Las ropas le pesaban haciéndole aun más difícil caminar y prácticamente imposible correr. El aguacero había traspasado por completo su camiseta pegándose a su escultural cuerpo, sus cabellos rubios se pegaban a su frente cayéndole por encima de sus ojos miel dificultando aun más su visión. El chapoteo de los pasos de Seto, tras él, se escuchaban cada vez más cerca. La cabaña de madera estaba a pocos metros, unos pocos pasos más y llegarían. La batalla que iban a comenzar él y Seto había quedado pospuesta, debido a la tormenta que había comenzado. En pocos minutos todo el cielo se oscureció y la lluvia implacable comenzó a azotarles como un cruel verdugo. Joey asió rápidamente el pomo metálico abriendo la puerta, se metió dentro de la cabaña con un ruido sordo. Seto entró detrás de él cerrando con llave.

-¿Tienes una llave de la cabaña?- Preguntó el rubio mientras intentaba recuperar el aliento y se frotaba enérgicamente los brazos, para poder entrar en calor. Mientras permanecía allí parado un charco de agua se formaba a sus pies. Seto se quedó unos instantes mirándolo fijamente, serio, distante, frío y muy ensimismado ante la visión que tenía delante de sus ojos a un cachorro mojado pensó.

-Por supuesto pero te recuerdo que todos los terrenos donde se desarrolla el campeonato de cartas son míos.

La llave de la cabaña se deslizó en su bolsillo.

Seto se quitó la inmensa gabardina que al caer contra el suelo sonó como si de una cota de malla se tratara debido a que el agua había aumentado su peso se dirigió a la chimenea y encendió un fuego que en pocos segundos inundo de luz la habitación.

-Quítate esa ropa.-Dijo tajantemente sin tan siquiera mirar al rubio.

-¿¿Qué??

-Que te quites la ropa, no pienso que un perro enfermizo retrase el campeonato.

-¿Al fin reconoces que soy el mejor?-Se jactó el rubio.

-No, Joey en realidad el resultado seria el mismo jugaras o no.

-Sucio ricachon arrogante.-Replicó con los puños apretados.

-Me sorprende que sepas hilar tantas palabras seguidas.-Seto comenzó a quitarse la camisa dejándola extendida junto a sus pantalones sobre la silla más próxima a la chimenea.

Joey se volvió para encararse con él pero, se quedo petrificado ante aquella visión, frente al cuerpo delgado y firme de Seto se acercaba hacia Joey sin ningún rastro de timidez. La camisa del rubio cayó de entre sus dedos haciéndolo reaccionar. Un breve escalofrió recorrió su espalda y ya no estuvo tan seguro de que fuera tan buena idea desnudarse. Si se moría de una pulmonía no tendría que volver a escuchar a aquel ricachon odioso llamarlo perro nunca más. Joey estornudó y al instante siguiente su anfitrión le obligó a desnudarse, lo sentó sobre unas mantas en el suelo y lo dejó a solas.

Las llamas comenzaron a calentar su piel, de echo en algún momento tuvo la sensación de estar demasiado cerca, aunque en algunas partes de su piel se notaba calida, en otras parecía quemar. Tenía demasiado frío para apartarse de allí. Sentado encogió sus piernas rodeando sus rodillas con los brazos. Tras largos minutos en silencio Seto regresó con una bandeja donde portaba un par de tazas humeantes y una manta más.

Joey se puso en pie con la intención de ayudarlo pero al escucharle dejar la bandeja con brusquedad sobre la mesa cambió de opinión.

-Malditos todos.-Bramó.

-¿Qué… sucede? ¿Te pasa algo Seto?- Preguntó con temor.

-No han traído las maletas. No tenemos nada que ponernos.

-Bueno, para mañana se secara la ropa ¿no?- Como si acabara de darse cuenta de que estaba desnudo Joey se tapó la entrepierna y el pecho, consiguiendo que Seto sonriera divertido.

-Toma. Ten cuidado no vayas a quemarte perro.

-Aiiiih. QuEMA. qUEmA.

-Te lo dije.-Habló paciente quitándole el chocolate de las manos. De nuevo el rubio pareció olvidarse de su desnudez pero Seto no, Seto era demasiado consciente de ella, dolorosamente consciente pensó.-Siéntate te lo llevare yo.

-¿Me lo llevaras?-Joey lo miró suspicaz. -¡Ya se lo que quieres!-Proclamó.-Quieres hacerme de menos como si no supiera llevar una simple taza.

Seto sonrió ante la total ingenuidad de su compañero sobre lo que realmente quería. No deseaba hacerle de menos pero si quedar sobre él. El castaño amplió su sonrisa viendo como el culo del rubio caminaba al tiempo que su propietario movía la taza de una a otra mano y profería escuetas protestas por lo caliente que estaba su contenido.

Los ojos de Joey comenzaron a cerrarse presas del agotamiento. La tarde había pasado en lo que tardaba en perder una carta en el reino de los duelistas es decir vergonzosamente rápido pero, tenia que reconocer que no lo había pasado tan mal. Durante aquellas horas solo le había llamado perro dos veces, pulgoso tres y cachorro quince. Tratándose de Seto era un buen comienzo. Les gustaban casi las mismas cosas y tenían bastante mas en común de lo que pensaban.

Seto se llevó la mano a la boca tapando un bostezo. La tarde se había esfumado en apenas un suspiro. No lo había pasado nada mal en compañía de aquel perro pulgoso.

Durante aquellas horas solo le había llamado engreído veinte veces y amenazado con pegarle otras veinte. Tratándose de Joey era un buen comienzo.

Los ojos marrones del rubio brillaban por las danzantes llamas de la chimenea. La mano de Seto se deslizó sobre la manta hasta cubrir la de Joey. El rubio adormilado no protestó. Con el sigilo de un cazador Kaiba se aproximo hasta que el rostro de ambos estuvo frente a frente. Los labios hambrientos del millonario se pegaron a los suyos para un instante después meter la lengua en su boca. Joey no le había dado permiso para aquello pero tampoco se resistió. Seto consiguió unos suaves jadeos escaparan de él. El pecho de Wheller fue cubierto por su propio cuerpo que solo se alejaba de el para colmarlo de caricias. Los dedos de Seto bajaron sin miramientos hacia su entrepierna y en aquel momento los grandes ojos del rubio se abrieron de golpe.

-NO.-Gritó cuando unas imágenes comenzaron a invadir su mente

"su hermana Serenity se encontraba en un altar de piedra miles de personas a su alrededor frente a él y rodeando a su hermana, sin embargo no podía ver ningún rostro ya que todos ellos estaba cubiertos por una capucha negra, de pronto Seto se acercó al altar , sin embargo había algo extraño en el sus ropas eran diferentes, antiguas una túnica egipcia lo cubría y en su cabeza un extraño gorro, sus ojos no eran los zafiros arrogantes del millonario era Seto pero parecía otra persona de pronto alzo una daga entra sus manos . El rubio intento ir hacia él para impedírselo pero algo o alguien lo retuvo, unas palabras extrañas salieron de su boca un dialecto que no conocía y sin embargo comprendía lo que quería decir.

-Sent no, no lo hagas por favor, haré lo que sea lo que quieras pero, no lo hagas.

La habitación comenzó a dar vueltas o no era la habitación si no su mente la que parecia adormilada , atontada dentro de su cerebro, hundiéndole en un profundo sopor , pero antes pudo ver como Seto hundía el cuchillo en el corazón de su hermana, Joey se obligo a si mismo a abrir los ojos , pero al hacerlo deseo estar muerto la sangre de su hermana se extendía por la blanca piedra del altar llegando al suelo, haciendo que Serenity exhalará su ultimo suspiro encima de aquel frío altar, en mitad de aquella gente sola, a manos de su señor, a manos de aquel a quien amo. No sabia como pero, de pronto es como si hubiera vivido dos vidas la suya como Joey y la de un esclavo del antiguo egipcio llamando Jouno , Seto se dirijo hacia él su túnica ya no era blanca si no roja, la sangre de su hermana lo había cubierto por completo. Seto o Sent o el sacerdote egipcio o quien quiera que fuera aquel hombre con el rostro de Seto se paro en frente de él su rostro pareció volverse en una mueca de perversidad sin embargo Joey parecía ver algo de tristeza en aquellos ojos azules una tristeza que desapareció rápidamente al percatarse que el rubio le miraba. Entonces Seto agarro fuertemente los cabellos del rubio y tirando de ellos situó el rostro de Joey a escasos centímetros del suyo.

-Ya te lo advertí, es tu culpa que esto pase, eras y sigues siendo mi esclavo, un simple esclavo tu deber solo es hacia mi tu amor solo es para mi, te lo advertí – la boca de Seto se situó frente a su oído – Con el sacrificio de tu hermana el Dragón Blanco de Ojos Azules es mío, tu eres mío ahora y por siempre.

Las lagrimas comenzaron a resbalar por el rostro del rubio pero, la ira fue mas fuerte en su interior, deshaciéndose de aquello que le impedía el movimiento se lanzo contra el sacerdote y de un solo golpe en su mandíbula lo noqueó, rápidamente. Seto se alzo del suelo limpiándose una pequeña gota de sangre que se deslizaba por la comisura de sus labios.

Una vez más algo sujeto a Joey pero si no podía matarlo, al menos no podría acallarle.

-Yo te amaba Sent yo te amaba ¿Por qué..? – yo te amo pensó con un terrible dolor en su interior al darse cuenta que a pesar de lo que había hecho aun le quiera -YO NO SOY TU ESCLAVO, YA NO, ASÍ no, ya no soy tu esclavo - La oscuridad se cernió sobre el haciéndole volver a la realidad, al presente, a aquella cabaña ante un desconcertado Kaiba- te amo pero, ya no soy tu esclavo, te amo pero, ya no ya no soy tu esclavo, ya no.

-¿De que hablas? No eres mi esclavo.-Habló Seto zarandeándole por los hombros.-Mírame.- Le ordenó.

-Voy a marcharme de aquí.

-Puedes marcharte cuando quieras.-Las palabras no tranquilizaron al rubio.

-No te amo me oyes. Cuando lo dije pensé que eras otro.-

-Puedes amar a quien quieras.-Dijo con calma.

-Cabrón, le hiciste daño a Serenity y no voy a perdonártelo.

-Joey reacciona. Nunca le he puesto una mano encima a tu hermana ni se la pondré.

El rubio se vistió a toda prisa con sus ropas todavía hundidas por la lluvia mientras Seto hacia lo mismo.

Tas darle la llave abrió la cerradura y salió al exterior.

-Esta diluviando Joey no puedes salir así.

-Yo no me quedo con un asesino.-Respondió lleno de ira.

-Huyes por un mal sueño.

Negándose a mirarlo Wheller salió fuera de la cabaña.

De noche el bosque parecía igual miraras donde miraras.

Deteniéndose un instante trató de recuperar el aliento mientras cruzaba los brazos en busca de abrigo. A sus espaldas el sonido de una rama al romperse le sobresaltó.

-¿Seto que haces aquí?

El joven no respondió avanzando hacia él. Joey retrocedió hasta sentir el tronco de un árbol a sus espaldas. Los brazos de Kaiba se colocaron sobre la madera a ambos lados de su cabeza y sus labios acariciaron su oído. El rubio no consiguió reaccionar.

Las palabras salieron de la garganta de Seto en un tono frió pero lleno de intención.

-No eres mi esclavo pero me perteneces. Puedes marcharte cuando quieras pero no te dejare. Puedes dejar de amarme cuando tu quieras o amar a otro pero en ese mismo instante te matare. Nunca le he puesto una mano encima a tu hermana ni se la pondré pero, si no me 'aceptas'… lo haré. Así que no me obligues a ser un mal amo.