Basado en la serie Sherlock de la BBC

Pez Dorado

Por DarkCryonic

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Las palabras se le quedaron atoradas en la garganta. Los ojos de Mycroft no le dejaron de ver un segundo. Miró sus manos buscando el sentido queriendo esconderse de los pensamientos de su hermano.

La respuesta nunca parecía estar donde se le buscaba. Pero no había un real significado para todo lo que estaba dejando atrás, para que las cosas siguieran igual. Era verdad que estaba quedándose solo. Estaba dejando ir a su compañero sin oponer resistencia. Le estaba permitiendo alejarse sin dar excusas o hacer trampas. Estaba pagando el costo de estar dos años lejos, estaba pagando el haber guardado silencio, el haber dejado que la muerte y el dolor tomaran su lugar. Y su hermano sabía cada uno de sus pensamientos, cada una de las decisiones, le estaba viendo fugarse de la realidad sentados en medio del salón del 221 b y le dejaba perderse porque él estaba allí para volverlo a centrar cuando lo necesitara.

-Así que debo pensar con certeza de que tu postura seguirá siendo la misma. —Dijo el mayor apretando el paraguas con seguridad.

Sherlock le miró levemente para volver a mirar el suelo. Llevaba un par de días dejando pasar todo. Desligándose, pero sabiendo de ante mano que no puede hacerlo por completo. Que los lazos no pueden descartarse, que la memoria no puede evaporarse y fluir al aire liberándole...

Habían aprendido de niños que las personas no son adecuadas. Que siempre piden más de lo que personas como ellos podían ofrecer. Su hermano entendía, y le acompañaba mudamente en su accionar. Y veía como dejaba ir a la única persona que parecía sintonizar con los latidos de su corazón. Como cuando siendo niños se alejaron de la muchedumbre comprendiendo que nada les hacía falta para ser ellos mismos, para extender sus manos y alcanzar sus propios pensamientos en el silencio del propio mar que vivía en sus ojos. Pero aquello había sido una excusa blanca para cegar la necesidad de contacto humano. La razón había dejado caer las cadenas sobre ellos. Y habían sido esclavos, disfrazados de señores del pensamiento.

-No es una ventaja…-Dijo como si nada volviendo su atención a las piezas de ajedrez dispersas en el tablero entre ellos.

Había percibido que su cuerpo le reprochaba la pasividad, el paso a un lado sin luchar. Y no podía dejar de pensar que ya había tomado demasiado de John, y que ya no podía seguir haciéndolo más.

En algún momento de la vida tenía que empezar a soltar de nuevo todo aquello a lo arriesgadamente se había aferrado. No volvería a cometer el error. Su hermano tenía razón. Siempre la había tenido. Y frente a él, en medio del mutismo le miraba sin signos de reproche o algo más. Le acompañaba como siempre lo había hecho. Sonrió levemente al comprender que nunca serían parte del estanque lleno de peces.

DC

20-01-2014 22:06:47