Disclamer: Los personajes no me pertenecen son de la fantástica Meyer, solo nos pertenece lo aquí narrado.

Contest FFAD: Una Navidad Perfecta

Nombre del Grupo: STAREMM

Nombre del Fic: Milagro de Navidad

Escrito por: Mayra Jaraba (Aryam Shields Masen)

Pareja: Carlisle y Esme Cullen

Beteado por Vhica Tia Favorita ( www . facebook groups / betasffaddiction/)

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"Lo más increíble de los milagros es que ocurren"

Gilbert Chesterton

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Esperanza

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Las enfermeras del Northwestern Memorial Hospital lo miraban cuando pasaba quedando todas por minutos algo desubicadas, no era su cabello rubio el que las atraía como si fuese un imán, o aquellos ojos azules como el mar ni mucho menos la sonrisa ladeada que muy pocas veces dedicaba, pero que cuando lo hacía era como si el sol se colara por cada ventana del hospital…Había algo en ese hombre que simplemente te incitaba a observarlo, su mirada penetrante pero tranquila, era la paz que irradiaba desde su interior o su amable manera de ser.

— Doctor Cullen— lo llamó una de las enfermeras, una que al parecer el efecto Cullen no hacía mella en su interior— El doctor Denali y su esposa están en el consultorio seis.

— Gracias Charlotte— Sonrió, antes de girarse y caminar hasta el consultorio seis.

Una mujer estaba sentada fuera del consultorio, ella era hermosa como una muñeca de porcelana, su piel era pálida y su cabello de un extraño color Caramelo.

Cuando él la vio supo que ella sería la mujer de su vida, pero no fue hasta que la vio interna que se arriesgo a decírselo…

Había sido hacía más de veinticinco años cuando la vio por primera vez, en esa competencia a la que su hermana Elizabeth quería que la llevara, ¿qué divertido podía ver una niña de 14 años a un par de caballos brincando cercas?, él no lo sabía pero solo fue sentarse en esa silla y ver los cabellos casi rojos y mirada penetrante y verde…Verde, Carlisle siempre había tenido una debilidad por ese color.

¿Ese era el color de la esperanza no?

Ahora casi treinta años después y con el corazón latiendo a mil por hora, Carlisle se sentía como el hombre más afortunado del mundo.

Él no podía perderla, no ahora, no después de haber criado cuatro hijos y llevar tres décadas a su lado, suspiró fuertemente peinando sus cabellos hacia atrás, su mirada azul mar se encontró con aquellos orbes verde esperanza.

Esperanza, tenía que aferrarse a ella…

Caminó los seis pasos que lo separaban de su amiga, su amante, su otra mitad, su mujer, ella se levantó abriendo sus brazos.

Esmerald Cullen conocía a su marido bastante bien, sabía que tras esa sonrisa que le bajaba las bragas a más de una enfermera había un hombre asustado hasta los tuétanos.

— Todo va estar bien — dijo abrazándolo antes de darle un beso.

— Yo debería decirte eso a ti nena— expresó Carlisle colocando un mechón de cabello detrás de su oreja —Te amo —susurró en voz baja—pase lo que pase recuerda que te amo y yo estaré contigo como en esas olimpiadas.

—Lo sé—ella acomodó el cuello de la camisa azul de su esposo antes de tomarle la mano y conducirlo dentro del consultorio.

La vida tenía que seguir, el reloj no se detenía y la tierra iba a seguir girando alrededor del sol…

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El viaje de regreso a casa fue en absoluto silencio, el rubio pediatra conducía tenso con la mirada la frente pero pérdida.

La esperanza, la esperanza nunca muere…

Un año, eso era todo lo que él tenía, menos de un puto año, sintió el calor de la mano de su mujer colocarse sobre la de él, suspiró llenando sus pulmones de aire antes de mirarla.

— Estaré bien —Susurró y él asintió, sí ella estaría bien, ellos lo afrontarían juntos.

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En el departamento de los Cullen Platt todo era silencio, Carlisle no recordaba cuando había sido la última cena que había ocurrido como la de esa noche.

Quizás cuando sus hijos se fueron alejando uno a uno y solo quedaron ella y el.

Los exámenes habían dado un positivo que él creía remoto…No él creía imposible.

¡Era su mujer!, ¡Su alma!...Su maldita vida entera.

Masticó el último pedazo de lomo que tenía en su plato, antes de alzar la mirada y ver a Esme.

Ella se veía tan radiante, aunque sabía que en el fondo estaba mucho más asustada que él, recogió los platos de la mesa y los llevó hasta el fregadero antes de volver con su esposa y darle uno de los turrones de chocolate que a ella tanto le gustaban.

—Voy a llamar a los chicos—dijo ella con voz suave el la miro antes de negar—Tienen que saberlo Carlisle…Estamos a unas semanas de Noche Buena, podríamos…—su voz se quebró—Podríamos reunirnos todos en la casa de Forks.

Él asintió antes de darle un beso en la frente y caminar hacia su estudio, necesitaba investigar, necesitaba leer, necesitaba quitarse ese miedo que no lo dejaba entender la noticia con claridad.

A sus 47 años Carlisle sabía que era un hombre que aun levantaba pasiones, no era ciego, sabía que más de la mitad de la planta femenina del hospital quería encerrarlo en la habitación del servicio y realizar las más absurdas fantasías con él, mientras que él solo deseaba volver a casa y leer un libro mientras Esme le contaba lo que había sucedido en el entrenamiento.

Esme, su Esmeralda, cuantas semanas había pasado viéndola en silencio, observando como ella y tormenta hacían saltos, se había convertido casi en un acosador, la seguía, iba a lugares donde ella competía y sobre todo estaba allí en sus entrenamientos…

Hasta el día de ese fatídico accidente, el día en el que no le importó mentir con tal de llegar a ella — ¡Soy su novio! —gritó cuando veía como los paramédicos la subían en la ambulancia, ese día se dio cuenta que no podía perder un segundo más…

— ¿Crees que podrás convencerlo Bella? —Escuchó a Esme hablar, su voz se sentía triste y eso le encogía el corazón. —Te entiendo, pero de verdad me gustaría que pudiesen venir, he hablado con Emmett y dijo que haría lo posible con Rosalie, y Alice quedó en confirmarme mañana—se quedó callada un momento al parecer Bella le decía algo—Está bien hija llámame mañana, dile a mi bebé que lo quiero mucho.

Carlisle escuchó la voz dolida de su esposa más aun así no pudo levantarse de la silla, en cambio tomó la foto de sus cuatro hijos.

No eran sangre de su sangre, pero si carne de su carne, no tenían que compartir ADN para que Carlisle Cullen amara con toda su alma a Rosalie, Jasper, Edward y su princesita la pequeña Nessie.

Rosalie, Jasper y Edward habían llegado a ellos por cosas del destino hacía casi diez años, eran pre adolescentes cuando llegaron a la casa Cullen pero eran buenos niños, tratables, amables y dóciles, niños que habían perdido a sus padres por causa de aquel ataque terrorista que había ensombrecido a su país.

Luego de años intentando tener familia, luego de haber intentado miles de tratamientos, habían decidido adoptar, él quería un bebé, un pequeño niño que pudieran educar como sus padres lo habían educado.

Pero ella se enamoró de los tres chicos que estaban apartados jugando Jenga…

— Tienen 15 años mujer y el pequeño tiene 13— le había dicho a su mujer, pero Esme Cullen quería a los niños rubios llenos de energía y a ese pequeño de ojos verdes… Esperanza, si había una para ellos…

Nessie había llegado un par de años después con 10 años y el fantasma del maltrato en su vida, lo miraba con recelo sin importarle que él y Jasper jugaban ajedrez hasta altas horas de la noche, o como permitía que Rose con su largo cabello rubio, sus ojos azules y su piel nivea experimentara con su preciado mercedes, ni como Edward y él se la pasaban escuchando esas canciones pasadas de moda…

Le tomó tiempo, mucho tiempo, pero al final la princesa de ojos cafés había hecho galletas para él.

Carlisle tenía una familia, pero lo más importante Carlisle tenía a Esme.

Abrió su laptop conectándose a Skype, sabía perfectamente que sus hijos eran jóvenes y amantes de la tecnología.

Rosa-Lie: está conectada

BailarinaNess: está conectada

DoriNemoJazz: está conectado

EdwCullen:….Está ausente

Suspiró fuertemente antes de colocar sus Nick y reunirlos en un mensaje.

Los quiero a todos en la casa de Forks para las fiestas, esta vez cuadren sus agendas aun quedan dos semanas—No era una petición era una orden—Así tengan que venderle su alma al diablo los quiero a los cuatro, uno nunca sabe cuándo es la última vez que estuviésemos todos juntos.

Cerró la sección sin esperar la contestación de alguno, buscó nuevamente los exámenes que Eleazar le había entregado, los había mandado a repetir hasta que la muestra de sangre se había agotado, todos con el mismo resultado.

No supo cuanto tiempo estuvo allí sentado tomando una copa de Whisky como todas las noches.

Buscó información en varias páginas de Internet sintiendo como el miedo se apoderaba de él, como el vacio se instalaba en su pecho…

—Se que nunca he sido muy creyente…—suspiró—pero si existes, no me separes de ella, si esta es tu voluntad, que se cumpla pero no la arranques de mi lado—susurró antes de levantarse y caminar hacia la habitación.

Hacía mucho que no escuchaba ruido alguno en el departamento, así que dedujo que su esposa ya estaba dormida.

Subió las escaleras con parsimonia ¡tenía que ser positivo!

Esme Cullen dormía debajo de las cobijas, estaba helando en la gran Chicago, Carlisle dio un suspiro más antes de dirigirse al baño, se dio una ducha rápida y ya en pijama se recostó a un lado de su esposa.

La amaba… La amaba…La amaba.

Los minutos parecían horas, los segundos duraban una eternidad… No podía conciliar el sueño, pero no quería levantarse de la cama.

—Car—escuchó la voz de su esposa, antes que ella se levantase quedando sentada en la cama mientras lo miraba, la habitación estaba oscura pero podían verse unos pequeños rayos de luz que se filtraban por la ventana —Car—volvió a llamarlo mientras acariciaba su mejilla—Todo va estar bien—le susurró, él tomó su mano y se levantó de la cama —Tienes que confiar, yo confío en Eleazar y en ti…

—Esme…

—Shtts—sintió los dulces labios de su esposa posarse sobre los de él—No quiero que pienses Carlisle Cullen—le dijo con voz suave—Quiero que me ames.

—Eres mi vida Esme, si algo te llega a suceder…

—No sucederá nada…—lo besó, acomodándose sobre sus piernas ahorcajadas—Ámame, Carlisle, solo ámame—susurró y ella no tenía que pedírselo dos veces.

La acomodó entre sus piernas deslizando las tiras de su camisola mientras su boca la devoraba con hambre y dedicación, ella era su niña, su amante, sus manos recorrieron cada curva de su mujer, su boca se encargó de succionar cada poro de su blanca piel, lamió el valle de sus pechos, succionó cada montículo de carne, chupó como bebé sediento de cada corona rosa, antes de dejarla suavemente en la cama y guiar su miembro hasta su centro.

—Car…. —Esme se agarró de su espalda, años sintiéndolo dentro de ella, años disfrutando del placer que él le otorgaba, pero cada vez era diferente y Carlisle la estaba tratando con tanta ternura que ella pensó que iba a estallar de emoción.

Se quedó quieto anclado a ella como si fuese un salvavidas… Y sí, ella lo era, ella lo era todo, atacó su boca antes de moverse en su interior sintiendo como la ardiente carne de su amada le daba la bienvenida una y otra vez a su hogar.

—Ohh, Esme —murmuró en su cuello —Te amo tanto amor…Tanto, te necesito siempre princesa, siempre aquí junto a mí.

—See —Esme gimió entre jadeos —Junto a ti Carlisle, siempre junto a ti…Ohh por favor no me tortures mas, no soy de porcelana Carlisle —Jadeó antes de que el beso frenético de su esposo ahogara sus gemidos.

Los cuerpos se movían al compás de una misma melodía, sus manos unidas, sus envites sincronizados, el choque de las carnes que juntas proporcionaban la melodía que solo daba el amor, Carlisle tomó una de las piernas de su mujer y la elevó cambiando el ángulo de sus envestidas mientras ella murmuraba lo mucho que lo amaba.

Unieron sus manos sobre la cabeza de ambos, jadeos, choques, gemidos entre cortados, el corazón latiendo a mil por hora y miles de suspiros inundaron la habitación, la temperatura cambio drásticamente antes que con un pequeño grito el cuerpo curvilíneo de Esme se pegara completamente al de Carlisle mientras él rugía como animal llegando a su propio nirvana.

—Te amo —susurraron los dos al mismo tiempo, él se deslizó suavemente fuera de ella y luego la atrajo a su pecho dándole dos besos en su frente.

No pasó mucho tiempo para que la respiración de Esme fuese pausada y acompasada, con el corazón aun latiendo frenéticamente, Carlisle dejó a su mujer sobre las almohadas antes de tomar su celular.

Esme merecía vivir eso, abrió su libreta de contactos y llamó al primer nombre que apareció entre sus contactos.

—Buenas—dijo una voz somnolienta al otro lado de la línea.

—Edward—susurró bajo.

—Papá—dijo la voz masculina.

—Esto no es un pedido Edward, pasaremos navidad todos juntos en la casa que está afuera de Forks.

—Vi tu mensaje papá, tengo una—se escuchó como se levantaba de la cama—Tengo una Sección con…

— ¡Me importa un jodido demonio tu sección Edward! —Gritó —Carlisle nunca gritaba, pero todos los años era una cosa diferente: Edward y sus secciones, Jasper y su no autoridad ante Alice, Rosalie y sus negativas o Ness y sus turnos extras, esta vez NO, Esme se lo merecía, ella quería una navidad con todos sus hijos, pues él se la daría, o se dejaba de llamar Carlisle Gabriel Cullen.