesto aún, Derek replicó:

-¿O sea que lo que usted me está queriendo decir es que ahora en este hospital las decisiones no se van a basar en diagnósticos ni en documentos firmados, sino en corazonadas?, en sus corazonadas, enfatizó Derek.

-El día que usted sea el Jefe de Cirugía Dr. Shepherd, tomará las decisiones con base en lo que le dé su real gana, pero mientras yo sea la Jefe de Cirugía de este hospital se hará lo que yo diga. Ah! y no crea que es una decisión inconsulta. Ayer también hablé con el Departamento Legal, luego de la reunión que tuve con el Sr. Clark y ellos me informaron que siempre que el Sr. Clark firme un documento donde declare hacerse cargo de su esposa y donde se comprometa a aceptar su desconexión del soporte vital en una plazo que no podrá superar los seis meses, este hospital queda exento de cualquier responsabilidad. De modo que dadas las circunstancias, considero que esta es la mejor opción posible.

-¿Cuáles circunstancias, doctora, que usted tiene miedo del Sr. Gary Clark y de sus palabras?, soltó Derek casi gritando

Con un tono aún más tajante, ella respondió:

-Yo no le tengo miedo a nada ni a nadie Dr. Shepherd, y por tanto mis decisiones no se basan en el miedo, y de ser así, dudo que este hospital fuera el número uno. Para tomar decisiones acertadas Dr. Shepherd, hace falta un poder de observación que está más allá de aquello que está a la vista, hace falta instinto, y nadie puede negar que a mi eso me sobra, así que creo que es suficiente, la decisión está tomada. La Sra. Clark no será desconectada siempre y cuando el Sr. Clark acepte las condiciones del departamento legal del hospital y ahora, agregó la doctora viendo su reloj, -si me disculpan tengo una reunión en diez minutos, así que les agradezco retirarse. Gracias y buenos días.

El primero que salió de la oficina visiblemente molesto fue Derek Shepherd, al punto que ni siquiera se percató de la presencia de Arizona sentada en el sofá. Ella le sonrió, pero lo vio salir sin mirarla siquiera y no se atrevió a hacer notar su presencia porque se dio cuenta que no era ni el momento ni el lugar para saludos, quizás se encontraría con él más tarde, después de la entrevista en la cual tenía que enfocarse, mucho más después de haber escuchado esa conversación y darse cuenta que el apodo con el que llamaban a la jefa de cirugía del hospital no era de gratis, era sin duda una mujer recia, de fuerte carácter y de ideas muy claras, cualidades que Arizona siempre había admirado pero que cuando provenía de personas de autoridad la ponían sumamente aprehensiva, tal como estaba ocurriendo ahora.

Arizona se preguntó mientras escuchaba la discusión entre ella y Derek ¿cómo era?. Por su voz parecía una mujer joven, más o menos de su misma edad, pero físicamente ¿cómo era?. Su pregunta quedó respondida cuando ella salió de su oficina sólo un momento para pedirle a su asistente que llamara al departamento legal y le comunicara la llamada. Arizona, la vio solamente durante esos cinco segundos que transcurrieron antes de que entrara a su oficina de nuevo y cerrara la puerta, pero bastaron para dejarla sin aliento. La jefa de cirugía, era una de las mujeres más bellas que Arizona había visto en toda su vida. De obvia descendencia latina, poseía un cuerpo espectacular, era alta, y se veían aún más alta y realmente imponente en sus zapatos negros de tacón alto, que resaltaban junto con su falda negra a la altura de las rodillas, unas piernas largas y hermosas y su suave piel de tez morena clara. Llevaba el cabello suelto, era precioso, abundante, brillante y negro como la noche. Un rostro tan bello que parecía esculpido por un artista y sus ojos, unos impresionantes ojos marrones brillantes. La jefa de cirugía, la miró sólo por una fracción de segundo, y Arizona impactada, sólo alcanzó a sonreírle, sonrisa que la doctora no le correspondió, pero ¡Por Dios, esos ojos!, pensó Arizona, agregando para sí misma: "¡Jolines, esa mujer tendrá el corazón de piedra como dicen, pero es una auténtica DIOSA!, ¡Es hermosa!".

Arizona nunca había sido tímida para coquetear con las mujeres que le atraían, pero en este caso, el asunto era diferente, esa mujer que no había respondido a una de sus mejores armas de coqueteo, su sonrisa, sería su jefa, y no sólo eso, por lo que ya había escuchado en esa media hora, era obvio que era una persona sumamente estricta, dura, quizás implacable, una Dolores Umbridge en el cuerpo de una hermosa y divina Diosa. En el fondo hubiera preferido que fuera una vieja arrugada y fea, porque ahora al verla y darse cuenta que le gustaba y mucho, sus nervios alcanzaron una cota más alta, así que cuando April Kepner le dijo que podía pasar, Arizona se paró del sofá, respiró hondo y se propuso ocultar de la mejor forma posible sus nervios, al fin y al cabo, ella estaba allí no para coquetear, estaba allí para obtener su plaza como jefe de cirugía pediátrica de ese hospital y ante todo ella era una profesional, así que un poco más calmada, entró decidida a mostrar su profesionalismo, dejando de lado sus gustos personales.

Cuando Arizona entró a la oficina, la Dra. Calliope Torres, estaba hablando por teléfono, ella se quedó parada en el umbral de la puerta sin decir nada para no interrumpir la conversación que sostenía con el departamento legal del hospital. Cuando la Dra. Torres la vio parada, la miró de arriba a abajo sin disimulo, pero no demostró ninguna emoción, sólo le hizo con la mano un gesto para que tomara asiento frente a ella, gesto que Arizona entendió y obedeció.

Mientras la Dra. Torres seguía hablando por teléfono, Arizona se propuso no verla, porque no quería delatar su nerviosismo así que se dedicó a observar la oficina. Lo primero que le llamó la atención fue la presencia de dos estatuillas posadas en un pequeño estante detrás de la doctora Torres, se trataba de dos premios Harper Avery. Arizona quedó impactada, ese era el premio más codiciado por los cirujanos y doctores de todo el país y la Dra. Torres no tenía uno sino dos premios. Lo segundo que le llamó la atención fue la ausencia de fotografías personales que normalmente se suelen colocar en una oficina privada como esa, pero no había nada, ninguna imagen que le suministrara algún indicio del status familiar de la Dra. Torres, si estaba casada, si tenía hijos, nada, ni una sola foto. Ese demostraba algo más de su personalidad, su futura jefa era una persona sumamente reservada, tímida en el fondo, quizás.

Arizona posó de nuevo su mirada en la Dra. Torres cuando notó que la llamada estaba llegando a su final. Ella observó cuando colgó el teléfono, la miró directamente a los ojos, con una mirada escrutadora, y se paró de su silla, mientras le ofrecía la mano a modo de saludo y le dijo:

-Un placer Dra. Robbins, soy la doctora Torres, jefa de cirugía de este hospital.

Arizona trató de disimular su latente nerviosismo, se paró de la silla y le tendió su mano a la doctora Torres, ofreciéndole de nuevo la mejor de sus sonrisas, mientras le respondía:

-El placer es mío Dra. Torres.

Arizona no se había equivocado, sólo fue un breve contacto, pero la doctora Torres tenía una piel suave como la seda, unas manos hermosas, pero no así su expresión, ahora que se veían directamente a los ojos, ella notó algo más, detrás de esos ojos hermosos, había una mirada llena de tristeza, de soledad, que se hizo aún más evidente cuando, de nuevo, la doctora Torres no sonrió. Arizona se preguntó mientras se sentaba otra vez ¿qué o quién había sido el responsable de instaurar esa profunda tristeza en esos ojos tan bellos?, ¿qué o quién había borrado lo que seguramente era una preciosa sonrisa de esos labios hermosos?, ¿por qué se había convertido en un corazón de piedra, cuando detrás de esa dureza, había probablemente un ser humano que quizás fuera hermoso, noble?, ¿quién era en verdad la Dra. Calliope Torres?, ¿qué demonios había pasado para convertir esa hermosa mujer en un corazón de piedra?

Los pensamientos de Arizona se interrumpieron cuando la Dra. Torres preguntó con su usual seriedad:

-Dígame Dra. Robbins ¿qué quiere lograr como la nueva jefa de cirugía pediátrica en este hospital?, ¿Qué espera de este hospital y que cree que pueda aportarle a éste?, en pocas palabras, dígame Dra. Robbins ¿por qué y para qué está usted aquí?. Quiero que me lo diga en sus propias palabras

Durante poco más de media hora, Arizona respondió a las preguntas de la Dra. Torres, que fueron en su totalidad de carácter técnico muy propias de una entrevista como esta, cuando esa parte de la reunión culminó, la Dra. Torres, le dijo que necesitaba hacerle algunas preguntas más personales, y le preguntó si ella estaba de acuerdo. Arizona respondió afirmativamente, fue en ese momento cuando la Dra. Torres dijo:

-Verá Dra. Robbins, una de los aspectos en los que intento ser muy cuidadosa para aceptar o no el ingreso de nuevos cirujanos y residentes a este hospital es su situación personal, ya que estoy convencida que los asuntos personales afectan en alguna medida la eficiencia y la eficacia requerida en el trabajo, no quiero decir con ello que no se admitan relaciones personales entre los miembros que conforman este hospital, lo que quiero decir es que la tolerancia en ese sentido es limitada, así que debo preguntarle algo un poco más personal: ¿tiene usted actualmente algún problema de índole personal, familiar o sentimental, que cree pueda afectar su desempeño como jefe de cirugía pediátrica en este hospital?

Arizona, luego de meditar su respuesta por un instante, respondió:

-Dra. Torres, me considero una persona emocionalmente estable, soy alegre, simpática según la mayoría de las personas que me conocen, pero reservada en mis asuntos personales. Creo que dada su pregunta debo agregar que soy lesbiana, pero no, no tengo problema personal alguno que pueda afectar mi trabajo.

-Perfecto Dra. Robbins, me alegra escuchar eso, aunque debo aclarar que mi pregunta no iba dirigida a conocer su inclinación sexual, ese aspecto me resulta irrelevante, siempre y cuando sea capaz de mantener su profesionalismo por encima de sus asuntos personales, en todo momento.

-Así es, cuente con ello, respondió Arizona con una sonrisa, que por enésima vez la Dra. Torres no correspondió. Ella iba a decir algo más, quizás una nueva pregunta, cuando el teléfono repicó, por lo cual se disculpó y tomó la llamada.

Mientras hablaba, Arizona pensó que aunque no sabía por qué, al menos entendía, en parte, por qué le decían a esa hermosa mujer, "corazón de piedra", era como hablar con un robot, totalmente avocada a los aspectos técnicos y profesionales, pero no parecía un ser humano, en ningún momento demostraba sentimientos, no sonreía, ni una sola vez había esbozado siquiera la más pequeña de las sonrisas.

Era indudable que una persona con esas características era excelente para un cargo tan importante como este, pero en el fondo, los nervios que Arizona sintió al principio fueron sustituidos progresivamente por un sentimiento de pena hacia ella, sin duda era una mujer muy sola que muy probablemente había enfocado toda su vida en su trabajo porque no había nada más allá de eso. "Corazón de piedra" era un apodo bastante certero en apariencia, pero quizás equivocado, algo en esa triste mirada le decía que Calliope Torres era mucho más que un corazón de piedra y Arizona estaba decidida a averiguar qué había detrás de esa mirada, no por curiosidad, sino porque ella le gustaba muchísimo, y más allá del aspecto físico, había algo inexplicable en ella que la atraía como un imán.

Cuando la llamada finalizó, la doctora Torres se dirigió de nuevo hacia Arizona y dijo, mientras miraba su reloj:

-Dentro de quince minutos debo estar en la sala de operaciones, pero antes de terminar quiero aclarar algo con respecto a su contrato, ya que una vez firmado hay clausulas irrevocables, entre ellas la más significativa es que los jefes de cualquier área quirúrgica una vez que firman y aceptan su contrato, están obligados a desempeñar su cargo en el hospital por un mínimo de doce meses, eso quiere decir, que si usted, por cualquier motivo, decide irse de este hospital antes de cumplir el año, deberá indemnizarlo por una suma equivalente a lo que devengaría en un lapso de tres años ¿Está usted en conocimiento de esta clausula y lo más importante, está dispuesta a aceptarla? Se lo pregunto, porque después de firmado no hay vuelta atrás.

Arizona no tenía conocimiento de la existencia de esa clausula y antes de responder, dudó por un instante, ya que ella no contaba con esa suma de dinero en caso de querer retirarse del hospital antes del año, no era algo que hubiera pensado, pero firmar el contrato significaba que necesariamente tendría que permanecer allí durante todo un año, pasara lo que pasara. Sin embargo, a pesar de los riesgos, Arizona decidió aceptar, ella había estado tras de esa plaza durante bastante tiempo y no pensaba dejarla ir, así que respondió:

-No, doctora Torres, no tenía conocimiento de esa clausula que me menciona, pero acepto.

La doctora Torres dijo entonces mientras se paraba de su silla y le ofrecía la mano a Arizona, gesto que ella imitó:

-Muy bien Doctora Robbins, sea usted bienvenida entonces, por favor, sírvase pasar por el Departamento de Recursos Humanos para que le hagan entrega del material y de sus nuevas credenciales como Jefa de Cirugía de Pediatría del Hospital Seattle Grace, le deseo mucha suerte.

Arizona dio las gracias a la Dra. Torres y se dirigió hacia la puerta para salir de la oficina, pero antes de retirarse, algo la hizo girar para mirar de nuevo a la doctora Torres, y la sorprendió mirándola con una expresión que hasta ahora no le había visto, que le recordó a Arizona la mirada de una persona que se siente atraída por otra, pero fue demasiado fugaz, porque la doctora Torres al verse sorprendida, enseguida cambió su mirada de nuevo a su expresión "inexpresiva", a su mirada de "corazón de piedra".

Arizona más sorprendida aún, sintió el impulso de quedarse allí y preguntarle tantas cosas que quería saber de ella, quería al menos intentar ser su amiga, ya que parecía que ni eso tenía la Dra. Torres, pero la mirada esquiva de ella le hizo retractarse de ese loco pensamiento, así que tratando de disimular ese fugaz momento, Arizona sonrió y se retiró de la oficina.

Esta historia continuará…

AV2014-E0303-P1908