Bueno, este es el primer capítulo, que en realidad originalmente se suponía que fuera un One-shot, pero quiero dedicarle esta víspera a un trabajo un poco más completo. ¿Así que qué tal? Tendrán que leer.

1. Juguetes Cullen.

Amanecí con dolor de cabeza otra vez. Quizás eso se iba a hacer constante en esta época, la más desastrosa, la más horrible, la que más odio: la Navidad.

¿Por qué? Pues porque me traía malos recuerdos, eso es todo. Antes, solía amar la Navidad, como todos, nada especial, todo ese brillo, el frío del invierno mágico, el olor a canela por doquier y las promesas de un tiempo fraterno. Pero todo se arruinó por la culpa de Mike. Sí, el tenía la culpa. Ese imbécil que se había ocultado detrás de su careta para llegar a mí, la hija del Sherif.

Mi estómago se retuerce de sólo recordar su nombre y lo mucho que me había hecho sufrir. Por suerte, no tendría que verlo esa navidad, era lo único que podía levantarme un poco el ánimo.

Quizás debería comenzar por el principio, aún cuando sé que se agrandará ese agujero en mi pecho, pero si no, no tiene sentido que me queje, pues nadie comprenderá a qué se debe mi constante mal humor.

Yo iba a la secundaria de Forks un año antes donde lo conocí. Era mi compañero de puesto en Biología, con quien me veía obligada a pasar tiempo compartido. Sí, es cierto que al comienzo detestaba esa clase, no podía verlo. Su flirteo constante, sus ojos, su cabello, su sonrisa. ¡Ahh! Al final terminaron por conquistarme.

No sé como ocurrió ni qué fue exactamente el embrujo que puso a mí, pero ya al par de meses me tenía completamente colada por él. Aunque cuando se le mira en perspectiva es inevitable no sentir esas nauseas y ganas de vomitar propias del asco. ¿Cómo pude?

Así que finalmente terminé aceptando sus invitaciones a salir. Charlie y Jacob no estaban muy feliz con la idea, pero no les escuché, aunque debí haberlo hecho. Me arreglaba todas las mañanas de forma especial para verle y él me recibía son su siempre cálido beso al entrar a clases. A fin de cuentas éramos una pareja feliz. Muy bien dicho Bella, éramos.

Creí como una boba todas y cada una de las palabras que me dijo: que era inda, el amor de su vida, la persona más fantástica que conocía, la más especial para él y etc, etc, etc.

Estuve a punto de caer por él. Él se me había insinuado en un par de ocasiones. Ustedes entienden a lo que me refiero ¿cierto? Y yo por ya-no-me-acuerdo-qué motivo, no había caído. Pero eso no evitó que para la época más fraterna del año no lo tomara en consideración. Será un lindo regalo, terminé luego de darle miles de vueltas al asunto. Sería en la fiesta de Navidad. Charlie estaría en la estación celebrando con sus colegas el mismo día que teníamos la celebración en casa de Alice, mi mejor amiga. No podría ser tan difícil, con alcohol en el cuerpo todo se daría sin mayores rodeos. Luego podríamos irnos a su casa o a la mía, la verdad no importaba mucho.

La cosa es que llegué tarde a la fiesta, había tenido un pequeño y menor problema con mi monovolumen, pero finalmente había lo grado echarlo a andar. Terminaba de saludara mi amiga cuando lo ví. Su lengua hasta la laringe de otra chica. Jessica Stanley. Una de sus manos jugueteaba morbosamente en el trasero de ella (que por lo demás era más grande que el mío), mientras con su brazo libre recorría su espalda por debajo de su reducido peto.

Cerdo asqueroso.

Alice me guío escaleras arriba y cuidó de mí junto a su novio Jasper.

-Puedes quedarte aquí todo lo que quieras- me consolaba.

***

Esa fue una de las razones por la que decidí irme lejos para la Universidad para nunca más tener que verle la casa a ese individuo.

Charlie me invitó a volver para celebrar la navidad con él, pero fingí que tenía muchos trabajos por hacer esa semana y sorprendentemente, Alice no intentó cambiar mi opinión. ¿Qué incluso para sus desenfocados cánones la situación había sido patética? Por lo general y tratándose de otros chicos (como había ocurrido) se reía de mi desgracia. Pero no esa vez.

Decidí que sería mejor no seguir dándole vueltas al asunto, después de todo, no valía la pena, aunque sabía que no por eso se esfumaría mi mal humor.

-¡Bella!- llamó mi compañera a la puerta -¿Ya estás despierta?-

No tenía ganas de levantarme aún, por lo que me remití a gruñirle aunque debí haber adivinado de que, tratándose de Alice (porque sí, ella era mi compañera de cuarto), eso podría haber significado tanto un 'sí pasa', como un 'no y no molestes', que a todas luces era la idea, pero ella prefirió tomar como siempre la que más le convenía, por muy retorcida que fuese, o sea, sí adivinaron: la primera.

-Vamos Bella, hoy es un día muy especial- intentó deshacerme de mi querido plumón de plumas de ganso, yo por mi parte, volví a sepultarme dentro de él.

-¿Por qué? ¿Porque habrá un 70% de descuento en tus tiendas de moda?- gesticulé aferrada a mi almohada.

-Sí, bueno eso y…. ¡Pero no! Hoy es importante porque decoraremos el departamento- La miré con escepticismo ¿Qué decoración? –No lo olvidaste ¿cierto?-

Me quedé observándola con la misma expresión anterior. ¿Lo habíamos hablado antes? Piensa, Bella, piensa, me repetí en mi fuero interno, ¿Cuándo lo había mencionado? No, parecía no tener asunto, mis neuronas deberían de haber estado atrofiadas, como siempre, por mi creciente jaqueca.

-¡Bella!- me reprochó desilusionada mi amiga.

-¿Qué?-

-La decoración Navideña…-

-Ah, esa decoración…-

Ahí estaba la razón de mi olvido, precisamente en la segunda palabra: Navideña. Algo, que no dejaría de querer olvidar. Porque ya dije que la odiaba ¿cierto? Sí, creo que sí, pero no está de más repetirlo, por muy rayada que suene.

-Lo siento Alice, yo… creo que paso-

-Baaahh….- se quejó -¿Y tu espíritu navideño?-

-Se la llevó Santa.-

Triste, pero podía decirse que era cierto, ese viejo gordo y vestido con ropa roja sólo por la ocurrencia de la publicidad de Coca-Cola, aunque inexistente, tenía la culpa. Aunque inexistente, era al único que podía culpar en esos momentos, a él y sus estúpidos Ho-ho-ho's que el año pasado se había olvidado de mí y en vez de traerme un regalo se lo había llevado.

Alice se cruzó de brazos ante mi "insulto" a su queridísimo Santa Claus, pero no me convencería.

-Imposible, Santa trae el espíritu, no se lo lleva-

-Como sea- volví a aferrarme a mi almohada, no quería seguir hablando del tema, no quería decoración, ni amigos ni olor a canela, sólo me harían recordar ese pasado que quería olvidar.

Seguiría durmiendo, era una decisión tomada, quizás, con un poco de suerte despertaría en Enero.

Pero mi siempre-tan-empática amiga no se daría por vencida hasta verme con una sonrisa llena de dulces (aunque fuese pintada sobre cinta adhesiva), decorando las paredes de nuestro apartamento. Así que acto seguido, yo me encontraba en el suelo junto a mi cama y ella tiraba de mi pie hacia el baño.

-Bueno, bueno- dijo con las manos en la cintura cuando logró meterme en el baño –Así que ¿Te bañas tú o voy a tener que hacerlo por tí?-

Es fácil creer que bromeaba y realmente me habría gustado que hubiese sido así, pero dadas las consecuencias de la última vez que no había querido levantarme de la cama aún, decidí que lo mejor era que lo hiciese por mi cuenta. Alice podía llegar a ser un poco… cruel cuando se trataba de hacer valer su punto, y créanme que no hay nada peor que ser despertada por un duendecillo diabólico (para estos efectos también conocida como Chuqui o peor, la novia de Chuqui) que te tira agua fría a propulsión en la cara sin importarle realmente si estás desnuda o no.

-Muy bien- sonrió mostrando toda su perfecta corrida de dientes –Si no sales en diez minutos vendré por tí-

Un escalofrío recorrió mi espalda ante sus palabras. Eso, tampoco era una broma.

Así que al cabo de diez minutos ya estaba en mi habitación perfectamente aseada y vestida.

Alice me agarró del brazo en cuanto me vio y tiró de mí fuera del departamento.

-¡Alice! ¿A dónde vamos?-

-Pues a comprar los adornos tonta.-

¿Qué acaso había creído que usaríamos antiguos que por lo demás estaban en Forks? Claro que no. Había subestimado a Alice.

-¡¿Qué acaso no te das cuenta de que esto me hace mal?!- La gritonié en el ascensor.

-¿Por qué?-

-¡Alice!-

-Vamos, sólo son unos adornos-

-De Navidad-

-¿Y?-

-Sabes que no me gusta la Navidad- le dí especial énfasis a la primera y a la última palabra.

-Sabes que no podrás seguir así por el resto de tú patética vida- Aunque me sorprendió que Alice me llamara patética intenté disimularlo.

Sí, Alice podía ser realmente directa la mayoría del tiempo, pero nunca antes me había dicho patética.

-¿Y por qué no? Gracias por lo de patética por lo demás.-

-¡Bella mírate!- indicó a mi reflejo en el ascensor, pero no tuve tiempo suficiente de observarme detenidamente porque las puertas se abrieron en el primer piso.

-¿Qué tengo?-

-¡Nada! Ese es el problema, no tienes un ojo desviado, ni una nariz gigante y aparentemente no sufres de ninguna deformación genética-

-Bien Alice, lograste ver lo obvio- Para este punto ya nos habíamos subido a su Porcshe Amarillo -¿algo más que quieras agregar?-

-¿Cuándo te vas a dar cuenta de que eres más de que puedes ver?-

-¿Y eso qué tiene que ver? Estamos hablando de los estúpidos adornos de la estúpida Navidad-

-Que te amargas por estupideces-

-Exacto.- Levantó una ceja sin comprender, pero ¿qué tenía de especial? -…Hello. Estúpida Navidad-

-Vuelve a decirlo y te llenaré la boca de dulces- volvió a sonreír con falsa inocencia.

Yo me crucé de brazos en mi lugar amurrada, aún no comprendía lo que había querido decirme y encima me amenazaba. ¿Por qué era siempre ella la que se salía con la suya y no podía ser yo por una vez?

-Bella- rompió el silencio luego de varias calles de trayecto -¿Cuándo lo vas a superar?-

-Nunca-

Gruñó en respuesta.

-¡Ni siquiera lo intentas!-

-¿Por qué lo haría, soy patética?-

-Sí, es cierto-

-Deberías apoyarme-

-Lo hago-

-Ja, ja, ja- gesticulé con sarcasmo.

-Soy tu paño de lágrimas-

-¿Y se supone que debería hacerme sentir mejor?-

-Escucha, él no te merece ¿me sigues? Nunca lo hizo. No vale la pena, quizás deberías buscar a alguien más y olvidarte de él.-

-Ya lo hice-

-¿En serio?- se veía sorprendida.

-Olvidarlo, ya no le quiero-

Bufó en respuesta. ¿Qué tenían de especial mis palabras? Hablaba en serio.

-Eso no basta Bella, tu reacción inmadura solo refleja tu incapacidad de olvidarlo-

Miren quien hablaba de inmadurez, la reina de los niños.

-Es fácil decirlo, tú tienes al perfecto Jasper contigo-

-Pero no siempre fue así-

-Sí sí, lo sé, ya me sé ese cuento, el tenía novia y ni siquiera te veía por lo pequeña que eras, pero no te diste por vencida y finalmente lo conquistaste.- recité el canto número dos de Oda a Jasper.

-Prométeme que intentarás olvidarlo por esta navidad-

-No-

-Vamos Bella-

-¡No!- y punto final.

Aparcamos frente a una juguetería muy bien decorada en el centro y para mi sorpresa, mi amiga decidió entrar allí. ¿Por qué una juguetería? Ni idea ¿Por qué esa juguetería? Ni me miren. En el letrero se leía "Juguetes Cullen". ¿Por qué se me hacía extrañamente familiar?

No logré resolver nada del vacío mental que se había formado en mi cerebro y decidí no seguir intentándolo, mi jaqueca no se detenía y recordé que debería de haberme tomado una aspirina o algo para el dolor antes de salir. Pero claro, aunque hubiese querido no habría podido ya que alguien… me había sacado a la rastra.

Seguí a Alice por los pasillos con mis brazos aún apretados bajo mi pecho ahogando a cada segundo mi insipiente deseo por preguntarle qué hacíamos allí. Finalmente no aguanté más y le pregunté.

-Pues porque tiene los mejores adornos también y los dueños son familiares de Jasper.-

¿Jasper? ¿Jasper? ¿Jasper?...

Intenté concentrarme, pero mi respiración se iba ahogando, no recordaba a ningún familiar de Jasper y encime, ya sentía que me desmayaría al segundo siguiente producto de la jaqueca.

-… ¿Alice?- mi voz sonó en un susurro antes de que cayera al suelo y solo pudiese escuchar en la lejanía sus llamados histéricos.

***

-Estará bien- escuché que alguien decía en la lejanía era la voz más gentil que había escuchado en mi vida –Sólo se ha desmayado-

-No sé qué ha ocurrido, en un momento estaba bien y luego…- seguía diciendo mi compañera de piso aún asustada.

-¿Han estado peleando?-

-No exactamente, discutíamos… es que… - hizo una pausa y quería saber exactamente qué iba decir para luego escuchar la respuesta de quien acunaba mi cabeza.-nada-

¿Nada? ¿Cómo que nada? ¡Esa no es la respuesta Alice!

-Es importante que no sufra emociones fuertes por unas horas –

-Está bien-

-¿Sabes si se sentía mal de antes o algo parecido?-

-Se veía bastante mal desde la mañana, por eso discutíamos, porque andaba de malhumor-

Genial, yo era la del problema, como siempre.

-O.K-

-Edward, se pondrá bien ¿no?-

¿Edward? ¿Quién era Edward? ¿Y qué hacía allí en mi casa? Porque sí estábamos en casa ¿A que sí? ¿o no? ¿Qué había ocurrido? No podía recordarlo bien.

Una mano masculina masajeó mi frente y luego bajó hasta mi cuello, donde podía sentir su tacto contra mis pulsaciones. Que se hacían cada vez más intensas a su tacto.

-Aún tiene la presión baja, pero ya mejora- volvió a decir esa voz aterciopelada que fácilmente podría haber sido de un ángel.

-¿Por qué no despierta?- volvió a preguntar mi amiga.

-Quizás deberías hablarle- sugirió mi doctor.

No, que hable él, que hable él, pedía una parte de mí, la más pequeña, la más frágil y la más inocente.

-¿Bella?- no respondí -¡Bella!-

¿Qué pretendía Alice gritándome, matarme?

-Shh…- la misma caricia de antes comenzó a recorrer mi rostro –Bella se llama ¿no?- hubo silencio y luego Edward continuó -¿Bella? ¿Bella? ¿Me escuchas?-

Y luego casi como por arte de magia la conversación comenzó a hacerse más clara y cercana. Intenté ordenar a mi cuerpo que se moviera y sólo logré mover levemente los dedos de mi mano.

-¡Funciona!- volvió a gritar Alice y esta vez si hubiese roto mis circuitos neuronales si no hubiese sido porque tenía la convicción que luego volvería a deleitarme con la voz con que había soñado toda mi vida. Aunque suene aún más patética que odiar la navidad porque corté con mi novio en víspera.

-¿Bella? Puedes abrir los ojos. Vamos Bella, despierta.-

Abrí los ojos lentamente creyendo que me encontraría con la cara de Alice en algún punto, pero todo lo que pude ver fueron dos ojos verdes que me atraparon en cuanto tuve la oportunidad de relacionar las manchas con el rostro de mi reanimador en una especia de bodega llena de cajas.

¿Y que les parece esto a modo de introducción? Solo es el comienzo, aunque el fic en sí será corto, pero aún queda más por ver. ¿Bella y Mike? ¿Qué hacía Edward en una tienda de juguetes? ¿y por qué la tienda lleva su apellido como nombre? Bueno, esas son un par de cosas a las que pueden dar vueltas por el momento y ponerlas en lindos reviews que me alegrarán el día y darán ganas de más. ¿Qué tal? En verdad me interesa saber sus opiniones.

Nos vemos.

Besos.

Carime.