Anngel: Queridas lectoras, esta historia es un fundamento que me dio la queridísima Michell, pero que yo amablemente me propuse escribir, realmente ha sido todo un juego hacerlo… Y ya pensamos en una segunda parte o en un epilogo bastante curioso… Espero que les guste y déjennos un Rev, para saber si es de su agrado, no cuesta nada, ¡cariños!
La Crisis de los Treinta tantos
Temperance Brennan, la mejor antropóloga forense a nivel mundial, reconocida por sus aportes científicos en el trabajo de reconocimientos e identificación de víctimas. Ha realizado clases magistrales en universidades y conferencias sobre su rama de estudio e investigación, siendo siempre el foco único de la atracción, no solo por su inteligencia, sino también por belleza y peculiaridad en su carácter.
Desde hace diez años, trabaja como agente externo para el FBI, siendo junto a su compañero Seeley Booth, la pareja con mayor tasa de arresto dentro de la organización, lo que llevó al agente a ser el jefe de área y nexo directo con el Jeffersonian.
Por otro lado la mujer anteriormente nombrada, también es escritora y una muy buena por cierto, donde se destaca hasta el día de hoy con 7 novelas, altamente detalladas y consideradas los mejores best seller, no solo en EEUU, si no que en países de habla hispana como Argentina, Chile y Perú.
A sus 35 años, no solo había conseguido fama, dinero y fortuna gracias a su trabajo y pasatiempo, como decía ella, sino que a pesar de varios pretendientes como el agente Sullivan, el director del FBI Andrew Hacker, el agente CIA Daniel Beck, y otro montón de arqueólogos, antropólogos y científicos de toda área de investigación, habían hecho fila para poder ganar solo unos minutos de atención, pero solo uno por sobre esos hombres y machos alfa, había logrado llegar a su acorazado corazón.
El agente especial, y especial en todo sentido de la palabra, macho alfa y líder de manada, logró conquistar su corazón a capa y espada, porque había que ser sincero, nadie tenía más paciencia y aguante que su compañero de labores y de vida. Si se trataba de horas de escucha, pues Booth se llevaba el record, si se trataba de momentos emocionales, Booth siempre había estado y la verdad es que no recordaba a nadie más en todos sus años de vida… SI se trabaja de sexo, (O.O) ¡OH! Por todos los padres de la ciencia, no había mejor amante, ni más fornido, ni con mejor estructura ósea, ni con manos más expertas, podía hacerla sentir los mejores orgasmos de su vida… Y así era cada vez que compartían el lecho de esa forma, porque cuando se trataba de descansar, solo sus brazos la hacían despertar con tantas ganas de vivir.
Sus hijos eran otro motivo por el cual se despertaba con la mayor alegría del mundo, ver la carita de Christine y de Hank cada mañana, ver el puchero y los rasgos de su padre tan bien formados y definidos, eran prueba irrefutable de que su vida era la mejor, si la mejor que pudo algún día pensar, si quiera en tener, entonces… ¿Por qué sentía que algo le faltaba a su vida?, tenía de todo lo que algún día pudo desear cuando vivía del sistema de adopciones y en hogares temporales.
Observó su oficina, necesitaba centrarse en escribir, por lo menos un capítulo de octava novela, pero no, su mente divagaba en lo que le faltaba… Sabor, miró a su querida amiga Ángela, estaba ahí abrazando a su esposo, colgada de su cuello y al parecer lo intentaba convencer de algo, la verdad es que la curiosidad no era lo de ella, pero por primera vez quiso saber algo de su amiga de esa forma, se puso de pie lento y se apegó a la muralla de vidrio de su oficina, intentó aclarar su mente y escuchar.
- ¿Entonces aceptas? – extraño, ¿que aceptaría Jack?.
– Qué quieres que te diga… Está bien, lo haremos – y luego de eso sintió brincos y gritos, acercándose… No logró volver a tiempo a su escritorio, así que se dio vuelta he hizo como que revisaba algo en el suelo.
– ¡Confirmado Brenn!... Nos vamos a las Vegas – ¿Qué?, ¿Cuándo había aceptado un viaje con su amiga?, ¿en qué momento extraño la había calzado para algo así?.
– Ángela, no puedo… Sabes que siempre este mes… El mes… - se acercó a ella y le dio un abrazo que la dejó en shock.
– Este fin de semana es tu aniversario… Ni el FBI, ni Cam dirán que no, a unos días libres amiga – no sabía porque eso sonaba como a una tortura, más que una ayuda.
– Cariño, es un regalo… - y se alejó hasta la puerta.
– Nos vamos el miércoles – y ahí estaba la confirmación de lo que pensaba… ¿Booth aceptaría este viaje?... Su pensamiento se vio interrumpido, cuando una hermosa voz llenó la instancia, con su celestial mensaje - ¡Huesos, tenemos un cadáver!.
…
Bien, ahora respiré y cuénteme agente Booth, ¿Qué es lo que le preocupa? – Durante la tarde las cosas habían estado bien, el caso fue corto, ya que descubrieron que el hombre se había suicidado, para dejar su seguro de vida a su única hija. Así que había llevado a su esposa al laboratorio, pero durante el camino, la notó extremadamente callada y comentario que realizaba, era respondido solo por un monosílabo
– Sus respuestas… - se pasó la mano por el cabello y Lance anotaba rápidamente en su libreta…
*Locura temporal… *desesperanza, pasa las manos por su cabello…
– Estimulo… ¿Sexual? – El hombre se dio vuelta a mirarlo.
– ¿Ah?, ¿qué?... No Sweets, mi vida con sexual con Brennan es plena – dijo arreglándose la chaqueta y tirando los hombros hacía adelante, realmente en su cara se notaba lo satisfecho que estaba, el psicólogo tosió un poco sacando de su ensimismamiento.
– Agente Booth, no quería saber tanto – Recién se percataba de sus dichos, su cara estaba roja y volvía sentarse frente al chico pato, el hombre solo sigua anotando.
*fijación sexual… Complejo Freudiano *recetar inhibidores * ¿crisis de la vejes?
– Sweets, me refiero a que ella está pasando por algo… - el hombre se puso de pie y se sentó al lado del agente.
– Bien… Agente Booth – le palmeó la espalda – Le voy a recetar, este medicamento… ¡ok!... ¡ok!, no le recetaré nada – le dijo ante una mirada que si hubiera sido fusil, lo deja sin cabeza.
- ¿Entonces qué? – la respuesta y la conclusión era simple… Lo complejo era decirle a Booth lo que él pensaba.
– La doctora Brennan está… - y su móvil por primera vez en ocho años de hacer terapia al agente, le salvaba la vida.
– Booth, me llama Cullen, creo que es más importante… - dijo tomando su chaqueta y arrastrándolo fuera de la consulta – Porque no viene mañana y seguimos con la consulta – era hora de correr, si le decía a Seeley que su esposa estaba en medio de una crisis, podría no vivir para ver a su hijo llegar a la primaria.
…
Ya durante la noche, las abstracciones de la antropóloga seguían intactas, miraba a sus hijos mientras jugaban con su padre, era hermoso verlo tirado en el piso, como ambos niños sobre él y riendo, pero algo en su corazón le decía que estaba incompleto… Tal vez la locura, esa locura que nunca pudo liberar…
Sus años de universitaria, habían sido plenamente concentrados en el estudio, prueba de ello es que no asistió al Baile escolar, en ese momento ya estaba adelantando créditos, sus años posteriores se los llevó entre talleres, experimentos, viajes y libros. Luego a sus veinticinco, con doctorado incluido, comenzó su trabajo en el Jeffersonian como antropóloga en jefe y desde ahí, solo un par de veces que salió con Ángela y las copas reiteradas con Booth…
Recapitulando en verdad no había hecho una sola locura en su vida… Podía con considerar un arrebato cuando en medio del caso de Pelant, le pidió matrimonio a su compañero, o las palabras que escribió a su amigo cuando fue sepultada viva… ¿pero una real locura?... Vivir la vida, como decía su casi hermana, nuevamente una sonrisa en su rostro, hoy consideraba que haber viajado a las Molucas era una de sus más grandes arranques… Y las cosas en la despedida de soltera, en palabras de Booth, ¡woou, una experiencia de otro mundo!.
– Ya niños, a lavar sus dientes – un coro de decepción se situó en el living de la casa.
- ¡Ohh, vamos huesos, solo un minuto más! – estaba agradecida, pero realmente faltaba algo de demencia en su calmada vida.
– No chicos, especialmente al mayor… A la cama – y Booth cambio su rostro y arrastró a sus hijos a la cama.
– Espérame en la bañera, bebe.
Comenzó preparando el baño, mientras subía la escalera vino a su cabeza la mejor idea que podría haber tenido en años, según ella, se daría el lujo de alocar su vida y convertirla en un remolino de situaciones incontrolables, tomó el teléfono y le marcó a Max.
– Hola papá – el hombre un poco asustado al otro lado de la línea respondió.
– Hola… ¿Tempe?, pasó algo con los niños – preguntó mirando la hora en el reloj, eran poco más de las 22 horas.
– No Max… Emm, quería pedirte un favor – la cosa pintaba de claro a oscuro, su hija ni siquiera en las pésimas había solicitado su ayuda… ¿ahora qué pasaría, el fin del mundo?.
– Hija… Alguna broma… ¿cámara escondida quizá? – la mujer gruñó, debía hacer esto rápido, quería envolver a Booth en esta irracionalidad sin que siquiera sospechara lo que se le venía encima.
– Si no puedes, llamaré a alguien más – ya la tonalidad de voz ocupada por la mujer era extraña, así que simplemente la dejó hablar.
– Dime hija… ¿para que soy útil? – La mujer se planteó un rápido discurso.
– Quédate con los niños, durante la próxima semana – el hombre miró el calendario, miró nuevamente la hora y se rascó la cabeza.
- ¿la crisis de los treinta? – y de forma automática las carcajadas de Max, llegaban hasta su oído, casi reventándolo, aunque hasta ahora, no le quiso poner nombre a su situación, era justamente describible de aquella manera.
– Max… - El hombre se burló por unos minutos más y luego en voz neutra y casi angelical respondió.
– Está bien, ahí estaré.
…
EL paso uno ya estaba resuelto, una cosa es que quisiera volverse loca durante la semana próxima, la otra es que quisiera dejar a sus hijos sin cuidado y que de la noche a la mañana se volvió una mala madre, pero unas manos suaves la sacaron de su pensamiento y nublaron su mente por unos instantes.
– Ya están listos los niños – esa era una buena razón para comenzar con su plan… Desde hoy sería una nueva mujer, tal vez tomaría la personalidad de Roxy prestada o el descaro de Wanda… Esperaba encontrarse con Tonny o Bock en ese caso.
– Cariñito – Salió de la boca de la mujer, dejando con un signo de interrogación al hombre que besaba su cuello.
- ¿Cariñito?, eso me suena a… - y la mujer lo empujó sobre una silla que se encontraba en el baño, el calló con las piernas abiertas y ella puso su pie justo en el medio, rosando su parte más íntima, este la miró asustado, ella reía internamente, su hijo Sweets le habría dicho que sufría de personalidad múltiple.
– He quedado con Ángi, para ir a las Vegas… Nos vamos el miércoles – Booth intentó ponerse de pie y replicar, pero la posición del zapato le oprimió la virilidad
- ¡¿qué?!... pero ¡¿cuándo?!... ¡no! ¡no! ¡no! – La mujer se cargó más en su posición haciendo que el hombre se corriera para atrás
- ¡Rayos Huesos, eso dolió! ¿Qué pretendes? – La miró asustado por primera en esos diez años, mientras ella cogió su corbata y lo acercó a sus labios.
– Solo un pequeño descanso, cariñito – y pasó su lengua en forma sensual por sus labios, retiró su pie y dejó caer la bata que tenía puesta, dejando su espalda al descubierto.
…
Era miércoles por la mañana, Max pasó a recoger a los niños, Huesos se había ondulado el cabello y pintado sus labios de forma gruesa y provocativa. Había notado sutiles cambios en su forma de vestir y en su forma de caminar, pero hasta que no la vio con ese peinado y vio la ropa que había dejado para él sobre la cama, no hizo las conjeturas necesarias para hacer calzar su personaje.
- ¿amor, nos vamos de encubierto? – Dijo en voz alta, revisando la ropa en la maleta y mirando el sombrero que alguna vez había utilizado Bock.
– No cariñito… ¿Qué te parece este modelo? – Por todas las vírgenes, la mujer llevaba un vestido ceñido a su cuerpo, de color claro, casi transparente, el modelito no llegaba ni a la mitad del muslo y el escote era sencillamente pecaminoso.
- ¿Ro… Ro… Roxy? – Tragó en seco y de forma automática y bochornosa sufrió una erección.
– Parece que el vestido te ha encantado – dijo colgándose por un lado y rosando con la pierna el bulto de sus pantalones.
– Pero ahora nos espera un avión – No sabía el pobre hombre que le esperaba en estas dichosas vacaciones de mitad de trimestre.
…
Durante el camino la artista, pensaba en su amiga y en lo torturada que se veía, hace solo un par de días.
Realmente Ángela era la más entusiasmada con todo, se la pasaba de un lado para el otro, arreglando el hotel, buscando los mejores recorridos turísticos, hasta que Brennan interrumpió en su oficina.
– Ángela… - le dijo con voz casi torturada.
- ¿Qué pasa cariño? – La artista se acercó a su amiga y la abrazó.
– Ven, siéntate – ambas mujeres esperaron en silencio, hasta que la doctora B, se atrevió a hablar.
– Ángela, ya sé que esto parecerá raro… Pero estoy en medio de una crisis… Tengo todo, al amor de mi vida, mi trabajo, mis hijos… todo, lo que cualquier mujer a mi edad podría desear, pero no me es suficiente, he pensado que este viaje… - La artista leyó el pensamiento de su amiga, no por menos la conocía a tanto tiempo.
– No se hable más, haremos de este viaje una locura – Brenn la abrazó y le dio la gracias en silencio.
– Amiga, te recomiendo que en este viaje seas otra.
Y así era, la señora Montenegro Hodgins se encontraba observando el cambio de su amiga, realmente era otra, era como ver el lado osado de Brennan, ese lado rebelde que jamás dejó salir, ese lado endiabladamente sensual y que por un demonio.
- ¿Cómo no infartaste al tigre? – Gritó la morena, mientras que Booth, la miraba con terror en los ojos, ambas amigas gritaron al lado de sus maridos.
– Lo de las Vegas… Se queda en las Vegas…
Para Ángela era toda una revelación lo que Brennan deseaba, agua, sol, chicos jóvenes y bien dotados, locuras al por montón… Laissez faire (dejar hacer) de la vida, talvez nadar desnuda en la alberca del hotel, o jugar en las mesas de un casino hasta el amanecer. Ya más tarde hablaría con su amiga para saber cuáles eran los planes a seguir durante ese viaje exprés, por ahora lo único que quería saber era donde estaban esos dos.
Minutos antes
Booth miraba al techo, por alguna extraña razón le había tocado el asiento de la ventana, siempre era Huesos la que cogía ese lugar, para poder dormir más tranquila, cerró los ojos e intentó descansar un poco, muestra en su infinito instinto le decía que algo iba a pasar, pero no quería arruinar el viaje, por primera vez en todo ese tiempo, Huesos se veía realmente entusiasmada y no por osamentas precisamente, recordó:
¡Oh! Y a donde vamos con los chicos… ¿Porque supongo que vamos los dos? – La mujer había sonreído y respirado, como si no fuera dejar de hablar en meses.
– Booth, por supuesto que vamos los dos, pero estoy tan emocionada, por fin podré estudiar el comportamiento de los hombres compulsivos a las apuestas – dejo levantando las manos y llenando su cara de expresión, como cada vez que hablaba de Huesos.
– Es tan excitante, por ¡Freud! Booth, siempre quise aprender a hacer eso que hace con las cartas, de esta forma – Hizo el movimiento con las manos, como pasando un mazo de cartas a la otra a distancia.
- ¿barajar? – Ella asentía y luego seguía hablando, de ese grupo de gente viciosa como si fuese la cultura más impresionante del planeta.
- ¡oh! Y podré bailar sobre la barra – el hombre sacudió su cabeza y la miro de forma inquisitiva.
- ¿Huesos?.
Y su recuerdo terminaba ahí, cuando sentía una mano sobre sus piernas, deslizarse lentamente hasta su entrepierna, tragó en seco y se preguntó cuántas veces más lo haría durante ese viaje.
– Huesos… - dijo en forma estrangulada, mientras el pequeño Booth comenzaba a crecer bajo su ropa, para el colmo esos pantalones ajustados no ayudaban mucho.
- ¿Qué pasa cariñito? – El hombre la miró con recelo, ¿Qué diablos había pasado con su esposa?, la vio morderse el labio y mirar con lujuria el bulto en sus pantalones.
- ¿Qué estás pensando? – La voz del hombre estaba cargada de miedo. La mujer miró a todos lados en el vuelo, la primera clase no tenía muchos pasajeros, así que en una jugada rápida abrió el cierre de su compañero y tomó el toro por los cuernos.
– Nada que no vaya a ser placentero – El agente alarmado miró por sobre los sillones, esperando que alguna azafata lo salvara de su esposa en "en modo pecado", pero nada.
- ¡Por san Pedro Huesos, es un lugar público! – y ahí iba otra jugarreta más de su esposa, había sacado un arete y lo dejó caer justo a sus pies, le dio mirada.
– Mira dulzura, se ha caído, debo recogerlo – por su cabeza se pasó el único pensamiento lógico de aquella acción.
– No Brenn, por favor n… - y la frase se había cortado en ese momento, ella se había agachado y tenía su brazo estirado al suelo y su boca en… miró hacia abajo, al sentir el contacto de los delicados labios de su mujer, justo en la punta de su miembro, el placer y el calor se reflejaron en su cara, cuando una mujer con el carro de servicio se acercó a su asiento.
– ¿señores, se les ofrece algo? – La mujer abrió los ojos con pena y simplemente siguió su camino, ante una cara pálida de Booth.
- ¡Oh, ya he recuperado mí aro! – Dijo de forma inocente y acaricio fuertemente con la mano el miembro del hombre. Esta mujer lo mataría algún día.
– Huesos… - no pudo hacer más cuando fue arrastrado al baño de servicio.
–Lo que pasa en las Vegas…- y violado literalmente.
…
Al llegar a destino, el agente iba con la cabeza agacha y más se abochornó, cuando Ángela le preguntó a su amiga, porque había desaparecido en mitad del vuelo.
- ¡Oh bueno!, Booth se sentía un poco mal y lo acompañé al baño – la desfachatez de Brennan era increíble, también era increíble lo que habían hecho en un espacio tan pequeño, como el baño del avión, el hombre podía jurar que hasta hoy su esposa jamás había sido tan elástica.
- ¿y bueno cual es nuestro itinerario? – Preguntaba Jack y Ángela lo miraba con picardía.
– El nuestro, es la habitación… y luego el Bar – Respondió, Ángela.Al agente ya le daba miedo preguntar.
– El nuestro es incierto… - Respondió rápido la antropóloga, con una sonrisa pegada en los labios.
– Vamos – ambos hombres caminaron en silencio… Esas mujeres algo se traían entre manos.
