Hola! Soy yo de nuevo con un nuevo numerito. Nunca pensé que haría un AU, no porque no me gusten-porque si me gustan-sino porque no se me ocurriría en qué contexto ambientarles. Pues el otro día en clase de filosofía, cuando hablábamos de Sócrates y Platón pues mi mente empezó a soñar despierta y di con esta idea!
Tal vez en un principio resulte aburrida, pero no puedo meter lo mejor de la nada o sí?
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Lunes 23 de setiembre
I
-Qué se pudra el mundo-balbuceó una rubia de coletas, mientras se hundía en el asiento detrás del volante de su vehículo, estando atrapada en una presa colosal que llevaba quince minutos sin moverse.
En el asiento del copiloto, asomaban productos de belleza dispuestos de manera aleatoria y desordenada, un café late a medio tomar, su bolso, su identificación de Médico Neurocirujano del Hospital Central de Tokio y su móvil. Debajo de todo ello, un periódico de ese día que había comprado apresuradamente después de comprar el late al salir tarde al trabajo. En la portada asomaba el título:
"Magnate empresarial realiza conmemoración del cumpleaños de su desaparecido hijo"
En la imagen se veía un hombre bien parecido, con un par de rasgos que delataban sus años. De cabello oscuro, facciones bien marcadas y un rostro indiferente, definitivamente había sido un hombre atractivo en su juventud. Seguramente esas cicatrices en su rostro tendrían alguna explicación pomposa y aburrida, pero la Doctora Sabaku no Temari no tenía tiempo para ello. Era 23 de setiembre, ella iba tarde al trabajo y estaba sumamente enojada consigo misma.
No podía creer como un hombre pudiera lastimarla tanto. ¡Estúpido de su novio! No valía ni la pena recordar su nombre, ya no. La noche anterior ella le encontró en la cama con otra mujer, con su vecina la cual él apenas y conocía; pero que en arranque de excitación había seducido. Él al verla, ni se inmutó, se dejó acabar con creces, dejando a la mujer jadeante en la cama. Ella dio media vuelta y se fue, pero aquel hombre la alcanzó.
-Eso es lo que obtienes cuando dedicas más tiempo a tu carrera que a tu hombre-le escupió él en la cara a ella. Ella ni siquiera se molestó en verlo.
-Púdrete-le dijo con sorna, y se marchó caminando rápido. Se lamentó toda la noche, ya bien sus amigos le habían advertido de ese sujeto y de cómo le era infiel con cualquier cosa que llevara una minifalda o un sostén, pero ella siempre le defendió. Y aunque en ese momento le odiaba como nunca había odiado a nadie, tenía el corazón roto.
Se desveló toda la noche, pudiendo dormir hasta la madrugada cuando estaba más tranquila. Al despertarse, vio alarmada su reloj y salió a toda prisa rumbo a su trabajo.
Ese era el inicio de su día.
-"Claro, los neurocirujanos no salimos en la portada del periódico por nuestros problemas personales, ese sujeto en cambio tiene tanto dinero que puede darse ese lujo"-se pensó al leer la noticia, tratando de desquitar la rabia que sentía contra todo lo que pudiese.
Con sus manos masajeó los costados de sus sienes, sentía que la cabeza le estallaba en cualquier momento. El incesante sonido de las bocinas no ayudaba en absoluto. Miró al reloj en su muñeca. Las nueve menos cuarto. Su guardia de aquel día comenzaba a las ocho. Iba Cuarenta y cinco minutos tarde.
-Perfecto, la Jefe no dejará de gritarme-se lamentó ella, mientras se hundía más en su asiento.
Sabaku no Temari era médico cirujana desde el día que nació, después de la muerte de sus padres apenas ella tenía cinco siempre pensó en dedicar su vida a salvar vidas de las adelantadas garras de la muerte. Se graduó de su colegio a la temprana edad de dieciséis, y de allí ingresó a la más prestigiosa facultad de medicina de todo Japón. Se graduó de bachiller en medicina a los 19, y como licenciada en medicina a los 21. Ahora poseía un recién obtenido doctorado en neurocirugía a la edad de 23, lo que la convertía en un prodigio de la comunidad médica. De esa manera se había ganado su puesto como Jefe de Neurología del Hospital Central de Tokio, el número uno del país.
Pero ser un médico genio no la salvaba de tener que vérselas con el médico en Jefe,la temida Cardióloga Tsunade,si llegaba tarde al trabajo.
Miró su reloj de nuevo con desesperación. Faltaban diez minutos para las nueve. Tenía que salir de esa presa lo más rápido posible.
Puso su cerebro a trabajar, y trató de trazar un mapa mental del punto donde estaba. Era como imaginar un camino de neuronas para llegar a un pensamiento. Finalmente dilucidó la luz al final del camino, echó su vehículo lo más para atrás que pudo, y con un giro en "U", se devolvió sobre sus pasos. Tomó la primera salida a la derecha y aceleró en la bajada. Conocía la ruta bastante bien, así que no tenía miedo de ir a velocidad. Su Mercedes negro después de todo, estaba condicionado para ello. Se abría paso entre los vehículos, pasando de un carril a otro. Vio la entrada al túnel que entraba a la ciudad por el costado Oeste. De la salida del túnel, serían solo diez cuadras las que la distanciaban de su lugar de trabajo.
-Perfecto, la calle se ve bastante despejada-sonrió para sí.
Su sonrisa desapareció cuando vio que la pantalla de su móvil se encendía titilante y el mensaje "llamada entrante, BOSS" se dibujaba mientras sonaba Kain Engel –de entre sus canciones favoritas-.
Tomó rápido el móvil, suspiró y contestó.
-¿Sí? Si soy yo, ya voy en camino. Lo siento me dormí y el tráfico está terrible-dijo la rubia de ojos verdes, mientras seguía conduciendo a velocidad por el túnel, pasando entre vehículos- Lo sé, es mi responsabilidad pero… No se preocupe llegaré en seguida, dígale al paciente que lo veré en cinco minutos. Sí, sí, es mi culpa lo sé, sí… Sí ¡WOW!
Soltó el móvil y metió el freno a fondo, cuando vio la figura de un joven pasando despreocupadamente la calle sin haber ninguna clase de señalización de su parte. El vehículo patinó hasta detenerse, pero era muy tarde, el joven se había desplomado en el suelo.
Temari quedó impactada unos momentos. ¡Acababa de atropellar a alguien! Pudo oír otros carros deteniéndose abruptamente tras sí. Pensó en qué hacer, se desabrochó el cinturón y se bajó de su vehículo.
El joven estaba a medio metro del automóvil. Estaba inconsciente. Temari se arrodilló a su lado, y lo primero en hacer fue tomarle el pulso en la muñeca. Se alivió al sentir que mantenía un pulso estable y firme.
-¿Joven, joven? ¿Puede oírme?-preguntaba sin obtener respuesta. Sacó su estetoscopio de su gabacha médica, y procedió a oír su respiración. Era algo lenta y pesada, como la de quien duerme, pero no parecía presentar ningún problema. Tenía unos raspones en la cara y en los brazos, pero no pareciera presentar ningún golpe grave. Revisó que no hubiera fracturas, y buscó evidencia de un traumatismo craneal, pero eso no podía saberlo con certeza hasta llevarlo a un hospital.
-Genial, ahora si Tsunade va a matarme-dijo tomando el brazo del joven y poniéndolo tras del cuello femenino y a cómo pudo lo alzó, abrió la puerta del copiloto de su vehículo y sentó el cuerpo inconsciente allí. Se dirigió rápido al asiento del conductor. Encendió de nuevo el vehículo y tomó de nuevo rumbo al hospital.
Reanudó la conversación con Tsunade.
-¿Sí? Creo que me tardaré un poco en ver al paciente. ¿Qué porqué? Pues porque llevo un paciente amarillo, inconsciente, algunos raspones, así que si pudieras mandar a Traumatología a recibirme no me vendría mal…
Se habran apiadado de mi y pensarán que merezco review?
