¡Hola y buenas tardes tengan todos ustedes, estimado fandom de Assassin's Creed!
Aquí les traigo un drabble un poco fuera de personaje sobre Minerva, miembro de Los que Vinieron Antes. He visto que no hay suficientes fics sobre ella, así que decidí publicar este drabble que surgió hace unas horas. Como mencioné antes, está un poco fuera de personaje, producto de la intriga que me da el personaje de Minerva y su rivalidad con Juno.
En fin, sin más qué decir, excepto que el personaje pertenece a Ubisoft, aquí les dejo con este pequeño y extraño relato.
¡Un saludo!
Vicka.
Parte de mí.
Al verlo morir, sentí que algo se quebraba por dentro.
Mi corazón soportó lo que podía soportar, pero no soporté eso, el verlo morir. Ver a esa vida, a esa parte de mí morir con tal de salvar al mundo, con esa confianza tan plena en que sus compañeros y su padre buscarían una forma de detener a una nueva amenaza que circula por el mundo.
Yo no quería que muriera. Yo no quería que sacrificara su vida. Yo no quería que Desmond liberara a Juno. No quería que él liberara a esa maldita que odiaba a fuego a los humanos debido a que éstos habían dado fin a nuestros excesos, un fin que nosotros nos hemos buscado y un fin del cual hemos aprendido a ser mejores.
Quería que él no escuchara a Juno y sí a mí, quien sabía que el mundo podría reconstruirse tras el Segundo Cataclismo, quien estaba de acuerdo con su padre en que habían otras maneras de salvar el mundo, manera que yo podía mostrárseles si me hubieran permitido.
El dolor me inunda el alma.
El llamado de la sangre aún permanece en mí; el llamado de la sangre que me grita a que estrechara el cuerpo inerte entre mis brazos y llorara, liberando así el dolor de ver que he fallado en mi misión por proteger a los míos.
Son sensaciones que me he estado guardando con celo, sensaciones que ni Júpiter ni nadie entenderían, pero los míos sí lo harían, especialmente Bill, su padre.
Perdí varios descendientes a lo largo de los tiempos; perdí a Achillus, a Altair, a Ezio…
Pero ninguna pérdida fue más dolorosa que la de Desmond.
- Desmond… Hijo mío – murmuré mientras observaba desde las sombras cómo los Templarios se llevaban el cuerpo inerte.
Tomé del suelo su cuchilla oculta.
Con rabia, expresé esta promesa:
- Juno… Algún día… Algún día lo pagarás… ¡Lo pagarás bien caro y yo me encargaré de ver que recibas tu justo castigo!
Lloré. Lloré mientras llevaba el brazalete hacia mi pecho.
Lloré por un descendiente más.
Lloré… Por un hijo muerto…
Mi hijo.
