Tony Stark

Corría lo más rápido que mis piernas me permitían, Steve jalaba de mí, su mano se aferraba con ímpetu a la mía. Trataba de evitar voltear, la horda de hombres armados parecía estar más cerca de nosotros a cada segundo, las luces de sus antorchas iluminaban nuestro camino. Estaban a tan solo unos metros, yo lo sabía, y Steve también.

El cuervo que Steve le había mandado en Hornwood, a Lady Romanoff en White Harbor nunca había regresado, lo que solo podía significar que había sido interceptado, y nadie estaría esperándonos para ayudarnos a huir de Westeros. Pero Steve aún mantenía la esperanza, quería llegar a White Harbor para la próxima luna llena, y así, Lady Romanoff nos escoltaría hasta la recién fundada ciudad libre de Bravvos, donde nos mantendríamos a salvo hasta romper la maldición.

- ¡Quiero que capturen al omega con vida! -. Escuche gritar a lo lejos la voz de un alfa. Los gritos de todos los hombres y mujeres tras nosotros se intensificaron, Steve seguía jalando de mi brazo con fuerza, él no me iba a soltar, de eso estaba seguro.

-Steve-. Dije apenas en susurro, él me había oído, pero fingió no hacerlo. Siguió jalando de mi brazo a través del campo abierto, estaba seguro de que este era el fin para nosotros, al menos por esta vez. - ¡Steve!

-Se lo que vas a decir, Tony-. Me respondió entre jadeos -Podemos hacerlo, estaremos juntos, romperemos la maldición, solo sigue corriendo.

-Aún faltan 7 lunas, Steve. No lo lograremos.

-No, Tony.

Y como si de una maldita broma se tratase, otra horda de norteños se acercaba hacia nosotros, montados sobre caballos, con antorchas y banderas con el emblema de los Bolton. Steve se detuvo en seco, se dio cuenta de que estábamos rodeados, si no hacíamos algo, seria nuestro fin. Me sujete el vientre, sabiendo que el fruto del amor que existía entre el guerrero que me sujetaba de la mano y yo, el maldito hijo del rey Stark de Winterfell, jamás nacería, y la maldición que nos perseguía no sería rota en esta vida.

Steve me miro por primera vez a los ojos, los vasallos de los Bolton y los de mi padre nos habían rodeado. Era el fin.

-Sir Rogers, entregue al príncipe Stark, ahora-. Grito uno de los hombres de mi padre.

Steve les ignoro, sabía que era cuestión de segundos para que los hombres comenzaran a disparar sus flechas hacia el alfa que me había marcado, pero él solo me miraba a los ojos, sabiendo que no los volvería a ver en esta vida. -Hazlo tu Tony, no puedo hacerlo sabiendo que nuestro hijo crece en tu vientre-. me susurro a los labios.

-Steve, yo… no sé si podre encontrarte.

-Lo harás, Tony. Eres brillante- dijo extendiendo su daga de acero valyrio a mis manos, la cual tome con miedo, sintiendo como el ligero metal representaba el fin de esta vida para él, para mí y para nuestro hijo.

-Te amo, Steve-. Le susurré a los labios.

-Y yo a ti, Tony- me respondió mi alfa, juntando sus labios con los míos mientras me tomaba de las mejillas con sus enormes manos de peleador. Sintiendo como la vida del alfa que amaba comenzaba a desaparecer al clavar la daga dentro de su pecho, escuche los gritos de los hombres, pero pareciera que el tiempo se había detenido, decenas de flechas habían sido lanzadas sobre Steve, pero este se había convertido en ceniza al ser atravesado por la daga valyriana. La marca en mi cuello comenzó a brillar, y de repente sentí como mi cuerpo comenzaba a sentirse ligero, como si comenzara a levitar, observé mis manos, sostenía la daga valyriana en una de ellas, pero cayó al suelo cuando mi extremidad se convirtió en ceniza, al igual que yo.


Steve Rogers

Desperté del sueño más extraño que jamás tuve. En 30 años nunca había experimentado una sensación como esa. Un sueño tan vivido y a la vez tan borroso. Personas persiguiéndome a través de un campo mientras jalaba de la mano a un omega al que no podía recordar, pero por alguna razón podía sentir aún.

-Senador Rogers, se le hará tarde para el trabajo-. Escuche decir con voz coqueta a mi esposa Sharon, quien se arreglaba en el tocador de nuestra habitación.

Y como si un balde de agua fría me cayera encima, recordé que tenia una importante junta en el congreso, y tenia solo 30 minutos para llegar. Era la primera vez que algo así me ocurría, en especial porque siempre procuraba ser puntual.

Iba subiendo las escaleras del capitolio a toda velocidad, tenía al menos 5 minutos para llegar, de lo contrario seria la primera vez que llegaría tarde a una reunión con los demócratas. Escuche como una voz agitada se acercaba a mis espaldas, gritando y llamando la atención de todos.

- ¡Senador Rogers! -. Repetía una y otra vez el hombre, castaño, omega, probablemente reportero. No tenía tiempo para esto. Ignore los llamados del hombre que cada vez estaba más cerca de mí. Quería correr hacia el interior del capitolio, esperando que la seguridad detuviera a este joven reportero que no sabia donde era apropiado montar esa clase de desfiguros.

La mano del omega toco mi hombro a un par de pasos de la entrada, si hubiera sido otra persona probablemente me habría molestado, pero había algo particular en este omega. Como si una corriente eléctrica que ya había sentido anteriormente me hubiera golpeado a velocidad luz. Volteé para verle a los ojos, era lindo, a pesar de estar jadeando por subir un centenar de escalones corriendo, se veía radiante. - ¿Qué es lo que quieres?

-Senador Rogers. Steve, sé que esto sonara como una locura, pero… usted debe besarme-. Me dijo el omega en forma seria, pero esa sin duda debería ser una de esas bromas que los republicamos les juegan a los senadores novatos, o tal vez le habían pagado a este omega para obtener una imagen del senador mas joven del país, besando a un omega cualquiera para manchar su imagen con los medios. En cualquier escenario en el que reproducía esa petición absurda, parecía tratarse de una broma.

-No tengo tiempo para esto-. Le dije al castaño mientras daba media vuelta entrando al congreso, donde mi junta estaba a nada de comenzar.

-Se que suena como una locura, pero usted… tú, Steve. Tú y yo estábamos esperando a un bebe, no aquí en este universo, era… bueno en otro.

-No tengo idea de que esta hablando, por favor déjeme en paz-. Le respondí sintiéndome extraño por dentro, porque una parte de mi quería creer en las palabras de este omega, pero el sentido común me decía a gritos que era una estupidez.

-Es la primera vez que yo te he tenido que buscar a ti, Steve. Perdóname por no hacerlo bien, es solo que… pase dos años buscándote, y no se que hacer ahora que te tengo enfrente-. Decía desesperado el omega, me había sujetado del brazo, pero por alguna razón yo no intentaba zafarme de su agarre.

- ¿Estas enfermo? -. le pregunte al omega de forma tranquila, esperando que solo se tratase de un enfermo que se había rehusado a medicarse como debía.

-Lo recordaras, se que lo harás, solo debes besarme. No tiene que ser aquí, puede ser donde tú digas, sé que tienes esposa, pero ya hemos pasado por situaciones parecidas y siempre hemos sabido como salir adelante-. Decía el omega, su rostro reflejaba lo mucho que creía en sus propias palabras. Como si de un mentiroso que se cree sus propias mentiras se tratase.

-Diles a los republicanos o a los reporteros que te pagaron, que no es divertido. He derramado lagrimas de sangre para ser el senador mas joven del país, y no dejare que un omega como tú, con sus mentiras me venga a quitar todo por lo que luche-. Le respondí zafándome de su agarre. Mi reacción pareció haber tenido un efecto negativo en él, ya que comenzó a llorar, y por alguna razón, una parte dentro de mi sintió nauseas al ver a este hermoso omega llorar por mi culpa.

El castaño, quien vestía con una gabardina negra hasta el cuello, abrió de golpe el cierre, exponiendo su cuello, con una marca parecida a una mordida, pero no parecía una unión alfa-omega, sino una marca de nacimiento -Tu me la hiciste, son tus dientes, Steve-.

Parecía una locura, pero pude reconocer la marca de mis dientes sobre el cuello de ese omega -Escucha, yo… voy tarde para una reunión y…

-Esperaré.

-Sera muy larga.

-Me pondré cómodo-. Dijo con una sonrisa, los ojos iluminados por una sensación de esperanza.

- ¿Cuál es tu nombre?

-Soy Tony. Tu Tony.


La verdad tengo mis dudas con esta historia, asi que se quedara como One-Shot. Pero si desean que lo continué haganmelo saber