¿Qué ves Alma? FANFICTION "ALMA" (PIXAR)
Según el calendario del reloj ya habían pasado tres días y tres noches desde que Alma quedó atrapada, pero ella podría jurar que ha pasado más tiempo y que en ese lugar cada segundo dura una hora y cada hora dura un día. No tenía órganos. Era de madera y sin embargo sentía su corazón latir más fuerte que nunca como si se le fuese a salir por la boca tallada a mano. Pero a ratos era difícil escucharse, pues su fuerte latido se confundía con el de los demás niños que ahora solo podían mover los ojos. Era como si la música de fondo fuera una desagradable sinfonía de descoordinados latidos atrapados en cuerpecitos de madera que cumplían la noble función de ser cajas de resonancia, combinado con el clac de cada ojo que se movía desesperado intentando ver por la ventana alguien que pasara por la vitrina.
De pronto, él llegó. Tenía ojos negros como carbón y la piel rosada llena de cicatrices como si fueran escamas, una en el mentón y dos en la frente sobresalían entre las que estaban bajo sus ojos. Unas manos extrañas con uñas largas y sucias llenas de astillas brotaban de brazos delgados y arrugados que se asomaban bajo el abrigo negro que tenía. No hablaba. Fue directamente donde Alma (o lo que quedaba de ella) y la sacó de la repisa, pues sabía perfectamente cuantos pares de ojos habían en la juguetería que él llamaba hogar. Sin decir nada, la puso sobre la mesa de trabajo e inspeccionó que no hubiera ningún defecto. La midió de todos lados y anotó lo observado, luego cortó un mechón de su pelo y lo pegó en el cuaderno lleno de polvo. Bienvenida querida – le dijo. Y la devolvió a su lugar en la repisa como si siempre hubiese pertenecido ahí.
Luego de un tiempo, Alma aprendió el lenguaje de los clacs. Así fue como conoció a José y Rocío ¿Niños atrapados? No, ya no eran niños. Tal vez lo fueron hasta un par de años de quedar atrapados, pero luego de 38 inviernos sin salir de la repisa habían visto cosas que ya no los hacían ser niños y lo único que quedaba de infancia era su aspecto. Tras saber esto Alma entró en pánico, intentaba mover las piernas sabiendo que era inútil, intentaba mover los brazos aunque sabía que no lograría moverse ni un solo centímetro. ¡Voy a salir de aquí, me voy, vamos a salir de aquí! Rocío, José, tengo una idea! – dijo Alma en clac. Pero a el hombre de los ojos negros nunca le gustó la gente revolucionaria, y mucho menos aquella que había visto pasar frente a la vitrina durante tanto tiempo. Lo siento Alma – le dijo mirándola fijamente. Siento no poder seguir mirando estos dulces ojos, pero a veces hay que hacer cosas que no queremos hacer. Con sus delgados dedos el hombre cortó un trozo de tela blanca, la puso sobre los ojos de Alma e y le hizo un nudo atrás asegurándose de que toda su vista estuviera cubierta.
Desde entonces, Alma sigue en el mismo lugar de la repisa donde la melodía de los clacs y los latidos es cada vez más fuerte. De vez en cuando se escucha el tallado de la madera o los pasos de alguien pasando por la calle. Cada vez que se oye la campana de la puerta Alma sabe lo que va a pasar. ¿Cuántos años tendrá ahora la pequeña inquieta? Nadie lo sabe, pero de seguro que los largos segundos y eternos días pasan más lento con los ojos vendados.
Zanetta
Riveros
Forteza
