Hola!
Este es mi primer fic de Gravitation. Espero les guste. Feliz recibo sus comentarios o críticas =)
Desgraciadamente Gravitation no es mío. El fic no tiene fines de lucro.
Parejas: Tat Shu Toh Hir&K
Tan sólo tú
1 Capítulo
"Viviendo en mí"
La joven mujer soltó un irrefrenable resoplido de impaciencia mientras miraba los números del ascensor subir, al borde ya de un ataque de ansiedad. Su mente aún luchaba por encontrar un discurso maternal, coherente y racional para dárselo a su amigo, la verdad es que podía comprender casi todas las acciones de su compañero de banda, de hecho, en él había visto tantos comportamientos tan bizarros durante los años de amistad que los unían, que podría escribir un libro de psiquiatría sobre él. Sin embargo, siempre había sido responsable, intenso y apasionado por la música, y jamás se había dejado arrastrar por los excesos obvios de la profesión hasta los límites de obviar aquello que tanto le gustaba. Sí, tal vez era medio promiscuo, pero nunca para llegar a rehabilitación por drogas o alcohol. Sólo era un niño inestable en el cuerpo de un adulto carente de vínculos afectivos perdurables. Por eso, todos los que le conocían estaban tan extrañados de su comportamiento últimamente. Por primera vez en su vida había faltado a los ensayos de las tres últimas semanas, había dejado plantados a cuatro canales de televisión que iban a entrevistarlo, no se presento a dos sesiones fotográficas, y además tuvieron que suspender un concierto en Osaka por su culpa.
Una fina y delicada ceja de la mujer se arqueo, y apenas el ascensor la dejó en el último piso de ese inmenso rascacielos, salió presurosa por el pasillo de mármol blanco resonando sus altísimos tacones por el suelo. Desde su carísima cartera Longchamp color malva, extrajo un juego de llaves del apartamento del hombre. Era una copia para ser usada sólo en caso de emergencias. Lamentablemente esa era una de ellas.
El aroma a alcohol mezclado con cigarrillo fue lo primero que la recibió, y la impacto como un sablazo directo a la boca del estomago. Todas las cortinas del pent-house estaban cerradas, otorgándole un atmosfera bastante lúgubre en comparación con la resplandeciente ciudad soleada de verano que había afuera de las ventanas. Sus tacones fueron puestos a prueba cuando se tropezó al menos cinco veces con las botellas, vasos, platos, cojines, cajas de pizza y ropa desconocida desperdigadas por la sala, cocina y terraza.
Corrió las cortinas, y abrió ventanas y ventanales para que el aire comenzara a circular en ese vicioso espacio. Ese pent-house era sin duda la representación máxima de una fiesta desenfrenada. La mujer tuvo que hacer uso de todo su autocontrol para no largarse a gritar y reprender al idiota de su amigo. Calma, paciencia se repitió mentalmente mientras subía las escaleras de madera de bambú para llegar a su habitación.
Entró sin llamar encontrándose con el mismo panorama de hace unos minutos, pero para rematar el aire no estaba sólo llenó de olor a alcohol, cigarrillo, y sudor, no, ahora el inconfundible aroma a sexo la sacudió. Reprimió una involuntaria arcada, y centro la vista en la enorme cama King en la que tres figuras reposaban desnudas, reconoció la cabellera castaña de él entre medio de dos cuerpos femeninos. Estuvo a punto de abalanzarse sobre él a golpearlo, pero se contuvo.
Batió las palmas con fuerza, al menos tres veces hasta que consiguió que dos melenas negras se levantaran y la miraran con cara de espanto. Una sonrisa algo cruel se formó en sus labios carmín. Detestaba a las niñas imberbes con demasiado maquillaje y cirugía plástica que perseguían a cualquier famoso para acostarse con ellos, y luego ir a una revista de espectáculos a dar la primicia. Eran despreciables, con muy poca clase, y muy poco cerebro.
-Señoritas…-las llamó remarcando la palabra con molestia-…es hora de que se marchen. Sus servicios ya no son necesarios.
Las mujeres que la reconocieron en seguida, se levantaron como impulsadas por un resorte recogiendo sus escasas prendas por la habitación con bastante torpeza, vistiéndose en el camino e inútilmente tratando de ordenar su cabello y maquillaje, todo siempre bajó los atentos ojos de quien toca el segundo sintetizador de la afamada banda musical Nittle Grasper, quien se aseguraba además de que no se llevaran nada que no les perteneciera. Años de gira le habían dado bastante experiencia para tratar con esas groupies. Les acompaño hasta la salida, negándose a darle ningún recado que pudiesen dejar para su amigo, y con fría cortesía les cerró la puerta en la cara.
Noriko Ukai suspiro agotada mirando a su alrededor. Debía llamar a un equipo de limpieza cuanto antes, era tiempo de encaminar la vida del vocalista de la banda, aunque antes debía averiguar un par de cosas.
Cuándo regreso a la alcoba, él seguía durmiendo la borrachera ajeno a todo a su alrededor, y ella ya se estaba hartando de todo aquello. Sonriendo maliciosamente. Se dirigió hacía los gigantescos ventanales del cuarto, que daban a una privilegiada vista de la ciudad de Tokio, descorriendo las cortinas para que el sol de mediodía se apoderara de la estancia. La luz le dio de lleno en pleno rostro al cantante, que se removió en su lecho ofuscado murmurando incoherencias.
-Ryu, Ryu, Ryu-lo comenzó a llamar la mujer mientras recogía una manta del suelo, y se la lanzaba al cuerpo para tapar su desnudez-¡Ryuichi!
El aludido se removió aún más en la cama, negando con la cabeza enterrada en el almohadón a levantarse. La paciencia de Noriko estaba llegando al límite.
-¡RYUICHI SAKUMA! ¡LEVANTA TU TRASERO AHORA MISMO DE LA CAMA SINO QUIERES QUE TE DE DE PATADAS!
Aquello pareció surgir efecto pues la desgarbada figura del cantante se levanto tambaleante sentándose en la cama con los pies en el suelo. Sentía la boca pastosa, y un insoportable dolor de cabeza destrozándole el cerebro. Parpadeando dirigió sus ojos azules a la figura de la mujer que a unos dos metros de distancia lo observaba evidentemente molesta, cruzada de brazos y haciendo sonar sus tacones contra el piso, incrementando si es que era posible aún más su desastrosa jaqueca.
Ryuichi luchó desesperadamente por recordar que hacía Noriko en su casa, y porque él estaba en esas condiciones. Recordaba haber bebido algo, bueno lo hacía desmesuradamente desde hacía tres semanas, recordaba cabelleras negras como el azabache, el dolor y ese vacío. Su mirada se torno inmediatamente opaca.
-¿Qué…qué haces aquí?-balbuceó con voz ronca el de cabellos castaños, en esos momentos no se encontraba lo suficientemente lucido como para ser el Ryuichi infantil, sino que se comportaba como el adulto que era.
Noriko refunfuño ¿Cómo podía hacerle esa pregunta? ¿Es que era idiota? Al final decidió no replicar, viéndolo en ese estado tan lamentable algo en ella se compadeció, y sin decir nada salió de la habitación dejándolo solo.
Él se llevó las manos a la cabeza sosteniéndosela. Retumbaba, y dolía. Todo dolía.
Creía que se había quedado nuevamente solo cuando pusieron delante de él un vaso con agua, y un par de pastillas. Ni siquiera había escuchado los pasos de regreso. Miró como un cachorro perdido a Noriko, y está le acaricio con ternura los cabellos con la mano que tenía libre.
-Tómatelas, mitigaran un poco la resaca-la mujer le sonrió conciliadora entregándole las aspirinas y el agua-Ve a darte una ducha en lo que te preparo un café. Tenemos que conversar.
Ryuichi asintió obedientemente mientras seguía sus instrucciones. Antes de meterse al baño vio a su inseparable peluche en forma de conejo rosado Kumagoro tirado entre medio de una montaña de ropa sucia. Lo recogió y lo colocó sobre su cama con afecto infantil.
Tatsuha, Tatsuha, Tatsuha.
Alguien repetía su nombre. El aludido parpadeo varias veces seguidas intentado enfocarse, con la vista totalmente perdida por la ventana de su sala de clases. Desde esa ubicación veía el patio y la entrada del colegio, aunque no era eso lo que miraba sino que eran sus propios pensamientos los que lo acosaban y estrangulaban, sin dejarlo escapar de ellos aunque se esforzara con todo su empeño.
-¡Tatsuha!
El grito agudo de una chica lo devolvió a la tierra al instante. Sus ojos oscuros rastrearon a su interlocutora reconociendo a la encargada de la clase que lo miraba entre cabreada y avergonzada. Él le sonrió inocentemente como sino rompiera un plato, lo que surtió efecto ya que ella pareció calmarse y le devolvió la sonrisa.
-Lo siento, estaba distraído-murmuro mientras se percataba que la sala de clases estaba vacía. Quiso golpearse a sí mismo. Otra vez lo había vuelto a hacer.
-Ya me di cuenta Uesugi-le dijo la muchacha totalmente sonrojada. Tatsuha tenía ese efecto en las mujeres-Las clases terminaron hace veinte minutos, y queremos limpiar el salón de clases-ella le señaló a dos compañeros más que los observaban furtivamente desde el umbral de la puerta-Por favor, puedes irte a tu casa.
Tatsuha saltó de su banco arreglando sus cosas mientras murmuraba disculpas y se despeinaba sus negros cabellos con nerviosismo. Salió prácticamente corriendo del salón, agradeciendo que la encargada de clases estuviese lo suficientemente interesada en él como para no golpearlo. Al menos para eso tenía suerte.
Recuperando la compostura, se acomodó su bolso escolar, y emprendió el camino a casa disfrutando del sol de verano. Hace una semana había regresado a clases luego de las vacaciones de verano. Después de esas vacaciones tan hermosas y dolorosas en Tokio.
Inconscientemente se llevó una mano al pecho, a la altura del corazón. Detuvo sus pasos, aquel dolor físico había regresado, latente y hambriento, extrayendo de él hasta la última gota de energía y esperanza. Aquella agonía iba más allá de lo físico. Se apoderaba de su mente y pensamientos. Desangraba a su corazón, y torturaba a su alma. Mientras intentaba dominarse, una pareja de escolares, que por el uniforme reconoció como de su instituto, pasó caminando a su lado envueltos en risas y gestos de amor. Todo en él se fue al suelo. La chica de la pareja pronunció dos palabras, y Tatsuha regresó en sus recuerdos a tres semanas atrás. Él mismo había dicho algo similar.
"¡¿Es qué acaso no lo entiendes? Ya no soporto más esta agonía. Yo te amo!
-Tat…
-¿Estas enamorado de mi cuñado?
-Yo…."
Se escuchó a sí mismo pronunciar esas palabras defendiéndose como si su vida dependiera de ellas, tal vez era así. El sonido de su voz, la desesperación, y la liberación de sacarse del corazón la necesidad de que él lo supiera lo dominaron esa noche. No previo las consecuencias. Desgraciadamente no vivía en un cuento de hadas, y su príncipe no le correspondía. No lo salvaría, ni lo llevaría a su castillo porque ya tenía a quien mirar con amor, y no era a él.
Los ojos azules de su adoración le esquivaron, y su silencio al final de esa última conversación fue su respuesta, igual o peor a una sentencia a muerte.
Sacudió la cabeza con violencia, apretando a la vez su mandíbula con tanta fuerza que la hizo crujir, espantando los recuerdos de esa noche bruscamente de su memoria. Tenía que seguir adelante, intentar por muy patético que fuera reconstruir su vida. Era un joven de dieciséis años en la flor de la vida que merecía sanarse, y encontrar un nuevo amor. Quizás un amor más dulce y delicado, menos intenso y apasionado. Menos Ryuichi Sakuma.
Con el sol taladrándole la cabeza llegó a su casa, saludando apenas a sus progenitores como cualquier adolescente apático. Ese día al menos estaba libre de las tareas del templo dónde ayudaba a su padre como monje auxiliar. Era algo que agradecía ahora que sentía la incesante herida del desamor volver a acosarlo. No quería que lo bombardearan con preguntas, y mucho menos quería escuchar la típica charla de los padres. No, Tatsuha sólo quería descansar. Después de tanto esperar, por casi toda su vida a su platónico amor, quería resignarse a perder algo que nunca fue suyo.
Acostado en su cama esa noche, luego de haber apenas cenado algo. Sus pensamientos siguieron torturándolo. Su cabeza no le daba tregua con los recuerdos.
"El sonido de un mensaje de texto llegando a su celular lo distrajo momentáneamente de la labor de comer helado de caramelo junto a Ryuichi, disfrutando de su compañía, sentados en un parque al atardecer.
Hizo un puchero con los labios al leer el contenido.
-Tengo que irme, Ryu-le dijo de pronto al castaño, levantándose de la banca-Le prometí a Shuichi ayudarlo a prepararle una cena sorpresa a mi hermano. Yuki terminó su última novela, y vamos a celebrarlo aunque el muy amargado no quiera.
-Tatsuha es muy amable na no da-comentó el cantante mientras se acababa su porción de helado, abrazado a Kumagoro, y miraba fijamente a su acompañante.
El menor de los Uesugi luchó por no avergonzarse, pero fue en vano. Sus blancas mejillas sonrojadas le dieron el verdadero aspecto de un colegial sumamente tierno.
-Nos…nos vemos en otra ocasión.
Azorado Tatsuha buscó poner distancia física entre ambos dando unos pasos hacía atrás. No quería que Ryuichi viera el efecto que causaba en él.
-¡Mañana!-gritó emocionado Ryuichi.
El pelinegro asintió con una sonrisa. Le hizo una señal de despedida con la mano para marcharse.
-¿No vas a despedirte de Kumagoro na no da?
La casual e infantil pregunta frenó los pasos del menor, quien regresando hasta la banca dónde aún seguía Sakuma, se inclinó para depositar un beso en una de las orejas del conejo rosado. Cuándo alzó la vista sus ojos oscuros se abrieron impresionados, dejándolo clavado en el sitio. Ryuichi lo miraba con sus ojos azules cargados de una intensidad que jamás había visto en nadie, parecía estarlo seduciendo, leyéndolo, y Tatsuha sintió de pronto como su cuerpo comenzaba a temblar apenas vio que el cantante se inclinaba hacía él. Nadie debía ser tan perfecto como ese hombre.
Los labios del castaño hicieron contacto con la temblorosa boca del azabache en apenas un roce fugaz y tierno, dándole un brevísimo tiempo de espera para que se apartara si es que lo deseaba. Al saberse correspondido mordisqueó esos deliciosos labios sabor a caramelo, hasta que Tatsuha abrió la boca para acogerlo, y él introdujo su lengua para reclamarlo, para provocarlo, y adueñarse de aquel sabor exótico que era sólo suyo. Lo besó con firme pasión, dejando bien en claro quien era el adulto allí.
Fue el mismo Ryuichi quien se aparto minutos después.
-Así es cómo debes despedirte de mí, Tatsuha-le habló con voz aterciopelada y sensual el cantante, disfrutando de la vista de los sonrojados e hinchados labios del azabache. Sin poder resistirlo mordisqueó el labio inferior del otro, maravillándose por el jadeo que dejó salir involuntariamente el escolar "
Recordaba ese primer beso con una dulzura empalagosa. Durante esos días se había sentido como un niño que celebra Navidad o su cumpleaños todos los días. Su vida era perfecta ahora, ya casi se podía imaginar viviendo con su amor, disfrutando de la vida juntos, para siempre. Las sonrisas no abandonaban su rostro, hasta que comenzó a notar los detalles, y la venda empezó a caer lentamente de sus ojos. Ryuichi Sakuma no era lo que le hacía creer, él no era el único que compartía sus besos y abrazos, y ciertamente desaparecía del ambiente si su cuñado Shuichi estaba en escena.
Resopló con amargura. ¿Y qué se esperaba? ¿Qué Ryuichi hubiera saltado a sus brazos diciéndole que él también lo amaba? ¿Qué en ese mes juntos había conocido el amor a su lado? ¿Qué no era un cuerpo más en su cama? ¿Qué si significaba algo para él el hecho de que le hubiese entregado su virginidad?
Cerró sus oscuros ojos dejando que finísimas lágrimas bajaran silenciosas desde ellos. Lamentablemente conocía las respuestas a todas sus interrogantes.
-¿Y bien? ¿Qué es lo que te pasa?
La única mujer integrante de la banda Nittle Grasper espero hasta que su compañero terminara de beberse la taza de café, allí sentado en la cama aún desordenada, y envuelto en una bata de seda negra, después de una larga ducha, para hacerle esas dos preguntas.
-¡Ah! Noriko, no quiero hablar na no da ¿Jugamos?-el hombre le sonrió con los ojos muy abiertos tomando a Kumagoro de la cama para ponerlo sobre sus piernas.
Un rictus de ofuscación se formó en el rostro de la bella mujer, sentada en un sofá de cuero negro enfrente de él.
-No me vengas con esas Ryuichi. No te escondas en esa apariencia de niño, porque no estoy de ánimos para jugar-replico mortalmente seria.
La mirada de ambos se encontró. Y el cantante rehuyó el contacto a los segundos, sintiéndose extrañamente atrapado, no solamente por la insistencia de Noriko sino por él mismo, que se rebelaba en su interior por dejar salir algo que lo estaba asfixiando, volviéndolo loco, drenándolo hasta los huesos.
-No lo sé-respondió de pronto suspirando.
La fémina se acomodó en un gesto elegante un cabello amatista por sobre su hombro.
-¿No sabes por qué has estado bebiendo como desquiciado? ¿Por qué te acuestas con todo lo que se mueve? ¿Y tampoco sabes por qué has incumplido todas tus responsabilidades profesionales?-lo cuestionó mordaz.
Ryuichi bajó la cabeza ocultando su mirada con su castaño flequillo. Se sentía avergonzado por su actuar, pero no podía evitarlo. Ya no sabía cuales eran sus prioridades.
-Es…es complicado.
Noriko se mordió los labios antes de volver a hablar. Sabía que no sería fácil, eso al menos había dicho Tohma, pero en esos momentos estaba desesperándose. Tomó aire para serenarse, y decidió empezar por lo básico.
-¿Qué sucedió hace tres semanas, Ryu?
Aquella simple pregunta le cayó como un balde de agua fría al cantante, quien apretó las manos sobre sus rodillas con demasiada fuerza.
-Tat….Tatsuha se fue.
Ella abrió la boca en un gesto de asombro, llevándose una mano con una impecable manicura francesa para taparse los labios. Conocía muy bien ese nombre, de hecho, lo conocía personalmente. Era un chiquillo, un mocoso, un colegial bastante guapo. El hermano menor de Mika y Yuki. El cuñado de Tohma, el tercer miembro de la banda, quien además era el Presidente de NG Records.
-¿Tenías algo con ese mocoso?
-Fuimos amantes-contestó finalmente Ryuichi perdiéndose momentáneamente en aquellos momentos desenfrenados de pasión en que aquel jovencito fue suyo, que lo oyó gemir su nombre hasta la locura. Jamás pensó que lo añoraría tanto, que desearía hasta con la última gota de su sangre tenerlo de vuelta entre sus brazos.
-¿Sólo eso?-Ukai contraataco imaginándose ya las implicancias de esa seudo relación prohibida.
El cantante negó con la cabeza.
-No. Salíamos a divertirnos, compartíamos todo, jugábamos con Kumagoro-le dijo con una mueca triste en sus atractivas facciones.
Todas las alarmas de suspicacia se activaron en ella. Lo observo detenidamente, estudiando la pregunta que le haría a continuación.
-¿Por qué se fue?-cuestionó finalmente, sabiendo que acababa de meter el dedo en la llaga.
El cuerpo de Ryuichi Sakuma se tensó como la cuerda de una guitarra. Su cuerpo tembló imperceptiblemente embargado por una profunda emoción.
-Él…él…me dijo que me amaba…-respondió con voz titubeante-…yo…yo no le dije nada. Esa fue la última vez que lo vi. Desapareció de la faz de la tierra-su voz sonaba marcada por una nota de dolor y arrepentimiento.
Noriko se impresionó. Nunca se imagino que las cosas tomaran esa clase de aristas.
-¿Lo amas?
Ryuichi se sintió enfermo por dentro. Se había hecho esa pregunta cientos de veces.
-Él cree que estoy enamorado de Shuichi-comentó evasivo mientras sentía a su corazón latir desacompasadamente.
-¿Lo estas?-Por un momento la mujer temió su respuesta. Todo el mundo conocía ese eterno amor entre Shuichi Shindou y Yuki Eiri, entonces si fuera afirmativo sería una tortura para Ryuichi amar sin ser correspondido.
-¡Por supuesto que no!-exclamó ofendido el castaño-Es mi amigo solamente. Le tengo afecto porque me recuerda mucho a mí cuando tenía su edad, sólo eso.
Noriko sonrió satisfecha.
-¿Y le dijiste eso a Tatsuha? ¿Lo buscaste para aclarar las cosas?
-Busque a Tohma para saber de su paradero, pero él…-Ryuichi alzó de repente la vista y sus ojos azules brillaban de enfado mal disimulado-…no quiso darme su dirección en Kioto. Me dijo que dejara tranquilo a Tatsuha, que si él me hubiese importado de verdad desde un principio conocería su dirección sin necesidad de preguntarle a alguien.
Buen punto, pensó Ukai sin verbalizarlo. Tohma era demasiado inteligente, y se notaba que no se lo haría fácil a Ryuichi, al menos no hasta que descubriera sus verdaderos sentimientos. Finalmente entendía porque Seguchi se había tomado la actitud de Sakuma con tanto relajo, y no había enviado a Mr. K a enseñarle sus armas al castaño para hacerlo entrar en razón. Después de todo sabía lo que sucedía desde un principio. Y a pesar de todo el rubio estaba protegiendo a su familia.
-Entonces…-Noriko carraspeó-… ¿Qué sientes por el mocoso?-Sakuma abrió la boca, pero ella lo interrumpió con un gesto de su mano-No me digas que es tu amigo o amante, y que no significa nada como estas acostumbrado a tratar a quienes pasan por tu cama. Eso no te lo creeré. Nadie se hunde como lo has hecho tú por nada.
Ryuichi se movió inquieto en la cama, abrazo a Kumagoro infantilmente varias veces, hasta que finalmente se decidió a hablar.
-Lo extraño….lo necesito….me duele…-sus ojos buscaron la mirada de su amiga-… Lo he buscado en vano en todas las personas con las que me he acostado estas noches…Creo que por primera vez en mi vida siento algo por alguien…No sé lo qué es, pero… muero por tenerlo a mi lado otra vez.
Para la única mujer de la banda, la situación de su amigo era más clara que el agua, pero al parecer a Ryuichi aún le faltaban un par de pasos para descubrirlo.
-Entonces si lo quieres de vuelta. Dudo que regrese si te encuentra en ese estado, y menos si se entera de todo lo que has hecho con esas señoritas y caballeros-le aconsejo Noriko sonriéndole burlona.
-¿Crees que regrese?
Su voz sonó esperanzada por mucho que intento ocultar aquel tono. La verdad es que para Ryuichi esa situación era completamente nueva para él, jamás creyó que viviría algo así, que necesitaría a alguien con tanta fuerza. Tenía amigos como Tohma, Noriko o Shuichi, pero no los pensaba como lo hacía con ese crío. Y era increíble para él. Sobre todo teniendo una personalidad tan egocéntrica, en dónde era la mega estrella que lo conseguía todo.
Menos a Tatsuha Uesugi, que le dijo que lo amaba, pero que no se quedó a rogarle que lo quisiera.
-Volverá. Yo misma te ayudare-le habló con determinación Noriko, dándole la seguridad que necesitaba al cantante- Pero no lo arruines-le advirtió con reproche.
Los ojos azules de Sakuma se abrieron enormes, brillantes. Soltó una risa jovial que no concordaba para nada con su edad.
-¿Escuchaste eso Kumagoro?-cuestionó al peluche con una expresión infantil- Tatsuha volverá con nosotros na no da.
