¿Cuál es la correcta definición de amor?

¿Qué es lo que te hace sentir, cómo sabes cuándo es el correcto y cuándo el incorrecto?

Antes, cuando estaba enamorado de Rosalya no se sentía así. Sintió celos, es cierto. Sintió celos, y muchos, cuando Rosa comenzó a volverse íntima amiga de Leigh y, de apoco, comenzaron a excluirlo de sus salidas.

Sin embargo, aceptó la relación entre ellos y, al final, desde el fondo de su corazón les deseó felicidad, a la chica que amaba y a su querido hermano.

Si en aquel entonces le hubiesen preguntado el porqué de esa acción, del actuar como si jamás le hubiera dedicado canciones enteras a la peliblanca, él hubiera respondido que el amor es así. Uno ama a una persona y desea la felicidad a ella, sin importar al lado de quien sea. Un amor verdadero, puro.

Sin embargo, lo que sentía ahora no era para nada así. Cada vez que Sucrette se acercaba a un chico, tenía la necesidad de ir y entrometerse en su camino, aunque fuera impropio de él, con tal de no dejarla sola con alguien más.

Un sentimiento egoísta. A veces casi destructivo.

Pero, no quería que le volviesen a quitar aquello que amaba.

Aún si tuviera que abandonar sus modales de caballero para intentar resguardar el corazón de la joven de las garras de los otros chicos, él lo haría. Pues, si bien sentía que ese amor era destructivo, también era lo único que lo llevaba a abandonarse incluso a sí mismo por ella. Y eso era algo que no había sentido, siquiera por Rosalya.

A Rosalya le había dedicado poemas y canciones. A Sucrette, además, le había dedicado dibujos, pensamientos y suspiros. Incluso discusiones, si fuera necesario.

Aun así sus intentos fueron en vano.

Primero, su hermano de sangre. Luego, su hermano del corazón.

Tal vez él tenía la culpa por nunca haber demostrado lo que realmente sentía. Sin embargo, ahora que veía a Sucrette y a Castiel juntos, como una pareja feliz, sólo podía desearles felicidad.