CAPÍTULO 1: ANA
Los caballeros de bronce acaban de librar una de sus batallas más importantes: acaban de salvar a la diosa Atena de la muerte segura en el palacio de Poseidón.
Los cinco caballeros están de nuevo en la fundación, que acaba de ser reconstruida por Saori. Ella se encuentra en su habitación, muy cerca del planetario de su abuelo. Seiya y los demás están en la sala.
Eran ya las 10 de la noche. Seiya jugueteaba con su reloj, mientras Shiryu miraba la ventana melancólicamente, seguramente pensando en Shunrei o en su maestro. Hyoga e Ikki estaban leyendo, el primero en un sillón, el segundo en el suelo junto a su hermano menor. Shun escuchaba música a través de sus audífonos, acomodado en un sillón largo. Sentía como sus párpados se negaban a permanecer abiertos por más tiempo. Sentía sus brazos pesados, cruzados sobre su pecho. La música ya se escuchaba lejos. Sentía también como sus zapatos se deslizaban al suelo. El joven suspiró y el sueño lo envolvió.
*************************************************************************
Shun corría, no sabía porqué, corría y sentía una angustia muy grande en su corazón. Su cuerpo había vuelto a ser el de un niño de 10 años. Sin parar de correr, volvió la vista hacia atrás. Jabu y otros dos niños venían corriendo tras de él. Eran crueles con Shun, que no tenía la misma fuerza que ellos, además de que era sobreprotegido por su hermano mayor. Shun tropezó y calló al suelo. Pronto lo alcanzaron. Jabu ordenó a sus acompañantes que sostuvieran a Shun por los brazos, mientras éste se retorcía inútilmente para librarse. No gritó, aunque su rostro reflejaba su angustia. Jabu se acercó y lo tomó de la barbilla.
-Pagarás lo que me hiciste-dijo Jabu- aquí no está tu hermano para defenderte- sonrió.
Shun se llenó de valor.
-No hablarías así si estuvieras tu solo- le dijo. Jabu contestó dándole una bofetada.
-Tú no contestarás así cuando te haya roto la cara.-
-¡Dejalo, Jabu!- alguien gritó. Jabu se volvió, para encontrarse con otro niño, que lo miraba con ira.
-Vete de aquí, niño, si no quieres que te hagamos lo mismo a ti-.
-Déjalo ir o te irá mal, Jabu-
-¿Por qué defiendes a los débiles, Eric? -dijo Jabu, volviendo a tomar a Shun por la barbilla y apretándola- Si tu eres de los que sí tienen esperanzas de convertirse en Caballeros.no como esta basura- apretó la barbilla de Shun aún más.
- Por favor, no me hagas reír, Jabu. No creas que me he olvidado que el primer día que llegué a la fundación ustedes tres me hicieron lo mismo. Y solo Shun y su hermano me defendieron. Por tercera vez: déjalo o te arrepentirás-.
Jabu perdió la paciencia y el interés en Shun, y se lanzó contra Eric. Dos minutos después, Jabu estaba en el suelo, lloriqueando.
-Te arrepentirás-dijo- y ustedes, suelten a ese tonto y ayúdenme- dijo a sus compañeros.
Shun se vio libre de sus compañeros, que ahora rodeaban a su amigo.
-No, déjenlo- decía Shun ahora. Jabu lo apartó de un golpe, y calló hacia atrás- Nooooooo-
-Shun.Shun.- las voces de Ikki y de los otros se escuchaban desde lejos.los iban a ayudar.
*************************************************************************
Shun despertó sobresaltado. Seiya lo movía para despertarlo.
-Shun.Shun.¿Qué pasa, Shun?-
-Lo siento, me dormí- dijo simplemente- Lo lamento-.
-No tienes que disculparte, Shun- dijo Hyoga- todos estamos muy cansados, pero tu sueño no fue tranquilo, y nos preocupaste.por eso te despertamos-
-Sí, comenzaste a retorcerte y a hacer ruidos- dijo Seiya.
-Tuve una pesadilla-dijo Shun - lamento haberlos preocupado-.
Se levantó. Salió de la sala dirigiéndose a su habitación. No quería volverse a dormirse, pues tendría esa pesadilla de nuevo, y ahora que ya había preocupado a sus amigos. Se sentó en el extremo más alto de la escalera. ¿Qué fue eso? Acababa de revivir en sueños un momento de su infancia. Eric había sido su mejor amigo cuando llevaba pocas semanas en la fundación. Aunque ninguno de era muy fuerte, siempre se defendían. Eric había confiado a Shun un secreto. También Eric iba a ser enviado a un centro de entrenamiento para convertirse en Caballero, pero su secreto fue descubierto por Tatsumi, y desde entonces, Shun no lo había vuelto a ver. ¿Qué había pasado con su amigo?
Sonó el timbre, y Tatsumi fue, como siempre, refunfuñando a abrir la puerta.
-Siempre yo, ya estoy harto de mi trabajo como mayordomo.¡quítate del camino, Shun! Ya sabía yo que todos eran unos vagos.- dijo mientras bajaba las escaleras. Shun se levantó para ver mejor de quien se trataba.
Tatsumi abrió la puerta. Tras ella aparecieron tres personas. Una muchacha de la edad de Shun y, atrás de ella, como protegiéndola, dos muchachos. Shun los miró desde el final de la escalera. La muchacha, en silencio, pasó su mirada de Tatsumi a Shun, y sonrió. El corazón de Shun dio un salto. Los ojos de ella, igual que sus cabellos, eran de un negro tan profundo y, al mismo tiempo, tan brillante como la noche. Su vestido blanco delineaba el contorno de su cuerpo. Sus sandalias y su diadema de oro brillaban con la luz de las velas del recibidor. Un amuleto oval, color verde jade, como los cabellos de Shun, colgaba de su cuello. Shun tenía la impresión de haberla visto antes. Los dos jóvenes que iban detrás de ella vestían ropas normales. Uno era muy parecido a la muchacha. El otro era muy moreno, y de ojos verdes.
-Y bien, ¿que quieren? No tengo todo el día.- dijo Tatsumi, sacando de pronto a Shun de sus pensamientos.
-Necesito hablar con la señorita Saori Kiddo- dijo la muchacha, apartando sus ojos de los de Shun.
Tatsumi se llevó las manos a la cintura.
-¿Y se puede saber para que?- preguntó.
-No- dijo la muchacha.
-¿Qué quieres decir, niña?- dijo Tatsumi poniéndose rojo.
-Que el asunto que tengo que discutir con ella no lo puedo decir- respondió ella.
-Entonces no puedes verla- dijo el mayordomo- buenas noches- y cerró la puerta.
Shun pensó que eso fue muy grosero, y bajó las escaleras pensando en salir a disculparse con la muchacha, tratar de convencerla de que diga su asunto para que Tatsumi le permita ver a Saori. Pero Shun no tuvo tiempo de hacer eso, pues apenas hubo Tatsumi dado la espalda a la puerta, ésta se volvió a abrir con un gran ruido, como si un relámpago hubiera caído justo sobre ella, obligándola a abrirse.
La muchacha y sus acompañantes seguían ahí, con la mano derecha levantada, como haciendo un juramento.
-Tatsumi- dijo ella con voz autoritaria- en el pasado, varias veces me has causado mucho sufrimiento. No lo sigas haciendo. Tengo que hablar con Saori inmediatamente-.
Seiya y los demás habían salido de la sala al escuchar el estruendo, y miraban de pie junto a Shun. Tatsumi se paró delante de la muchacha testarudamente, pensando que era al menos 30 centímetros más alto que ella o que cualquiera de sus dos acompañantes. La joven no se inmutó. Hizo un ademán, como de estar abriendo una cortina, y Tatsumi fue a dar contra la pared.
Hyoga corrió a la habitación de Saori, sin duda para protegerla, pues temía que fuera un ataque. Mientras, los demás se quedaron al final de la escalera. La muchacha alzó los ojos hasta encontrar de nuevo los de Shun y habló de nuevo.
-Shun, llévame con Saori. Es importante que le hable-. Shun se sorprendió. ¿Cómo sabía ella su nombre?
-Dime quien eres, para decirle tu nombre a Saori y que te permita entrar- dijo Shun.
La niña sonrió.
-Mi nombre es Ana - dijo ella.
-No pueden dejarla pasar- dijo Tatsumi, levantándose desde la esquina, y lanzándose contra ella. El joven moreno hizo otro ademán y Tatsumi volvió a chocar contra la pared. Shun bajó la mirada, pues no soportaba más tiempo la profundidad de los ojos de Ana, casi sentía perderse dentro de ellos. Seiya respondió por él.
-Lo siento, Ana, pero Tatsumi tiene razón. No podemos dejarte pasar. No sabemos tus intenciones.no te ofendas-.
Shun la volvió a mirar. La niña parecía muy triste. Una lágrima resbaló por su mejilla.
-No has cambiado, Seiya. Siempre te ha gustado cumplir con tu deber- dijo Ana, dejando a Seiya perplejo.- Pero yo debo cumplir con el mío. Lo siento de veras.- dijo levantando su brazo derecho, apuntándolos con la palma de su mano. Los dos jóvenes que la acompañaban la imitaron, pero ella hizo un gesto negativo con la cabeza y ellos bajaron sus brazos.
Los cuatro Caballeros de bronce se dispusieron a pelear. Antes de que pudieran hacer algo, un pequeño grito se escuchó detrás de ellos. El cuerpo de Shun estaba envuelto en un pequeño torbellino de llamas color verde. Ikki se acercó corriendo a su hermano, y se sorprendió enormemente. Las llamas verdes no los quemaban, pero comenzaron a levantar a Shun del suelo.
-¿Qué me haces?- dijo Shun.
Momentos después, el cuerpo de Shun estaba flotando en el aire, guiado por la mano de Ana, y acercándose cada vez más a ella, pero Shun ya no se movió ni dijo nada. Había perdido el conocimiento.
-¡Déjalo!- gritó Ikki.
-Ya veremos- dijo Ana. Cerró su mano y Shun desapareció.
-¿Qué has hecho con él?- gritó Ikki. Ana lo miró a los ojos, cruzando las manos sobre el pecho, la derecha aún cerrada.
-Lo siento, Ikki., no es mi deseo lastimar a tu hermano -dijo tiernamente- Díganle a Saori que la espero mañana en el Coliseo. Que lleve a todos los Caballeros que quiera, no me importa. Si quieren volver a ver vivo a Shun, que esté ahí antes de que se ponga el sol. Buenas noches.- Se dio media vuelta y salió, seguida por los dos jóvenes.
-¡Espera!- gritó Seiya, pero solo recibió como respuesta el eco de su voz.
Seiya, Ikki y Shiryu salieron tras de ellos, pero no los encontraron. Habían desaparecido.
La voz de Ana resonaba en las mentes de todos. 'antes de que se ponga el sol'. Fueron a la habitación de Saori, para explicarle lo que había ocurrido. Ella se sorprendió mucho.
-Su nombre me es desconocido, pero me parece haberla visto o conocido antes.- dijo Seiya.
-Curioso- agregó Hyoga- yo pensaba lo mismo.- Ikki hizo un gesto afirmativo.
-¿Y que quería?- preguntó Saori.
-Hablar con usted, señora- dijo Tatsumi- no quiso decirme el asunto y yo le negué el paso. Entonces abrió la puerta con un relámpago y.-
-Esa niña tiene poderes asombrosos- interrumpió Seiya- no quisimos dejarla pasar, pues podríamos ponerte en peligro-.
-Lo que me intriga- dijo Shiryu- es que, a pesar de sus poderes, no los utilizó para quitarnos de en medio y llegar hasta Saori- todos lo miraron- bueno, eso es lo que hubiera hecho un enemigo.-
-Admito que tienes razón- dijo Hyoga.
-Y si no es un enemigo, ¿porqué se llevó a mi hermano?- dijo Ikki algo enojado, mas bien preocupado.
-No lo sé, Ikki- dijo Hyoga- pero yo no pude ver ninguna maldad en sus ojos. Sus ojos eran, bueno, eran como los de Shun- continuó- como si quisiera ayudarnos y no pudiera decírnoslo.-
-Entonces, ¿qué haremos?- dijo Shiryu.
-No podemos abandonar a Shun. Debemos ir al Coliseo mañana- dijo Hyoga.
-No pueden hacer eso- gritó Tatsumi- la señorita no debe exponerse a eso, con la protección de solo cuatro caballeros de bronce.-
Ikki perdió la paciencia y tomó a Tatsumi por el cuello.
-Ya me cansé de ti. No podemos abandonar a mi hermano-.
-Shun no.-comenzó a decir Tatsumi, pero se corrigió- es muy difícil proteger a la señorita con solo cuatro caballeros de bronce-
-Yo puedo resolver eso- dijo una vocecilla. Era Kiki, el aprendiz de Mu de Aries, lo que hizo que Tatsumi palideciera- Puedo pedirle a mi maestro y a Milo de Escorpión que vengan-.
-Eso sería fabuloso, Kiki- dijo Seiya. Minutos después, los dos caballeros dorados aparecieron, gracias a los poderes telequinéticos de Mu.
-Me intriga lo que me has dicho- dijo Mu- Les ayudaré-.
-Y yo- agregó Milo.
Todos se fueron a dormir, pues ya era muy tarde. Antes de dormir, Seiya rezó para que los dioses protegieran a Shun dondequiera que estuviera.
CONTINUARA.
Los caballeros de bronce acaban de librar una de sus batallas más importantes: acaban de salvar a la diosa Atena de la muerte segura en el palacio de Poseidón.
Los cinco caballeros están de nuevo en la fundación, que acaba de ser reconstruida por Saori. Ella se encuentra en su habitación, muy cerca del planetario de su abuelo. Seiya y los demás están en la sala.
Eran ya las 10 de la noche. Seiya jugueteaba con su reloj, mientras Shiryu miraba la ventana melancólicamente, seguramente pensando en Shunrei o en su maestro. Hyoga e Ikki estaban leyendo, el primero en un sillón, el segundo en el suelo junto a su hermano menor. Shun escuchaba música a través de sus audífonos, acomodado en un sillón largo. Sentía como sus párpados se negaban a permanecer abiertos por más tiempo. Sentía sus brazos pesados, cruzados sobre su pecho. La música ya se escuchaba lejos. Sentía también como sus zapatos se deslizaban al suelo. El joven suspiró y el sueño lo envolvió.
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Shun corría, no sabía porqué, corría y sentía una angustia muy grande en su corazón. Su cuerpo había vuelto a ser el de un niño de 10 años. Sin parar de correr, volvió la vista hacia atrás. Jabu y otros dos niños venían corriendo tras de él. Eran crueles con Shun, que no tenía la misma fuerza que ellos, además de que era sobreprotegido por su hermano mayor. Shun tropezó y calló al suelo. Pronto lo alcanzaron. Jabu ordenó a sus acompañantes que sostuvieran a Shun por los brazos, mientras éste se retorcía inútilmente para librarse. No gritó, aunque su rostro reflejaba su angustia. Jabu se acercó y lo tomó de la barbilla.
-Pagarás lo que me hiciste-dijo Jabu- aquí no está tu hermano para defenderte- sonrió.
Shun se llenó de valor.
-No hablarías así si estuvieras tu solo- le dijo. Jabu contestó dándole una bofetada.
-Tú no contestarás así cuando te haya roto la cara.-
-¡Dejalo, Jabu!- alguien gritó. Jabu se volvió, para encontrarse con otro niño, que lo miraba con ira.
-Vete de aquí, niño, si no quieres que te hagamos lo mismo a ti-.
-Déjalo ir o te irá mal, Jabu-
-¿Por qué defiendes a los débiles, Eric? -dijo Jabu, volviendo a tomar a Shun por la barbilla y apretándola- Si tu eres de los que sí tienen esperanzas de convertirse en Caballeros.no como esta basura- apretó la barbilla de Shun aún más.
- Por favor, no me hagas reír, Jabu. No creas que me he olvidado que el primer día que llegué a la fundación ustedes tres me hicieron lo mismo. Y solo Shun y su hermano me defendieron. Por tercera vez: déjalo o te arrepentirás-.
Jabu perdió la paciencia y el interés en Shun, y se lanzó contra Eric. Dos minutos después, Jabu estaba en el suelo, lloriqueando.
-Te arrepentirás-dijo- y ustedes, suelten a ese tonto y ayúdenme- dijo a sus compañeros.
Shun se vio libre de sus compañeros, que ahora rodeaban a su amigo.
-No, déjenlo- decía Shun ahora. Jabu lo apartó de un golpe, y calló hacia atrás- Nooooooo-
-Shun.Shun.- las voces de Ikki y de los otros se escuchaban desde lejos.los iban a ayudar.
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Shun despertó sobresaltado. Seiya lo movía para despertarlo.
-Shun.Shun.¿Qué pasa, Shun?-
-Lo siento, me dormí- dijo simplemente- Lo lamento-.
-No tienes que disculparte, Shun- dijo Hyoga- todos estamos muy cansados, pero tu sueño no fue tranquilo, y nos preocupaste.por eso te despertamos-
-Sí, comenzaste a retorcerte y a hacer ruidos- dijo Seiya.
-Tuve una pesadilla-dijo Shun - lamento haberlos preocupado-.
Se levantó. Salió de la sala dirigiéndose a su habitación. No quería volverse a dormirse, pues tendría esa pesadilla de nuevo, y ahora que ya había preocupado a sus amigos. Se sentó en el extremo más alto de la escalera. ¿Qué fue eso? Acababa de revivir en sueños un momento de su infancia. Eric había sido su mejor amigo cuando llevaba pocas semanas en la fundación. Aunque ninguno de era muy fuerte, siempre se defendían. Eric había confiado a Shun un secreto. También Eric iba a ser enviado a un centro de entrenamiento para convertirse en Caballero, pero su secreto fue descubierto por Tatsumi, y desde entonces, Shun no lo había vuelto a ver. ¿Qué había pasado con su amigo?
Sonó el timbre, y Tatsumi fue, como siempre, refunfuñando a abrir la puerta.
-Siempre yo, ya estoy harto de mi trabajo como mayordomo.¡quítate del camino, Shun! Ya sabía yo que todos eran unos vagos.- dijo mientras bajaba las escaleras. Shun se levantó para ver mejor de quien se trataba.
Tatsumi abrió la puerta. Tras ella aparecieron tres personas. Una muchacha de la edad de Shun y, atrás de ella, como protegiéndola, dos muchachos. Shun los miró desde el final de la escalera. La muchacha, en silencio, pasó su mirada de Tatsumi a Shun, y sonrió. El corazón de Shun dio un salto. Los ojos de ella, igual que sus cabellos, eran de un negro tan profundo y, al mismo tiempo, tan brillante como la noche. Su vestido blanco delineaba el contorno de su cuerpo. Sus sandalias y su diadema de oro brillaban con la luz de las velas del recibidor. Un amuleto oval, color verde jade, como los cabellos de Shun, colgaba de su cuello. Shun tenía la impresión de haberla visto antes. Los dos jóvenes que iban detrás de ella vestían ropas normales. Uno era muy parecido a la muchacha. El otro era muy moreno, y de ojos verdes.
-Y bien, ¿que quieren? No tengo todo el día.- dijo Tatsumi, sacando de pronto a Shun de sus pensamientos.
-Necesito hablar con la señorita Saori Kiddo- dijo la muchacha, apartando sus ojos de los de Shun.
Tatsumi se llevó las manos a la cintura.
-¿Y se puede saber para que?- preguntó.
-No- dijo la muchacha.
-¿Qué quieres decir, niña?- dijo Tatsumi poniéndose rojo.
-Que el asunto que tengo que discutir con ella no lo puedo decir- respondió ella.
-Entonces no puedes verla- dijo el mayordomo- buenas noches- y cerró la puerta.
Shun pensó que eso fue muy grosero, y bajó las escaleras pensando en salir a disculparse con la muchacha, tratar de convencerla de que diga su asunto para que Tatsumi le permita ver a Saori. Pero Shun no tuvo tiempo de hacer eso, pues apenas hubo Tatsumi dado la espalda a la puerta, ésta se volvió a abrir con un gran ruido, como si un relámpago hubiera caído justo sobre ella, obligándola a abrirse.
La muchacha y sus acompañantes seguían ahí, con la mano derecha levantada, como haciendo un juramento.
-Tatsumi- dijo ella con voz autoritaria- en el pasado, varias veces me has causado mucho sufrimiento. No lo sigas haciendo. Tengo que hablar con Saori inmediatamente-.
Seiya y los demás habían salido de la sala al escuchar el estruendo, y miraban de pie junto a Shun. Tatsumi se paró delante de la muchacha testarudamente, pensando que era al menos 30 centímetros más alto que ella o que cualquiera de sus dos acompañantes. La joven no se inmutó. Hizo un ademán, como de estar abriendo una cortina, y Tatsumi fue a dar contra la pared.
Hyoga corrió a la habitación de Saori, sin duda para protegerla, pues temía que fuera un ataque. Mientras, los demás se quedaron al final de la escalera. La muchacha alzó los ojos hasta encontrar de nuevo los de Shun y habló de nuevo.
-Shun, llévame con Saori. Es importante que le hable-. Shun se sorprendió. ¿Cómo sabía ella su nombre?
-Dime quien eres, para decirle tu nombre a Saori y que te permita entrar- dijo Shun.
La niña sonrió.
-Mi nombre es Ana - dijo ella.
-No pueden dejarla pasar- dijo Tatsumi, levantándose desde la esquina, y lanzándose contra ella. El joven moreno hizo otro ademán y Tatsumi volvió a chocar contra la pared. Shun bajó la mirada, pues no soportaba más tiempo la profundidad de los ojos de Ana, casi sentía perderse dentro de ellos. Seiya respondió por él.
-Lo siento, Ana, pero Tatsumi tiene razón. No podemos dejarte pasar. No sabemos tus intenciones.no te ofendas-.
Shun la volvió a mirar. La niña parecía muy triste. Una lágrima resbaló por su mejilla.
-No has cambiado, Seiya. Siempre te ha gustado cumplir con tu deber- dijo Ana, dejando a Seiya perplejo.- Pero yo debo cumplir con el mío. Lo siento de veras.- dijo levantando su brazo derecho, apuntándolos con la palma de su mano. Los dos jóvenes que la acompañaban la imitaron, pero ella hizo un gesto negativo con la cabeza y ellos bajaron sus brazos.
Los cuatro Caballeros de bronce se dispusieron a pelear. Antes de que pudieran hacer algo, un pequeño grito se escuchó detrás de ellos. El cuerpo de Shun estaba envuelto en un pequeño torbellino de llamas color verde. Ikki se acercó corriendo a su hermano, y se sorprendió enormemente. Las llamas verdes no los quemaban, pero comenzaron a levantar a Shun del suelo.
-¿Qué me haces?- dijo Shun.
Momentos después, el cuerpo de Shun estaba flotando en el aire, guiado por la mano de Ana, y acercándose cada vez más a ella, pero Shun ya no se movió ni dijo nada. Había perdido el conocimiento.
-¡Déjalo!- gritó Ikki.
-Ya veremos- dijo Ana. Cerró su mano y Shun desapareció.
-¿Qué has hecho con él?- gritó Ikki. Ana lo miró a los ojos, cruzando las manos sobre el pecho, la derecha aún cerrada.
-Lo siento, Ikki., no es mi deseo lastimar a tu hermano -dijo tiernamente- Díganle a Saori que la espero mañana en el Coliseo. Que lleve a todos los Caballeros que quiera, no me importa. Si quieren volver a ver vivo a Shun, que esté ahí antes de que se ponga el sol. Buenas noches.- Se dio media vuelta y salió, seguida por los dos jóvenes.
-¡Espera!- gritó Seiya, pero solo recibió como respuesta el eco de su voz.
Seiya, Ikki y Shiryu salieron tras de ellos, pero no los encontraron. Habían desaparecido.
La voz de Ana resonaba en las mentes de todos. 'antes de que se ponga el sol'. Fueron a la habitación de Saori, para explicarle lo que había ocurrido. Ella se sorprendió mucho.
-Su nombre me es desconocido, pero me parece haberla visto o conocido antes.- dijo Seiya.
-Curioso- agregó Hyoga- yo pensaba lo mismo.- Ikki hizo un gesto afirmativo.
-¿Y que quería?- preguntó Saori.
-Hablar con usted, señora- dijo Tatsumi- no quiso decirme el asunto y yo le negué el paso. Entonces abrió la puerta con un relámpago y.-
-Esa niña tiene poderes asombrosos- interrumpió Seiya- no quisimos dejarla pasar, pues podríamos ponerte en peligro-.
-Lo que me intriga- dijo Shiryu- es que, a pesar de sus poderes, no los utilizó para quitarnos de en medio y llegar hasta Saori- todos lo miraron- bueno, eso es lo que hubiera hecho un enemigo.-
-Admito que tienes razón- dijo Hyoga.
-Y si no es un enemigo, ¿porqué se llevó a mi hermano?- dijo Ikki algo enojado, mas bien preocupado.
-No lo sé, Ikki- dijo Hyoga- pero yo no pude ver ninguna maldad en sus ojos. Sus ojos eran, bueno, eran como los de Shun- continuó- como si quisiera ayudarnos y no pudiera decírnoslo.-
-Entonces, ¿qué haremos?- dijo Shiryu.
-No podemos abandonar a Shun. Debemos ir al Coliseo mañana- dijo Hyoga.
-No pueden hacer eso- gritó Tatsumi- la señorita no debe exponerse a eso, con la protección de solo cuatro caballeros de bronce.-
Ikki perdió la paciencia y tomó a Tatsumi por el cuello.
-Ya me cansé de ti. No podemos abandonar a mi hermano-.
-Shun no.-comenzó a decir Tatsumi, pero se corrigió- es muy difícil proteger a la señorita con solo cuatro caballeros de bronce-
-Yo puedo resolver eso- dijo una vocecilla. Era Kiki, el aprendiz de Mu de Aries, lo que hizo que Tatsumi palideciera- Puedo pedirle a mi maestro y a Milo de Escorpión que vengan-.
-Eso sería fabuloso, Kiki- dijo Seiya. Minutos después, los dos caballeros dorados aparecieron, gracias a los poderes telequinéticos de Mu.
-Me intriga lo que me has dicho- dijo Mu- Les ayudaré-.
-Y yo- agregó Milo.
Todos se fueron a dormir, pues ya era muy tarde. Antes de dormir, Seiya rezó para que los dioses protegieran a Shun dondequiera que estuviera.
CONTINUARA.
