Mis queridos lectores, les pido de favor que lean la nota de autor cuando terminen.
Disfruten el fic.
LA FARSA
PARTE 1
Era una escena muy familiar.
Hermione ya había perdido la cuenta de cuántas veces había presenciado esto los últimos siete meses: la hermosa chica que ronda a Harry con una sonrisa invitante curvando los labios y comenzaba una conversación. Harry sonreía y respondía como un caballero –él no era otra cosa sino educado la mayor parte del tiempo. La chica hablaba y reía y, sí, flirteaba con diferentes niveles de obviedad. Entonces, ésta se daba cuenta mucho antes –la duración dependía de cuán determinada u obvia fuera la joven en turno- de que el ojiverde no le respondía manteniéndose firmemente desinteresado, sin importar cuán cortés fuera. Y entonces la chica se iba, dejando a Harry en paz.
Al menos hasta que llegaba una nueva y se repetía la escena.
Ésta nueva chica en particular –y quien era realmente bonita, rubia y figura perfecta tipo modelo- estaba durando más tiempo de lo que Hermione esperaba. No era muy admirable de su parte, pero Hermione había empezado un tipo de juego intentando predecir cuánto duraría cada chica hasta que la susodicha se diera cuenta de que Harry simplemente no estaba interesado. Pero con ésta chica Hermione mentalmente esperó a que le tomara veinte minutos, expectativa bastante alta asumiendo que, a juzgar por la manera en que se movía y veía, encontraría incomprensible que hubiera algún hombre que no sucumbiera a sus encantos.
Hasta ese momento, ésta última había durado más de veinticinco minutos y no mostraba signos de darse por vencida. Era persistente e incluso dedicada. Hermione casi podía sentir un atisbo de simpatía hacia ella… casi, pero no.
Era inútil, y (casi) se había resignado –pero Hermione veía a todas esas chicas desfilando frente a Harry, como rivales. Rivales por su muy conveniente posición de ser la novia de Harry Potter. La amante de Harry Potter.
No es que realmente fuera una rival porque ese título implicaba una oportunidad de convertirse en su novia y ella sabía que era imposible. Hermione sabía lo que era: la mejor amiga de Harry Potter, ni más ni menos, y siempre lo sería. Él nunca pensaría en tener una cita con ella o besarla más de lo que haría con Ron. Lo sabía muy bien.
Pero eso no evitaba observar a todas esas chicas que se le aproximaban, flirteándole –incluso si, hasta ahora, él no había respondido a todas esas maniobras, siempre estaba la posibilidad de que, un día, Harry caería. Algún día una de ellas atraería su atención e interés. Algún día una de ellas tendría éxito donde otras habían fallado y sería la chica que Harry besaría y tocaría y amaría…
No había sucedido aún, pero sucedería, un día u otro, más pronto de lo pensado puesto que Harry llevaba más de ocho meses sin pareja (habiendo roto con Ginny en septiembre) y difícilmente esperaba que el ojiverde, quien tenía casi a toda la población femenina entre quince y cuarenta lanzándose en su caza, permaneciera soltero por mucho. Sucedería y Hermione vivía con ese miedo.
Intentaba no hacer caras mientras sentía algo como… una emoción cuyo nombre le importaba un bledo mientras se daba cuenta de que la chica en turno llevaba más de treinta minutos hablando con Harry sin dar señas de retirarse. Peor aún, Harry sonreía y platicaba, un poco más animado de lo que usualmente se mostraba con las chicas que se le lanzaban y entonces –Hermione intentaba no respingar- él reía a lo que la chica decía. Le sonreía y se reía de esa manera que, Hermione sabía, hacía sus ojos esmeralda brillar y que nunca fallaba en provocarle que el corazón se diera al galope sin importar cuantas veces lo haya visto.
En realidad debería mirar para otro lado; esto se estaba volviendo una incapacidad masoquista, estúpida y morbosa de mirar a Harry.
Cuando casi lo lograba, él volteaba y ambas miradas se encontraban… y Harry demostraba porqué, a pesar de todo, ella no podía dejar de amarlo.
Los ojos de Harry brillaron mientras con una sonrisa se disculpaba con la chica del momento, como si estuviera completamente ciego ante el hecho de que la joven fuera la más hermosa del lugar, y éste se dirigía, entre el gentío del pub, para llegar hasta Hermione. La chica abandonada, estupefacta, lo miraba irse sin poder creerlo.
-¡Hermione! No pensé que vinieras esta noche- Harry le pasaba un brazo sobre los hombros en un rápido saludo. Era un gesto amistoso de compañerismo.
-No lo iba a hacer, pero terminé el trabajo un poco antes y pensé que bien podría venir- dijo Hermione y añadió con una sonrisa sugestiva –Alguien tiene que asegurarse de que Ron y tú no se metan en problemas.
Harry rió.
-Por supuesto. ¿Qué sería de Ron y de mí sin nuestra señorita prefecta para mantenernos a raya?
-Me da escalofríos de sólo pensarlo.
-A mí también. Te falta una bebida- añadió –Anda, anda, no podemos permitir eso- y mientras lo decía, Harry puso una mano sobre la espalda de Hermione y la dirigió hacia la barra, otorgándole el beneficio de esa manera tan única en la que la gente tendía a dejarlo pasar (una de las consecuencias de ser el héroe de la comunidad mágica) y así pudieron llegar sin problemas.
Allí encontraron a Ron ordenando un Whisky de Fuego. Exuberante por todo lo que ya había ingerido en alcohol, saludó a la castaña con un abrazo de oso y un sonoro beso en la mejilla.
-Viniste, Hermione! Te lo dije. Te dije que deberías salir más. Vamos a pedirte una bebida, va? Un Whisky de Fuego.
-No, sólo una cerveza de mantequilla- lo corrigió Hermione con hastío.
Ron le hizo una cara fingiendo escandalizarse.
-Ooohh, Hermione, no seas así. Estamos en un pub, ¿qué más se supone que debemos tomar, y en noche de viernes, además?- y sin esperar respuesta, levantó la voz para hacerse escuchar sobre el ruidero -¡Otro Whisky de Fuego!
-No, Ron. Prometí llegar al trabajo mañana muy temprano- protestó Hermione aunque no muy convencida porque sabía que gastaba saliva. Ron nunca podría alcanzar a comprender que trabajar en San Mungo no permite el lujo de tener fines de semana. Era simplemente la manera del pelirrojo y ella ya se había dado por vencida tratando de cambiarlo, y parte de Hermione lo quería por ello, sabiendo que ésa era su manera de asegurarse que no trabajara hasta el agotamiento que, de otra manera, hubiera sucedido.
El whisky de fuego llegó hasta ellos pero antes de que Ron se lo diera, Harry suavemente tomó la botella.
-Una cerveza de mantequilla para mi amiga- ordenó rápidamente. Tratándose de Harry, la cerveza llegó casi de inmediato y Hermione lo aceptó con una rápida sonrisa para él y éste la correspondió de igual manera antes de dar un trago al whisky del que se apropió.
Ron rodó los ojos pero se resignó –siendo esto un tema muy recurrente entre ellos- y fue reclamado por su grupo de rudos amigos con quienes había estado, sus compañeros de los Chuddley Canons. Volvió la vista a Hermione con una sonrisa y un "me da gusto que hayas venido", dejando solos a ella y Harry.
Hermione miró con una sonrisa indulgente a su huidizo amigo antes de voltearse hacia Harry, quien le devolvió la sonrisa y empezaron a hacerse camino entre la multitud hacia un rincón más tranquilo.
-Vamos. Encontremos un lugar donde podamos escuchar lo que pensamos.
-No necesitas quedarte conmigo, ¿sabes?- le soltó antes de pensar lo que decía. –Se veía que, cuando entré, acababas de hacer una amiga.
Harry le dio una sonrisa alegre, medio apenado, como suele hacer cuando se refiere a una de esas tantas chicas que lo acosan.
-Ten piedad de mí, Hermione. No puedes querer lanzarme a los lobos ahora que estás aquí.
-Pues era una loba muy bonita- y por respuesta éste se encogió de hombros.
-Sí, bastante- aceptó con indiferencia. –Demasiado rubia para mi gusto.
Hermione luchó contra la ráfaga de rebelde alegría a su obvia falta de interés en la chica, por muy hermosa que ésta fuera. En su lugar, respondió con una leve risa.
-¿Cómo alguien puede ser demasiado rubia? No es como si fuera una característica gradual.
Harry le dirigió una falsa mirada de irritación y su mirada desmentía el tono de su voz mientras las comisuras de sus labios se torcían en una sonrisa.
-Gracias, profesora Granger, por corregir la imprecisión del calificativo. Quise decir que las rubias realmente no me gustan.
-Bueno, esta te hizo reír así que no puede ser tan mala- observó Hermione.
-Es cierto. Fue injusto de mi parte. Después de que me dejó de alabar por mi famosa valentía durante diez minutos, se hizo más placentera la conversación. Se llama Annabel y es reportera del diario El Profeta. Su trabajo consiste en ir a los partidos de Quidditch y escribir sobre ellos. Le dije que sonaba más a diversión que a un trabajo- le dio a Hermione una mirada divertida –Merlin sabe que me encantaría que me pagaran para ir a los partidos.
Pero ella sacudió la cabeza en reprobación.
-Harry, tu vas a todos los partidos que puedes. Crees que no hacer otra cosa más que ir a los partidos de Quidditch se vuelva aburrido después de un tiempo?
-Demasiado Quidditch?- y la miró exageradamente alarmado –Imposible! Hermione, aún no has aprendido que nunca se pueden ver suficientes partidos de Quidditch? Sólo pregúntale a Ron.
-No, gracias- le respondió secamente con una sonrisa ligera en las comisuras de sus labios. –Me prometí nunca preguntarle a Ron sobre Quidditch cuando él no es exactamente el mismo cuando al tema se refiere.
Harry se rió.
-Ouch! Pobre Ron. Pero tal vez tengas razón. Hay más en la vida que sólo Quidditch- hizo un pausa y la miró con falsa severidad. –Bueno, ahora recuerda lo que te acabo de decir porque nunca más me escucharás decirlo y si le dices a Ron, lo negaré.
Fue entonces el turno de reír para Hermione, mirando a Harry cuyos ojos la miraban con gracia. Y como siempre, tuvo que reprimir su reacción ante el rostro de su amigo y sus verdes ojos destellando con humor.
Harry extendió la mano sobre la mesa para coger uno de sus brazos y darle un rápido pero amistoso apretón.
-Me alegra que hayas venido, Hermione. Nuestras salidas siempre son más divertidas cuando vienes.
Hermione sólo atinó a sonreírle mientras le daba un trago a su bebida para suprimir un ligero suspiro. Después de todo, valía la pena ser la mejor amiga de Harry. Y aún así… su amistad nunca sería suficiente para ella. No cuando lo que deseaba era su amor.
En realidad todo era culpa de Ron.
Fue él quien sacó el tema y quien hizo ese comentario tan atrevido que la llevó a tomar tan impulsiva y atrevida decisión. Atrevida ella! En serio, tenía que ser culpa de Ron; sólo Ron era capaz de decir algo tan estúpido que la llevara a reaccionar tan precipitadamente. Aunque no es como si éste hubiera soñado que sus palabras tendrían semejante efecto, incluso en sus más delirantes sueños. Pero entonces, ella jamás lo hubiese esperado de sí misma.
Todo comenzó en una de sus salidas de fin de semana para ir a cenar y Hermione le acababa de preguntar a Harry qué quería para su cumpleaños, que sería la siguiente semana. Éste frunció la nariz.
-No quisiera hacer un gran evento. Sólo pensaba en salir los tres a algún lado, pero la Sra. Weasley insistió en que fuéramos todos a la madriguera para celebrar. Creo que si la hubiera dejado hacer su voluntad, habría invitado a todo el Ministerio, pero le dije que no.
-Como sea- intervino Ron en ese momento –sé de una cosa que definitivamente vamos a hacer, un día antes ya que va a ser viernes. Vamos a ir a un bar y tú, viejo amigo, vas a buscarte una chica para llevártela toda la noche.
-Ron- dijo Harry en tono de protesta aunque no del todo ya que ésta no era la primera vez que su amigo hiciera semejante sugerencia.
Ron continuó como si no lo hubiera escuchado.
-Es en serio, Harry. Has estado viviendo como un maldito monje por casi nueve meses y ya me harté. Quiero decir… Merlin, Harry, si yo tuviera a tantas chicas como tu, todas lanzándose hacia mí, me cogería una chica nueva cada semana!
-Muy caballeroso de tu parte, Ron- comentó Hermione con sequedad.
Ron parpadeó, miró a Hermione como si apenas recordara su presencia y se ruborizó hasta que sus orejas se tornaron rojas al darse cuenta de que tal vez no había tenido mucho tacto en lo que dijo siendo que su mejor amiga era mujer y sucedía que, además, era su ex novia.
-Lo siento, Hermione. No era mi intención decirlo de esa manera.
Hermione agitó una mano hacia él, como restándole importancia al comentario de Ron. Lo conocía y sabía que hablaba sin pensar. Ron nunca la consideró como chica y también eso lo sabía, a pesar de –y tal vez por ello- su corta pero no lamentable relación.
-No te preocupes por eso, Ron. Me ha dejado de ofender lo que sea que digas. Si no fuera así cuando dices algo estúpido me pasaría la vida ofendida.
-Oye!- casi gritó Ron medio indignado al mismo tiempo que Harry reía.
-Me parece que tiene un punto, Ron- opinó Harry con una sonrisa burlona.
-Vaya amigos resultaron ser- bufó Ron fingiendo ofensa. –Pero en serio, Harry. Se está volviendo aburrido vivir con un monje o un santo. Necesitas una buena follada, aunque sea desliz de una sola noche.
-Déjame en paz, Ron. Puedo cuidar de mi propia vida amorosa, gracias- respondió cansino.
-Es claro que no puedes o no tendríamos esta conversación- afrontó Ron.
-Puedo evitar si no quiero cogerme a las chicas que sólo están interesadas en estar con el Chico Que Vivió?
En el tono había una pizca de desagradable cinismo en su insidiosa pregunta de tal manera que Hermione respingó por dentro. Ella no se había dado cuenta de cuánto le importaba a Harry la atención que le prestaban las chicas que no sabían nada más de él aparte de su nombre y estatus.
-No- la respuesta de Ron parecía comprensible. –Pero realmente importa que sea cosa de una noche? Vamos, amigo. Vive un poco!
Harry levantó las manos rindiéndose.
-Ok, está bien, lo pensaré. Pero no prometo más que considerarlo. Satisfecho?
Ron rodó los ojos aún cuando parecía aceptar la respuesta, satisfecho de sí mismo.
-Sabías que eres raro, Potter? Sólo tú haces parecer que follar chicas suene tedioso. Tienes para escoger a las más sexis. Anímate y disfrútalo, que ya me lo agradecerás.
-Si tú lo dices- bufó Harry.
-Es en serio, Harry. Sin embargo no tiene que ser sólo un desliz. O sea, no puedes decirme que todas las chicas que has conocido sólo se interesan en follar al Chico Que Vivió. Ya es hora de que empieces a salir otra vez, sabes? Qué hay de esa Meredith Lungren? Te he visto platicando con ella muchas veces y parecen llevarse bien. Además también es bonita.
-Meredith me agrada; es divertida y- Harry añadió con una sonrisa pícara dirigida a Hermione –aparte de Hermione, aquí presente, puede que sea la única chica que he conocido hasta ahora que no me diga alguna tontería.
Hermione forzó una sonrisa. Ya había conocido a Meredith y tenía que estar de acuerdo con la opinión de Harry. Si era honesta consigo misma tenía que admitir que, si no fuera por el hecho de que Meredith, a su particular y sutil manera, dejaba en claro sus intenciones para con Harry, la misma Hermione habría pensado que podrían hacerse amigos. Siendo así… Hermione sonrió neutral e intentó no desear o esperar que algo pudiera suceder que previniera a Meredith Lungren de salir con Harry en su cumpleaños. Seguro que no era pesado de su parte desear que la chica se enfermara por ahí del jueves, tal vez lo suficiente para que su nariz estuviera constipada y sus ojos llorosos y, en general, dejarla poco atrayente…
-Entonces deberías cogerte a Meredith. Ya dejó claro que está dispuesta- dijo Ron con la confidencia de quien acaba de resolver un problema.
-Bueno, tal vez lo haga- Harry exclamó ni excitado ni determinado, sino claramente fastidiado. –Ahora ya puedes dejarme en paz?
Ron se removió en su asiento aparentemente complacido.
-Ya me lo agradecerás, Potter- predijo Ron.
La única respuesta de Harry fue dirigirle una mirada llena de escepticismo. Ron, por su parte, se encogió de hombros dando por finalizado el asunto. Miró entonces a Hermione.
-Y tú, Hermione, vas a venir con nosotros el próximo viernes?
Hermione tuvo que forzar una sonrisa. Estar con ellos para ver a Harry cazar una nueva novia?
-Venir con ustedes mientras dos solteros buscan diversión? Obvio no. Como sea, creo que tendré que trabajar hasta tarde. Los veré en la madriguera al día siguiente.
Ron se encogió de hombros.
-Como quieras. No es como si no pudieras intentar pescar un chico para ti- a esto, Hermione forzó una sonrisa tranquila e indiferente.
El único chico que ella quería "pescarse" era Harry y él estaba fuera de su alcance.
Hermione azotó molesta el trabajo que había estado intentando leer. No había podido leer más de una página en las últimas dos horas. Estuvo distraída preguntándose qué estaría haciendo Harry. Si Meredith Lungren estaba ahí, si Harry había conocido otra chica que encontrara atractiva, imaginando que éste le estaría sonriendo a otra chica, besando a otra chica…
Se dio por vencida. Estaba claro que no sería productiva por esa noche.
Suspirando se dejó rendir ante un raro episodio de autocompasión. Aparentemente, Harry prefería follarse una chica al azar, sin nombre o rostro –y Hermione incluía a Meredith Lungren en esa categoría siendo que, en realidad, no era como si ella conociera bien a Harry- que considerar mirar a Hermione como otra cosa que su mejor amiga. Cualquiera de esas chicas que no sabían de Harry nada de no ser su nombre y posición, y que incluso ni les importaba… cualquiera de esas chicas que nunca verían a Harry explotar en uno de sus momentos de furia… quienes no sabían nada de las pesadillas que aún tiene y lo atormentan –y no sabrían cómo reaccionar si acaso se enteraran… esas chicas que no conocían ni les importaba Harry en absoluto…
Comenzó como una chispa rebelde en su interior, creciendo hasta convertirse en una flama, para cambiar a una llamarada de emociones en plena batalla.
Simplemente no era correcto que Harry debiera sentirse obligado a follarse a una de esas chicas cuando ella, quien lo conocía y amaba, estaba ahí…
Decididamente no era correcto. Y ella, Hermione Jane Granger, iba a hacer algo al respecto.
No iba a esperar pasivamente a que Harry la notara (y sospechaba que, si continuaba esperando, seguiría así por el resto de su vida).
Era un desesperado –y atrevido- plan para llamar la atención de Harry, aunque fuera por una vez en su vida.
Si Harry quería un desliz con una extraña, eso es lo que él tendría. Pero si –oh divino si- la atracción fuera mutua, si lograra que él también la deseara, entonces tal vez –sólo tal vez- esta fuera la oportunidad de que finalmente la viera de esa forma…
Miró al reloj y se dio cuenta de que casi eran las nueve, lo que quería decir que Harry y Ron llevarían en el club poco más de media hora (sabía que habían decidido hacer una cena sólo para chicos con George, Bill, Charlie y probablemente Neville también, siendo que ahora éste último estaba incluido en las salidas de los Weasley desde que empezó a tener citas con Ginny).
Hermione tenía el tiempo suficiente para cambiar su atuendo y apariencia, y luego ir al club.
Por primera vez no se detuvo a considerar en las complicaciones o ramificaciones de su tan arrebatado plan; sólo actuó.
Cogió una botella de Whisky de Fuego que tenía reservado para cuando Harry y Ron la visitan en su departamento (para agarrar valor) y rompió una de sus propias reglas llevándolo consigo hasta su recámara abriendo de par en par las puertas de su armario para decidir qué se pondría para su pequeña farsa.
Qué ponerse? Obviamente no podía ser algo que Harry o Ron le hubieran visto y pudieran reconocer –aunque debería ser fácil siendo que su usual vestimenta no era ni remotamente apropiada para ir a un bar.
De repente recordó unos pantalones que compró para una fiesta y tenían una sola puesta. Eran lo suficientemente formales como para lucirlos (y le daban el beneficio de ser más cómodos y prácticos que una falda); además, tenían una franja de satín negro a lo largo que daban el efecto de alargar sus piernas. Rápidamente se desvistió y se los puso no sin antes ponerse unas pantaletas de encaje que se había comprado.
Ahora la blusa…
Fue fácil descartar la mayoría de su colección de playeras y blusas pues eran muy simples y prácticas, lo que dejaba una escasa selección de dónde escoger. Hump. Hizo nota mental de comprar más blusas de vestir. Mientras tanto…
Hermione escarbó en el fondo de su armario y al instante salió con la prenda que acababa de recordar… fue una de sus últimas adquisiciones y era un estilo tan femenino como todo lo que comprara anteriormente gracias al estampado que llevaba. Fue cosa de un momento –y unos cuantos hechizos- para alterar el estilo de la blusa y que fuera una ajustada playera de vestir. Después de considerarlo un poco, Hermione usó un hechizo más y añadió orlas a lo largo de las bastillas de los tirantes y cuello.
Hermione se autoevaluó en el espejo con cierta satisfacción. El top tenía un corte que realzaba sutilmente su figura sin ser demasiado vistoso (no había estado observando a Harry durante tanto tiempo, y lo conocía tan bien, como para no aprender que le desagradaban las chicas cuyo atuendo no dejara nada a la imaginación; ese tipo de audacia tendían a apartarlo y en su lugar afloraba su timidez). El escote era más bajo de lo que ella se pone pero seguía siendo muy modesto comparado con lo que otras chicas usan.
Ella no tenía la figura perfecta pero su atuendo era halagador y sutilmente realzaba lo que tenía.
Por supuesto que la ropa era la parte fácil.
Hermione cogió su varita, tomando un momento para considerar su rostro antes de tomar la decisión usando un hechizo para modificar su apariencia lo suficiente como para lucir como una persona diferente. Cambió el color de su cabello un tono más claro de castaño, tornándolo color miel y lo alació por completo dejando que las puntas pasaran más abajo de los hombros (otro elemento de su disfraz porque difícilmente llevaba el cabello suelto); sus ojos los tornó avellana y el perfil de su nariz ligeramente más respingado.
Hermione asintió con aprobación a su nueva apariencia; dudaba que incluso sus propios padres la reconocerían, lo que significaba que Harry y Ron ciertamente tampoco.
Por último, el detalle de su voz, algo que sin duda Harry reconocería, lo cambió un tono más grave, más ronco, de ese tipo de sonidos que se hacen al despertar cuando la garganta está seca.
Una vez que terminó, se admiró en el espejo por última vez. No, al parecer no había peligro de ser reconocida por Harry o Ron.
Por Dios, realmente iba a hacerlo? Ir a un club disfrazada de alguien más sólo para atraer la atención de Harry por una noche?
Le vino a la mente la imagen de una chica sin nombre o rostro que supiera poco menos que nada acerca de Harry y que no le importara como persona, rondándolo…y tomó la decisión.
Ésta era su oportunidad -si es que acaso la tenía- de saber si atraía a Harry para que, por una sola vez, la dejara de ver sólo como su mejor amiga.
Aunque sólo fuera por esta noche, quería que Harry la deseara… quería saber cómo se sentía ser deseada por Harry.
Continuará…
N/A: Muy bien, lectores míos, ahí les va una aclaración: éste fic no es mío, quiero decir, yo no soy la autora sino que hice la respectiva traducción. Leí este fic por lo menos tres veces porque me encantó la idea de exponer a Hermione en una luz diferente, otra que no fuera mojigatería y casi golpes de pecho. Dicho esto, le doy las gracias y mis aplausos al autor Bingblot, quien me dio su permiso para hacer la traducción y gracias a ello les traigo la primera de cuatro partes, cada una tan buena o más que la anterior. Les prometo que se quedarán intrigados, pero no prometo postear muy pronto porque va a comenzar el semestre y quizá me lleve tiempo (dos semanas o tres a lo mucho), pero lo intentaré.
Por favor no olviden dejar un review. Me encantaría saber si les gustó porque quiero pasar el reporte al autor, además de que, si tienen alguna duda, se las aclararé.
Sonrían!
