-¡Huele a quemado!
-¡Hoe!
-¿Estás bien, hija?
-S-si…
No le daba vergüenza que se dieran cuenta que los pasteles tenían ese sabor amargo, ella los estaba cocinando con mucho esfuerzo. Resultara lo que resultara, eran sus pasteles.
-Está un poco salado.
-Y frío…
-¡Hermano!
-Ya lo decía yo: los monstruos no saben cocinar.
-¡Argh! ¡Eres muy malo, hermano!
Ahora, en la clase de economía doméstica las cosas no son diferentes. Se preguntaba… ¿Porqué será?
-¡Kinomoto! ¡Confundiste la sal con la azúcar!
-¡H-hoe…!
Aunque quisiera, no podía cocinar.
-Ah, Kinomoto…
-¿Mh?-su compañero de clases, Shaoran Li, es extranjero así que no tiene idea de la comida japonesa. Por eso, está tomando clases de regularización con ella, todas las tardes.- Hola, Li.
-Llegaste tarde-parecía demasiado aburrido con esa expresión despreocupada, mientras tanto revisaba que el caldo no se quemara, olía bastante bien para ser el primer platillo que él cocinaba por si mismo.- La profesora dijo que tendrías que quedarte un par de días más si seguías retrasándote.
-Lo siento es que no me fijé en la hora-mintió porque sinceramente no tenía ganas de entrar a la cocina. Desde pequeña ha intentado cocinar y no ha habido ocasión en que nada se deje de quemar.- Prometo llegar a tiempo la próxima vez.-sonrió porque no queda más que decir.
Shaoran la mira atentamente.- ¿Estás bien?- y casi inmediatamente se arrepiente de haberse fijado siquiera porque esa niña tan bajita comienza a llorar y parece que nada puede detenerla.
Ya le había dado la impresión de que estaba triste, días atrás cuando el pastel de chocolate quedó como una piedra.- Con la práctica…-le había dicho él aquella vez.
Está a su lado y no tiene idea de que hacer para confortarla. Porque no le gusta ver llorar a la gente, no le gusta ver a las niñas llorar.
-¿Quieres un poco?-ofreció, señalándole su olla.- Como vivo solo estoy seguro que no se acabará.
Sakura recoge aire, secándose las lágrimas.- ¿So-solo?-lo ve asentir.- ¿No es triste?
Parpadea.- En realidad no porque puedes comer lo que quieras.- la niña no puede ver cuando sonríe porque se da la vuelta para buscar un traste.
-Mi papá y mi hermano siempre comen lo que yo cocino, pero sé que no les gusta.-confiesa en voz quedita.
-Tal vez tienes que esforzarte un poco más.-opina tranquilamente, pasando una porción de su guisado a un recipiente más pequeño. Ella mueve la cabeza para decirle que sí.
- Entonces, ¿la probarás?
Shaoran lo mira sin comprender ni una palabra.- ¿Qué..?
-Mi comida-aclara y ríe, recibiendo de buena gana su trasto.- Dime, ¿Qué te gusta más?
El joven chino no sabe que decir, eso suena como una promesa y no está muy seguro de si ella logrará cocinar algo… alguna vez.- No lo sé.
-¿Ah?-la niña no parece sorprendida pero lo mira con curiosidad.- ¿Porqué…?
-Nunca lo había pensado.-interrumpe, sus mejillas le arden un poco y se siente un bobo por no saber responder esa simple pregunta. ¿Y que tiene de malo? Tiene diez años, es un niño y tiene derecho a no saber lo que le gusta más.- Se está haciendo muy tarde, es mejor que te vayas a tu casa sino va a oscurecer.
-¡Sí!-dice ella obedientemente, con los grandes ojos verdes brillando felices, sin rastros de las lágrimas.- ¡Hasta mañana, Li!
-Adiós-y Shaoran regresa a sus labores.
Cuando prueban ese guisado en su casa, todos quedan sorprendidos.
-Es… delicioso, Sakura.-Fujitaka parece complacido. Touya se queda sin voz.
-¡No lo cocine yo!-suelta, sonriendo de oreja a oreja.- Li me lo dio porque yo no llegué a tiempo a la clase. Es un chico muy amable…
-¿¡Estabas a solas con un hombre!?
-¿Lo cocinó él solo?-pregunta sorprendido el arqueólogo. Sakura asiente feliz.
-Se le dan muy bien muchas materias, como matemáticas y deportes.-comienza a enumerar con los dedos.- También historia y geografía.
-¿¡Estabas a solas con un hombre!?
-¿Porqué no lo invitas a cenar?-su papá es tan bueno, Touya puso el grito en el cielo.
-¡No es su novio, papá!-pero de nuevo es ignorado.
-¡Lo haré!
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Ésta vez se ha esforzado más de lo normal, su papá le ha dado uno que otro consejo para que salga bien y espera que resulte. Shaoran está sentado solo en una banca, porque no se ha acostumbrado a la compañía de los demás; Sakura se acerca sonriente, él está confundido. ¿Porqué se sienta a su lado? No le ha pedido permiso, ni parece nerviosa.
-Nh… ¿Qué…?-Kinomoto le mira y cuando lo oye hablar incrementa el tamaño de su sonrisa.- ¿Qué pasa…?
-¡Preparé algo!
-Aah…-no se siente más aliviado, Sakura le pasa una caja de almuerzo y se pone de pie, cuando la abre encuentra que está repleta de estrellas de chocolate.
-¿Porqué no vienes a cenar mañana a mi casa? ¡Así no estarás solo y mi papá cocinará!-le dice desde lejos, caminando de espaldas para verlo bien.
-Pero…-y Sakura echó a correr sin darle oportunidad de negarse. Mira todos los chocolates.- Espero que su papá sepa cocinar…-se dice resignado, toma una de las estrellas y se la lleva a la boca, sabe que en cualquier momento puede escupirla pero eso no sucede. Tiene un sabor dulce y cremoso, casi tanto como la persona que los preparó.
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Shaoran está listo para preparar cualquier cosa que diga el manual, Yamazaki está indeciso sobre la receta que deben escoger.
-Esto es difícil… hay tantas diferentes.
-¡Hoe!
-¡Cuidado, Sakura!-algo espumoso comienza a salir de la olla de esa niña castaña, su amiga trata de contrarrestar los daños pero parece demasiado tarde, la cocina huele a quemado.
Yamazaki se ríe un rato mientras él sigue repasando el manual, y de vez en cuando lanza una mirada furtiva a la niña de ojos verdes que sigue cuidadosamente las instrucciones de Daidouji.
-¿Ya decidiste?-es la pregunta de su amigo.- Dime Li, ¿Cuál es tu comida favorita?
Shaoran sonríe. Eso es fácil.
-Chocolate.
