Ese dia ella caminaba con la gracia de una venado, iba arreglada con un conjunto elegante, su pose altiva dejaba ver cuan orgullosa era. Todo el que la viera se haría un idea de que tipo de persona era la chica de cabellos negros.
Adinerada, de buena familia, una señorita con clase.
Si, Sarada aparentaba, mas no era nada de eso.
Lucía fina, era hermosa e iba bien vestida, pero tambien los pobres podían verse así, si los demas pensaban que tenía dinero era por el lugar donde se encontraba. La universidad mas prestigiosa y cara del pais. El 99% de los que hoy se matriculaban tenían dinero de sobra, hijos de las familias mas reconocidas o tal vez de nuevos ricos que aun no pertenecían a la alta sociedad pero con dinero para disfrutar de todo lo que esta vida puede ofrecer.
El resto del porcentaje lo constaban jovenes genios. Nada era mas dificil que el examen para obtener la tan preciada beca, miles y miles de personas se postulaban cada año, mas solo las mejores 20 notas lograban ingresar.
Para los ricos era evidente quienes no eran de su clase, pero no siempre. Sarada escapaba a la regla por el momento, las primeras impresiones engañan.
- Vaya, con razón huele a rata. - No necesitaba voltearse para saber quien le hablaba, Wasabi Izuno.
- Izuno, que desagradable sorpresa. - Sarada la vío por encima del hombro y vío a alguien mas antes de dirigir su mirada al frente.
- ¿No podía librarme ni tres meses de ti verdad? Realmente eres una plaga. - La Uchiha optó por ignorarla, habia tenido practica 4 años. Aunque no se esperó tener que hacer fila junto a ellos. - ¿Aun no te presente a mi novio? - Continuó.
Por supuesto no obtuvo respuesta.
- ¿No piensas saludarlo? Okey, tampoco se espera modales de una sucia rata.
Quiso responder pero no quería darle el gusto. Ya llegará tu momento Izuno. Por supuesto un dia se vengaría, le haría pagar por todo.
Llegó su turno en la fila, entregó sus papeles y al rato ya estaba matriculada, Izuno seguía haciendo comentarios despectivos, no paraba de hablar haciendo mas dificil ignorarla. Sarada se fue sin dirigirle la mirada ni a ella ni al chico que la acompañaba. Fue al baño, se lavó el rostro; No es que estuviera sucia solo que necesitaba relajarse un momento. La voz chillona de Izuno aun retumbaba en su cabeza, había sido un dia bello hasta su aparición.
No supo en que momento pero ya estaba llorando, no hacía ningun sonido pero las lagrimas no paraban. El agua del grifo seguía corriendo. Sus lagrimas eran de amargura, no es que estuviera asi por las palabras de hace un rato, era por los recuerdos que le trajeron. Vivió en constante humillacion por su procedencia, la secundaria fue la peor epoca de su vida. Izuno parecía no tener vida propia, dedicaba demasiado tiempo a idear nuevas formas de molestarla.
Todo por el idiota de Inojin.
- No... Esta vez será diferente. - Se miró al espejo molesta porque sus ojos estaban irritados. Valgo mucho mas que ella y todos esos niños consentidos, yo llegaré lejos, mas lejos de lo que cualquiera se imagina.
Si, ella tenía los mismos planes que cualquiera; Tener mucho dinero y ser exitosa. Todos los que sufren carencias alguna vez se plantean esa meta. Pero para Sarada ese sueño era mas importante que nada, poco a poco se habia convertido en una obsesion. Sabía que todo podia lograrlo por si misma ¿Pero cuantos años tendría que esperar? No, hallaría un camino mas rapido.
Un boleto a la vida que añoraba. Era mas facil pensarlo que tenerlo pero sabía que tarde o temprano se le presentaría. Ella doblo el brazo del destino al llegar a donde estaba, se esforzó mas que nadie explotando todos los dotes con los que nacío.
Otros entraban a escuelas y universidades asi solo con dinero.
Sarada no tenía donde caerse muerta pero contaba con una mente dotada, disciplina, fortaleza y sobre todo una meta.
Salío con pasos apresurados, ya era su hora de entrada en el trabajo, por supuesto necesitaba desesperadamente el dinero, no gastaría en mensualidades pero si en libros y materiales. Todos sus ahorros no alcanzaban ni para la lapto mas barata y usada.
Miró su reloj pulsera e inmediatamente se puso a correr, aun no salía del campus, era un sitio enorme. Una chica, no supo quien, le puso una sancadilla haciendola caer estrepitosamente.
Le dolío todo el cuerpo y se contuvo para no soltar quejidos, cayó tan mal que las rodillas y los brazos estaban rasmillados, intento levantarse pero el dolor la obligo a volver al suelo. Escuchó risillas, vio a un grupo de tres chicas, solo reconocío a una. No, no solo Izuno la odiaba, ahí estaba otra de su sequito.
La Uchiha ignoró el dolor y se levanto para mirarlas de frente pero ellas ya emprendian su marcha al otro lado, una se volteo y la miró avergonzada con una mirada de disculpa. Si Sarada lo notó no hizo nada para demostrarlo, solo se sentó en la banca mas cercana demasiado adolorida para seguir caminando.
Eso no era nada, soportó peores humillaciones. Volvío a mirar su reloj pulsera, aun puedo llegar a tiempo. Volvío a caminar apresurada, cada paso le dolía.
Hoy solo tenía para su pasaje de regreso, no podía gastarlo en la ida a su trabajo, corrío por mas de diez calles hasta que por fin llegó, para entonces ya era media hora tarde.
Su trabajo era de mesera en un restaurante famoso, pero aunque ganaban un dineral la paga era la minima, al menos para su puesto.
Habian varias mesas afuera en el hermoso patio, todos la miraban y Sarada se sintío incomoda ¿Por qué? No camino ni dos pasos cuando su jefe aparecío delante de ella.
No puede ser ¡Justo hoy!
El hombre era imponente, todos sus empleados le temian y nunca lo miraban a los ojos, todos excepto Sarada. Tal y como se encontraba lo veía sin temor aparente.
- ¡¿Piensas que este trabajo es una broma?! - No le importaba que sus clientes lo miraran, total ya era sabido el trato que le daba a sus empleados. - Te advertí que a llegar a tarde era mejor que no te volvieras a aparecer. - El hombre estaba iracundo.
- Disculpe señor, s- No la dejó continuar.
- ¡Mira como vienes! Deslineada y ensangrentada. - Escupío con desprecio.
Sarada sabía que ese trato no tenía que ver con su llegada tardia, sino con haberlo rechazado la noche anterior. ¿Dijo ensangrentada?
Miró sus rodillas y si, algunas gotas se habian deslizado, tambien habian algunas entre las raspaduras de sus brazos. Por eso esta gente la miraba de aquella forma.
- ¿Que? ¿Ya te sentías segura por haber firmado un contrato? A la semana ya empiezas a ser irresponsable. - Sarada intento no mostrar enojo, tenía una expresion neutral. Necesito este trabajo.
- No fue mi in- Volvío a interrumpirla.
- ¡Silencio! Largate, ya no eres bienvenida aqui. - El hombre le dio la espalda.
Sarada quiso marcharse hasta que sintío la presencia de alguien a su lado.
- ¿Y tu te sientes seguro porque ella no tiene un abogado?
Esa fue la primera vez que lo vio, aquel momento marcaría un antes y un despues.
Su jefe se dio la vuelta rapidamente, mostrando un temple que la pelinegra nunca habia visto en el.
- Dr. Uzumaki. - Dijo a modo de saludo intentando sonar sereno. ¿Doctor?
Sarada miró con mas detalle al aquel sujeto, era notablemente alto, ella le llegaba al hombro. El no la miraba, estaba enfocado en su jefe. Rubio y algo bronceado, con rasgos finos y masculinos, desde la posicion de ella solo podia observarle el cuello, el menton y parte del rostro. Pero no distinguia el color de sus ojos. ¿Celestes?
- Quiero ver el contrato de esta chica. - Sarada abrío los ojos con sorpresa ¿Que esta haciendo?
- ¿Que? Disculpe... No entiendo porqué quiere verlo. - Su jefe no hablaba con la altaneria usual, su voz denotaba temor.
- Por que soy su abogado. - Por fin aquel hombre bajo la mirada para encontrar la de ella.
Azules.
- Doc-doctor no estará hablando en serio. - Ahora su jefe tan imponente se habia vuelto un miedoso que no sabía como salir del problema.
Sarada siempre se había enorgullecido de su habilidad para leer a las personas solo con ver su mirada, pero la de aquel desconocido era un misterio, no reflejaba nada.
- Hablo muy en serio, traiga ese documento. - Dijo mientras volvía a ver a su jefe.
- P-pero que... ¿Que piensa hacer? - Intentaba sonar amenzante pero daba lastima, cualquiera notaba cuan asustado estaba.
¿Por qué este hombre le asusta tanto?
- Iniciar una demanda en su contra por supuesto. - ¡¿Que?! ¿Quien es este hombre? - Y usted sabe que la ganaré, aun si se niega a mostrarme el contrato. - Finalizo con una media sonrisa, hablaba muy convencido.
- P-por ¿Por qué ayuda a esa chica? Es una aragana irresponsable ¿Que no puedo despedir a los empleados que son asi? ¿Donde hay una ley que lo prohiba? No tengo porque darle ese papel - Todo lo dijo rapido.
El hombre rubio dio tres pasos adelante, quedando cerca del otro, la pelinegra no vio la mirada del rubio, pero si la de su jefe. Ahora estaba mas asustado.
- Iniciaré un proceso en su contra. - Hasta a Sarada le dio miedo la voz que el usó. - Espere noticias mias.
- ¡Espere! De verdad no tiene porque hacerlo... Yo... - Miró con rabia a Sarada antes de continuar. - No la despediré.
- Ya es tarde, dio bastante para usar en su contra. - El rubio quiso darse la vuelta pero el otro volvío a insistir.
- ¡Por favor! Yo... Incluso le daré libre el dia de hoy. - Volvio a mirarla, destilando rabia. - Me disculpo contigo señorita Uchiha. - Habló entre dientes.
Sarada notó que el rubio iba a replicar. ¡No! ¡No quiero perder mi trabajo!
Se posiciono al medio de ellos y respondío rapido. - Yo tambien me disculpo por llegar tarde, no es necesario que me de el dia libre.
Su jefe miro al rubio antes de volver a responder.
- Estas herida... Asi que tomate el resto del dia, mañana ven puntual. - Se dio media vuelta y entró a su restaurante sin poder mirar a nadie.
Volteo la mirada hacia su salvador. Me salvó... Temporalmente al menos. El le tendío la mano, cuando ella lo tomó el hizo que su brazo le rodeara los hombros, quería ayudarla a caminar. Por supuesto todos los veían, el la llevó a la acera y siguieron caminando, ella no sabía que decir.
- Gracias... - No, no es suficiente. - Muchas gracias por lo que hizo, yo no se que haría si perdiera mi empleo.
- Demandarlo era lo mejor, pero la entiendo. - La miraba y ella seguía sin poder interpretarlo o tener la menor idea de lo que el pensaba. - Señorita Uchiha ¿Cual es su nombre?
- Me llamo Sarada. - Respondío. - Señor Uzumaki ¿Cual es el suyo?
- Boruto. - Paró el paso. - Sientese aca, regreso en seguida.
Se dirigio a una farmacia, eso le dio tiempo a la pelinegra de procesar todo lo que acababa de pasar. Nunca habia recibido ayuda ajena hasta ese dia, aquel hombre habia aparecido en el momento ideal, ahora sabia su nombre pero seguia ignorante de quien era en realidad. Aparentaba ya 30 años o rondando por ahi, su porte, el traje que usaba y que su jefe le temiera solo indicaban una cosa; Es alguien importante.
Volvío mas rapido de lo que esperaba, traia una bolsa, sacó algodon, agua oxigenada, violeta de genciana y unas pinzas. Sin decir nada comenzó a limpiar y curarle la herida de la rodilla derecha.
¿Por qué hacia tanto por una desconocida? A Sarada le dio el acertado presentimiento de que simplemente era su naturaleza gentil.
- ¿Le duele mucho? - Preguntó mientras continuaba, lo hacía con tanto cuidado que por supuesto no dolía.
- No... Gracias. - Se quedaba sin palabras, siempre sabia que decir pero ahora... La actitud de este hombre le parecía tan irreal que no sabia que mas decir aparte de "gracias"
El se fue al otro costado para seguir con la siguiente rodilla. Tambien limpio las raspaduras de los brazos.
- Creo que es todo, tiene hinchada la rodilla derecha. - Sacó una pomada. - Tenga, pongaselo antes de dormir, mañana estará bien. - Su sonrisa era calida.
- Muchas gracias... Siendo honesta no estoy acostumbrada a tanta amabilidad, no se que decirle. - Estaba avergonzada.
- No pienses que todos son como tu jefe, aun eres muy joven para ver el mundo asi. - La edad.
- No soy tan joven. - Mintío.
- Te calculo 18 años. - ¿Que, es tan evidente?
- Yo le calculo 30 años.
- Casi. - Se rió. - Tengo 32.
Aun los hombres de esa edad la veian con deseo, estaba acostumbrada a ello pero este hombre... Boruto, no la veia asi. Aun no podia descifrar su mirada pero sabía que no la veía como mujer. Normalmente eso le agradaría, pero en lugar de eso le pico el orgullo.
- Ya debo irme señorita Uchiha. - Anuncio luego de ver su reloj. - Le llamaré un taxi ¿Esta bien?
Sarada se paro de golpe.
- Ya hizo bastante por mi señor Uzumaki, yo tomaré el bus. - Se inclino a modo de agradecimiento. - Muchas gracias por todo. - Volvió a añadir antes de despidirse con la mano y marcharse.
Una semana despues. Sarada desperto ligeramente adolorida, pero con un buen animo. Habia soñado con una vida muy distinta a su realidad. La dicha le duro poco pues vio a su alrededor solo miseria. Paredes descoloridas, camas viejas, muebles medio rotos. Si, desde hace años veía el mundo de los ricos solo para volver a su verdadero mundo despues mas desdichada.
En la cama de a lado dormía su hermanita Sakiko, en la cama del frente estaba su hermanito Satoshi. Los tres en un solo cuarto. Acaricío los cabellos de ambos y les besó en la frente como acostumbraba cada mañana, les dejó el desayuno listo y se preparó para su primer dia en la universidad.
Su madre se lavantó aun mas temprano, igual que siempre. Seguro ahora ya limpiando pisos. Un trabajo miserable que requería de mucho esfuerzo y energía ¿Que no hacía Sakura por sus hijos? Consiguiendo trabajos asi todo el tiempo, poniendose al limite por darles algo de comer. Batiendose sola.
Sarada salío, pasó a saludar a su madrina quien vivia a lado, le pidio que cuide a sus hermanos aunque no necesitaba hacerlo pues Karin siempre estaba al pendiente de ellos.
Iba tranquilamente a la estacion de buses hasta que se cruzó con alguien conocido.
- Sarada, ha pasado tiempo. - Su corazón latío aceleradamente. - ¿Como has estado? - El tono que usaba el chico era melancolico.
- Bien... Mitsuki, llevo prisa. - Quiso adelantarse pero el la tomó de la muñeca.
- Esto no es una coincidencia Sarada, estoy aqui porque quiero hablar contigo. - La pelinegra se zafó del agarre.
- No tenemos nada de que hablar. - Espetó.
- ¿Crees que no noto como te pones al verme? Sabes que me siento igual. - Añadio lo ultimo con un tono desesperado. - No hubo razones reales para terminar y lo sabes, mirame... Intente todo pero no, no puedo dejar de sentir esto. - Se tocó el pecho. - ¡Ya no quiero negarlo!
- Ya basta, hace mucho que no hay nada entre nosotros ¡Tres años! Ya superalo. - Lo encaró. - Hace tiempo me di cuenta de que no eres lo que necesito.
Corrío hasta la estacion de buses, intento no llorar pero un par de lagrimas traicioneras bajaron por sus mejillas. Lo amaba, claro que lo amaba pero... El amor no lo es todo, sabía que tipo de hombre necesitaba a su lado y ese no era Mitsuki.
Llegó a la universidad, entro con decision. Este era el comienzo.
Entro a su primera clase, algunos chicos se le acercaron con excusas tontas. No, ellos tampoco eran lo que necesitaba, no se fijaría en ningun niño mimado. Escuchó los chismes de sus compañeras, hablaban de un guapo profesor que les daría clase ahora, un abogado exitoso y de renombre, probablemente el mas reconocido del pais. Lo que ella quería llegar a ser.
Curiosas cosas del destino, jamas se imagino quien entraria por esa puerta. Aquel porte, esos cabellos rubios y sus ojos. Podria reconocerlo a un kilometro pero ahi estaba, a tan solo unos metros.
Su boleto.
Hace algunas semanas comencé a publicar este fanfic en wattpad y ahora lo traigo a esta plataforma.Como notaron esta Sarada es muy distinta a la del canon, mas similar a Sasuke pues se guia por malos sentimientos, claro que todo tiene su porqué. Quiero darle un desarrollo diferente, espero les haya gustado el primer capitulo.Agredecería que me escriban en la caja de comentarios, las opiniones me ayudaran a mejorar.
