N/A: Hallo, criaturitas adorables de Gottis (¿?). Es un placer para mi regresar con una pequeña serie de one-shots, o algo así, con uno de mis personajes favoritos de Sherlock: ¡Molly Hooper! Siento que no hay mucho amor con ella, y la verdad es que había pensado en escribir algo sobre ella desde hace tiempo, y gracias a una amiga, mi lista de reproducción y la magia del cine, accedí a comenzar una pequeñísima saga con ella como protagonista.

Todo esto es un Durante RF y post RF, y lo peor de todo es que es angst, porque se me da tan malditamente bien, que pensé: 'Bueno, ¿por qué no?'. Habla de un eventual Johnlock, pero, no soy mu explicita sobre el asunto y bueno, sólo quería darle más amor a la muchachita. Ahora mismo estoy escribiendo los capítulos (planeó que sean cuatro, pero conociendome, me saldrán cinco), así que esperen mis actualizaciones y eso, que ya no los entretengo más.

Disclaimer: Los personajes aquí usados no me pertenecen, son de Sir Arthur Conan Doyle con la bella ambientación de Mark Gatiss y Steven Moffat (MOFFAT!). Y los drabbles son ideas que salen del foro Im Sherlocked. Y cosas.

Advertencia: Angst a más no poder. Advertencia de spoilers, así que si a estas alturas no has visto Reichenbach Fall: ¡¿qué demonios estás esperando?! Saquen sus pañuelos y pongan su música más triste, porque sí. Recomendación para escuchar mientras se lee: 'El Arbusto Ardiente' de Hans Zimmer; 'Tears & Rain' de James Blunt; Obviamente, 'Hearts A Mess' de Gotye. Y algo en español: 'Los Dioses Ocultos' de Caifanes.


Capítulo I. Hearts A Mess.

'Molly, necesito que me ayudes. Creo que voy a morir'.

Molly asintió, con las lágrimas cerca de caer por sus ojos. Lloraba, no por la terrible revelación de Sherlock. Lloraba porque tenía miedo de que detrás de esas palabras él dijera: 'Molly, necesito que me ayudes. Necesito morir'. Porque ella no podía permitirlo, no de nuevo. No. Simplemente, ya no podía.


'¿Te vas a ir, papi?'

'Sí Molly, pero jamás pienses que es tú culpa o la de tus hermanos o de tú mamá. Es sólo que yo… yo he hecho muchas cosas terribles y… y ya no puedo… no quiero que me entiendas por-…'

'Te entiendo'


Eran las palabras inocentes de una niña frente a un mundo lleno de emociones. Siempre supo que había algo que no cuadraba en ella. Sabía que algo en ella, simplemente, no era humano, y siempre se preguntó el por qué.

Desde que era niña, había sido capaz de ver los corazones de las personas. Los sentía latir cerca, le hablaban cuando las personas se quedaban calladas. Uno de esos corazones era el de su padre, un corazón destrozado por dentro, agonizando. Era el corazón de un hombre que ha vivido demasiadas cosas para una sola vida, y ella entendía. No, ella lo comprendía, aceptaba su decisión, de poner el arma en su boca y terminar con su sufrimiento.


'Porque los corazones que sangran y agonizan, son los peores de todos'.


Por eso tomó su mano cuando quedo recostado en la cama. Finalmente, las sonrisas falsas se habían evaporado y el rostro congestionado que mostraba en la soledad, cuando creía que nadie lo veía, también se marchaba. Por primera vez, su padre tenía un rostro pacifico y su corazón ya no lloraba.

A su familia le tomó más tiempo aceptarlo, porque todos lo veían feliz. Todos veían lo que querían ver. 'No, no. Thomas no tenía ningún motivo para hacerlo… ¡él era feliz!'. No, Thomas Hooper estaba destruido por dentro y ya nada, ni la sonrisa de sus tres hijos, podían curar aquella herida.

Siempre había intentado encajar en aquel mundo que, de alguna forma, le parecía ajeno. Sonríe, agradece, saluda, emociónate con trivialidades; sí, y a veces salía bien. Otras, simplemente no. Y ellos lo sabían, por eso se mantenían a su alrededor. Jim y su sonrisa de psicópata, su voz voluble y su conducta despectiva hacia la vida, pero su firme horror a la muerte; Sherlock y su frialdad, sus métodos, sus ojos analíticos, su forma brusca de relacionarse con el entorno. Lo que ellos tres tenían en común era que no tenían corazón.

O eso es lo que se decían.

Molly tenía su corazón, ahí, en la morgue, entre los cadáveres. Su corazón estaba muerto, frío y putrefacto. Pero a final de cuentas, estaba ahí. Olía a formol, a cloro, y era blanco e impecable como las paredes. Era un corazón que se conmovía con las lágrimas de los demás, pero que jamás derramaba lágrimas de verdad. Un corazón que era comprensivo, pero que a la vez, era incomprendido. Era un corazón al que todos algún día irían, pero que sólo esperaban escapar el mayor tiempo posible. Era un corazón emparentado con el dolor, la perdida y el duelo. No era el corazón de una amante dulce y tierna. Era el corazón de alguien que acepta la muerte y la respeta.

Jim tenía su corazón en aquel gatillo. En las balas que perforaban la piel, huesos y músculos y terminaban con la vida. Porque el corazón de Jim era así: violento, errático, pero preciso. Era un corazón letal, mentiroso, falso… a veces expansivo, abrazador. Su corazón era esa bala que se incendiaba cuando salía disparada, impasible cuando tocaba a la víctima de su fascinación o de su odio, porque todo lo que caía en manos de aquel corazón, de alguna forma sangraría y moriría. Desaparecería. Jim tenía un corazón destructor, un corazón diseñado para su retorcido sentir, y cuando había intentado darle algo más, dar algo con ese corazón… las cosas simplemente, terminaban en el peor de los escenarios.

Y luego estaba el corazón de Sherlock.

No era un corazón que ella había visto antes. Mucho tiempo pensó que él era como ella, que su corazón era como el de ella. Frío, podrido e incomprendido. Hasta que lo vio entrar un día, por esa puerta. Era un corazón hermoso, fiel, amable y a la vez impasible, guerrero, dispuesto a todo por salvar. Era un corazón tan hermoso… y era de Sherlock. ¿Cómo podía ser él, el hombre que todo lo veía, ser tan ciego ante la inminente verdad? Su corazón era un soldado, un médico, un escritor. Su corazón era un humano.

Su corazón se llama John Hamish Watson, y es el corazón más hermoso que Molly nunca antes había presenciado. Era un corazón agradable, que se sorprendía, que sonreía, que se comportaba cuando era necesario, que bromeaba de vez en cuando, que halagaba y regañaba, que coqueteaba y buscaba cariño, sin saber que todo ese cariño ya lo recibía de su dueño. De su Sherlock.

Y estaba totalmente segura de que él, era el corazón de Sherlock. Porque cuando Sherlock estaba cerca de John, cuando ambos estaban juntos e intercambiaban esas miradas sencillas, era una sincronía total. Verdadera. Ella no creía en las almas gemelas, esas eran cosas que las personas se decían para apaciguar la sensación de soledad. Pero creía en los corazones, porque ellos siempre decían la verdad de las personas.


'¿Te has hecho algo en el cabello? Se te ve mejor así, de lado'.

'¿Y tú? ¿Encontraste tu corazón, Sherlock? Se te ve mejor así, siendo humano'.


Que ganas tenía de decirle si él se había dado cuenta de lo diferente que era ahora. De que sus ojos, por primera vez desde que ella lo conocía, tenían vida, se expresaban de verdad y no sólo eran la mirada de alguien que busca un incentivo en la vida. Sus manos, siempre frías, se habían vuelto cálidas y, de alguna forma, sus sarcasmos habían dejado de herirle tan hondamente. Porque Sherlock Holmes había dejado de ser un robot, para transformarse en un hombre.

Por eso, aquella Navidad, miró con repugnancia el cadáver de Irene Adler. ¡Ella no tenía derecho de…! Pero lo había visto, lo había visto todo, transparente en la cara del Doctor de Ejército. A él también le dolía. Porque el dolor de Sherlock, la confusión de Sherlock, la ira de Sherlock y todas esas emociones, también eran de John Watson. Él también sufría, también se confundía, también se enfurecía… Y se lo imaginaba, podía ver los ojos de Sherlock seguir a John Watson, intentando diseccionarlo, ver qué había ahí, qué era lo que tenía de especial y al final la respuesta no saliera. 'Porque los corazones nunca se explican'.

Sherlock había estado a punto de perder a su corazón una vez, y sabía que jamás se permitiría hacerlo de nuevo, entonces… ¿entonces porque esa decisión en su voz? ¿En verdad planeaba dejarlo todo, dejar que su corazón muriera entre gritos agonizantes, ruegos y un charco de sangre? Ella había oído a John hablar sobre lo de la noche de la piscina, cuando Jim apareció. Cuando él se reveló al final de todo. Sherlock había tenido miedo. Había temido más que por su vida, por la de John Watson y ahora…

¿Ahora planeaba dejarse morir?


¿Un review?

Yo tengo un corazón de escritora. ¿Y tú? ¿Cómo es tú corazón? :3