Hush Hush (sasuhina)
by coni Cobain & elu prism
los personajes no nos pertenecen, son propiedad del troll de Kishimoto. La historia esta basada en la obra original de Becca Fitzpatrick.
Dios no perdono a los angeles cuando pecaron, sino que los arrojo al infierno y los dejo en las tinieblas, ancadenados a la espera del juicio.
2 pedro 2:4
prologo
Valle del Loira, Francia, noviembre de 1565.
Obito estaba con la hija de un granjero en la orilla del rio Loira cuando se desato la tormenta.
Habia dejado a su caballo vagando por el prado, asi que solo le quedaban sus dos piernas para regresar al castillo.
Arranco una hebilla plateada del calsado, la deposito en la palma de la mano de la chica y vio como ella se alejaba corriendo, el barro salpicándole las faldas. Despues se puso las botas y hecho a correr runbo a la casa.
mientras obscurecia, la lluvia caia como una cortina de agua que rodeaba el castillo Langeais. Obito caminaba tranquilamente sobre las tumbas undidas y el humus del cementerio; incluso en medio de la niebla mas espesa podía encontrar el camino a casa sin miedo de perderse. Esa noche no había niebla, pero la obscuridad y la lluvia torrencial engañaban bastante.
Percibio un movimiento a un lado y giro rápidamente la cabeza hacia la izquierda. Lo que a primera vista parecía un angel que coronaba un monumento cercano se irguió e toda su altura. El muchacho tenia brazos y piernas, y no era de mármol ni de piedra. Llevaba el torso desnudo, olgados pantalones de campesino y los pies descalzos. Salto del monumento; su cabello negro chorreaba agua. Las gotas se deslizaban por su rostro, blanco como el de un escoces.
La mano de Obito fue a la empuñadura de su espada.
-¿Quién va?-
La boca del muchacho insinuo una sonrisa.
-No juguéis con el duque Langeais- le advirtió Obito.
-Os eh preguntado quien sois. Responded.-
-¿duque?- el chico se apoyo en un sauce retorcido- ¿o bastardo?-
Obito desbaino la espada.
-¡retiradlo! mi padre era el duque de Langeais. Ahora el duque soy yo- añadió torpemente, y se maldijo por eso.
El chico meneo la cabeza.
-Vuestro padre no era el antiguo duque.-
Obito se enfurecio ante la nueva ofensa.
-¿y vuestro padre?- pregunto extendiendo la espada. Todavia no conocía a todos sus vasallos, pero los estaba conociendo. El nombre de la familia de ese muchacho no se lo olvidaría.- Os lo preguntare una vez mas.- dijo en voz baja, secandoce la cara con la mano- ¿Quién sois?-
El muchacho se acerco y aparto la hoja de la espada.
De repente parecía mayor de lo que Obito había supuesto quizás hasta tenia uno o dos años mas que el.
-Soy un hijo del diablo.- respondio.
Obito noto un nudo en el estomago.
-Estais como un cencerro- mascullo.-Largaos.-
Bajo los pies de Obito, de pronto el suelo se inclino. Erupciones doradas y rojisas estallaron en sus retinas. Solto la espada. Tubo que encorvarse y las manos se le pegaron a los muslos. Levanto la vista hacia el muchacho, entre parpadeos y gemidos, tratando de comprender que estaba ocurriendo. La cabeza le daba vueltas, como si hubiese perdido el dominio de su mente.
El chico se agacho a la altura de sus ojos.
-Escuchadme bien. Necesito algo de vos y no me ire hasta que lo tenga. ¿Habeis entendido?-
Con los dientes apretados, Obito sacudió la cabeza para expresar su resistencia. Intento escupir al muchacho, pero la lengua se negó a obedecer y la saliva callo por su barbilla.
El chico apoyo las manos en las de Obito y el calor quemo a este, que solto un alarido.
-Necesito un juramente de lealtad feudal.-dijo entonces el chico.-Inclinaos sobre una rodilla y jurad.
Obito ordeno a su garganta una risa aspera, pero la garganta se cerro y ahogo el sonido. Su rodilla derecha se flexiono como si alguien le hubiese pateado, pese a que detrás no había nadie, y el cayo de bruces en el barro. Se retorcio de costado y vomito.
-Juradme.- insistió el muchacho.
Obito tenia el cuello enrrojecido de calor; requirió de todas sus fuerzas para cerrar sus manos en dos puños débiles. Se rio de si mismo, incrédulo. No sabia como, pero aquel bribon le estaba provocando nauseas y debilidad. Y no levantaría el castigo hasta obtener su juramento. Diria lo que tenia que decir, pero jurandoce a si mismo que acabaría con el autor de semejante humillación.
-Señor, me declaro vuestro hombre.-
El muchacho asintió y puso a Obito de pie.
-Venid a verme aquí para el comienzo de Jeshvan.- dijo.- Necesitare de vuestro servicio durante las dos semanas entre la luna nueva y la luna llena.
-¿una…quincena?- Obito temblaba bajo el peso de su ira.- yo soy el duque de Langeais!-
-Vos sois un nefilim.- replico el muchacho con un amago de sonrisa.
Obito tenia una replica profana en la punta de la lengua, pero se la trago. Sus siguientes palabras fueron pronunciadas con fría malicia:-¿Qué habéis dicho?
-Perteneceis a la raza bíblica de los nefilim. Vuestro verdadero padre era un angel caído. Vos sois mitad mortal.- Busco los ojos de Obito.- Y mitad angel caído.-
El duque oyo la voz de su tutor en algún rincón de su mente leyéndole pasajes de la biblia, hablándole de una raza desvida, creada cuando los angeles expulsados del cielo se emparejaron con mujeres mortales. Una raza temible y poderosa. Un escalofrio que no le agrado del todo lo recorrio de pies a cabeza.
-¿Quién sois vos?-
El muchacho se dio la vuelta y se alejo sin mas.
Obito quiso seguirlo pero no consiguió que las piernas aguantaran su peso. Arrodillado bajo la lluvia, alcanzo a ver dos gruesas cicatrices sobre la espalda de aquel torso desnudo. Las marcas se juntaban formando una V invertida.
-¿sois un caído?-grito.-¿os han quitado vuestras alas?, ¿verdad?-
El chico, el angel o quien quiera que fuera, no se volvió. Obito no necesitaba confirmación alguna.
-¿Qué servicio os prestare?- grito-¡exijo saber de que se trata!
La risa lejana del muchacho resonó en el aire.
