Este es uno de mis primeros one shot, espero que os guste.
Rebequiita
Siempre fuiste la perfecta sabelotodo del colegio, la ratita de biblioteca, la preferida de los profesores, la perfecta Hermione Granger. Como te odiaba, si odiaba… Ahora creo que ya no pienso lo mismo. ¿Por qué? No lo sé, desde que decidiste "cambiarme", por decirlo de alguna manera te hiciste un hueco en mi, no se muy bien donde, pero creo que es algo llamado corazón…
Todo ocurrió aquel día en el que se acababa Hogwarts. Tú te acercaste a mí y me dijiste.
- ¿Podemos hablar? – Con tu maravillosa sonrisa, y yo como un tonto asentí. Me llevaste fuera del Gran Comedor, pese a que tus amigos te vigilaban. Y fuera me dijiste:
- Draco… - Me extrañó que me llamaras por mi nombre, aunque "nuestra relación", por llamarla de algún modo, había mejorado los últimos meses en los que se declaro mi inocencia y decidí no hacer caso al maldito de mi padre y unirme a la Orden del Fénix.
- ¿Qué pasa? – Te pregunte y como toda respuesta me besaste, oh! Como recuerdo aquel beso… No quería terminar con el, sabía que no se volvería a repetir, y que cierto era aquello. Al fin te separaste y me miraste con aquella mirada infantil que siempre me hace que quedarme embobado y ridículo.
- Hermione… - Dije. Tú me paraste colocando tu dedo índice sobre mis labios.
- Draco, esto es una despedida, se que nunca paso nada como para despedirse… pero lo necesitaba antes de… de tener que "marcharme" – Como recuerdo aquel gesto que hiciste con las manos como si fueran unas comillas.
- No lo entiendo – Te dije, y tú me enseñaste tu mano. En ella había un anillo de plata, era sencillo, pero en tu mano quedaba como una joya preciosa. Pude imaginar de quien era y noté como me empezaba a hervir la sangre – Que seáis felices – Fue toda mi respuesta, pudo notar mi enfado cuando me empecé a ir hacia las mazmorras. Ella me cogió del brazo y me giró.
- Por favor no te enfades, es lo que menos quiero, pero entiende que esto iba a pasar… Ron y yo llevamos meses saliendo y lo nuestro tan solo fue un loco romance – Me dijiste.
- ¡Con que tan solo un loco romance! – No podía soportar mas aquella situación, necesitaba irme de allí.
- Del que no me arrepiento – Me miraste, parecías triste, pero feliz a la misma vez.
- Ya no me importa nada – Quite de un tirón mi brazo que seguía sujeto por tu mano y me fui a zancadas a mi sala común. Esa fiesta había acabado para mí.
Y ahora me encuentro en mi apartamento, solo, recordando aquellos tiempos… en unas horas te casarás con el maldito Weasley. ¿Y yo que hacia para evitarlo? NADA…
Corriendo me vestí con mi mejor túnica de gala y casi volando pedí un taxi mágico. Llegué a la iglesia y me senté en el último banco. Que hermosa estabas, con tu vestido blanco, largo y con cola de un metro y medio aproximadamente, cogida por las gemelas que habían tenido Potter y la pequeña Weasley. Llevabas un velo, que te ocultaba la cara, aunque me la puedo imaginar. Pero mi mundo se hundió cuando te pusiste de perfil, para mirar a la maldita comadreja, y ví la barriga de unos 4 meses de embarazo que tenias.
Y allí me quede, como un tonto sin saber que hacer, mirándote, deseándote, queriéndote e incluso amándote. Pero no me podía levantar y matarlo. Así que me quede allí, a esperar como te convertías en la mujer de Weasley, mirándote de lejos.
