LOS PERSONAJES DE HARRY POTTER NO ME PERTENECEN, SENCILLAMENTE LOS TOMO PRESTADO DE JK ROWLING, SI FUERAN MIOS LAS COSAS SERIAN MUY DISTINTAS
¡LARGA VIDA A DOBBY! EN FIN… SIN MAS AQUÍ MI HUMILDE Y SENCILLA HISTORIA SE HACE PRESENTE.
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Los nervios lo mantenían distraído, el terror se apoderaba de el y lo hacía actuar torpe y olvidadizo en cada uno de sus hechizos y entrenamientos de Quidditch, Potter había salido nuevamente victorioso por una de sus distracciones era algo que sencillamente no podía evitar.
-Cedric – la despreocupada voz de Pucey lo saco de sus cavilaciones, era la hora de la cena y todos los alumnos parecían posesos a la espera de el banquete –deberías asistir a la enfermería… si tus notas continúan bajando no creo que ella luzca precisamente contenta por ello.
Un escalofrió recorrió su columna al ser consiente de esa posibilidad.
-Adrián Si no fueras algo cercano mío creería que la conoces
-Escucho el tono celoso cuando hablas de ella compañero, un Sly sabe dónde meter su viperina lengua y donde no –Esbozo una media sonrisa antes de regalarle un guiño –Además es cuestión de minutos ¿No lo crees?
-¿La estas incluyendo en uno de tus comentarios sucios Pucey?
-Tranquilo Diggory ¿No queremos que el fantástico y masculino Buscador de Slytherin sufra un accidente cierto?
Se dedicó a ignorarlo tal y como lo había hecho en los últimos meses, no podía perder los nervios tan pronto, no ahora…
La observo en la pequeña multitud que rodeaba a la profesora MacGonagall, una sonrisa resplandeciente surgió en sus labios que hizo que las chicas de su casa suspiraran tontamente.
-Así que… ¿está aquí ahora no?
Su mirada se posó en su acompañante antes de plantar su vista nuevamente en ella, porque… resplandecía… cuando entraba en alguna habitación irradiaba cierta luz que la hacía brillar y desear mantenerla en una caja de cristal apartada del peligro. Observo con cierta irritación las miradas que le regalaban y podía entenderlo era algo que ni el mismo podría evitar.
No podía ocultar lo aterrado que se sentía en ese momento, ella era su pequeña, su más grande tesoro, después de la muerte de su adorada madre 11 años atrás, había logrado distraer a su padre y cuidar de su pequeña hermana, sabía que su padre le tenía cierto rencor culpándola de la muerte de su amada esposa.
Cedric entendía hasta cierto punto la pena que cargaba su progenitor, pero tampoco era un cretino, por mucho que adorara a su difunta madre el amor que sentía por su pequeña superaba esa falta. A muy corta edad tuvo que ser la fuente de amor y consuelo una figura paterna para ella, si algún día le reprochó a su padre eso, ahora le agradecía con creces ese hecho.
No podía dejar de sonreír, ahí estaba a unos cuantos metros de ella, quería correr a su encuentro y acunar su pequeña figura en brazos, deseaba apartarla de todas esas miradas, pero el desear y hacer es algo completamente distinto, y el debía mantener una compostura.
Sé paciente –se dijo a sí mismo, pronto muy pronto…
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El salón era… exactamente como su hermano mayor había descrito, no había excluido nada y ella no perdió detalle de ese hecho, para su sorpresa no pudo localizarlo, eran demasiados alumnos los que se encontraban en esa sala y ella con su diminuta estatura le era muy difícil ver entre sus nuevos compañeros.
Observo como la profesora McGonagall ponía en silencio un taburete de cuatro patas frente a ellos. Encima del taburete puso un sombrero puntiagudo de mago. Estaba remendado, raído y muy sucio. Y con deleite parándose de puntitas pudo ver bien lo que mantenía a todos absortos, el viejo sombrero tembló y una ranura similar a una boca se abrió y comenzó a cantar.
Oh, podrás pensar que no soy bonito,
Pero no juzgues por lo que ves.
Me comeré a mí mismo si puedes encontrar un sombrero más inteligente que yo.
Puedes tener bombines negros, sombreros altos y elegantes.
Pero yo soy el Sombrero Seleccionador de Hogwarts y puedo superar a todos.
No hay nada escondido en tu cabeza que el Sombrero Seleccionador no pueda ver.
Así que pruébame y te diré
Dónde debes estar.
Puedes pertenecer a Gryffindor,
Donde habitan los valientes.
Su osadía, temple y caballerosidad
Ponen aparte a los de Gryffindor.
Puedes pertenecer a Hufflepuff
Donde son justos y leales.
Esos perseverantes Hufflepuff
De verdad no temen el trabajo pesado.
O tal vez a la antigua sabiduría de Ravenclaw,
Si tienes una mente dispuesta,
Porque los de inteligencia y erudición
Siempre encontrarán allí a sus semejantes.
O tal vez en Slytherin
Harás tus verdaderos amigos.
Esa gente astuta utiliza cualquier medio
Para lograr sus fines.
¡Así que pruébame! ¡No tengas miedo!
¡Y no recibirás una bofetada!
Estás en buenas manos (aunque yo no las tenga).
Porque soy el Sombrero Pensante.
La profesora McGonagall se adelantaba con un gran rollo de pergamino en cuanto termino la canción.
-Cuando yo os llame, deberéis poneros el sombrero y sentaros en el taburete para que os seleccionen —dijo— Dante Coley
Un niño pecoso de cabello negro salio temeroso y se puso el sombrero, hubo un momento de pausa hasta que el sombro grito.
- ¡GRYFFINDOR!
Con paso temeroso el asustadizo niño se dirigio con los leones quienes lo recibieron con aplausos y calurosos abrazos.
-Charlotte Kenyon
-¡HUFFLEPUFF!-gritó el sombrero.
La mesa de la derecha aplaudió y mientras todos felicitaban a la pobre niña avergonzada, pudo verlo de entre todos, su emoción se hizo visible, ahí estaba el… a tan poco de ella, quería gritar y arrojarse en el calor que solo el le ofrecía.
-James Katzenbach
-¡RAVENCLAW!
La segunda mesa a la izquierda aplaudió esta vez, pero ella no podía ver al robusto james quien dejaba caramelos regados al dirigirse a su mesa, no, ella solo tenia ojos para el…
-¡Jean Diggory!
La sala quedo en completo silencio, pudo sentir la mirada de todos sobre ella, camino con todo el orgullo que la caracterizaba hacia el sombrero mientras los murmullos se iban extendiendo hasta llegar a ella.
-¿Diggory?
-Pero ¿cómo puede ser posible?
Lo último que Jean vio antes de que el sombrero cubriera sus ojos fue el rostro preocupado de su hermano.
-Vaya que encantadora visita señorita Diggory… mmmmm una mente brillante, oh vaya que sí- susurro una vocecita en su oído-tienes todo lo que necesitas, y serás grande oh vaya que si…
Solo deseo cuidar de mi hermano – pensó cerrando sus ojos fuertemente
-¿Es lo que deseas? ¿Sin importar donde se encuentre?
Si-fue su último pensamiento antes de que el sombrero tomara su veredicto.
-¡Slytherin!
