Después de haber sufrido la fatal pérdida de sus padres y quedarse completamente solo, fue acogido por un tío postizo.
Sin saber que ese tío estaría metido en cosas fuertes y abrumadoras, Darien Chiba vivió gran parte de su niñez y adolescencia con él. Aprendiendo el manejo de armas y algunas técnicas de asesinato propició el hecho de que en él se sembrara el deseo de venganza contra los asesinos de sus padres.
Él solía ser un solitario, un hombre que se movía como una sombra sigilosa; cada rincón, cada lugar eran su refugio.
Por años y años había vivido así y se había conformado con ello. Haciendo trabajos especiales para su tío, Darien se había adaptado a esa vida sombría que no le traía más que vacuidad y soledad desde hacía algunos años.
Siendo el mejor en su campo vivió oculto de la gente hasta que una noche le llegó el trabajo de su vida, el trabajo que cambiaría su vida solitaria por completo…
Hola que tal, este fic està basado en una pelìcula que me encantò y decidì hacer algo con la trama, comento; habrà algunas cosas que cambiaràn pues no serà con exactitud igual ;) con la lectura se daràn cuenta que algunos detalles cambian :D besos y abrazos.
Responderè todos sus comentarios hasta luego!
Capítulo 1
En este mundo se te van presentando cosas que te cambian la cosas le dan un giro radical a la existencia sin imaginar que el camino que elegiste puede ser el que te lleve más rápido a la muerte…
Las circunstancias, un simple gesto o un terrible error pueden ser causa de grandes cambios, algunos buenos, otros no tanto.
Cuando la soledad te embarga, suelen asediarte otros sentimientos de dolor, tristeza y melancolía.
Él era un hombre solitario, oscuro y callado. Siempre como una sombra fúnebre y silenciosa deslizándose por las calles por donde se moví ocupación lo ameritaba seguramente, pues no era fácil cortar vidas, y aunque tenía algún tiempo haciéndolo, sus demonios internos a veces no lo dejaban estar tranquilo.
Pero era el mejor haciendo su trabajo. Simplemente perfecto…
Esa noche era oscura y silenciosa. Dolorosamente sombría.
El hombre de ojos azules y cabello negro se levantó de su tortuosa cama presintiendo que algo ocurriría esa noche. Esa noche lóbrega no era como las demás de su existir. Esa noche sería diferente, muy diferente.
Como hombre perspicaz que era, hizo una inspección rápida y con sigilo se movió por todo el departamento concluyendo en que no había nada ni nadie.
Se asomó a la ventana que daba a la calle de su tercer piso y luego siguió la mirilla de la puerta.
Lóbrego, sórdido y con esa luz mortecina iluminando de manera incipiente el largo pasillo le daba un aspecto casi terrorífico. Digno escenario para una película de terror.
Ese complejo de departamentos había sido elegido por él para ocultarse, allí, nadie lo buscaría pues el lugar estaba prácticamente abandonado. Las familias que ahí vivían permanecían casi todo el tiempo encerrados, así que la interacción era totalmente nula.
Idóneo para alguien como él.
-la, la, laaa
El suave tarareo de la jovencita rubia rompió el silencio de aquéllos mortecinos y lúgubres pasillos llamando la atención del hombre oculto tras la mirilla. Sus pupilas se dilataron cuando la luz parpadeó un par de veces asustando a la rubiecilla que caminaba rápido hasta los escalones.
Darien la perdió de vista y luego se asomó por la ventana viéndola caminar rápido con su tarareo en un intento tonto de relajarse para no tener miedo a los peligros que se pudieran presentar.
Aferrada a su bolsa de mandado la joven rubia siguió caminando hasta perderse en una esquina tarareando una vez más la melodía.
-la, la, laaa-
El sombrío joven dejó de lado la cortina y volvió a su habitualidad de siempre: sentarse en un sillón a limpiar y pulir sus armas. Con parsimonia metió los cartuchos pensando en lo que podría pasar y en el próximo trabajo que haría.
Alzó el arma y ajustó el seguro, sus ojos azules brillaron fríamente después de darle una última mirada y meterla al maletín.
Desde su tierna adolescencia había tenido que vivir con un tío postizo. Sus padres habían sido asesinados a sangre fría por un grupo delictivo, y el tío Jack no estaba precisamente dedicado a sus farmacias. Pasado el tiempo había ofrecido "amablemente" enseñarle el uso de las armas y al ver que tenía un talento nato, le buscó algo más que un trabajo de repartidor en la farmacia.
Más de una vez le había pedido uno que otro encargo remunerándolo bien, lo cual él vio como una oportunidad para vengar la muerte de sus padres.
Con algunas armas más puestas sobre la mesa se levantó al escuchar unos rechinidos de llantas a lo lejos.
Parado en la ventana, viendo solamente por un lado de la cortina, se quedó callado y petrificado como una estatua.
Mirando y analizándolo todo como el buen asesino que era, se dio cuenta que los rechinidos de llantas provenían de una calle cercana. Los autos no tardaron en llegar frente al complejo de edificios y de las camionetas comenzaron a bajar un gran número de hombres armados y con mala actitud.
No pudo evitar pensar en la chiquilla que había doblado la esquina hacía unos minutos.
Los tipos no tardaron en entrar al edificio, sin nadie que los detuviera entraron bajo el mando de un hombre de mala pinta con cigarro en mano.
-¡los quiero a todos!-ordenó y luego miró a todos lados-
El hombre, vestido con un traje gris y camisa azul a juego se metió una pastilla a la boca, y luego de tragarla, se tronó el cuello un par de veces antes de entrar junto a un alto y corpulento hombre.
-vamos
Darien corrió hacia su puerta pensando que tal vez venían por él. Con arma en mano se acercó a la mirilla y en postura vio como los hombres sin ninguna contemplación irrumpieron en un departamento cercano.
El departamento de la niña rubia.
Pudo ver al tipo del traje gris y cabello azuloso junto a tres de ellos.
-esto será rápido ¡tú! ¡vigila el corredor!
Enseguida se colocaron en forma estratégica, a modo de no dejar que sus presas escaparan y temiendo a ese loco y atroz jefe los hombres estuvieron listos.
-¡dame eso!-arrebató un rifle a uno de ellos y disparó sobre la chapa de la puerta-
De una patada derribó la puerta y entró como alma que llevaba el diablo, abriendo puertas y disparando a quien encontrara Diamante "el Lord" Black se deleitaba disparándoles a esos pobres e indefensos seres que nada le habían hecho.
Como si de una danza suave se tratara, Diamante daba giros y entraba y salía de todas las puertas tomando por sorpresa a Kenji.
-¡aquí estás!
Kenji era el último que quedaba y en una esquina completamente acorralado miró los ojos perdidos de Diamante mirándolo con una sonrisa siniestra.
Darien se despegó muy despacio cuando vio venir al acompañante de Black. Los ojos de ese hombre no eran distintos a los de Black, él era el fiel perro guardián de Diamante, Rubeus, subjefe de operaciones antidrogas, igual de loco y enfermo y drogadicto que su jefe, pero con suficiente cordura para saber llevar en paz a Lord Black.
El corpulento tipo se acercó al departamento, ya con el arma en mano se recargó para ver si escuchaba algo.
Nada.
-¡¿qué haces Rubeus?!-le gritó uno de sus compañeros-¡Diamante quiere que registremos toda esta pocilga!
Darien vio como el tipo volvió adentro y descansó tras la puerta…
-¡dime dónde está!-gritó Diamante lleno de crispación, con las pupilas totalmente dilatadas-
-no sé de qué me hablas Diamante, ¡te he dado lo que tengo!
-¿sabes?-dijo Diamante interrumpiendo-me encanta la música-se giró para mirarlo-¿te gusta la música clásica?
Kenji no respondió. Acorralado sobre una de las esquinas de aquél departamento vio a Diamante dar un giro sobre su eje manipulando la pistola como si estuviera dirigiendo una orquesta.
-en este momento me imagino una maravillosa canción –lo miró y luego sonrió-
-Diamante yo…
Kenji estaba visiblemente asustado ante ese hombre que amenazaba con perder la poquísima cordura que tenía de un momento a otro. Sintiendo todo el dolor de ver a su familia tendida por toda la casa cubierta de sangre, hizo un último intento por alcanzar un arma pero Diamante abrió los ojos y lo miró de nuevo. Tomándolo del cuello le gritó
-¡¿dónde está?!
-Diamante-le dijo uno de sus compinches-está aquí-le mostró el paquete con el polvo blanco-
Los cambios de humor de Diamante eran espeluznantes y Kenji temblaba mientras lo sostenía del cuello de la camisa, viendo sus pupilas dilatadas y la sonrisa torcida sintió que sería el final
-¿sabes? Odio que me mientan, y tú lo has hecho-lo soltó y dio un paseo mirando todo el lugar-este sórdido lugar me inspira para imaginar una linda canción-cerró los ojos y suspiró, comenzó a tararear y Kenji tomó el arma que tenía tras él-
Un fuerte estruendo se dejó escuchar después de eso.
Terrible sorpresa con la que se encontraría esa angelical rubia de inocentes ojos azules. Caminando por la calle solitaria y sintiéndose más tranquila recordó las palabras que su madre le había dicho.
"pide fiado el pan y la leche, esto te lo doy para que compres el jugo de tu hermanita"
"ten cuidado-le dijo Kenji evidentemente asustado-y vuelve pronto"
Las palabras de su padre estaban fijas en su mente, sin saber que serían las últimas, Serena se apresuró a llegar a su casa.
-¡hola! ¿qué haces a estas horas y sola?
Serena sonrió a esa amable señora y se detuvo cuando ella le tomó el brazo.
-mi padre me envió a la tienda por algunas cosas-le dijo mostrándole la bolsa-tenemos que darle de comer a Rini, sabe que los niños no comen de cuentos.
La señora de afable rostro la miró con ternura, Serena siempre había sido una muchacha noble y de voluntad de hierro y eso le conmovía hasta lo más profundo de su corazón.
-cuando quieras-le dijo tocándole el rizo rubio-ve a la fundación, hay muchas jovencitas y puedes hacer amigas.
-lo lamento-le dijo Serena-pero tengo que cuidar a mi hermanita y casi no puedo salir-se separó abruptamente dejando a la señora parada en la acera-¡pero gracias!-le gritó sin voltear-
Tenía tiempo que esa mujer quería ayudar a Serena, sabía que su padre no andaba en cosas precisamente honestas y temía por la seguridad de las niñas. Aun preocupada retomó el camino cuando vio a Serena alejarse más sobre aquélla oscura acera.
-espero que nunca les pasa nada malo
Aquélla señora se detuvo una vez más y vio a Serena doblar en la esquina.
Desconcertada al ver esos vehículos negros polarizados estacionados en la acera, hicieron sentir a Serena asustada y corriendo subió las escaleras hasta llegar al piso donde vivía. Justo antes de tocar el piso escuchó un estruendo y se detuvo aferrada a la bolsa que traía en brazos.
-¡arruinó mi traje el maldito y mató a mi hombre!
-¡déjalo, ya está muerto! Tranquilízate Diamante.
-estoy tranquilo-dijo saliendo del lugar dejando a uno de ellos dentro del departamento-¡vendrá la policía y les dirás que estábamos en una misión!
Serena permanecía oculta tras las escaleras y vio bajar al peli azul con otro más. Después que se fueron ella subió lentamente y vio a un hombre parado en el pasillo y otro en la puerta de su departamento. La habían visto y no podía dar marcha atrás, tenía que seguir.
Llena de miedo fingió no haberlos visto y siguió caminando con la cabeza abajo.
-¡hey niña!-le dijo uno de ellos-¿a dónde vas?
Serena alzó el rostro pero no dijo nada.
-¿a dónde vas?
-allá-dijo señalando el departamento al final del corredor-
-¡lárgate!-le gritó el más grande-
Con las piernas temblándole del terror avanzó, pero no pudo evitar mirar hacia adentro. Una imagen por demás horrible llenó su mente.
Ni una sola exclamación o se darían cuenta, como pudo siguió avanzando y cuando estuvo de espaldas apretó los labios con fuerza para no gritar de dolor. Con lágrimas corriendo por sus mejillas, siguió hasta el departamento que estaba al final del corredor, apretando la bolsa con una mano mientras con la otra tocó la puerta un par de veces.
-por favor abre-musitó llena de terror-
No por eso, los dos hombres dejaron de mirarla, uno de ellos con el arma en mano la miró descaradamente mientras el otro, recargado ahora en la pared deslizó su mano sobre la ak 47.
Serena podía sentir las miradas en su espalda y llena de miedo apretó los ojos como si con ello los pudiera desaparecer.
Volvió a tocar un poco más fuerte y la mano le tembló. Como pudo se controló y siguió parada frente a aquélla puerta que sería su salvación o su completa perdición.
Darien escuchó unos golpes en su puerta y temiendo que fueran ellos se apresuró a tomar su arma y llegó hasta la puerta.
Corrió la tapa de la mirilla y vio a los dos hombres mirando hacia su puerta y se quitó. Arrugó el entrecejo y cuando se iba a separar de la mirilla un nuevo golpe surgió de la nada.
-por favor, ayúdame-volvió a musitar la rubia-
Temblando de miedo Serena casi sentía que los hombres estaban tras ella. Con las lágrimas corriéndole por las mejillas sintió rabia cuando nadie respondió a la puerta.
Entonces volvió a tocar tan fuerte que los nudillos le dolieron. Pero era más fuerte el dolor de ver muerta a su familia.
-abre la puerta
Uno de ellos le hizo un ademán al otro y este no dudó en ir sobre Serena como un fiero león sobre su indefensa presa.
Serena lo sintió venir y cerró los ojos esperando su inevitable final. Este era el fin, el fin de toda su familia y de ella.
-¡hey niña!-le dijo el tipo-¡ven aquí!
Darien miraba lo que pasaba, el hombre iba hacia su puerta y tomando la perilla pensó en muchas cosas. Entre ellas, que se iba a meter en problemas. Pero había sido testigo de la matanza que se había cometido y no había hecho nada
El tipo llegó a donde Serena y la tomó el hombro para girarla y compararla con una foto familiar que habían encontrado dentro del departamento donde había una pareja y dos hijas.
La incipiente luz no dejaba ver bien al hombre y molesto jaló a Serena consigo.
-¿qué quiere? ¡déjeme!
-vamos muñeca, sólo quiero verte mejor-le dijo jalándola con él e intentando compararla con la foto-
El rechinido de la puerta de Darien hizo que ambos voltearan a verlo y a Serena se le iluminaron los ojos.
-¡vaya mi amor, pensé que no abrirías!
-estaba dormido-le siguió la corriente, mirando al hombre cerca y ocultando el arma tras la puerta mientras dejaba entrar a la rubia-
El tipo sólo hizo un ademán y dio la espalda mientras Darien cerraba la puerta tras él.
Los ojos de Serena eran de terror cuando dejó caer la bolsa con las compras y a su vez caía sentada en el piso bañada en lágrimas.
-gracias, de verdad gracias
Serena no sabía si adentro estaría mejor al ver a ese hombre con el arma en la mano.
-es mejor que no hagas ruido, hay problemas.
Serena comenzó a llorar amargamente. Estaba asustada y llena de miedo y dolor, Darien la miró fijamente y no supo qué decirle, sólo que se callara y mantuviera quieta…
