Sé que dije que no escribiría algo más. Pero, de vez en cuando, las musas traicionan. Lo cierto es que no sé cuando vuelva a publicar, aunque tenía que traer esto antes de que se perdiera entre mis pensamientos.
Algo GeorgeXAngelinaXFred. Sólo eso.
Y sí, ningún personaje es mío.
A cuentagotas.
Las horas se cuelan por el reloj. Una a una, a cuentagotas. Como la sangre abandona los cuerpos y las lágrimas las mejillas de aquellos que ya los extrañan. Una a una. A ella, quizás se le pasan dos sin darse cuenta.
Dos y el corazón se le detiene desde la distancia. Incluso percibe su ausencia desde noches antes, con la luna como único testigo de su llanto silencioso. Héroes, dirá el diario de mañana, titular de la lista de personas que dejan de ser, para pasar a volverse recuerdos, fotos atesoradas, regalos guardados en cajones grandes y pesados.
Héroes no. No aquellos. Menos él, que se ha dignado a abandonarla en medio de una soledad terriblemente pesada, infernal. Heroína, ella, la que se queda. Ella que ya no puede darle su mirada triste al mundo, cansada de llorar lágrimas inexistentes. Ella que se calla, porque su dolor es tan suyo que no puede compartirlo con nadie más que la almohada.
Ella, que aprieta fuerte la foto en la que ambos se toman de la mano, y sonríen. Cómo no lo harán jamás. Ya no más. Ella, que su futuro se vislumbra oscuro, cómo el de todos aquellos que han perdido no sólo a un hijo, a un padre, a un hermano. No, sino aquellos que han perdido el rumbo, el eje.
Porque las lágrimas son amargas, saladas y tristes.
Pero resulta un poco peor cuando ya no quedan.
Nada.
El reloj avanza. El tiempo juzga, incluso oprime. La luna se agota, como la luz en la vela que ilumina la habitación en las noches de verano. Las lágrimas brotan, demasiado tarde quizás, pero lo hacen. Y no sabe si reír, o llorar. No sabe si hace lo correcto, aunque quiere creer que no. Aunque quiere pensar que es un sueño y el sabor no es el suyo, y el olor tampoco, menos la mirada que, con miedo, corre por su piel desnuda.
Desea.
Llora.
Gime y suplica.
A veces también cierra los ojos, que no hace falta, para verle a él, ahí, entre su cabello enredado, quemando su piel. Que no hace falta, porque el tacto es parecido. Y el dolor común; porque las otras súplicas se mezclan con las propias en un intento inútil de librarse de culpa, ante el testigo mudo de la noche sin estrellas.
Nubes.
Y llueve.
Quizás él llora también. Salado, amargo.
Pero libera.
Moja.
Y sonríe, justo después.
o.O.o.O.o
Lo de siempre, los reviews bienvenidos.
Gracias por leer! =)
