Hola! Soy Mina Kali y ésta es mi primera incursión en el género shounen ai / yaoi, así que no sé qué saldrá pero como que me encanta Loveless no me pude resistir a escribir esto... y este es el resultado. Espero vuestros comentarios.

SIEMPRE PRESENTE

Por Mina Kali

Capítulo I:

Un día cualquiera

Sonó el timbre. La clase había terminado y era la hora del recreo. Todos comenzaron a salir apresurados para aprovechar al máximo el poco tiempo que les daban para merendar. Ritsuka, como siempre, se lo tomó con más tranquilidad a pesar de que Yuiko le insistiera.

-Ritsuka-kun, date prisa…

-Ve tú delante, ahora voy.

-De acuerdo–dijo desilusionada y se marchó. Yayoi la esperaba afuera.

Ritsuka, Yuiko y Yayoi siempre habían coincidido en la misma aula desde sexto grado. Ahora estaban en el último curso, al año siguiente entrarían en la universidad.

Ritsuka ya tenía 17 años. Había crecido mucho. Igualaba la estatura de Soubi. Todo su cuerpo había cambiado convirtiéndose en un mozo de muy buen ver. Bueno, no todo había cambiado, sus orejitas y cola permanecían unidas a él. Nadie aún había conseguido "disuadirlo" para perderlas.

Acababa de terminar de ordenar sus cosas cuando una chica entró en el aula y que después de comprobar si había alguien más a parte de ellos, se aproximó directamente a él.

-Toma, léela, por favor –pidió la muchacha toda sonrojada tras entregarle una carta cerrada. Después se marchó intentando aparentar calma. Al joven ni le dio tiempo a contestar que la leería.

-¿Otra? –murmuró una vez solo y abrió el sobre que ponía "Para Ritsuka".

Tomó asiento y comenzó a leer.

"Hola Ritsuka:

Soy Sasaki Yui, de tu mismo curso pero del grupo B. Como que no he encontrado el valor suficiente para decírtelo a la cara te lo diré con esta carta. Me gustas mucho, Ritsuka. ¿Quieres salir conmigo?

Por favor, piénsatelo y respóndeme. Al finalizar las clases te esperaré junto al cerezo partido (ese al que le cayó un rayo). Sólo tienes que decirme sí o no, no pido nada más.

Firmado: Sasaki Yui"

Ritsuka suspiró al tiempo que se deslizó ligeramente hacia abajo en el asiento y, echando la cabeza hacia atrás, quedó mirando el techo. Unas semanas antes había recibido una declaración semejante de otra chica y anteriormente otras. La joven de ahora recibiría la misma respuesta que las anteriores. Ritsuka se sentía fatal por ello, pero siempre decía "no".

Sin darse cuenta pasó el tiempo y volvió a sonar el timbre que anunciaba el comienzo de la nueva clase. La primera en entrar fue Yuiko que se dirigió directamente a él para preguntarle por qué no había salido. Él señaló el sobre que había sobre el pupitre. La joven comprendió y por la expresión de él sabía cuál sería la respuesta a la pregunta que iba a formularle.

-¿Vas a decirle que no?

Él la miró muy serio y contestó.

-Así es.

-Tienes mucho éxito con las chicas. No acabo de comprender por qué no quieres tener novia.

Nuevamente, la joven se quedaría sin saber la razón porque en ese momento entró el profesor que pidió que todos se sentaran para poder comenzar la lección.

Las clases por fin llegaron a su término y todos los alumnos salieron disparados para irse a sus casas o a las actividades extraescolares. Ritsuka guardó sus cosas con calma dando tiempo a que todos se fueran.

-¿No vienes, Ritsuka? –preguntó Yayoi.

-No, tengo algunas cosas que hacer. Además he quedado con Soubi.

-Vamos, Yayoi, Ritsuka está ocupado… Hasta mañana –se despidió de su amigo y se llevó a rastras a su otro compañero.

Por fin se había quedado solo. Respiró hondo y se concentró en lo que debía hacer. Salió de inmediato del aula ya que no quería hacer esperar a la chica. "No hace falta hacerla sufrir más de la cuenta"-se dijo.

A lo lejos divisó el gran cerezo que a pesar de que un rayo lo había partido seguía floreciendo año tras año. La joven aún no había llegado al lugar, lo que le alivió. Se habría sentido fatal si la hubiera hecho esperar. Al cabo de dos minutos de haber llegado apareció la chica.

-Lo siento, perdona por haberte hecho esperar –se disculpó ella.

-No te preocupes, acabo de llegar.

Hubo unos instantes de silencio. La joven estaba tremendamente nerviosa y no se atrevía a mirar a la cara a Ritsuka. Éste, por su parte, estaba algo incómodo por la situación.

Yui por fin encontró el valor para hablar.

-Aoyagi-kun… ¿lo has pensado ya?

-De verdad me siento muy alagado… pero no puedo salir contigo, lo siento.

-Está bien, no hay problema –suspiró la joven que ahora parecía estar menos nerviosa-. En realidad me lo esperaba pero valía la pena intentarlo –intentó sonreír-. Ya no te molestaré más.

-Lo siento.

-No tienes por qué disculparte… -hizo una pausa-. Dime, ya estás enamorado de alguien ¿verdad?

-Yo… -en verdad lo había pillado por sorpresa, no sabía qué contestar.

-He oído que a todas las que se te declaran les dices que no… No esperes a que esa persona venga a ti. Puede que debieras decidirte a… -de repente se calló-. Perdona no debería… mejor me voy. Adiós –y se fue.

Ritsuka estaba completamente desconcertado. ¿De qué hablaba la chica? Pero la cuestión es que se quedó allí pensando en sus palabras. En su mente oyó "Te quiero, Ritsuka", lo que lo asustó y lo llevó a mirar a su alrededor. No había nadie. Soubi no estaba. ¡Soubi! Había quedado con él en el parque. Dejó de lado sus cavilaciones y corrió al lugar de encuentro.

Aún no está y yo que he venido corriendo porque creía que no llegaría –resopló una vez hubo llegado a destino.

Miró en todas direcciones por si veía a Soubi pero no lo encontró, así que decidió esperarlo sentado en una de las mesas de picnic que había. Sacó un libro de su mochila y se puso a leer.

-Ritsuka –dijo una melodiosa voz masculina-. Perdona por haberte hecho esperar.

-Ah, Soubi –dijo levantando la mirada del libro-, no pasa nada, me entretuve leyendo.

-Sabes, viniendo hacia aquí me he encontrado a Yuiko.

-¿Ah, si?

El joven de 25 años mostraba una gran sonrisa, lo que le indujo a pensar que su amiga había hablado más de la cuenta.

-Me ha dicho que otra chica se te ha declarado… ¿Cuántas son ya?

-No llevo la cuenta –respondió algo molesto.

-Debes ser la envidia de tus compañeros con el éxito que tienes.

-No digas tonterías.

-Y dime ¿entonces ya tienes novia?

-No, no tengo.

-¡También le has dicho que no! –exclamó Soubi sorprendido.

-¿No es evidente? –dijo con un deje de sarcasmo.

-¿Y puedo saber el motivo?

-La respuesta es la misma, da igual las veces que preguntes. ¿Por qué cada vez preguntas? –inquirió el chico.

-Porque no me creo tu respuesta –contestó el rubio inclinándose sobre la mesa y apoyando las manos sobre ésta para poder acercarse al jovencito-. Dime cuál es el motivo –demandó.

Su rostro quedó a pocos centímetros del de Ritsuka. Éste se puso muy nervioso por la cercanía de su amigo. Le miró a los ojos y vio deseo. Eso lo espantó, como había ocurrido en tantas otras ocasiones, y por eso se retiró de él bruscamente y por poco casi acabó en el suelo tras tropezar con el banco de madera sobre el que se sentaba.

-¡Soubi, no hagas eso! –le gritó. Su corazón se había acelerado sobremanera y el calor subió por todo su cuerpo, concentrándose en sus ahora sonrojadas mejillas.

-Pero si no he hecho nada –se defendió-. Sigues siendo tan inocente como cuando nos conocimos –sonrió y se sentó en el banco.

-¡Ah…, déjalo ya! –dijo molesto.

-¿Es una orden?

El chico lo miró furioso. Ya estaba otra vez con lo de la relación sacrificio-luchador.

-Creí que eso había quedado claro hace mucho. Yo no soy tu amo, no me perteneces…

-Si me ordenas que no vuelva a insistir no lo haré más.

-Me sacas de quicio. ¡Haz lo que te dé la gana! –dicho esto, se marchó a casa, dejando a Soubi atrás.

Al cabo de unos minutos, mientras caminaba por la calle, oyó que lo llamaban.

-Ritsuka, espera, por favor.

-Soubi…

-¿Te encuentras bien? –preguntó el hombre al llegar junto al chico.

-Sí, estoy bien.

-No me gusta que te molestes conmigo.

-Pues nadie lo diría. Siempre estamos discutiendo.

-Es que…

El sonido de su teléfono móvil lo interrumpió y contestó a la llamada que duró unos dos minutos.

-Ritsuka, no puedo acompañarte. Era Kio. Me ha pedido que le ayude con unas cosas, así que me tengo que ir.

-Ve tranquilo.

-Si me necesitas llámame –le recordó mientras se alejaba calle arriba.

Continuará...


Bueno... hasta aquí el primer capítulo... Qué os ha parecido?

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