Maya
Esto está empezando a ser ridículo. No puedo creer que me vea metida en esta situación.
-Lucas, me has sonreído –oyó como decía Riley a su lado. –Ahora tienes que sonreír a Maya también
Se giró para ver cuál era la reacción del chico y este la dedicó una sonrisa incómoda.
-Vaquero, déjalo
-¡No! ¡No quiero dejarlo! –exclamó Lucas nervioso. –La he sonreído a ella y ahora te estoy sonriendo a ti
Todo el verano así. ¿Cómo había sido capaz de soportarlo? ¡No lo sabía! Cada vez que Lucas hablaba u ofrecía un gesto de cariño a alguna de las dos, la otra se ponía de morros… y muchas veces era ella. ¿Qué narices la pasaba? Era como si Riley y ella estuviesen compartiendo un juguete.
-Huckleberry, no me sonrías –le dijo en tono amenazador. –Te lo advierto
El timbre sonó y todos se levantaron del banco. El instituto estaba siendo duro, pero era un alivio no tener que estar pasando por esto sola. Vio cómo Lucas y Riley se dirigían juntos a clase y se giraban al mismo tiempo mirándola a ella.
-Ahora voy –les dijo. –Me duele un poco la cabeza… quiero estar aquí sola un rato.
Se miraron entre ellos preocupados y volvieron a mirarla.
-Estoy bien, de verdad… entrad, no pasa nada
Entraron en clase, Riley primero y Lucas después. Justo antes de entrar el vaquero volvió a girar la cabeza hacia ella. Tal y como la miraba tenía la impresión de que a él tampoco le hacía gracia la situación en la que se encontraban. No dijo nada, pero sus ojos parecían tristes. ¡Genial, ahora le daba pena! Apartó la vista de él y la fijó en la barandilla que tenía delante.
Cuando se cerró la puerta de clase solamente había dos personas que no se habían movido de su sitio: ella y Zay. ¿Por qué narices no había entrado con los demás?
-Zay, ¿entiendes el significado de "quiero estar sola un rato"?
-Te estás distanciando
-¿Qué?
-Que te estás distanciando
¿Se había vuelto loco él también? ¿O era otro de sus consejos? No sabía por qué razón, pero Zay y Farkle habían empezado a actuar como consejeros sentimentales para Lucas y para Riley. Cuando pensaba en ello no podía evitar sentirse mal, significaba que este maldito triangulo también les estaba empezando a afectar a ellos. Maya no tenía ningún consejero, sencillamente porque no lo necesitaba. Ella era partidaria de aprender y descubrir cosas por si misma: siempre había sido así. Metía la pata más que nadie, era la primera en reconocerlo, pero por lo menos eran sus propias metidas de pata y no las de otro.
Aunque no actuaba de consejera, sí que seguía dando consejos a una persona: a Riley. Su amiga siempre acudía a ella en busca de consejo y ella siempre le correspondía. Era su mejor amiga, la persona a la que más valoraba y que siempre había estado a su lado. Eso jamás cambiaría.
-No me estoy distanciando Zay… es lo que siento, me siento incómoda
-No eres la única –le dijo el chico sentándose con ella. –Sé de buena tinta que Lucas tampoco lo está… y yo creo que Riley solo finge estarlo para no volverse loca
-¿Cómo hemos llegado a esto? Estamos fastidiándolo todo
-Es lo que pasa cuando los sentimientos entran a formar parte de la ecuación
-Odio esta situación, llevamos tanto tiempo así que ya no sé nada… no soy capaz de sentir nada que no sea incomodidad
-¿Estás diciendo que… ya no sientes eso por Lucas? –le preguntó Zay despacio. Le notaba la preocupación en la voz.
-Yo… no lo sé, me gusta… ¡claro que me gusta!... pero odio como me siento ahora mismo… ¡no estoy a gusto conmigo misma! –dijo intentando no gritar. –Antes adoraba reírme de él, burlarme de sus maneras sureñas y hablar de cualquier otra cosa que no sea ¡esto!... y ahora es como si me tuviese que molestar cada vez que él habla con Riley… y yo no quiero ser así, ¡no soy así!
-Hemos entrado en una nueva fase –dijo Zay poniéndola un brazo por encima. –Puede que esto sea parte de ella
-¡Fantástico! Así que… estoy destinada a ser una persona infantilmente celosa durante el resto del instituto, ¡eso me alivia mucho!
Zay se rio y sin querer ella empezó a reírse también. La verdad era que si no le estuviese pasando a ella se estaría riendo de la pobre idiota que estuviese en su lugar.
-¿Te imaginas a Riley y a mi pegándonos en los pasillos como en una de esas películas cutres de instituto? –preguntó Maya con lágrimas en los ojos de la risa. -¿Quién crees que ganaría?
-¡Ufff! Esa es una difícil decisión… tú eres una verdadera guerrera pero Riley… ¡tiene el poder de los unicornios y Plutón estaría de su lado! ¿Qué puedes hacer tú contra el poder de todo un planeta? –preguntó siguiendo la broma y sin poder parar de reírse.
-¡Podría contratacar y pedir refuerzos al club de arte!
-Y ella pediría ayuda a las animadoras… ¡y si eso ocurre ya puedes darte por perdida Maya! ¡Contra las animadoras no puede nadie!
-¡Eso solo lo dices porque estás saliendo con una! –exclamó Maya fingiendo sentirse ofendida. – ¡No es justo!
-Te digo yo que lo es…
Se pasaron el resto de la hora sentados en el banco discutiendo acaloradamente sobre quien ganaría en una batalla: Superman o una animadora. No se lo pasaba tan bien en mucho tiempo. Zay tenía un don para hacerla reír. Era un verdadero alivio hablar con él. Tarde o temprano tendrían que volver a clase, pero sabía que cuando lo hiciese se encontraría mejor.
