Prólogo:
Las bestias invencibles

El joven poni se movía tristemente arrastrando los cascos, había probado de todo pero simplemente no había salida. Esto se encontraba en el último lugar de su lista pero para alguien que lo había perdido todo, lo único que le quedaba era la satisfacción de la venganza. Sin embargo comparado con su oponente él era débil y moriría sin obtener siquiera eso. Por eso decidió hacer esto, y aunque le costara su alma se iría con una sonrisa.
Tomó una vela color negro y la colocó frente a él, rezando al Ángel Caído. El poni, Strong Will, dudó unos segundos antes de actuar pero al final tomó un afilado cuchillo con su magia y se cortó las venas. La sangre comenzó a correr, sentía una horrible presión en las muñecas mientras que la sangre corría a borbotones de los cortes. Rechinó los dientes intentando concentrarse en su oración al Demonio o de lo contrario todo esto sería en vano; hasta que finalmente, guiado por un oscuro presentimiento, se volvió hacia atrás. Su sangre corría formando un pentagrama y varios círculos extraños a su alrededor. Entonces él sonrió, supo que su plegaria había sido respondida al fin. Se preparó para lo peor.

Tú me has llamado — dijo la fría voz de ultratumba. — ¿Qué es lo que quieres de mí?

Strong sentía que no podría responder, a estas alturas había perdido demasiada sangre, pero se dio cuenta que esa debilidad había desaparecido de repente. Entonces encaró a la voz:

—Vengarme. Ese maldito del gobernador tomó a mi novia por la fuerza… lo intenté todo pero cuantas súplicas enviaba a la Corona eran interceptadas, incluso se aseguraron de evitar que saliera del pueblo. Quemaron mi hogar, asesinaron a mis familiares… todo porque ese sujeto cree que el poder es el derecho. Bueno, pues ya no más. Quiero vengarme, no me queda nada así que por lo menos quiero esta última satisfacción. No tengo la fuerza para oponerme a él, por eso préstame la tuya. Y entonces a cambio yo te daré todo lo que tengo, no es mucho pero por favor, si tengo algo que quieras tómalo. Te lo doy.

Durante toda tu vida has sido un poni ejemplar, no hay razón para que tú vengas y me llames del mismo modo en que me llaman mis servidores… y sin embargo aquí estás, tirando toda tu existencia sólo por un favor estúpido. ¿Sabes que morirás después de llamarme, verdad poni? No hay vuelta atrás ni garantía que te conceda lo que quieres.

—Pero sigues hablándome en lugar de dejarme morir. ¿Ya te decidiste qué tomarás de mí?

Nada de lo que tengan los mortales puede satisfacerme, excepto por una cosa. Te concederé lo que me pides pero tu alma descenderá automáticamente al Infierno… y tu cuerpo, tu cuerpo será algo así como mi mensajero en este mundo, aquel que traerá la muerte y la desolación a donde quiera que vaya. Acepta mis condiciones o muere triste y solo, Strong Will. La decisión es toda tuya… pero veo que ya la has tomado.

Strong Will no dijo nada, haciendo honor a su nombre se inclinó ante la Voz del Demonio.

—Acepto, concédeme mi venganza y mi cuerpo y alma estarán a tu entera disposición.

Los soldados de las Princesas corrían atacando a la horrible bestia. Hacía tiempo que el disciplinado grupo de valientes guerreros que evitaba matar a toda costa había perdido toda coordinación y ahora sólo arrojaba ya fuera sus lanzas y sus ataques mágicos al azar, siempre impactando en la bestia pero nada de lo que hicieran era eficiente. La cosa ya tenía una larga lanza incrustada en sus ojos, la mitad de su cuerpo cubierta de espadas cortas pero nada lo detenía. Sólo corría de aquí a allá destruyendo con sus agudos colmillos cuanto ser viviente se acercara lo suficiente. El monstruo no paraba, quemaduras, cortes incluso ataques mágicos combinados que lo reducían inmediatamente a cenizas éste volvía al ataque. Monstruo entre los monstruos, no había manera de detenerlo.

—Necesitamos la ayuda de su Majestad, ¡de inmediato! — Gritó uno de los guerreros, — no podemos seguir así, ya hemos perdido a la mitad. Es un monstruo, monstruo entre los monstruos.

Arrojaron una nueva lanza, que atravesó con tal puntería por la boca y salió por la parte de atrás de la nuca. Las heridas se curaron de inmediato y el que tuvo el monstruoso valor de hacerlo tuvo la horrible suerte de caer en el rango de ataque de la criatura, que se le lanzó a la garganta y lo arrancó un enorme pedazo de carne. Y siguió atacando durante algunos segundos hasta que finalmente el otro dio su último suspiro. La cosa rugió y cargó contra otro soldado, que huyó por su vida pero tuvo la pésima suerte de tropezar y cayó de bruces al suelo. La bestia se paró sobre él y le volteó la cabeza hasta el otro lado. Al no sentir más vida proviniendo de él la cosa lo arrojó a un lado y rugió como loco.

No había opción, escaparon. Toda la aldea fue exterminada por esta bestia así pues no hubo problemas en excavar mágicamente un profundo pozo alrededor.

—Hemos intentado de todo Princesa Celestia — dijo un soldado inclinándose. — El tal Strong Will es un verdadero monstruo. Todas las tropas que hemos mandado terminan igual, apenas si podemos escapar intactos.

—¿Pero no usamos los hechizos anti-detección más poderosos? — Preguntó la joven Princesa.

—No Princesa, esa cosa es como… no nos localiza ni por medio del olfato ni el oído ni la vista, el sujeto es algo así como sensible a la vida, no hay forma de ocultar algo que siente la vida en sí, no es un poni sino una máquina de matar que busca eliminar toda la vida a su alrededor.

—Matar, matar y seguir matando; así se puede resumir la motivación de la criatura — dijo otro soldado con un escalofrío. — Es demasiado peligroso como para podernos acercar, no pudimos hacer otra cosa más que… más que excavar un pozo muy profundo alrededor de la aldea, no puede escapar… o al menos rezamos porque así sea. Las tropas que dejamos vigilando los alrededores reportan que se arrojó al pozo en un desesperado intento por acabar con ellos.

—De momento sigue intentando escalar, lo hemos retenido lanzando ataques mágicos para lanzarlo de vuelta al fondo pero no le hacemos ni cosquillas. Es un ser invencible, siempre que le hacemos daño éste se regeneran de inmediato.

—De acuerdo, intervendré. Si es en verdad tan peligroso como dicen.

—Se lo agradecemos, Princesa Celestia .

Pronto la Princesa junto con un enorme grupo de soldados fue hacia aquella ciudad lejana listos para detener a la criatura, a la cual entre varios unicornios levitaron fuera del pozo y lo retenían mientras éste se retorcía y trataba de acabar con el que tenía más cerca.

—¿Tú eres el tal Strong Will, no es cierto? — Preguntó Celestia a esa criatura. — ¿Por qué haces esto, sabes qué te pasará si sigues en este plan? Serás encerrado y jamás volverás a ver la luz del sol.

La bestia se retorcía y seguía intentando acabar con el soldado más cercano, que retrocedió del miedo. Celestia siguió impasible.

—¡Respóndeme Strong Will! — Exigió Celestia adelantándose.

Strong Will se dirigió hacia ella abriendo y cerrando amenazadoramente las mandíbulas llenas de colmillos, no le importaba ante quién estaba, sólo quería matar. Era como lo había expresado el otro soldado, la cosa era sensible a la vida y tenía que exterminarla a como diera lugar. Entonces Celestia se fijó en sus ojos: muertos y sin vida, ante ella se encontraba un cascarón vacío, un cuerpo sin alma guiado sólo por el instinto de matar. Matar, matar y seguir matando.

—No me dejan opción — dijo Celestia lanzando un poderoso rayo.

De la bestia sólo quedaron cenizas.

—¡De acuerdo, vámonos y que no se vuelva a hablar de esto!

—¡PRINCESA CUIDADO! — Advirtió uno de los soldados que había visto a las criaturas en persona.

—¡Descuida, con la fuerza que utilicé me encargué que no volverá a molestarnos! — Dijo Celestia muy confiada.

Fue cuando un temible rugido se escuchó detrás de ellos y se volvieron para ver horrorizados cómo la criatura regresaba por ellos. La bestia rugió de nuevo y corrió a acabar contra otro de los soldados, que le clavó su lanza en el ojo lo más profundo que pudo. Sin embargo eso no le importó al monstruo que fue alguna vez Strong Will y éste le abrió la mandíbula por la fuerza y le metió el casco en la garganta y lo volteó de dentro hacia fuera. Más ataques mágicos impactaron en el monstruo reduciéndolo a cenizas… pero inmediatamente se regeneraba y seguía atacando. Al final los soldados los empujaron hacia el pozo y Celestia hizo lo que supo hacer mejor:

—¡Manténgalo abajo! Es una medida desesperada pero es nuestra única salida.

Entonces la alicornio voló lo más alto que pudo mientras que los soldados seguían reteniendo a la criatura en el pozo.

—¡DE ACUERDO TODOS RETROCEDAN!

Obedecieron, entonces ella arrojó un poderoso ataque que creó un cráter aún más profundo que el pozo. La criatura volvía a regenerarse pero esta vez Celestia supo qué había que hacer: con su gran poder creó una prisión de piedra que lo dejó encerrado. Eso no le importó gran cosa al no-muerto. No podía ver a nadie pero seguía sintiendo 'vida' alrededor suyo así pues arremetió contra las paredes. Celestia sabía que esas paredes eran fuertes, pero no resistirían por siempre en caso la criatura siguiera atacando sin parar así que usó un nuevo hechizo para hacer las paredes indestructibles, el hechizo de invulnerabilidad más poderoso que tenía en su repertorio.

—¿Y ahora qué haremos Princesa? — Preguntó el capitán.

—Ayúdenme, manden emisarios a Reptilia, al Imperio Grifo… a donde sea, aún a la Colmena Changelling. Necesitamos que esta criatura quede encerrada con todo el poder que podamos reunir.

Pronto el grupo de los Grandes Gobernantes de las Grandes Razas se había reunido sobre esa improvisada prisión subterránea, todos sumidos en un profundo silencio luego que Celestia les mostrara sus memorias sobre el monstruo enterrado ahí dentro. La primera en hablar fue Luna.

—¿Entonces eso es todo lo que podemos hacer para vencer a esta criatura? ¿Encerrarla y ya? ¿No es eso sólo postergar el problema? ¿Qué haremos si más de esas cosas se aparecen, encerrarlas y ya?

—Aunque improvisada, la solución de tu hermana mayor parece ser la más sabia — opinó preocupado el Rey Lumbre, soberano de todos los Dragones. — Estamos hablando de un ser ante el cual no podemos hacer absolutamente nada. ¿Dices que trataste por todos los medios de acabarlo, no es así joven Celestia?

—Eso me temo, pero este Ser es demasiado… demasiado poderoso.

—¿Poderoso? Todo lo que sabe usar es fuerza bruta en cuanto detecta 'la vida' — dijo pensativo el Emperador Grifo Velkan.

—Sin mencionar que nada puede hacerle daño — dijo Golden Heart el Rey Minotauro. — De momento agradezcamos que fuera una bestia estúpida. Si pudieran pensar…

—Por favor no invoquemos al diablo — suplicó la Cacique Suprema de las Cebras, Zikmu. — ¿Entonces qué se supone que hagamos? Podemos ayudarte a sellar a esta cosa pero luego…

—De hecho estaba pensando en que preparemos prisiones especiales para estas criaturas — dijo Celestia. — Son demasiado peligrosas y no hay garantía que sólo haya una. Tomémoslo como una prevención a futuro.

—¿Y si nos topamos con una de estas cosas que pueda pensar y sepa cómo librarse de estas prisiones especiales? — Preguntó Velkan.

—No creo que suceda — opinó Luna. — Pero si se diera el caso… que dios se apiade de nuestras almas.


Un prólogo explicando el origen generalizado de esas cosas y el primer encuentro, aunque el pacto en sí se vio en el epílogo de la historia anterior. El asunto es que quiero dejar en claro el primer encuentro con los monstruos en general. Espero les haya gustado y me despediré con el:

Chao; nos leemos!