Hola, hola, Luna de Acero reportándose. Aquí con una suculenta propuesta. Un nuevo fic, ¿qué dicen? ¿Les interesa? Háganmelo saber a través de un bonito review, onegai.
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de Isayama Hajime.
Advertencias: Lemon, palabras altisonantes, lenguaje vulgar, R18, ya saben.
ESTE FIC VA DEDICADO A MARU RYU... AQUÍ ESTÁN TUS SOMBRAS HERMOSA, ¿QUÉ TAL EMPEZAMOS?
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"No hay ninguna clase de sensación que sea más viva que la del dolor,
sus impresiones son seguras, no confunden para nada
como las del placer".
Marqués de Sade
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-: ¿Y? – Apuró Jean - ¿Te anoto o qué?
-: Sí, sí, anótame caray – respondió Eren con cara de cansancio, rascándose la nuca.
-: Dios, te ves como la mierda.
-: Me siento así, el doble turno me está matando.
-: Eren, busca otro trabajo.
-: Ya no me dan las horas del día para tener otro.
-: No me refería a eso idiota, me refería a que busques un trabajo que reemplace a esos tres que tienes, te vas a morir si sigues así.
-: Jean, si tuviera la puta suerte de poder conseguir un trabajo mejor, ¿te parece que estaría rompiéndome en ocho de esta manera? Soy idiota pero no tanto.
-: Como sea, escucha… no sé muy bien como decirte esto pero… la fiesta a la que vamos es de lo más extravagante. Ya sabes, tienes que ser el mozo perfecto. Pero fuera de eso… Armin y yo nos hacemos unos billetes extras…
-: Dios, no, no, no empieces con eso, me da arcadas solo pensarlo.
-: No le robamos a nadie, es el trabajo más viejo y honesto que existe, además te va cualquiera.
-: ¿Cualquiera? Ya cierra el hocico, caballo pervertido.
-: Bien, sigue muriéndote de hambre. Eres tan terco a veces.
Hubo un silencio incómodo mientras Jean se vestía. No era que Eren no lo hubiera pensado antes, pero llegar a esos extremos era algo… ¿desesperado? Y bueno, ¿acaso no estaba en una situación desesperada después de todo? Suspiró, se rascó el brazo. Jean lo dejaba dormir en su cuarto, ya que ganaba tan poco que no alcanzaba para rentar un departamento. Tenía una cama cucheta, él y Armin vivían en esa pocilga, donde compartían hasta el baño con los residentes de las otros cuatro habitaciones, un jodido caos. Jóvenes carenciados, que intentaban escapar de los barrios olvidados de las orillas de la ciudad, de los ranchos.
Eren tenía muchas responsabilidades, podría haber intentado seguir una carrera, aunque más no fuera de maestro de primaria, pero era imposible, tenía que ayudar en su casa, su madre estaba enferma y tenía dos hermanitos que mantener, y además el cerebro no le daba, tal vez la desnutrición de niño, tal vez la herencia, tal vez su falta de ganas de vivir. La pensión del gobierno no alcanzaba ni para comer una semana. Su padre había muerto hacía tres años, estaban a la buena de Dios, los pocos familiares que tenían les habían dado la espalda. A sus 23 años había aprendido que la vida no era dura, era una jodida masa que lo aplastaba constantemente.
-: Mueve tu culo o llegarás tarde – le dijo Jean. Se levantó perezosamente para empezar a arreglarse. Entre un trabajo y el otro tenía tres horas de diferencia, la pieza de sus amigos le quedaba a seis cuadras de uno y a ocho del otro, se ahorraba tener que tomar los buses a su casa y podía dormir un poco entre turno y turno. Afortunadamente uno de esos trabajos era en una cafetería, por lo que los dueños le dejaban comer las sobras muchas veces e incluso llevarse algunas. No era todo tan malo, ¿no?
Sabía que sus amigos de vez en cuando "accedían a otros tipos de trabajo" más sencillos, claro era algo esporádico, y a veces los veía forrados o con regalos que sería imposible que ellos pudieran costearse, no que los envidiara… bueno, no mucho, pero su madre lo había criado con fuertes valores morales, aceptar eso… era difícil para él, que otra persona lo tocara, un desconocido, y que accediera a abrir su cuerpo, de solo pensarlo le daba escalofríos.
-: Oye… ¿no te da asco? O sea… ¿cómo lo haces?
-: Piensas demasiado las cosas Eren, simplemente vas y te diviertes un rato, listo, no lo piensas, o mejor dicho piensas en los billetes – Jean sonrió confiado – No es tan malo, tal vez te da asco al principio, pero después es como cagar, vas lo haces, fin, a otra cosa. Escucha – dijo poniéndose más serio y mirándolo – No te estoy diciendo que sea lo indicado para ti, siempre fuiste un taimado, peeero, eres lindo, Eren, ey, no te lo repetiré, pero si yo tuviera tus ojos y tu porte, créeme ya hubiera salido de esta pocilga. Incluso no tienes que ser promiscuo, sólo conseguirte un viejo rico, un suggar daddy.
-: ¿Un qué? – dijo Eren sin entender.
-: Los viejos son los mejores, te tratan bien, quieren complacerte, Dios, el último con el que estuve, el detective, Pixis creo que era el apellido, feo como un gato calvo, pero ¡rayos! Sí que me hizo gozar, me llevó a restaurantes, comí mariscos, y sólo debía escucharlo un poco, hacerle compañía y ¡bum! Me compró ropa linda, me dio dinero y me cumplió un par de caprichos. Ya ves, no es tan malo. La fiesta a la que vamos, es un semillero de viejos pervertidos y ricos.
-: ¿Pixis no está casado?
-: ¿Qué mierda importa, Eren? No vas a ser el novio, vas a ser el chico que se tira de vez en cuando y ya. Nadie quiere complicarse la vida.
-: ¿Y cómo le haces? ¿Te acercas a su auto y le dices, oye mi culo quiere tu polla?
-: Eres tan ingenuo… Dios, ellos vienen a ti. Sólo te quedas quieto, le tiras un par de miradas y si pesca, pesca, se acercará y te propondrá solito las cosas, tú le dirás el precio y si quiere te lleva. Ey, no todos son buenas personas, si vas a hacerlo primero nos preguntas que nosotros ya sabemos bastante, hay algunos que es mejor perderlos de vista. Oye, ¿no entras a las cinco? Faltan diez minutos.
-: ¡Mierda!
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Se puso el frac barato que la empresa de eventos le había conseguido. Estaba cabreado por dos motivos, uno se había enfermado Marco su hermanito de doce, con sarampión, y los malditos de la sala de emergencia no tenían medicamentos, tuvo que usar la mitad del salario de uno de sus méndigos sueldos para cubrir los gatos y dos, había roto un costoso plato que ahora le iban a descontar de su otro méndigo sueldo. Y por trabajar esa noche sirviendo canapés y copas de champagne, no les iban a pagar lo que prometieron sino menos. ¡Maldita suerte de mierda! Parecía que la miseria lo perseguía adonde fuera. Suspiró frustrado, ahora tenía que estar sonriendo aunque estuviera destruido por dentro. Odiaba su vida.
Eren no tenía mucha experiencia en sexo, en realidad muy poca, había estado de novio hacía dos años con un tipo maduro y algo bruto, Mike, un rubio de pocas palabras. Pero le había gustado su rostro serio, sus ojos azules y su lógica para encarar la vida. Su primera vez no fue muy agradable, ni la segunda, ni la tercera… Tal vez se sentía solo, tal vez era un idiota, tal vez no servía para nada, porque no se había enamorado, pero igual le dolió cuando se lo cruzó con otro tipo en un bar en una situación bastante perturbadora en los baños. Su orgullo le había dolido. Después de eso lo invitaron un par de veces, su vecina Mikasa se le insinuó, pero no llegaron a nada en concreto. Eren no tenía tiempo para perder en relaciones, apenas si tenía tiempo de dormir.
Se fijó que no tuviera nada entre los dientes frente al pequeño espejo del minúsculo baño de los vestidores de esa mansión, trató de apaciguar su rebelde pelo con un poco de agua y sacando pecho fue a la cocina. Sus blancos guantes sostuvieron la charola reluciente llena de suculentos bocadillos, se le hizo agua la boca al sentir los olores.
-: Ya cuando termine podremos sentarnos a comer a gusto – le dijo Jean – Ten paciencia, yo también estoy hambriento, pero hay comida como para un ejército y estas personas de clase alta no comen mucho, apenas mordisquean las cosas.
-: Vamos, chicos – dijo Armin sacando una esplendorosa sonrisa – Hora de trabajar.
La velada fue de lo más aburrida, había una subasta de objetos antiguos en un salón y en la otra una exhibición de cuadros. Los mozos se encargaban de mantener las bocas de los invitados ocupadas con canapés y copas de vino o champagne.
Eren miraba aburrido los cuadros, eran de lo más sosos según su punto de vista. Pero uno le llamó la atención, una especie de manchón negro, con salpicaduras grises y rojas. Se quedó unos segundos parado mirando.
-: Oi, mocoso – sintió una voz carrasposa y agria a sus espaldas, se giró para encontrarse con un hombre ligeramente más bajo que él, delgado, en un impecable traje Armani (lo sabía porque en su tercer trabajo en un puesto de revistas ojeaba a menudo una de moda), con cara de que estaba oliendo mierda y la mano levantada con una copa vacía – Llénalo – le dijo con fría voz.
Eren lo hizo de mala gana, nadie se moría por pedir las cosas por favor, aunque los billetes se le cayeran de los bolsillos, estaba harto de la superioridad con que lo trataban en ese lugar. Groseramente llenó la misma hasta casi el borde.
-: ¡Ups! – Dijo con picardía – Lo lamento señor Armani, se me fue la mano.
-: Eres un grosero – le largó el hombre sin dudarlo y Eren dio un respingo, iba a disculparse, pero luego estaba harto, podrido de tener que aguantar la mierda de su vida y encima la mierda de ese tipo con cara de gato estreñido.
-: ¿Más grosero que evitar la palabra "por favor"? ¿Por qué no compras ese cuadro? – Dijo señalando la monstruosidad de manchones – Irían perfecto con tus modales.
-: Tal vez lo compre… pero para ti… - devolvió el hombre girándose con tal gracia que no derramó una gota de la copa. Eren estaba perplejo, estaba casi seguro que el tipo hablaría mal de él, y listo, la empresa nunca más lo contrataría de nuevo para un evento. Bueno, se lo merecía por no haber detenido su mordaz lengua a tiempo. Ni modo… ¿debería buscarlo luego y suplicarle que no hable mal de él? Tal vez.
-: Eren – dijo Jean tocándolo en un hombro – deja de perder el tiempo y ve a lavar las copas a la cocina, ya casi no quedan limpias, vamos, mueve tu huesudo culo.
El joven suspiró derrotado y acató la orden. Pero contuvo la respiración cuando vio el jodido desmadre en la cocina. Parvas de copas, vasos, platos pequeños y charolas sucias. Eran cinco, pero tenían que joderlo a él, los otros allá y él clavado con la jodida esponja y el detergente. Se sacó los guantes, enojado, los guardó en el bolsillo, se arremangó el frac y se puso un delantal blanco. Maldecía su suerte mientras lavaba los trastos. El champagne, Don Perignon, era malditamente caro, y le molestaba que muchas copas tuvieran restos. ¡Malditos ricos mimados! Una botella de eso era un día de trabajo de muerte para él, o dos, y esos caprichosos, altaneros de clase alta lo dejaban como si se tratara de agua sucia. Empezó a beberse los restos con bronca, tenía hambre, y no podía siquiera mordisquear una masita, ¡a la mierda Jean, Armin, Connie y Berthold! Al menos tomaría champagne.
Después de la octava copa, se sintió un poco alegre, de pronto ya no era tan malo estar clavado ahí con las manos arrugadas de tanto fregar. Siguió bebiendo, y empezó a cantar bajito, la melodía del "El puente de Avignon", riéndose un poco de no recordar del todo la letra. En cierto momento, con los movimientos algo torpes, le dio un codazo a la torre de copas y tres se cayeron para estrellarse y morir en el piso. Las miró asustado, pero no por la metida de pata que había hecho, sino que lo había tomado desprevenido el ruido. Miró a todos lados, con la escoba barrió los pedazos debajo del lavavajillas, ¡que se jodan! Pensó, ya con la mente un poco nublada. No dejaría que le descontaran esas malditas copas de mierda, que seguro salían cinco dólares y se las cobrarían como quince. Estaba terminando de lavar, cuando Armin se le apareció para buscar copas nuevas.
-: Ya suficiente, Eren, has lavado mucho, con esto alcanza.
-: What´s? – dijo el castaño en media lengua.
-: ¡Joder, ojote! – Ojote, cálido apodo de su amigo rubio - ¿Estás borracho?
-: Nooo, que vaaa – dijo arrastrando un poco las palabras y tambaleándose otro poco.
-: Eren, no lo puedo creer, si Rogelio te ve así te va a echar, y por si fuera poco nos va a meter a todos en la misma bolsa, ¿en qué estabas pensando? Ven, te llevaré a la azotea un rato – le sirvió un vaso de refresco de lima con limón para que se despejara un poco. Hacía algo de frío arriba, la azotea estaba en el tercer piso. Hizo que se sentara sobre un gabinete de cemento de vaya uno a saber qué – Te quedas aquí tomando aire, les diré que fuiste al baño, trágate esto y toma – dijo dándole una pastilla – esto te va a despabilar, cuando estés mejor baja, te cubriremos todo lo que podamos. ¿Estás bien?
-: Sí, sí, dame unos minutos – dijo el joven bebiendo del vaso.
-: ¿No te vas a caer de aquí arriba, no?
-: Fuck you, puto Armin. Claro que no.
-: Bien, no la jodas más, te veo abajo - y se fue.
Eren se quedó contemplando la luna medio llena, mientras el aire le enfriaba un poco la cabeza. Menos mal Armin lo había detenido a tiempo, cuando empezaba a beber no se frenaba y luego siempre terminaba haciendo cosas vergonzosas, como esa vez que estuvo bailando con un travesti y quería irse con él a toda costa, se rio un poco ante el recuerdo. De pronto le llegó a las narices un certero humo a cigarrillo. Miró a sus costados y vio una blanca estela de humo viniendo de una de las esquinas de azotea, pero por la puerta y otros gabinetes altos no se veía de quién era. Dejó el vaso y ya un poco más compuesto caminó hacia el lugar.
Al girar se encontró con el hombre Armani, impecable conjunto negro, ceñido a una ancha espalda, uno de los lustrados zapatos sobre el borde de la azotea y los brazos apoyados en el barandal, mirando aburridamente a la nada mientras disfrutaba de su vicio. Eren lo miró con mayor atención, tenía la nuca rapada y sendos mechones negros que adornaban sus costados, un peinado raro, pensó. Piel blanca y afilados ojos… ¿grises, marrones claros, celestes, verdes agua?
El hombre se giró y lo miró de una manera que hizo que el joven se estremeciera, parecía sacado de una policial de detectives donde él era el asesino. Sin duda ese tipo debía ser temible cuando se enojaba.
-: Hola – dijo mientras se acercaba y se apoyaba en el barandal a una distancia prudente.
-: Hola – le respondió el otro - ¿Me estás siguiendo, mocoso de mierda?
-: Ya quisieras – bufó Eren con más confianza de la normal, probablemente las burbujas lo envalentonaban más de la cuenta – Estoy cansado, salí a tomar un poco de aire, pero si te molesta me voy al otro lado, gato estreñido – lo último lo dijo por lo bajo.
El pelinegro se giró y a paso tranquilo se paró delante del joven.
-: Levi – le dijo.
-: ¿Qué?
-: Mi nombre es Levi, no gato estreñido.
Eren quiso reírse pero en vez de eso se le colorearon los pómulos.
-: Oh, eh… lo siento… es que… no tuve un buen día, en verdad, lo siento… Eh, soy Eren – dijo extendiéndole la mano, el hombre la miró por unos segundos y finalmente la estrechó, el joven sintió una corriente de electricidad por el fuerte agarre, una mano firme, y un poco de la costosa colonia llegó a sus narices, vaya, ahora que lo miraba bien era un hombre muy apuesto, y sus ojos eran grises, que con el reflejo de la luna parecían de plata. Eren tardó en soltarle la mano y Levi se semi sonrió un poco.
-: ¿Así que eres mozo en eventos de mierda? – dijo el hombre más relajado.
-: ¿Y tú eres el jocoso millonario caprichoso que llena esos eventos de mierda? – ahora el joven se rio fuerte – No, verás, me dedico a chupar pollas y cuando me sobra algo de tiempo vengo a servir copas, tú sabes, el sueño de todo joven.
Levi se comenzó a reír con soltura, la frescura del joven lo había tomado desprevenido.
-: Oh, ¿y cuánto cobras por chuparla? – los ojos del más bajo brillaron enardecidos, quería saber cuán atrevido era ese jovencito. Su noche estaba destinada al fracaso, al aburrimiento de muerte, había ido simplemente para apoyar a su tío Kenny que era el organizador, pero lo cierto era que le jodía bastante. Teniendo a todas esas jóvenes resoplando en su cuello para ver si lograban engancharlo de alguna manera y asegurarse el futuro. Era una carnada atractiva en ese mundillo, pero estaba cansado. Pero gracias al destino o lo que mierda fuera estaba hablando con un muy atractivo jovencito que parecía la inocencia personificada, sino fuera por su boca provocativa. Tal vez su noche no fuera aburrida del todo.
Eren tragó en seco, quiso decirle que en realidad solo estaba bromeando, pero… el hombre estaría en sus ¿cuarenta?, no, no parecía tan viejo, pero arriba de los treinta seguro, y tenía dinero, un escalofrío se le coló por la espalda, porque el pelinegro estaba que partía la tierra de bueno.
Levi miraba atentamente las reacciones del bonito joven. Su piel bronceada, sus ojos enormes brillando como esmeraldas en bruto, su pelo desordenado, sus pómulos rosados, sus dedos revelando cierto nerviosismo. Era como una joya en un pantano.
-: La primera es gratis – dijo al fin el ojiverde intentado sonar tranquilo, pero vamos, ¿cuántas veces tendría una oportunidad como esa? Levi caminó más cerca y Eren sintió que se le aflojaban las piernas, pero no se movió ni un milímetro.
-: ¿Me estás diciendo que me vas a dar una mamada gratis?
-: Más o menos, algo así, la casa invita – Eren se sonrió coquetamente, sin dudas el alcohol consumido le había consumido buena parte de sus inhibiciones habituales.
-: ¿Y si quiero tu culo, cuánto?
-: Trescientos – la palabra salió antes de que lo pensara un poco, ¿podía pensar acaso?
Levi levantó las cejas asombrado.
-: Debe ser un muy buen culo para valer tanto.
-: Ciertamente lo es.
-: Muy bien, entonces tomaré la segunda oferta.
Eren abrió sus ojos asombrado, ¿qué se supone que tenía que hacer ahora? ¡Joder! Trescientos dólares.
-: Uh, ¿aquí? – dijo tratando de sonar lo más confiado posible.
-: ¿Acaso hay otro lugar?
-: Vamos allá – dijo caminando hacia un rincón obscuro, el corazón acelerado, ¿realmente iba a hacerlo? Pero luego su mente le gritaba: Trescientos dólares.
-: ¿Tienes condones? – preguntó el pelinegro y el joven se detuvo.
-: Oh, em, a-abajo, iré a buscar-
-: Deja, yo tengo aquí.
Se apostaron en ese rincón donde apenas llegaba la música de la fiesta. Eren se arrodilló de inmediato, para desabrochar ese traje que costaba como diez de sus salarios mensuales. El cinto de brillante cuero negro y hebilla de plata cedió de inmediato, los ojos de Levi parecían perforarle el cerebro desde arriba.
-: ¿Haces esto a menudo, Levi? – siguió hablando el joven mientras bajaba sus pantalones a media pierna, eran bastante ceñidos para ser de vestir, se sorprendió de encontrar un abdomen perfectamente marcado y las burbujas parecieron estallar en su cabeza. El pelinegro no le contestó, unos ajustados bóxers naranja aparecieron, el joven coló sus dedos en el elástico, ya era imposible echarse atrás. Los bajó con lentitud y frente a sus ojos apareció un falo bastante grueso y grande, venoso, de color obscuro contrastando con la pálida piel de su dueño, estaba semi erecto. Eren se relamió los labios, había hecho mucho sexo oral antes, aunque el de Mike era más pequeño, bueno, tenía que pasar por un experto, ni que hubiera que estudiar en una universidad como chupar una polla.
Empezó a lamer con ganas, de pronto empezaba a sentirse bastante caliente con la situación, estaba con un completo extraño, cuerpo esculpido, con un falo digno de una revista porno, y que si todo salía bien además iba a irse con los bolsillos llenos. Se sentía como una vil puta, y probablemente en eso se estaba convirtiendo, pero joder, lo estaba disfrutando. Comenzó a succionar los testículos de Levi, no tenía pelos casi, así que era una delicia jugar con esa zona, mientras lamia la palma de su mano para comenzar a acariciarlo en fuertes vaivenes. El pelinegro apretó los dientes ante las rudas caricias, pero lo estaba disfrutando mucho, tan concentrado estaba en darle placer a Levi que un poco se olvidó de prepararse él mismo. Luego lo engulló lo más que pudo, cuidando de no lastimarlo con sus dientes, escupiendo y tragando como si se estuviera muriendo de hambre. Se sintió triunfador cuando el hombre le apretó la cabeza con las manos y largo un ronco gemido. Podía hacerlo sin dudas. Luego de diez minutos de arduo trabajo bucal, el pene de Levi estaba que chorreaba saliva y en su máximo esplendor.
Recién entonces Eren recordó que esa enorme "cosa" tenía que ingresar a su cuerpo.
-: Rápido, vamos – apuró el hombre mientras abría el preservativo y se lo colocaba.
Eren se giró y se desabrochó los pantalones, chupó sus dedos e intentó tocarse.
-: Lo haré yo – le dijo Levi con una voz poderosa, era como si pudiera abrazarlo con sus palabras, corrió la mano del muchacho y se agachó un poco para escupir en su entrada, Eren se estremeció al sentir la saliva escurrirse por su agujero. Empujó un dedo sin demasiada gentileza y el joven largó un gemido, Levi estaba apurado, miro esa piel morena bañada por la luna y se mordió el labio completamente excitado. Enseguida forzó el segundo dedo y Eren sintió un poco de dolor, pero lejos de asustarse, eso lo puso aún más a tono, agachó su espalda aferrándose de la baranda y resoplando agitado, se arqueó sorpresivamente cuando los dedos del pelinegro le rozaron ese botón de placer muy adentro.
-: Oh, siii – dijo cerrando los ojos para disfrutar más.
-: No seas escandaloso y baja la voz – le ordenó el hombre y Eren se mordió los labios.
Cuando tres dedos giraban con facilidad y el muchacho tenía las piernas temblando de satisfacción, enfiló su erección hacia el caliente agujero. Con cuidado comenzó a presionar con firmeza, mientras que con una mano sostenía la afilada cadera para que mantuviera su posición. Muy lento logró meterla hasta la mitad, mientras Eren intentaba relajarse, tenía el cuerpo transpirado por la lascivia y la incomodidad. ¡Joder, era gigante! Nunca había tenido algo tan grande atascado en el trasero.
Agradecía que Levi no hubiera empezado a bombearlo de inmediato, porque sin duda lo hubiera desgarrado.
-: Re-relájate, mierda… estas muy… muy apretado… - Levi comenzó a acariciar sus caderas y muslos con suavidad, estremeciendo al muchacho, y luego comenzó a masturbarlo de una gloriosa manera, al fin Eren comenzó a relajarse y a intentar acallar sus gemidos – Eren – dijo con voz obscura acercándose lo más que pudo a su oído – Prepárate, porque te voy a follar muy duro - Entonces al fin Levi comenzó a moverse, primero muy despacio, enterrándose más y más. No podía creer que se estaba jodiendo a ese bello joven, boca tentadora, ojos atractivos, hermoso y placentero cuerpo. El hombre sacó su falo por completo para escupir de nuevo y volver a la carga. Eren abrió un poco más las piernas y jadeó complacido al albergarlo de nuevo. Lo llenaba tan bien, aunque le dolía un poco, era un dolor aceptable, fresco y que le encantaba.
-: Más…más fuerte… - dijo con los ojos llorosos y mirándolo por encima de su hombro, los ojos de Levi brillaron con codicia. No dudó un segundo en complacer la orden, mientras el joven sentía que lo sacudía con rudeza, ya no pensaba muy bien, estaba completamente entregado, sólo quería que lo sometiera, que lo humillara, que lo usara hasta cansarse, ese sentimiento le estaba volando la cabeza, sólo no quería que se detuviera hasta destruirlo.
Levi se dejó arrastrar por la calentura del momento, lo embistió muy profundo, arrancándole pequeños grititos de dolor y placer, escucharlo gimotear lo encendió por completo, todas sus perversiones saliendo a flote, despertando de su letargo, de su sueño de años y años. Lo sometió por cerca de media hora, en la cual Eren acabó copiosamente dos veces. No podía creer la resistencia y la fogosidad de ese menudo hombre. Finalmente, atenazando su cintura, hundiendo los fuertes y blancos dedos en la piel bronceada del joven, dio una última estocada para venirse echando atrás su cabeza y resoplando enardecido.
Eren estaba agotado, sentía que las piernas ya no lo sostenían. Suspiró con alivio cuando Levi lo liberó y finalmente cayó de rodillas intentando recuperar el ritmo de su respiración. Joder, eso había sido un completo exceso.
El hombre se quitó el preservativo y lo anudó para tirarlo a un costado, se arregló la ropa y sacó un pomo de alcohol en gel para refregarse de inmediato. Eren a duras penas pudo ponerse de pie y colocarse la ropa, luego se sentó a un costado apoyando la espalda en la reja, mientras ya podía respirar medianamente bien. Aún sentía a su anillada entrada pulsar con espasmos luego de semejante taladrada sin piedad.
Levi sacó cinco relucientes billetes de cien dólares y los colocó en el bolsillo de arriba del saco de Eren. Le magreó el cabello como si fuera un perro.
-: Realmente, tu culo lo vale. Gracias.
Y se retiró. Eren necesitó muchos minutos antes de poder pararse y aun así le ardía un poco por dentro y la cadera le mandaba punzadas de dolor. Volvió al gabinete donde estaba antes para terminarse la bebida, estaba sediento, cansado, tenía ganas de tirarse a dormir de inmediato.
-0-
Nunca nadie supo lo que había hecho esa noche. Armin y Jean lo retaron por su falta de responsabilidad, pero pronto el episodio fue echado al olvido.
Pasó un mes, y ya estaba instalado en la rutina de los tres trabajos. Estaba por completar su jornada, cansado como siempre, con los patines puestos en ese puesto de comidas rápidas. Al principio se había dado varios porrazos, pero finalmente los había dominado.
Los autos llegaban, les tomaba la orden y luego iba a hacer los pedidos, para tomar los anteriores repartirlos y cobrar. De los tres, era el más pesado, pero en una hora ya estaría fuera. Le llamó la atención un hermoso Mercedes de vidrios polarizados. Era bastante inusual que esos autos pasaran a comprar comida chatarra. Se acercó sonriendo, pero se quedó de piedra cuando el vidrio bajó. Los ojos de acero chocaron con los verdes.
-: Ho-hola, bienvenido a "The big burguer", ¿puedo tomar su pedido?
-: Hola, mocoso – dijo el hombre con su seriedad habitual. Eren tenía a su corazón en su cabeza, porque podía jurar que escuchaba como le retumbaba en el cerebro - ¿A qué hora terminas tu turno?
-: Eh… en una hora – respondió mientras los pómulos se le encendían.
-: ¿Puedo invitarte a cenar? – Eren perdió el habla por algunos segundos – Quisiera hablar de negocios contigo, puede que te interese una propuesta que quiero hacerte.
-: Bi-bien…eh…
-: Te esperaré en la gasolinera aquí a la vuelta, en una hora, adiós.
El vidrio volvió a subir y Eren se quedó mirando su estúpido reflejo en el vidrio. Volvió patinando, Jean y Armin estaban sentándose para comer en el lugar, lo hacían casi tres veces por semana, y luego los tres se volvían a sus casas.
Eren les tomó el pedido, pero cuando se estaba por ir a cambiar para salir de su turno, Jean se le acercó.
-: Ey, ¿qué hacía Levi Ackerman aquí? – le preguntó con seriedad.
-: No lo sé.
-: No me jodas, Eren, te conozco, el tipo vino te dijo algo y se fue, ¿qué busca? – Jean parecía algo molesto.
-: Me invitó a cenar y acepté, ¿por qué? ¿No me dijiste que me busque un viejo rico?
-: No él – le dijo el rubio cruzándose de brazos – No bromeo, Eren no te puedes meter con él.
-: ¿Por qué no? – A Eren le molestó la actitud de su amigo.
-: Sé por qué te lo digo, el tipo es un pervertido, tiene fallas en la cabeza. Escucha, si es por el dinero puedo presentarte a alguien más adecuado.
-: No soy un maldito bebé, Jean, déjame tranquilo.
-: Te lo digo por tu bien, cabeza hueca, no aceptes nada de lo que te proponga, te vas a arrepentir, sé lo que te digo. Soy tu amigo, mierda, por una puta vez hazme caso.
-: Lo estoy haciendo, por eso le dije que sí. Puedo manejar esto, Jean, deja de comportarte como si fueras mi jodido padre, ¿quieres?
-: Haz lo que quieras, pero luego no digas que no te lo advirtieron – Jean se fue ofuscado, junto con Armin que lo saludó con la mano.
Eren salió y se dirigió a la gasolinera, efectivamente allí lo esperaba el auto. La puerta se abrió apenas estuvo cerca, su corazón se aceleró. ¿Debería escuchar las advertencias de su amigo? ¿Debería escuchar primero a Levi? Vio la obscura figura dentro del coche, mientras el fogonazo de un encendedor le iluminaba el rostro. Suspiro y a paso decidido caminó para subir a ese auto que lo llevaría a un destino incierto.
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By Luna de Acero… intrigada…
