CAPITULO 0

PROLOGO

Era una noche fría y oscura en una de las calles de Londres, Surrey. La calle estaba desierta ese primero de noviembre de mil novecientos ochenta.

Hace dos días, el mago oscuro más tenebroso de todos los tiempos y al que más temían los magos y brujas de Gran Bretaña, fue finalmente puesto a su fin, gracias a un pequeño infante, de nombre Harry James Potter.

Aquel fatídico Halloween, el Lord Oscuro Voldemort apareció en la casa de los Potter, con la intención de matarlos a todos y así poner fin a una línea muy antigua y ancestral, pero ese no era el verdadero motivo del temido mago oscuro, no, el motivo real es que escuchó una parte de una profecía y decidió que era peligroso para su existencia, que los niños implicados en ella vivieran.

Por ese motivo a su lugarteniente más confiable, Bartemius Crouch Junior, le mandó a matar a los Longbottom, mientras que él mismo acababa con los Potter.

En un principio tenía pensado mandar a los Lestrange, pero en última instancia, desechó la idea pues Bellatrix estaba embarazada y se esperaba que pronto diera a luz.

Voldemort era un ser frío, pero entendía los problemas del embarazo y por supuesto de que la familia necesitaba un heredero.

Por ello se decantó por enviar a Bartemius. Pero todo salió terriblemente mal aquella noche, pues cuando llegó a la casa Potter, el padre, James, le puso una buena pelea con transfiguraciones, la madre, solamente se puso en frente de su hijo y suplicó por su vida, cuando no tuvo más remedio que matarla, pensó en Severus, bueno lo que pensó fue que realmente no le importaba un comino la sangre sucia, sino que le diría que se buscara otra mujer, pero esta vez sangre pura o mestiza.

Pero realmente cuando fue a por el pequeño mestizo, el que creía firmemente que podría derrotarlo, lo vio ahí sentado en su cuna, llamando a la asquerosa de su madre sangre sucia, lágrimas formándose en sus ojos verdes brillantes y no pudo evitar preguntarse si era este el niño que le iba a derrotar en el futuro y más aún, si este crío inconscientemente sabía de lo que iba a venir ahora.

- Vas a morir, Harry Potter… no voy a dejar que tú, pequeño me derrotes a mí, el mago oscuro más grande desde Salazar Slytherin.- Dijo al niño, riéndose de que pensara por un momento que podría contestarle.

Levantando su varita hacia el infante, se preparó para la maldición asesina que estaba a punto de soltar.

Antes de que eso pasara, el niño comenzó a brillar de un tono verdoso, lo que significaba que su aura se estaba desplegando. Que lo hiciera consciente o inconscientemente, no lo sabía, pero Voldemort no prestó atención a los ojos del niño, si lo hubiera hecho, se habría dado cuenta de que no eran los suyos.

- ¡Avada Kedavra!- Lanzó la maldición verde hacia la cabeza del infante, el cual brilló por un segundo de su propia aura, absorbiendo la maldición asesina y devolviéndola hacia su lanzador, el cual dio un grito repentino, escuchando las voces en su cabeza, voces que jamás olvidaría.

"Has osado mago oscuro a intentar matar al último de los Peverell, mi descendiente y heredero irá a por ti cuando esté listo y nuestra Casa Ancestral, resurgirá."

Mientras que esas palabras eran dichas, el cuerpo del Lord Oscuro Voldemort era destruido, solamente su alma bien fragmentada era capaz de escapar en forma de espectro. Tampoco se dio cuenta de que una parte de su alma se incrustaba en la cabeza del niño y descendiente Peverell, algo totalmente desconocido para él y para muchos en el futuro cercano.

Así fue como el mago oscuro más temido de la historia, fue derrotado no por Harry Potter, sino por el ancestro y antepasado del niño, Markus Peverell, Maestro Nigromante de la Familia Peverell.

Ahora, dos días más tarde y después de que descubrieran la casa destrozada, un mago caminaba por las oscuras y vacías calles de Surrey, Privet Drive, pensando en los acontecimientos recientes y en lo que significaba para él.

Este mago iba vestido con túnicas de color purpura y estrellitas con lunas estampadas en ellas. Vestía así por una razón en particular, si la gente pensaba que eran excéntricas, entonces más oportunidades de ser subestimado había.

Aparte que las estrellas y lunas de su túnica estaban encantadas para reflejar ciertos tipos de maldiciones o crear escudos, algo que le venía muy bien a su fama de magia sin varita.

De todas formas, este mago iba pensando en lo que había hecho recientemente en el Wizengamot, había cerrado y guardado los testamentos de los Potter, haciéndose guardián del niño que vivió, para poder sacar provecho a las cuentas Potter. Se decía que tenían tanto oro, que podían comprar una serie de islas.

Por supuesto, él mismo cogería ese oro y lo utilizaría para sus propios fines, mientras que el niño viviría entre muggles, muggles que se encargaría de que lo odiasen.

El crío había conseguido algo que pocos hombres adultos podían permitirse el lujo de hacer, cabrear a Albus Dumbledore y por ese motivo, pagaría. Si los muggles conseguían triunfar, donde Voldemort falló, tanto mejor.

Mientras que estaba enfrente del número 4 de Privet Drive, comenzó a erigir las salas de sangre y salas para que los muggles tuvieran repulsión del niño, ahora bien, todo era por el bien común, se dijo a sí mismo.

Las salas de sangre servirían para la protección del niño en contra de los mortífagos que quedaban aún libres, mientras que la sala repulsión, era para que los muggles no lo trataran bien y si era posible, abusarlo. Tanto físicamente, como emocionalmente, cuando llegara a Hogwarts, diez años más tarde, sería el perfecto peón, moldeable y todo. Albus se felicitó a sí mismo en esos momentos.

Unos minutos más tarde, se dio cuenta de que su subordinada, Minerva, había visto erigir salas en la casa, pero no sabía que salas eran. Menos mal que ella era Maestra en Transfiguración y no en amparo.

- Buenas noches, Minerva.- Saludó a un gato atigrado y rígido en la acera, viendo cómo se transformaba en la mencionada profesora McGonagall, lentamente caminando hacia Albus.

- ¿Cómo supiste que era yo?

- Fácil Minerva, no he visto un gato tan rígido en mi vida. Aparte, ¿Un gato atigrado? Sabes tan bien como yo, que he visto tus transformaciones incontables de veces.

- Cierto Albus. ¿Estás seguro de dejarlo aquí? ¿Crees que es seguro para él? He visto como son estos muggles y son de la peor clase. ¿No crees que estaría mejor en cualquier otro sitio? ¿En cualquier familia de magos?- Preguntó y medio suplicó la profesora McGonagall, la que tan severa era con sus estudiantes, pero un bebé mágico en una casa muggle, no era una buena idea.

Albus consideró sus opciones de mantenerla en el lado bueno de su perspectiva o incluso decirle de sus planes a largo plazo, pero desechó la idea rápidamente, sabiendo Minerva, iría corriendo a Amelia Bones, para evitar la tragedia.

Aunque Amelia fuera nada más que una auror respetada en el ministerio de magia, él sabía que ella se convertiría en Jefa del Departamento de Seguridad Mágica en poco tiempo, por ello sería mejor mentirle a Minerva.

- No Minerva.- Dio un suspiro triste falsamente. – Ojalá pudiera ser de otra manera… pero Harry debe vivir con sus parientes muggles. El estará seguro aquí y además no se volverá arrogante por su fama. Es mejor que no conozca sobre el mundo mágico.- Albus le dijo la media verdad a Minerva.

De hecho estaría a salvo con sus parientes muggles del exterior, pero no del interior. Todo el plan que estaba construyendo rápidamente, Albus se daba palmaditas por lo bien que funcionaba.

Dentro de poco, cuando el Wizengamot se reuniera, él mismo se encargaría de velar por el asiento de los Potter y sus votos, lo cual le vendría bien al lado de la luz. Manipular a la gente mágica, diciendo que él mismo era el guardián mágico del niño, para solamente tener el oro y el asiento, era un plan magistral.

Por supuesto, tendría que convencer al gerente de cuentas de los Potter, pero como todo gobblin, era sobornable, al menos hasta un cierto punto. Seguramente que si le ofrecía alguna vieja reliquia de la escuela que estuviera construida por su raza, aceptaría de inmediato.

Saliendo de su ensimismamiento de grandeza, Albus se dio cuenta de que Hagrid quería despedirse una vez más del pequeño Potter, algo que le dejó hacer, más que nada para que se viera a sí mismo como benevolente y un tipo de abuelo.

Luego de volverse a Minerva y ver como Hagrid se subía a la moto voladora del joven Black, un cabo que había atado, enviándolo a Azkaban, diciendo que él era el guardián secreto de los Potter y que por ende, los había traicionado al Lord Oscuro.

Tuvo la suerte de que tanto Bartemius Crouch Sr. como Cornelius Fudge lo habían atrapado y estaban de acuerdo en mandarlo a prisión sin un juicio. Con suerte los dementores acabarían con su cordura y con su alma, sin tener que preocuparse de él.

Lástima que el resto de la familia Black no fuera tan fácil de eliminar, ellos sabían cómo jugar este tipo de juegos políticos, aparte de tener el oro y la influencia para salir del mal paso.

- Minerva, creo que es hora de que nos unamos a los festejos.- Invitó Albus a su subdirectora, esperando correctamente que lo rechazara como inmoral e inapropiado y fuera a llorar a sus alumnos preferidos a solas.

Cuando él fue el último para desaparecerse del barrio de Privet Drive, Surrey, le deseo buena suerte al niño bajo la manta. Sonaba un poco hipócrita viniendo de él, habiendo manipulado para que no sea querido, pero con una ola de su mano se quitó de esos pensamientos oscuros. Porque como diría su antiguo amante Gellert, es por el bien mayor. Con un suave crujido se desapareció de la calle, para no volver más.

Salto de Línea.

Los primeros años de la vida de Harry Potter en Privet Drive, no fueron muy felices. Debido principalmente al odio que le profesaban sus parientes.

Cuando a la mañana siguiente de ser dejado en la puerta de la casa Dursley, como si fuera una botella de leche o el periódico de la mañana, Petunia Dursley lo encontró, recogiéndolo con una mirada de curiosidad, lo aceptó en su casa, afianzando las salas de repulsión.

Acto seguido un grito fuerte y agudo de ella, vino a despertar a su marido, el cual sabía intrínsecamente que iba a odiar lo que asustó a su querida esposa.

No tuvo que esperar mucho y por desgracia para el pequeño inocente, fue tirado al armario debajo de las escaleras, por unos buenos momentos, mientras que la pareja discutía su futuro.

Tras haber discutido largo y tendido sobre las implicaciones del niño en su casa, Vernon y Petunia se aseguraron de que el niño no compartiera habitación con su propio hijo, no fuera a ser que le pegara la monstruosidad y su anormalidad, pues sabían de antemano, que iba a ser como los padres, un monstruo.

Cuando obtuvieron la carta, tras haber registrado la cuna del bebé, los pensamientos de odio y furia hacia el niño, se intensificaron, haciendo que las salas y hechizos funcionaran mejor.

Al principio lo tuvieron un par de días encerrado sin alimentarlo, para ver si la naturaleza surtía efecto y moría de inanición, pero se equivocaron. El niño por más hambre que pasara o por más que llorara, no se moría. Después de los lloros del crío, decidieron que lo mejor sería alimentarlo, pues los vecinos ya estaban sospechando que algo andaba mal y ellos mismos no querían que la mierda los salpicara y fueran acusados de intento de asesinato de un bebé.

Por desgracia para Vernon, el niño era muy pequeño para que se pudiera desquitar con él, dándole una paliza. Después de todo, Vernon tenía corazón.

La suerte de Harry no duró mucho, cuando a la tierna de edad de cuatro años tuvieron presente sus familiares que podía mantenerse en pie por sí mismo y hablar con fluidez como un adulto; por supuesto pensaron que eso no era normal en un niño, ya que su propio hijo todavía no hablaba y si lo hacía era con palabras cortas, ni mucho menos caminaba; decidieron que era hora de mostrar el lugar que le correspondía al muchacho y eso llegó con la primera "lección" de vida de Harry. Su primera paliza por manos de su tío, cuando éste llegó del trabajo.

- ¡Dónde está ese MONSTRUO!- Rugió un Vernon iracundo, entrando por la puerta de su casa. El rostro lo llevaba de color morado y la saliva salpicaba por todas partes, cuando entró gritando, asegurándose de que los vecinos no oyeran nada.

- Vernon, querido, ¿Qué tal estuvo tu día?- Preguntó Petunia al oír la dulce voz de su esposo.

- ¡Mal, en primer lugar no me dan una secretaria! ¡Después me viene uno de los padres de la escuela de Dudley, diciéndome que tengo que estar orgulloso de mi sobrino! ¡Ese monstruo se va a enterar de que no es mejor que nuestro Dudders! ¿Dónde está él?- Exigió a su esposa, la cual sonriéndole con ternura, le indicó que en el jardín.

- Te voy a preparar algo de comer, querido.- Dijo mientras se dirigía hacia la cocina a preparar el plato favorito de su esposo, el cual se relamía con antelación, pero antes se tenía que dirigir al jardín, donde encontró a Harry Potter trabajando en la parte trasera de la casa.

Yendo sin que le viera venir, por detrás del chico, Vernon le dio una patada en la espalda, arrojándolo de bruces contra el césped. Oyendo el crujido repugnante de que algo se había roto, sonrío con descaro hacia la forma temblorosa de su sobrino. Una sonrisa maliciosa y una idea más oscura, le vino a la mente.

Cogiéndolo por el pelo, lo arrastró hasta la casa y ahí fue cuando el infierno empezó.

Primero para que no pudiera huir, le dio un fuerte pisotón en las piernas. Oyendo el crujido y el grito agonizante de su sobrino, el hombre continuó agachándose y dándole varios puñetazos en repetidas ocasiones en la cara, estómago y pecho. Cuando finalmente vio que no gritaba, pero que seguía moviéndose, lo arrastro hasta la alacena y lo arrojo como si fuera un costal de patatas rancias.

- Eso le demostrará al monstruo que conmigo y mi familia no se juega.- Dijo Vernon un poco fatigado de golpear a su sobrino, pero no obstante, no preocupado por el estado del niño.

Cuando Harry acabó en el armario debajo de las escaleras o la alacena, como muchas veces se la llamaba, no podía pensar racionalmente debido al dolor insufrible que estaba padeciendo. Entre la inconsciencia y la consciencia veía un mar con aguas verdes y en un lado una columna de humo negro como su pelo. Él no sabía lo que era, más no le importaba, pues cuando estaba viendo el mar de aguas verdes y por extraño que parezca, la negrura, su dolor parecía disminuir un poco. Ahora mismo no sabía lo que era, parecía mágico para él, pero como muchas veces le decían, la magia no existía y si persistía en esa creencia, más palizas y deberes se le atribuían. Pero cuando tuviera 7 años descubriría que es su núcleo mágico y la parte de alma que Lord Voldemort dejo en él.

Después de ese episodio de abusos, vinieron más pero en menor medida. Entre insultos y diciéndole que nadie quería al chico, le hicieron cocinar para la familia. Al principio intentó negarse, pero su tía no iba a tener un no por respuesta. Con una sartén le atizo tan fuerte en la cabeza que estuvo un par de horas desmayado. Cuando despertó se le obligo a cocinar. Como Harry no sabía cocinar, muchas de las veces se quemaba las manos o los brazos, de lo cual su queridísimo tío, le recordaba que no valía para nada y le daba una pequeña paliza después.

Obligándose a aprender a cocinar, el joven Harry logró a la tierna edad de 5 años su primer plato bien hecho. Claro que sus tíos no le agradecieron nada, su primo que ya se estaba poniendo como un ballenato, quería más, pero como no había más comida, a Harry le quedó un castigo impuesto por Petunia, el cual consistía en la limpieza nuevamente de la casa entera, pintar la valla que separaba de los vecinos y para cuando volviera su tío, lavar el coche; para que después Vernon le sacara de su armario y le atizara con un bate de béisbol, como castigo secundario, pues hacerle trabajar como un esclavo no era suficiente. Aparte del hecho de prometerse a sí mismos quitar la extravagancia de su sobrino a golpes.

A los 6 años el pobre Harry se encontraba huyendo de los amigos de su primo, ya que estaban jugando a Cazar al Monstruo. El pobre muchacho corría desesperado por salvar el pellejo. Lo que no comprendía, era que había hecho él, para merecer tal destino. Por mucho que corriera, siempre se cansaba y terminaban encontrándolo.

Era raro lo que le pasaba, mientras que estaba huyendo en Privet Drive, se cansaría de correr, agotado y exhausto. No entendía al principio porque le sucedía esto, pero poco después, comprendió que por no ser bien alimentado, su resistencia física era peor que pobre y debido a las palizas que le propinaban, tanto dentro de casa, como fuera, los músculos y huesos mal curados, le pasaran factura y hacían estragos con él. Por ese motivo, siempre terminaba resollando en algún parque para que el ballenato de su primo y los matones de sus amigos le encuentren y le den la paliza del día, para que después cuando llegara a su casa si se puede llamar casa a donde vivía, su tío le diera otra paliza, por hacer correr a su querido hijo.

A los 7 años, todo cambió debido a un gran infortunio del destino. Un Harry Potter pequeño y demasiado delgado para su edad, estaba en el armario de debajo de las escaleras, cuando la puerta de "su habitación" se abrió de repente para encontrarse a su "querido" tío borracho como una cuba. Intentando retroceder para escapar de sus apestosas garras, pero no pudiendo, Vernon Dursley agarro tan fuerte a su sobrino del pescuezo, que por unos breves segundos pensó que lo había conseguido, que había matado al monstruo, pero viendo que se equivocaba, procedió a mostrarle quien era su superior. Con el puño cerrado y con más fuerza de la que quería usar, le endiñó un puñetazo en la sien al niño tirándolo al suelo. Poco después, mirando lo que había hecho y no quedándose a gusto, cogió el látigo de tres puntas que había preparado por sí mismo y empezó la tortura.

Dando latigazos sin parar por donde cayeran en el joven Harry, desgarrándole las ropas y la poca carne que tenía, paró unos momentos para tomarse un tiempo para recuperar el aliento y con un pisotón final en las costillas del niño, lo volvió a arrojar al armario en el que estaba solo unos momentos antes.

Por unos momentos el enorme borracho de un tío, que se denominaba a sí mismo, Vernon Dursley y persona de bien, estuvo pensando en qué más hacer al niño, cuando vio que éste no se movía, decidió poner fin al día de torturas, yéndose hacia su habitación a celebrar con su bella esposa.

Un Harry muy maltratado cayó al vacío de la inconsciencia abrumadora de su mente. Mientras que en el tiempo real, su cuerpo empezó a sanar por su magia, en su mente o inconsciencia, el Harry de 7 años empezó a investigar de donde procedían aquellas aguas verdosas aguas y aquellas nubes de oscuridad, que le incitaban a sumergirse en ellas. Viendo el inmenso mar que tenía por delante, decidió explorar "la playa" por así decirlo y ver lo que era. Él no estaba preparado, para que una persona se manifestara en su subconsciente y le hablara. Menos preparado estaba para que esa "persona" le dijera que era un familiar de hace muchos siglos atrás que estaba muerto.

En innumerables ocasiones Harry había pedio a quien quiera que escuchara sus plegarias, que algo así sucediera. Le hubiera gustado que fuera una persona viva, pero no iba a denegar esta maravillosa persona que decía ser un familiar muerto hace siglos.

- Hola Harry.- Le dijo la persona que repentinamente apareció a su lado. Dicha persona era más alta que el chico, de fuerte musculatura, con el pelo negro como el de Harry. Ojos azules como las aguas de los mares y un poco de barba tupida.

- ¿Quién eres?- Preguntó Harry, omitiendo el hecho de que no sabía el nombre, así pues no podía saludar correctamente.

- Soy un antepasado tuyo, Harry. Soy un Nigromante Peverell que ha estado latente en tu mente y en la de todos los Potter durante generaciones, esperando que me desbloqueen. Esto no quiere decir que te vaya a poseer. Solo quiere decir que te voy a enseñar a defenderte de tus odiosos parientes y enseñarte tu verdadero legado, si quieres, claro.

- ¿Eres un familiar que está en mi mente?

- Y en tu magia.

-¿Magia? La magia no existe, o eso dice tío Vernon.

- Ese muggle miente. Tú, Harry tienes magia y una magia muy poderosa. ¿Ves el mar verde y la oscuridad al fondo?- con un asentimiento del niño el ente continuó. - El mar es tu núcleo mágico, es de color verde, ya que tu magia es así, la oscuridad que hay al fondo, es parte del alma del asesino de tus padres, solo tú puedes absorber su poder y conocimientos. Yo te enseñaré como se hace, pero antes debes dar tu permiso y querer hacerlo, si no, me temo que despertaras curado y sano, y volverás a recibir las palizas de esos a los que llamas parientes.- El muchacho se lo quedó mirando sopesando sus posibilidades. Si bien es cierto que todo podría ser acto de su imaginación, lo de la magia y que el fuera un usuario de ella, era bastante tentador. Recordando las cosas raras e inexplicables que le sucedieron, tomo su decisión.

- Está bien, señor Peverell. Enséñeme lo que sea para salir de aquí.

- Bien Harry, me alegra oír eso.- Le dijo con una amplia sonrisa al niño.

- Lo primero que tendrás que hacer es cortarte la mano izquierda y meterte en tu núcleo mágico. Para ello utiliza la boca o solo piensa en un corte para que aparezca en tu mano. - Al ver la cara asustada del chico, le tranquilizó diciéndole que no le dolería, ya que estaban a las puertas de su núcleo mágico. - Después de que tengas el corte, deberás meterte en tu núcleo y aceptar tu magia en tu cuerpo, eso tendrá dos consecuencias. La primera es que tu cuerpo sanará completamente y se mantendrá en éxtasis durante las horas que estés inconsciente y aprendiendo lo básico para salir de esta prisión y la segunda y más importante, te dará acceso al poder latente de todos los Peverell, Potter o Slytherin que llevan nuestra sangre y podrás dominar la parte del alma que tienes ahí enfrente. ¿Comprendes? ¿Tienes alguna pregunta?

- Si comprendo, pero si hago esto, ¿Seré capaz de vengarme de Vernon, Petunia y Dudley? No los considero parientes nunca más, me gustaría verlos sufrir como he sufrido yo.

- Por supuesto Harry, te enseñare como hacerlo. Ahora haz lo que te he dicho.- Instruyó el Nigromante Peverell a Harry, el cual asintió con una mirada de determinación en su rostro.

Con esas últimas palabras de aliento y promesa de venganza, Harry pensó en un corte que aparezca en su mano izquierda, y mirando para asegurarse de que así sucedía, se metió en las aguas profundas de su núcleo mágico, aceptando inmediatamente su destino.

En el mundo real, fuera de la inconsciencia de Harry su cuerpo empezó a brillar de un verde tenue y poderoso. Los muggles que estaban arriba no se enterarían de nada de lo que sucedía a su odiado sobrino, así como tampoco el director de la "prestigiosa" escuela de magia, que había condenado al alma joven de Harry, a pasar por la agonizante y ardua tarea de vivir con estos muggles en particular.

En su inconsciencia Harry se fusiono con las aguas de su núcleo y empezó a canalizar toda la energía y magia que poseía. El nigromante Peverell lo observaba de la distancia, sonriendo como nunca había sonreído cuando estaba con vida.

- Este chico es el Peverell que llevará nuestro nombre a la gloria de nuevo.- Susurro para sí mismo mientras que Harry seguía brillando de poder. – Tiene el poder… pero también tiene el deseo de venganza… eso le puede acarrear problemas, tal vez, cuando tenga un par de años más, podría ir a Mesopotamia…- Terminó de sonreír el Nigromante, pensando en el futuro de Harry.

Pasaron unos minutos en la mente de Harry, mientras asimilaba las oleadas de poder que tenía, mientras tanto, empezó a recordar toda su vida, incluida cuando estaba con sus padres escondido en el Valle de Godric, recordó a su padrino Sirius, convertirse en un perro, recordó a su tío honorario Remus, hablar tranquilamente con sus padres y cogerle en brazos, también recordó a Peter, otro que se podía transformar en un animal, esta vez en una rata. Y recordó a sus carceleros: Voldemort, Albus Dumbledore, Rubeus Hagrid y Minerva McGonagall, que le encerraron en esa prisión que ellos llamaban casa, también recordó la magia que hizo el viejo de barba blanca, esa magia de sangre que lo ata a las salas de "protección". Recordó todas las palizas que había recibido hasta el momento.

Y fue que, con un fuerte rugido primordial, se elevó de las profundidades de su núcleo mágico resplandeciente en verde esmeralda, el mismo verde esmeralda que eran sus ojos. Sintiendo el poder que desprendía en esos momentos, podía decir con certeza que le gustaba y que no pensaba desprenderse de él, ni de la oportunidad que le habían dado.

Aplausos resonaron del nigromante Peverell, que con una cara impresionada, le contó al joven enfrente de él, que fue uno de los pocos en conseguir lo que había hecho. También le instruyó sobre como asimilar el poder oscuro que había en su interior. Le contó lo que era realmente.

- Harry, ahora estás preparado para asumir el conocimiento y poder de la parte de esa alma que tienes en tu interior. Eso Harry, es un Horrocrux. Un Horrocrux es un objeto o persona, como tú en este caso, que tiene una parte del alma de otra persona. En este caso tienes la parte del alma de Lord Voldemort, o Tom Marvolo Riddle, el cuál es un heredero lejano de Slytherin, que es una de las sub-familias de Peverell. Para poder asumir el control de su conocimiento en la magia y su poder, debes hacer lo mismo, pero con ambas manos y dejar que tu magia y poder fluyan libremente, una vez que te sumerjas en la oscuridad, debes de recordar que tú eres más poderoso que esa parte de alma.- Con otro asentimiento de cabeza y más decidido que la última vez, Harry se cortó ambas manos para que fluyera su sangre y con el mismo resplandor verdoso se sumergió en la oscuridad.

Cuando Harry estuvo sumergido en lo que es el alma de Lord Voldemort, sintió una opresión en su magia, liberándola para hacer presión sobre la magia oscura y poder asumir los recuerdos y poder que tenía. Harry pensaba, como le había dicho el Nigromante Peverell, que era más poderoso que este ente espiritual, pero aunque le dijera eso, tenía que ser cauteloso con la cosa oscura y desconocida, no sabía lo que podía pasar si se confiaba, por ello, fue dejando fluir más y más poder dentro de él de su núcleo mágico, para poder hacerse con el control. Lo que paso a continuación le dejó impresionado, no esperaba que tan rápido fuera capaz de ver los recuerdos, pero no sabía que era una especie de trampa del Horrocrux para que se confiara.

No queriendo poner demasiada confianza en que podía ganar fácilmente, ignoro los recuerdos de la infancia de Tom, y liberó más magia todavía para llenar las espesas nubes negras con su magia verdosa.

Después de unos largos minutos y ardua lucha, que le parecieron horas, pudo vislumbrar lo que parecían verdaderos recuerdos del Horrocrux y su magia negra. Empujando más fuerte a medida que observaba, fue canalizando la magia negra que se transmitía. También fue canalizando los recuerdos, recuerdos que eran tan dolorosos o más que los suyos. Se quedó impresionado a las similitudes que tenían. Los dos eran huérfanos, pero un tanto diferentes. Tom, porque su madre murió al dar a luz y él porque este mismo Tom fue el asesino de sus padres. Vio los recuerdos que tenia de Hogwarts y de la sala común de Slytherin, un sitio que se veía frío pero acogedor al mismo tiempo. Vio los momentos que pasó en los pasillos de la escuela aprendiendo de la magia y la política de sangre pura, observo con deleite como sus propios compañeros, aquellos que lo odiaron por lo que era, ahora lo respetaban de tal manera, que le enseñaban las tradiciones y la cultura en la que estaba. Aprendió de los recuerdos que el joven Tom se inmiscuía en la política a la tierna edad de doce años, con su primera decepción, pero que más tarde vino la primera alegría de ganar una batalla que creía perdida.

Vio como ese niño manipulaba su entorno y aprendía de su ascendencia a través del habla Pársel, un idioma que era heredado de la propia línea de Salazar Slytherin. Aprendió la magia que conllevaba y los secretos oscuros del niño que años más tarde mató a su propio padre muggle, con la maldición asesina. Aprendió que era menos engorroso, aunque el preferiría matar a los sucios muggles que lo tenían prisionero de la peor forma posible, que lo que hizo Tom a su familia muggle. Lo bueno que tenía la historia, fue la venganza que se tomó con su tío Morfin Gaunt.

Hizo que el ministerio de magia creyera que había sido él, quien había ido a la casa a matar a los muggles y vio con cierto asco, como los miembros del gobierno mágico eran tan impresionables y manipulables.

También vio los recuerdos de su formación como Señor Oscuro y la magia oscura que aprendió. Observo con fascinación morbosa como se hacían los Horrocruxes y que ritual llevar a cabo. Pudo ver porque el Señor Oscuro odiaba a los muggles, pero no a los nacidos de muggles, ya que ellos no tenían la culpa de que no se les enseñara las antiguas costumbres mágicas.

Pasaron más minutos mientras iba recolectando información valiosa, hasta que de repente dio un terrible jadeo al descubrir, porque Voldemort fue tras él, debido a una estúpida profecía que no tenía ni pies ni cabeza. Más aun, vio como ese mortífago, de pelo grasiento y nariz ganchuda, estaba convencido de que era a los Potter a quien tenían que atacar. En ese momento juró a sí mismo encontrar a los mortífagos que sabía eran leales a Voldemort y robárselos, para poder destruir su poder. Harry les daría lo que Voldemort jamás podría darles, y eso era el respeto y el privilegio de llegar a lo más alto de la cima alimentaria dentro del gobierno, para poder cambiar las leyes a su antojo.

En cuestión del mortífago que señaló a sus padres y a él mismo, juró que lo encontraría y lo mataría, lo bueno que tenía era que sabía su nombre, Severus Snape.

Otros cinco minutos tuvieron que pasar para que pudiera asumir el inmenso poder que el Horrocrux tenía. Un poder que no sabía cómo iba a controlar, pero que los recuerdos los iba a clasificar debido a una magia de la mente, llamada Oclumancia.

Cuando por fin obtuvo todo el poder bajo control, salió del trance brillando verde oscuro y se dirigió al que le había mostrado como controlarlo.

- Gracias por haberme mostrado mi potencial y herencia, señor Peverell. No podré pagarle lo suficiente por esto.

- No te preocupes hijo, esto solo es el comienzo. Ahora te tengo que enseñar a colocar y evaluar todos los recuerdos que has adquirido y toda la magia y poder que llevas dentro. Primero tendrás que relajarte lo suficiente y meditar.

- Pero señor Peverell, dentro de unas horas me sacaran del armario…

- No, tu magia les hará creer que no estás en condiciones de trabajar y los encantamientos compulsión que hay alrededor de las barreras y salas de sangre se encargaran del resto. Ahora siéntate y relájate. Después deberás acceder a tu mente y ordenar tus recuerdos. Te recomiendo que uses como un archivador o un castillo para guardar los pensamientos y demás. Luego de haber construido tu castillo, deberás almacenar dichos recuerdos dentro de él, de mas importante a menos importante. Y por último tendrás que utilizar defensas mentales que sean lo suficientemente poderosas para que los que intenten utilizar Legeremancia en ti, no puedan entrar en tu fortaleza.

- De acuerdo señor Peverell, haré lo mejor que pueda. ¿Puedo hacerle una pregunta?

- Claro Harry, dime.

- ¿Cómo es un castillo o fortaleza? Nunca he visto uno.

- No te preocupes, te voy a mostrar la imagen de lo que es.- Con un chasquido de sus dedos, una enorme fortaleza apareció de la nada detrás del niño y en un recorrido rápido le mostró el interior de la misma.

Lo que podía observar a simple vista era fantástico, llena de habitaciones y salas especiales donde se podrían guardar todos y cada uno de sus recuerdos y estudios. Estaba ya imaginando donde guardar las cosas, cuando descubrió que tenía incluso mazmorras y torres tan altas como gigantes. Viendo que se hacía a la idea, le dijo a Harry a salir de la fortaleza y que comenzara a construir su propia.

- Has visto lo que es, ahora Harry proyecta esas imágenes a tu fortaleza mental, y luego trabajaremos en las defensas.- Un decidido Harry se sentó al estilo indio cruzando las piernas una sobre otra y cerró los ojos. Con un suspiro largo intentó despejar la mente o relajarse, ya que estaba dentro de su propia mente. Mientras que él estaba construyendo su fortaleza mental, fuera donde está el señor Peverell y Harry sentado, estaba empezando la construcción mental de las paredes que tendrían todos los recuerdos y magia del muchacho.

- Bien Harry, sigue así. Pronto aprenderás a controlar el poder que tienes y los recuerdos de ese señor oscuro. Cuando logres eso, te enseñare la magia familiar Peverell. La nigromancia.- Se dijo a sí mismo el señor Peverell, Nigromante de la familia Peverell, el cual con una sonrisa de suficiencia y lo que podía llegarse a describir como cariño por el niño, cruzó su rostro, antes de que tuviera que quitarlas, pensando en cuán duro iba a ser el entrenamiento mental de Harry.

Por otra parte, las salas de sangre que había alrededor de la casa, tendría que ser enseñado como quitarlas o manipularlas a su antojo, para que pudiera salir de la propiedad o al menos el que estuviera vigilándolo, pudiera ser engañado. Otra cosa que pensar era esa otra sala. No podía poner el dedo en lo que era, pero no era bueno para su joven aprendiz, el cual iba viendo cómo iba creando los principios del Castillo, un castillo que le recordó a su hogar ancestral por alguna extraña razón.

Salto de Línea.

Un año había pasado, un año desde que Harry descubrió su herencia gracias al destino. Un año desde que Harry se libró de los abusos de sus tíos y primo. ¡Qué año había pasado! Había estado tan contento por aprender Oclumancia y Legeremancia, que no se dio apenas cuenta de los cambios que tenía en su cuerpo.

Había crecido un poco más de lo esperado, ahora parecía mucho a un muchacho de su edad, también había dejado de usar gafas, pues ya no las necesitaba, gracias a la magia y al Horrocrux que habitaba en su cicatriz, desaparecer.

Para empezar, le tomó tres días para controlar los poderes de la mente, tres días enteros para colocar y clasificar todos los recuerdos que tenía. Por supuesto, los recuerdos que no quería tener o que creía que eran inservibles, los desechaba rápidamente, tales como: como atarse los zapatos, hacer un nudo de corbata, como lavarse los dientes y ese tipo de cosas que no servían para nada. También desechaba los recuerdos de Voldemort en las violaciones u otros delitos que no quería tener, puesto que quería al menos tener la mente limpia de esas cosas. No aceptaba el hecho de que un hombre hiciera tales atrocidades a la gente, podría ser él un posible asesino, pero al menos tenía una razón para ello. Matar a los muggles que ya ni consideraba parientes, no era nada malo, sino todo lo contrario. También creía firmemente en la venganza en contra de los que hicieron daño, ya sea a su familia o a él, tanto directa, como indirectamente.

Después de haber aprendido las artes de la mente, pasó el resto de la semana que estaba en el armario aprendiendo a controlar su magia y poder. El señor Peverell le enseñó un montón de maldiciones que podía usar sin varita o vara, también aprendió encantamientos, transfiguración, artes oscuras, artes de luz (Patronus) y mucha más magia que le serviría como apoyo.

Aparte de enseñarle la magia, tanto teórica como práctica, le enseñó un poco de política del mundo mágico e historia. Desgraciadamente, la historia que aprendió fue hasta el momento de los Peverell más ancianos dejaron de existir y dar consejo al resto de la familia, pues corría el rumor de que el apellido Peverell, había sido cambiado a otros apellidos para protegerse. También le enseñó tradiciones y rituales que le podrían servir de ayuda en el futuro, así como el idioma de la raza de guerreros que eran al mismo tiempo banqueros, los Gobblins.

Después de enseñarle todo eso, se decidió el señor Peverell a enseñar a Harry un poco de la historia familiar, contándole sobre la línea de sangre Peverell y que era tan arcaica, que se consideraba de las primeras líneas mágicas en aparecer en las islas. Realmente, los Peverell eran una familia nómada que comenzaron en Mesopotamia, hace más de cinco mil años, pero esa historia fascinante, era para otro momento.

- Los Peverell siempre fueron en su mayor o menor medida nigromantes, así pues cuando te metas en tu fortaleza mental, aprenderás lo básico de la nigromancia, para continuar con el legado de la familia. Ahora es tu responsabilidad que nuestra magia siga creciendo y viva, pues vive a través de ti.- Le contó una vez con el rostro serio, pues era muy importante que aprendiera la situación en la que estaba. Después de todo, la enseñanza que iba a recibir de la Nigromancia, era muy peligrosa si no se utilizaba correctamente. – También es importante que aprendas todo lo que te enseño correctamente, si quieres salir de aquí, sé que has estado estudiando bien y eres un buen estudiante, pero es necesario que cuando vayas a Gringotts, puedas defenderte, tanto hablando, como mágicamente. Una vez que tengas acceso al hogar ancestral de la familia, aprenderás el resto de nuestra magia familiar. La Nigromancia en toda su gloria y extensión.- Terminó de instruir, haciendo que Harry viera con ojos enormes y una amplia sonrisa en su rostro, lo cual era indicativo de que tenía toda su atención y promesa de estudiar más duro todavía.

También le contó sobre los artefactos nigrománticos que hicieron los tres hermanos Peverell, aquellos artefactos, que sin ellos saberlo, les dieron la fama: las reliquias de la muerte.

- Hoy, aprenderás sobre las reliquias de la muerte, al menos así llamadas por el resto del mundo mágico, pero en verdad, en nuestra familia, fueron llamadas las armas Peverell o artefactos nigrománticos.- Dijo después de pasar dos meses en su mente, que realmente pasó un poco menos de tiempo, todo era confuso cuando se estaba en la mente de Harry, por ello no pensaban demasiado en esos temas controvertidos.

- Las reliquias de la muerte, en sí, no son de la muerte, sino que fueron llamadas así porque los tres hermanos como todo Peverell, eran nigromantes. Las reliquias consistían de:

La varita de Saúco, que fue creada por Antioch Peverell. Antioch era un creador de varitas-varas muy reconocido, competencia de los Ollivander. El creó la varita con varias maderas que personificaban la muerte y con los núcleos más poderosos también. No se sabe que núcleos son, ya que se llevó el secreto a la tumba, pero se sospechaba que uno de ellos era pelo de Thestral. Esa varita la puede utilizar cualquier mago, pero su verdadero potencial solo podrá ser utilizado por un Peverell.- Contó la historia del primer hermano, parando unos momentos para tomar aire y reflexionar acerca de ello. También miró con interés a Harry, el cual parecía prometerse recuperar esa reliquia y herencia, dado que por derecho de nacimiento le pertenecía a él. – Luego está la piedra de resurrección, creada por el hermano mediano, Cadmus Peverell. Como el nombre indica, sirve para llamar a las almas del más allá. Es una especie de ritual, que se hizo con ese propósito. Para ello tuvo que matar previamente a un dementor y fusionar la esencia de sus poderes a la piedra y hacer el ritual. Gracias a este ritual, se dice que es mucho más sencillo controlar las almas para los nigromantes.

Y por último y no menos importante, está la capa de invisibilidad, creada por Ignotus Peverell, el tercer hermano y menor de los tres. La capa tiene los mayores y más viejos encantamientos de la magia Peverell, sino, también está compuesta por dos piles: Dementor y Lethifold. Las dos pieles juntas hacen que la capa se vuelva completamente invisible al ojo humano e inmune a los encantamientos de invocación y destierro.

Con eso hacen las tres reliquias de los Peverell. Muchos magos las han buscado, no para investigarlas, sino porque se cuenta, que si reúnes las tres, serás inmortal.- Terminó el señor Peverell con broche de oro, mirando como Harry estaba tan involucrado en la historia y fascinado por la misma.

Esto le pareció a Harry muy tentador, ya que le preguntó como él, de sangre Peverell, podría obtener las reliquias sin buscarlas.

- Fácil, con un reclamo de sangre.- Tan fácil como eso, Harry se comprometió a que cuando llegara el día de ir a Gringotts, reclamaría su herencia Peverell y vería si los cuentos de los demás mágicos eran ciertos y se convertía en inmortal.

En su propia opinión, dudaba que eso fuera a ocurrir, pues para Harry que había estado muchas veces a punto de morir, la muerte no debía ser burlada, sino todo lo contrario, cuando le llegara el día, sería recibirla con los brazos abiertos, como una vieja amiga.

Por otro lado, mucho tiempo después, cuando Harry estuviera en un mundo que no era el suyo propio, se daría cuenta de que lo que pensó cuando era niño, era algo demasiado idealista y por ende, un error de juventud pensarlo, pues llegaría a convertirse en inmortal verdadero, pero esa historia, es para otro momento posterior.

Por lo tanto, la herencia que recibió significó mucho para Harry, lo cual tuvo que reconocer que gracias a la paliza que le dio su tío, se hizo más poderoso, aunque eso no lo diría en voz alta a nadie, ni siquiera a su mentor.

Ese poder significó varias cosas, entre ellas que era un nigromante. Otra es que cuando pasó la semana a su entrenamiento introductorio y estuvo listo para salir del armario de debajo de las escaleras, plantó cara a sus carceleros, revelándose contra la opresión Dursley.

Salto de escena

Hace un año.

Después de que pasó la semana en un coma mágico, Harry Peverell fue despertando poco a poco, para encontrarse ni más ni menos que en su odiado armario bajo las escaleras. Lo primero que hizo fue darse cuenta de los cambios que tuvo en su cuerpo. Había crecido en estatura y musculatura, para parecerse a la de un niño de su edad o un poco más mayor que él. Al final su magia había curado lo que sus "parientes" tanto habían tratado de hacer, matarlo de hambre, pues se recuperó de buena forma de la desnutrición en la que lo tenían. Otra de las características positivas fue que perdió su odiada cicatriz en forma de rayo.

Como había asumido el control total del Horrocrux, la cicatriz obviamente desapareció. Gracias a Markus Peverell, nombre del señor Peverell dado a Harry amablemente para que dejara de llamarlo señor Peverell, no es que no le quedara bien así, pero decidieron que entre familia debían llamarse así, entendió porque la cicatriz desaparecería.

Con un pase de su mano por sus ropas maltratadas de segunda mano, las convirtió en túnicas elegantes de color verde oscuro, con la cresta de la familia Peverell en el lado derecho de su pecho. Tal transfiguración debería ser imposible para un infante de siete años, pero el entrenamiento en la mente de Harry, de una semana de duración, valió la pena.

Mirando a su alrededor, se dio cuenta de que los días para estar en este maldito armario se habían acabado. Para empezar exigiría a sus tíos y primo el respeto que se merecía. Seguidamente de un poco de intimidación y venganza, para que sus demandas surtieran efecto.

Amenazaría primariamente a su tío y tía con una pica de hierro, después si no le daban lo que quería, lanzaría la maldición cruciatus sobre su primo Dudley, a ver qué les parece a sus parientes un poco de dolor.

Pero primeramente, tenía que manipular las odiosas salas de sangre en su beneficio, sino, todo lo que quería hacerles a sus parientes, quedaría en el olvido, pues estaba seguro de que Dumbledore vendría a comprobar por el repentino pico de magia oscura.

Sumiéndose dentro de su propia mente y con un poco de concentración, sondeó los alrededores de la casa, buscando las dichosas salas o anclas, donde estarían puestas. Normalmente serían puestas a una piedra rúnica, la cual haría de ancla, pero a veces, algunos solían utilizar jarrones u otros tipos de utensilios de uso doméstico para disfrazar las dichas piedras.

Para buscarlas, lo que Harry tenía que hacer era dejar que su magia fluyera hacia afuera y empujarla para encontrar lo que fuera que se estaba escondiendo.

Una vez encontradas las piedras, lo difícil comenzaría. Markus, le había enseñado trucos para hacer que las salas pensaran que no pasaba nada en la casa, pero eso era un problema a corto alcance.

En el largo alcance, lo que tendría que hacer era actuar rápido y desentrañar las salas, creando su propia.

Para ese caso, Harry tendría que interrumpir la energía de las runas, que si bien suponía se tiraba de su magia, dado que era el único mágico por la zona.

Para cambiar las salas, también tiraría de su magia, pero no sería drenarle tanto, solamente un poco al activar las suyas propias.

Las suyas propias serían un conjunto de salas en las cuales todo el ruido y magia que hiciera dentro de la casa, quedara dentro y nadie de fuera pudiera intervenir. También tendría otro subconjunto de salas en el cual haría que ciertas personas no pudieran entrar en los terrenos, séase magos.

Ahora, los magos y brujas que trabajaran para el ministerio de magia, si se les informaba que algo raro y sobrenatural estaba pasando en Privet Drive, normalmente mandarían a alguien a investigar, pero con las salas activas, la idea sería desechada como un poco de magia accidental de algún niño que pasaba por el barrio.

En el caso de Dumbledore, pasaría lo mismo, el hombre que tendría instrumentos para monitorizar las salas, sus propios instrumentos comenzaría a fallar, pero con otro poco de magia oscura, no le avisarían de lo que ocurría.

Encontrando por fin el ancla, vio que el anciano había hecho una buena labor. Dos anclas. Una en el salón, justo encima de la chimenea, donde un jarrón feísimo se sentaba. Otra enterrada en el jardín, cerca del cobertizo.

Mandando su magia a trabajar, comenzó a cantar el hechizo en voz baja para que sus parientes no se enterasen de que estaba por fin levantado y en pie.

Unos minutos más tarde, consiguió lanzar el hechizo en las dos anclas, lo cual cegaría y manipularía las salas como lo tenía planeado.

Suspirando de alivio por haber hecho eso antes, Harry volvió su mirada alrededor suyo para ver lo que pudiera utilizar, para transformar en una pica. La pica no tenía por qué ser muy adornada, pero lo suficiente para que los muggles se dieran cuenta de lo que era.

Viendo un juguete roto de su primo, movió la mano para transfigurarlo en lo que él había pensado con anterioridad.

Forzando su Oclumancia para permanecer sin emociones ante lo que iba a hacer, Harry estalló la puerta de la alacena, causando un poco de ruido necesario. Quería avisar de que era, de hecho él y que venía con venganza a cobrársela.

Saliendo lentamente pero sin pausas, se dirigió a la cocina, donde sus parientes estaban previamente sentados, pero con el ruido proferido por el destrozo de la puerta, ahora se encontraban debajo de la mesa temblando de miedo.

Con su pica afilada de hierro Harry entró en la cocina con paso decidido, pareciéndose a un conquistador que iba a tomar el castillo.

Con un encantamiento de destierro sin palabras, mandó a volar la mesa redonda donde sus parientes desayunaban, dejándolos al descubierto.

Con una mano, perezosamente levitó y lanzó la lanza en dirección de su tío Vernon, el cual por poco se mea encima de la impresión. Por suerte para él, Harry la paró justo cuando llegó a un centímetro de la nuez de Adán.

- Bueno, pero si no es más que mis queridísimos parientes, espero que no os interrumpa el desayuno.- Dijo Harry con un cierto rebose de sarcasmo y lo más frío posible. – Como habréis supuesto he renacido de la paliza de Vernon. He mejorado últimamente en bastantes aspectos, sobre todo mi magia y herencia familiar.- Dejó que se hunda un poco para ver las reacciones de sus tíos y primo, los cuales Petunia y Dudley temblaban de miedo, pero Vernon, pareciera que había encontrado el valor de ponerse morado, pues olvidando que tenía una afilada pica en el cuello se levantó furiosamente del suelo.

Sin embargo Petunia estaba más blanca que el papel, pero en sus ojos se esperaba la esperanza de que los monstruos vinieran para detener a su sobrino. Lástima que no supiera lo que había hecho momentos antes Harry con las salas, de no haber sido así, tal vez, podrían haber llegado.

- ¡No pronuncies esa palabra en mi casa! ¡Monstruo!

- ¡Y tú no me llames así, muggle inmundo!- Gritó con rabia e ira, viendo de color rojo por un momento y perdiendo por completo la compostura. Con un movimiento de su mano hizo que la pica de hierro cambiara la dirección y se le clavara en el pie izquierdo de Vernon, el cual dio un rugido de dolor, cayendo al suelo agonizante por vez primera en su patética vida.

- Levántate y morirás. ¡Y tú!- Dirigiendo su furia ahora hacia Petunia, la cual temblaba de miedo ante la visión de su marido desangrarse en el suelo inmaculado de la cocina. – ¡Petunia Dursley! Para que no te atrevas a atacarme por la espalda, esto es un recordatorio del dolor y sufrimiento que he recibido a vuestras manos. ¡Crucio!- Gritó apuntando con su mano en dirección opuesta a donde se encontraba su tía, lo cual era donde estaba exactamente, Dudley, el cual en ese preciso momento intentaba huir como la rata que era de la confrontación.

Cayendo y gritando de dolor, más retorciéndose y arañándose en todas partes del cuerpo, Dudley Dursley gimoteaba ante el dolor que le causaba la maldición.

Harry solo podía ver con fascinación una de las maldiciones que había aprendido, ponerla en práctica.

Por desgracia, lo bueno no dura eternamente y con ello Dudley se desmayó por el dolor.

- Patético. Como el hijo de puta de tu padre.- Dijo Harry con una cara de disgusto, agarrando la pica del pie de Vernon y tirando de ella, lo cual sacó un grito de dolor del hombre.

Viendo que se podría levantar, alzó la pica y se la clavó en el muslo, entre la pierna y las partes reproductoras masculinas.

El grito que surtió después era desgarrador para los oídos de todos en la sala.

Con una sonrisa maligna en el rostro, volvió la atención a Dudley, el cual estaba despertando tras un movimiento de la mano de Harry.

Viendo esto, Petunia se puso inmediatamente a suplicar por la vida de su hijo, de rodillas.

Harry que no estaba para nada impresionado con ella, la miró desapasionadamente, pero no obstante con la misma sonrisa maligna, la cual prometía dolor y tortura.

- ¿Por qué, Tía Petunia? Tú no suplicaste cuando la ballena de tu marido me torturaba o cuando tu hijo y su pandilla me pegaban, ¿Dime, por qué debería de parar yo?- Con ese pequeño debate volvió a apuntar su mano hacia Dudley y le lanzó otra vez la maldición tortura.

Después de lo que le pareció horas a la madre sollozando sobre el cuerpo de su hijo, Harry paró la tortura que estaba acometiendo. Ya habría tiempo de planificar la venganza más a fondo, después de todo, podría controlar mentalmente a algún muggle para que le persiguiera a Dudley todos los días, cuando saliera del colegio. Después pasó a Petunia de nuevo, pero como quería algo más permanente en ella, para que recordara cuál era su lugar en el mundo, decidió por una maldición de gangrena en el pie derecho de la mujer.

Con un fuerte grito de dolor, el pie de Petunia se fue volviendo negro a medida que se iba pudriendo desde dentro hacia fuera. Como esa maldición iba a tardar un rato, Harry decidió convocar una silla para ver el espectáculo.

Al parecer la maldición de gangrena, era un tipo de las artes de nigromancia, la cual consistía en pudrir la parte receptora del cuerpo, en este caso el pie.

El pie de Petunia se iba volviendo negro a medida que avanzaba el tiempo, por lo que pudo observar Harry, debía de ser extremadamente doloroso, pues lo primero en caérsele fueron los dedos del pie, uno por uno se iban desprendiendo de la carne y huesos.

Más tarde, el pie se le cayó a la altura del tobillo y el muñón restante se fue cicatrizando él solo, era interesante por decir lo menos.

Después de diez o quince minutos de dolor de su tía y viendo que su tío se estaba volviendo muy pálido por la pérdida de sangre, decidió que sería mejor cauterizar la herida en el muslo con fuego. Lamentablemente para Vernon, la herida estaba muy cerca de su aparato reproductor y Harry no pagó ninguna mente en quemar esa parte.

Más gritos de agonía y después de que Vernon se desmayara, Harry comenzó a reír a carcajada limpia.

- Ahora que tengo vuestra completa atención, me gustaría haceros saber que he descubierto mi herencia mágica, si es posible, quiero que atendáis con atención, porque no pienso repetirme. Lamentablemente Vernon no está en condiciones de prestar atención.

De aquí a un año más o menos, me iré de esta casa para siempre, mientras esté aquí, quiero que se me trate con el máximo respeto posible. Quiero tres comidas al día, el cuarto de invitados o la habitación de juguetes de Dudley. Como alguno de vosotros intente levantarme la mano o pensar que podéis intentar matarme en mi sueño, vuestro hijo irá perdiendo extremidades, así como te ha pasado Petunia. ¿He quedado lo suficientemente claro?- Cuestionó Harry con la cara más seria y mortal que había visto Petunia en su sobrino o incluso cualquier adulto que tenía la magia y ellos tuvieron la desgracia de conocer.

Con movimientos de cabeza en señal de sí, Petunia no podía hablar de los sollozos y lloriqueos que escapaban de su boca, dio a entender a Harry que había comprendido.

- Bien, porque te tocará repetir a Vernon la historia. Y para que no te quejes de que no puedes caminar.- Dijo señalando con la mano el pie que faltaba a Petunia. – Te daré un nuevo pie, pero si se te ocurre algo desagradable para mí, el mismo pie te dará una descarga eléctrica, piensa en cómo se entrenan los perros.- Dijo dándole un pie plateado, el cual le dio una pequeña descarga en señal de ejemplo.

Después de ese día, la vida de Harry en el hogar cambió radicalmente y por completo. Primero sus tíos le llevaron a comprar ropa decente para que pudiera vestirse, luego Harry pidió que le dieran la habitación de juguetes de Dudley y se la amueblaran correctamente, con una cama decente en la que poder dormir bien. Y por último y más importante, fue recibiendo sus comidas regulares y su instrucción en su paisaje mental con Markus Peverell, el cual estaba orgulloso de que hubiera domado con prontitud a los muggles y las salas de sangre.

En cuanto a su tío, al menos las heridas que le infringió Harry, fue al médico para que se las curasen correctamente y allí se enteró de que había quedado estéril por la quemadura en su entrepierna, también tendría una ligera cojera por el resto de su vida.

En cuanto a Dudley, siempre que salía de su casa, venía magullado y golpeado debido a las compulsiones que Harry logró poner en los chicos mayores que su primo, para que lo persiguieran, dando a conocer un nuevo juego, el de Caza a Dudley.

Salto de escena

Época actual

Ahora que había pasado un año de su liberación, Harry se encontraba una vez más en su paisaje mental junto con su antepasado Markus.

Ambos estaban uno enfrente del otro y el enorme Castillo que aparecía detrás de Harry, se veía imponente.

Cada habitación contenía los recuerdos y conocimientos del joven Peverell, pero también con sus trampas mortales en formas de criaturas mágicas, de las que solamente obtuvo el conocimiento de Voldemort.

A veces se preguntaba cómo sería una batalla en las artes de la mente, cuando eso sucedía, Harry volvía a rehacer las trampas y poner más empeño en cada criatura mágica.

Hubo momentos en los que estuvo muy tentado de colocar un basilisco oculto a la vista, como último recurso, pero Markus le quitó la idea de la cabeza, no siendo que fuera autodestructivo para él.

Lo que sí que colocó fue un dragón en estasis, manteniéndolo dormido, pero con la posibilidad real de poder despertarlo.

Las habitaciones estaban construidas para albergar los conocimientos de todas las materias que había aprendido, tanto teóricamente, como prácticamente.

Al paso de que fuera aprendiendo más de la misma materia, las habitaciones se irían expandiendo o creando nuevos subconjuntos de habitaciones.

De momento tenía habitaciones para las artes oscuras (la defensa, como un subconjunto); transfiguración (transfiguración de batalla, otro subconjunto), Pociones, Encantamientos (junto con la teoría de algunos subconjuntos tales como encantador), Herbología, Alquimia, Nigromancia, Runas Antiguas, Amparo, etc.

Volviendo a centrarse en la conversación que estaban teniendo Harry y Markus, prestó sumo interés a lo que le iba a decir.

- Bien Harry, ya has dominado varias magias que te ayudaran en tu camino a sobrevivir y a llevar la grandeza de la casa de Peverell. También has aprendido la política y las finanzas, tales como el idioma gobblin y la tradición. Estoy orgulloso de ti.

- Gracias Markus, todo esto es muy interesante.

- Por supuesto, Harry. No tienes por qué darme las gracias. Ahora te voy a enseñar los principios de la magia familiar.

- Pero… creí que ya me habías enseñado la nigromancia…

- No, lo que te he enseñado es un par de maldiciones, rituales y hechizos que son de venta libre en la nigromancia, algo que puedes aprender en cualquier escuela o gremio de nigromantes. Lo que te voy a enseñar es la magia familiar, la nigromancia que a lo largo de los milenios, nuestros antepasados han ido perfeccionando. Ahora presta atención.- Dijo Markus dando una conferencia. Con un movimiento de su mano, en el paisaje mental de Harry apareció una mesa con dos sillas, una enfrente de otra, para que ambos pudieran sentarse. – Entre nuestra magia familiar cuenta el idioma Pársel, que como ya descubriste, es hablar y entender a las serpientes. Tiene muchas cualidades, de las cuales más tarde hablaremos, pero primero pasaremos a la más importante, la nigromancia. Esa rama de magia es nuestra magia principal y con ella se puede conseguir muchas cosas. Esta magia te vendrá muy bien si tienes que defenderte en duelos o maldecir a esos muggles odiosos con los que vives, pero como he dicho antes, suelen ser maldiciones o hechizos de venta libre, aunque hay algunos que son de nuestra familia y solo se pueden aprender por un Peverell.

Ahora la maldición que echaste a Petunia, debo decir que bien hecho. Primero que es una maldición de la rama nigromántica, segundo es una maldición bastante poderosa como para echarla sin varita o vara.

Ahora, dejando las felicitaciones aparte, el principio de la nigromancia, es el siguiente.- Comenzó con la explicación observando atentamente a su aprendiz, el cual estaba en completo silencio ante las palabras de su mentor y salvador.