Vamos a ver…

Esta historia en parte es mia, pero por otra parte no lo es.

Mi querida amiga, Lena, va a estar algo… digamos indispuesta durante un tiempo, y por lo tanto, no podrá escribir.

A pesar de que me opuse, ella quiso que yo me ocupara de su historia, diciéndome que a partir de ahora su OC era mía indefinidamente.

Ya veis, lo que hay que hacer por amistad…

Bueno, el primer capítulo no lo he escrito yo, sino Lena, pero a partir del segundo, serán escritos por mí.

Perdonad las molestias.

¡Espero que os guste la historia!

¡Recuerdos a todas de parte de Lenita!

...

Lena Di Ángelo, una preciosa chica de pelo blanco, con flequillo recto y algo desigualado por detrás, y con ojos violetas, se paseaba por su nuevo instituto, el Giovanni Legrenzi.

De orígenes italianos e ingleses, y además criada en España, dominaba los tres idiomas a la perfección.

Se acababa de mudar a Florencia con sus primos, y era su primer día como estudiante del Legrenzi.

Se la veía entusiasmada y dispuesta a darlo todo en aquel lugar.

Había impactado bastante al llegar aquel día acompañada de su primo Mercurio.

Fue como en una de esas típicas películas americanas, en la que la chica nueva se para en el centro del pasillo y todo el mundo se queda en silencio, observándola mientras camina.

Mercurio sabía que no era de extrañar, pues su prima pequeña era toda una belleza que impactaba a todo aquel que la veía. Le resultaba muy divertido ver como se revolucionaba todo el instituto al ver a Lena con sus andares, ya que más que caminar, parecía que bailaba.

No obstante, tenía cosas más importantes que hacer que seguir a su prima, así que no le quedó más remedio que dejarla sola.

- ¿Seguro que estarás bien?

- Tranquilo, Mercu. Ya no tengo 6 años, me las arreglaré.

- De acuerdo. Nos veremos mas tarde.

Se dieron dos besos a modo de despedida.

El chico se preocupaba mucho por ella, pues desde la muerte de sus padres hacia tres años, su familia de Italia era la única que tenía.

Lena había seguido viviendo en España después del accidente, pero sin más quiso irse con el resto de su familia paterna.

Antaño los Di Ángelo habían sido una importante familia en la realeza italiana, y eran muy queridos en la provincia.

Seguían siendo de las familias más destacadas, yo todo el mundo los conocía por allí.

No era de extrañar que conocieran a la chica, aunque solo fuera por su apellido.

Su llegada al Legrenzi había sido todo un acontecimiento.

Después de que Mercurio se fuera, Lena aprovecho para inspeccionar el lugar.

Notaba las miradas indiscretas que le dirigían, de gusto por parte de los chicos, y de admiración y algunas de envidia entre las chicas.

No le gustaba que la observaran tanto, pero no quería causar una mala impresión en su primer día y dejar mal a la familia. Tuvo que disimular hasta que logro salir del edificio y llegó a los jardines.

A esa hora todos los clubes estaban reunidos, y los grupitos de adolescentes creaban un mar de agitación por las carreras, los juegos, y demás actividades.

Toda esa multitud le parecía extraordinaria.

Realmente los colegios de España no eran así, y se alegraba. Algo tan maravilloso no sería propio de la península.

Mientras escuchaba con atención a un grupo de chicos que cantaban a coro, sin darse cuenta se tropezó con alguien, cayendo al instante.

- Perdona, ¿estás bien?

Un chico guapísimo le tendió la mano para ayudarla a levantarse.

Tenía el pelo negro con reflejos azules a la altura del cuello y unos hermosos ojos azul turquesa.

- Eh... si, estoy bien. Gracias.

- ¿Tú no eres la chica nueva? se que tu apellido es Di Ángelo, pero tu nombre...

- Me llamo Lena -parecía mentira que solo se la conociera por el apellido-.

- Ah, eso. Encantado. Yo soy Gianluca Zanardi.

- Mucho gusto.

Le gustaba la voz de ese chico.

Era melodiosa, y a la vez grave.

Lena se preguntaba a que grupo pertenecería. Seguro que era artista. Músico, quizás. Tenía un brillo soñador en la mirada.

- Oye, ¿Tienes a alguien que te enseñe todo esto? Es un instituto muy grande, y además, convendría que te unieras a algún club.

- La verdad es que no. Creía que podría yo sola con todo, pero está claro que me equivocaba.

- Bueno, si quieres en uno de los descansos puedo enseñártelo, pero ahora tengo que irme, lo siento.

- Oh, tranquilo, no pasa nada. Creo que podré arreglármelas hasta el descanso.

- En ese caso... ¿Nos vemos aquí después de las clases?

- Claro, será un placer.

Lena se quedo mirando como su nuevo amigo, si se podía llamar así, se alejaba con prisa, hasta llegar junto a otro chico.

Seria uno de sus compañeros en el club, a lo mejor tocaba algún instrumento musical... tal vez estaban en la banda del instituto...

Mientras pensaba con aire de ensoñación, se dio cuenta de que el otro chico le pasaba un balón de fútbol, y Gianluca lo detenía con el pie sin ningún esfuerzo.

Se quedo en blanco cuando unas chicas que pasaban por su lado comenzaron a hablar.

- Ah, mira, ¡Ahí están Zanardi y Aldena!

- ¡Si, que guapos son! ¡Y que bien juegan!

- Una pena que no tengan tiempo para novias. Que desperdicio de chicos.

Cuando se alejaron se quedo pensando.

Fútbol.

Que invento tan inútil.

Solo son unos chicos persiguiendo un balón, y que se emocionan como si les diera la vida el simple hecho de meter un gol.

Jamás habría adivinado que ese chico tan encantador jugara al fútbol.

Si es que no le veía la razón a ese juego.

No le cabía en la cabeza.

Algo más lejos, Gianluca charlaba con su amigo.

- ¿Di Ángelo? ¿En serio?

- Si. Y la verdad es que es toda una belleza. No se suelen ver chicas así normalmente. Realmente parece una princesa.

- Interesante... ¿Y me estas diciendo que has quedado con ella?

- Después de clase. Voy a enseñarle el instituto. ¿Quieres venir?

- Si, ¿Por que no? Seguro que le gustará conocer a alguien más en este instituto, además alguien bastante cercano a su familia...