Exquisite innocence

Capítulo 1.

Mina Aino era una hermosa mujer que rondaba los 30 años. De ascendencia japonesa, había nacido y vivido en la alta esfera aristocrática de Londres.

A pesar de tener el dinero suficiente como para dedicarse a la vida llena de lujos superfluos, perdiendo el tiempo en eventos y demás situaciones que la gente de su posición acostumbraba, había decidió hacer algo productivo con su vida, como trabajar; tener la satisfacción de ganarse el dinero con el sudor de su frente, y aprovechando la belleza con la que había sido bendecida, desde que era una adolescente había entrado al mundo del modelaje, teniendo amplia aceptación en este medio.

Ahora, y a pesar de que aún era joven, los cánones de belleza por los que se regía la sociedad actual le impedían seguir con su carrera como modelo, pero ese no fue impedimento para que ella continuara ganándose la vida (a pesar de que tenía una muy buena fortuna), convirtiéndose en diseñadora de modas.

En cuanto a su vida amorosa, Mina no había tenido tanto éxito como en su carrera laboral; con dos matrimonios fallidos (el primero a los 18 años con Sir Armand Callahan y el segundo a los 25 con Saijo Ace, magnate japonés del mundo del espectáculo), ahora tenía una nueva propuesta matrimonial con el aristócrata escocés Kunzite Kou, con quien parecía que por fin tendría estabilidad emocional.

Afortunadamente (como ella decía), con ninguno de los dos hombres tuvo hijos.

Como una colegiala, Mina yacía en su cama; llevaba puesto tan solo un hermoso babydoll de seda negro y medias sujetadas con liguero. Estaba feliz, observando la hermosa sortija con incrustaciones de diamante que Kou le había obsequiado para su compromiso.

- Sabes Artemis – le dijo al gato blanco que estaba a su lado, lengüeteándose – muy pronto tendremos que mudarnos de casa.

Como si entendiera, el gato lanzó un maullido. Mina se acostó boca abajo, acariciando a su felino.

- Muy pronto me casaré con Kunzite y tendremos que irnos a su mansión en Escocia – el gato comenzó a ronronear – por supuesto que tú vendrás conmigo.

Mina tomó a su gato en brazos y lo comenzó a acariciar, mientras alguien tocaba la puerta.

- Señorita Aino

- ¿Si, Gertrude? – respondió la rubia, al tiempo que estrechaba al gato contra su pecho.

El Señor Kou ya llegó, la está esperando.

- Bajo enseguida – respondió la rubia, mientras colocaba al gato de nuevo en la cama, dándole un beso. Después, procedió a vestirse.

E.I.

Kunzite Kou era un apuesto caballero de 40 años. Perteneciente a las familias de abolengo escocesas, Kou tenía el dinero suficiente como para llevar una vida de noble.

General retirado del ejército escocés, Kunzite vivía en una hermosa mansión con su único hijo, Yaten.

El platinado general era viudo desde hacía 10 años, pues Lady Nezu, su esposa, había muerto de una terrible enfermedad, dejando al pequeño Yaten, de 5 años, huérfano. Desde entonces, Kunzite había velado por el cuidado y bienestar de su hijo, sin embargo, esto había hecho que el chico platinado se volviera un jovencito rebelde a medida que crecía, lo que había orillado al general a buscar una figura materna que lo ayudara a controlar el terrible carácter de su hijo, sin éxito alguno.

Los amigos cercanos de la familia Kou veían como el general se preocupaba demasiado por su hijo, dejando de lado sus sentimientos y necesidades como hombre, por lo que decidieron comenzar a presentarle diversas damas de la alcurnia escocesa, iniciando así el desfile de mujeres por la mansión Kou, cosa que a Yaten no le cayó en gracia.

Un buen día, una de esas tantas parejas había invitado al general a un evento a beneficio de los niños pobres, y fue ahí donde conoció a la escultural y hermosa Mina Aino.

El flechazo fue inmediato, por lo que Kunzite terminó con su pareja en turno, una espigada rubia de nombre Ziocite Stone, para comenzar una relación formal con la pícara rubia Aino, y de eso ya había pasado un año.

Ahora se encontraba en medio de la sala de estar del hermoso departamento de 2 pisos de la aristócrata mujer, esperando que bajara de su habitación para llevarla a ultimar los detalles de su boda, a efectuarse dentro de 3 semanas en la mansión de Escocia.

- Disculpa amor por hacerte esperar tanto – dijo la rubia, mientras bajaba las escaleras.

- La espera valió la pena. Estas hermosísima – dijo el platinado, al tiempo que le daba la mano a su prometida para descender los últimos escalones.

Una vez en la planta baja, Kunzite estrechó a Mina entre sus brazos.

- Te he extrañado mucho, querida Mina.

- Pero si solo estuvimos separados cuatro días…

- Cuatro días es como una eternidad para mí

- Ay Kunzite, por Dios – rió la rubia, mientras el general la tomaba del rostro para besarla apasionadamente.

- ¿Nos vamos? – preguntó él, aun teniendo a la mujer en brazos.

- Por supuesto – respondió ella, esbozando una sonrisa.

E.I.

Después de pasar toda la tarde de compras y demás situaciones que conlleva una boda, Kunzite invitó a cenar a Mina en uno de los mejores restaurantes de Londres, el Crystal Moon, lugar preferido de la rubia.

- Querido, la boda es en 3 semanas, y aun no conozco a tu hijo – bebió de su copa de vino tinto - ¿crees que pueda tomarlo a mal?

- Para nada – cabeceó Kunzite – Yaten está perfectamente consciente de todo y sabe que tengo derecho a rehacer mi vida.

- Si pero… ha pasado todo un año y tú nunca nos presentaste. Es lógico que para el chico sea un golpe muy duro.

- No te preocupes amor – tomó la mano de la rubia entre las suyas – además, el fin de semana te llevaré a Escocia.

- ¿Cómo? ¿Solo de visita o ya para…?

- Ya para que te mudes. Espero tengas todo listo.

- Si bueno – rió – aún me faltan empacar algunas cosas de mi guardarropa. Artemis irá conmigo, espero no te importe.

- Por supuesto que no, preciosa. Si tú me vas a aceptar con un hijo, ¿por qué yo no te he de aceptar con un gato? – el platinado acarició el rostro de la mujer.

- Sabes, me muero de curiosidad por conocer al niño. Debe ser igual de apuesto que su padre – esta última palabra Mina la ronroneó, provocando que el lívido del platinado despertara.

Mina solo se limitó a sonreírle, mirando con un brillo de picardía al general.


Que tal Bombones!

Bueno esta historia ha surgido de la inspiración de una imagen y de un programa que vi hoy en la tarde donde mencionaban el libro Lolita, así que, bueno, una que tiene la mente creativa... jaja :p

No tengo día para subir capítulo (como en las demas historias), pues conforme la inspiración llegue a mí y escriba, ire subiendo.

Espero que esta historia que recien comienza sea de su agrado, no se pierdan el jueves nuevo capítulo de La fuerza del destino, besos estelares! :*