Hola, cupcakes queridos.
Esta historia participa en el "Reto #81: Que la música te inspire" del foro Alas Negras, Palabras Negras.
Está hecho con mucho amor, cupcakes, ida de olla, nada muy canon, pero si sentimiento. Disfrutadlo por favor, y pasaos por el foro, no vaya a ser que si no lo hacen aparezca un bardo enviado por Tywin a cantaros las Lluvias de Castamere.


Nada, nada es mío. todo es propiedad del gordito y malvado hermano de Santa, digo, George R. R. Martin.


La Vie en Rose

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*Extracto del libro De las putas a la reina, escrito por Tyrion Lannister a modo de diarios de campo en sus años de vida como Señor de la Roca.

Con el invierno a fuera de su puerta, el reino del ocaso, o Poniente para los amigos, es un burbujeante mar de especulaciones. Y es que, luego de todo lo que vimos sufrir al mundo desde la última vez, es normal pensar que vamos a cagarnos en los pantalones otra vez y nos van a invadir los malditos hombres-bestias del frío.

Eddard, sentado junto a la ventana, observa el lento e irreversible aposentamiento de la nieve en sobre el mundo. Tiene doce años, el cabello de Sansa y la contextura de Jaime, todos le llaman Ed. Ahora es mi orgullo y el futuro de mi casa.

Es un niño aún. Aunque, su madre tenía la misma edad cuando se comprometió con Joffrey.

Ah, su madre. A veces, sobre todo en invierno, me parece casi una mentira el imaginar que el tiempo la ha puesto a mi lado. La niñita llorosa que se casó conmigo por la fuerza no existe más, en su lugar hay una Lady de temple altivo que ganó la independencia del Norte frente a Daenerys Targaryen, que se apoderó del señorío del Valle y es la regente más capaz que ha tenido la casa Stark.

Cada año viaja en el invierno para ver a Rickon, el Rey en el Norte; cada año se va antes de que las nieves comiencen a caer y regresa cuando ya hay capullos en las plantas. Mientras en el Norte su llegada señala los fríos, aquí nos insinúa el sol y las cosechas por venir.

Tres castillos, dos hijos, el poder sobre su vida. Sansa tiene hoy todas las cosas que un día deseó, tal vez no sea yo el príncipe con el cual soñó tantas noches en su niñez, pero juro que me he comportado a la altura de todas las inusitadas situaciones en que me ha puesto. En el Occidente la aman más que a mí; al enano tullido y desfigurado aún le temen, pero a su joven y enérgica esposa todos los señores le abren las puertas de sus castillos. Lo mismo sucede en el Valle, donde la gente insinúa que los dioses la guían y por ello ni siquiera la reina dragón se atreve a tocarla —dicen incluso que su poder del helado Norte es el que ha dado a Lyrra sus ojos grises de pedernal—.

El invierno ya se avecina y, con la partida de Sansa, a mí me parece más helado que nunca.

Tal vez era mejor cuando andaba buscando putas, al menos sabía cómo remediar el problema rápidamente. Ahora, me siento horas y horas durante el día y la noche a llenar con palabras su ausencia, a contarle al papel que desde que volvió a mi vida, las probabilidades han dejado de ser oscuras. Con ella todo es el cuento de hadas, rosa, que siempre quiso vivir.