Matthew ya no quería darle más vueltas al asunto. Las cosas eran de esa forma y ya estaba. No había nada que se pudiese hacer… aunque deseaba lo contrario.

Recordaba, no sin un deje de tristeza, aquellos días cuando era un niño. Entonces, parecía que todos le prestaban más atención… o bueno, toda la atención que se le podía dar teniendo a Alfred ahí, que sin querer terminaba eclipsándolo.

Y un suspiro escapó de sus labios. Nuevamente todo terminaba con su hermano. Alfred esto, Alfred aquello, Alfred aquí y allá, ¿y dónde se suponía que lo dejaban a él?, vamos, que él también había hecho grandes aportaciones al mundo… pero no importaban ¿verdad?

—Incluso soy más grande que él… —se dijo derrotado, mirando a su osito.

— ¿Quién eres? —preguntó el oso.

—Soy… Canadá —suspiró, resignado.

Fue a su cuarto y se puso su traje de Hookey. Había tenido suficiente de esos pensamientos por un día.

—Practicar me hará bien —trató de convencerse—. Vamos Kumajiro —y salió seguido por su oso.

Aún así, aquella vocecita en su cabeza seguía murmurándole al oído. Cuando era pequeño, todo era mejor. Todo estaba bien…Inglaterra le cuidaba, pero principalmente, notaba su existencia sin confundirlo con Estados Unidos, y Francia qué decir de él, Francia siempre hizo lo posible por hacerlo sentir cómodo.

A pesar de ello, hizo una sonrisa agridulce. Ser un país independiente no estaba tan mal, las estadísticas no mentían, él estaba muy bien, y algún día sus "hermanos" se darían cuenta de eso y le dirían lo orgullosos que se sentían… y mientras eso sucedía, iría a sacar todos los sentimientos contenidos, desquitándose en un buen partido de hookey.