Luego del fuego y la pólvora siguieron el camino que tenían delante. El sonido se había detenido, el dolor se había calmado, las llamas se habían ido y las luces se habían apagado. Habían llegado a un plano diferente, a un camino nuevo.

No tenían idea de dónde se encontraban, mucho menos a dónde llegarían, pero ya que no tenían nada más, avanzaron. Sin saberlo llegaron a una estación, el ojiverde lo hizo primero. Para cuando el rubio llegó, confundido por todo a su alrededor, su fiel compañero le sonrió, y se levantó de la banca donde había estado sentado.
—Te tardaste..., pero está bien. —y le dedicó una sonrisa genuina, parecida a las que antes le daba, cuando se encontraba realmente feliz.
El rostro de Mello se iluminó, ya se había hecho a la idea de que nunca volvería a verlo, y que si lo hacía, le odiaría por haberlo arriesgado de aquella forma. pero fue todo lo contrario, Matt estaba alegre de poder verlo una vez más. Corrió a abrazarle, y le susurró que no se preocupara.
—No importa.
Besó sus labios, luego de haberlos extrañado. —No estaba seguro si quería que llegaras o no... —añadió. Después de todo, eso significaba que ninguno de los dos se encontraba con vida en ese momento.
—No iba a dejarte solo —respondió Mello—. ¿Qué es aquí? —preguntó. El lugar estaba vacío, un gran pasillo largo, iluminado con una suave luz amarilla. Matt se encogió de hombros sin dejar de mirarle, había extrañado el color de sus ojos, y apenas habían pasado unas cuantas horas desde que se despidieran.
—No lo sé, el camino me trajo hasta acá.

Se sentaron en la única banca del lugar, dispuestos a esperar a lo que viniera. Si pudieran quedarse así por la eternidad, podrían ser felices. Ahí no había nada ni nadie que les molestara, nada que pudiera separarles, nada que pudiera dañarles. Estaban en un lugar distinto, donde ya no había de qué preocuparse. Matt sostuvo a Mello entre sus brazos, él se recargó en su hombro suavemente. El lugar era tan tranquilo, que Mello se relajó como no lo había hecho en años. Al fin podía respirar, todo se había terminado ya, y lo único que le importaba era el estar al lado de la única persona que le importaba.

—Matt, lo lamento. —sentía que, sin importar si estaban ahí, debía disculparse por todo, por lo que había hecho en vida. Por todos sus errores, por todos esos años. Matt le silenció, negando suavemente y de nuevo dedicándole una sonrisa.
—Ya no duele.

El tiempo pasó sin cambiar nada ahí, y al final, un tren corrió por las vías y se detuvo frente a ellos. Las puertas se abrieron, estaba vacío. Le miraron extrañados y luego se miraron entre ellos. Matt fue el primero en preguntar.
—¿Vamos? —Mello asintió sin dudar.
Después de todo el camino los había llevado hasta ahí, y al seguirlo se habían reunido; eso indicaba que todo iba bien.


Mi pequeño drabble para MXM's Holic; te quiero mucho, pequeña Mellosa.