Titulo: Manos Vacías.
Disclaimer: Harry Potter no me pertenece, sus personajes son propiedad de su creadora que, como ya dije, no soy yo.
Summary COMPLETO: Rose es inteligente, obediente y el orgullo de sus padres, pero sigue sintiéndose inconforme con ella misma y esa sensación se incrementa cuando por una tragedia su mundo empieza a desmoronarse. Scorpius se ha propuesto destruirla y para eso va a tener que conocer sus debilidades, lo cual terminará en algo que él jamás imaginó. Ambos están atrapados en oscuros agujeros de los cuales no pueden salir, o por lo menos no por su cuenta.
Nota: Bienvenidos a éste fic. Gracias por entrar en primer lugar y espero que les guste, aunque es dificil juzgar a una historia en su primer capitulo. Estoy aquí con un nuevo Rose/Scorpius porqué me salió casi por si solo, y además fue una historia que me divertí y emocioné escribiendo. (Ya está terminada, así que subiré cada semana sin falta)
Es muy dificil hacer un summary de un fic, o al menos lo es para mí, pero lo que necesitan saber sobre esta historia es que es básicamente de Romance/Drama, pero como es mi costumbre no puedo hacer un fic sin un poco de humor (que no se verá en los primeros capitulos pero sí más adelante) Además se encuentra en la categoria M porque contiene algunos temas fuertes.
Ojo, es verdad que los protagonistas de mi fic son Scorpius y Rose, pero también intenté darle su trama y su espacio a cada uno de los personajes, por lo que se encontrarán con bastantes partes del fic enfocadas en los Weasley, en los Potter o hasta en sus amigos, pues como ya dije, ésta no es sólo una historia Rose/Scorpius, sino también involucra a muchisimos más personajes que tendrás sus propios conflictos y sus propia forma de resolverlos. Así que no esperén ver un solo trama enfocado en Rose y Scorpius aquí, sino esperén ver a todos con su pequeña parte de protagonismo.
Sin más que decir, disfruten la lectura:
Manos Vacías.
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Cambiando el verano.
¿Qué importa que tu vengas del cielo o del infierno,
¡oh Belleza! ¡Monstruo enorme, espantoso e ingenuo!
Si tus ojos, tu sonrisa, tus pies, me abren la puerta
de un Infinito amado que nunca he conocido?
La chica de un cabello pelirrojo rizado cerró el libro con fuerza sin ninguna consideración y suspiró libremente. Se colocó un mechón tras la oreja y miró alrededor. Se notaba que en el hogar de los Weasley estaba solo ella, el silencio en esa casa era poco común y más si se trataba de uno tan abismal como el que había en ese momento.
-Belleza… -susurró sintiéndose ligeramente tonta al hacerlo. –Entonces ¿Vienes del cielo o el infierno?
Como era de esperarse no hubo respuesta alguna para su pregunta, después de todo estaba sola en casa. Rose Weasley, la muchacha pelirroja de ojos azules se tiró a su cama y miró el techo. Se sentía tan extraña entre tanta paz que casi se cree que todo era un sueño. Se extrañaba el alboroto, aunque nunca lo admitiera en voz alta. Las peleas de sus padres y las canciones muggle que Hugo ponía a todo volumen eran una parte sustancial de casa.
-Da igual. –dijo finalmente torciendo la boca. –De todos modos, la poesía nunca ha sido lo mío.
Se levantó de la cama. Se sentía incomoda, y mucho. Se encontró con el espejo y frunció el entrecejo de inmediato mientras volteaba la mirada. Últimamente su reflejo le provocaba cierta molestia en la que no quería pensar demasiado. La mareaba.
Terminó por ceder y mirar su reflejo como siempre que se proponía no hacerlo. Su cabello en ondas anaranjadas rojizas cayendo sobre sus hombros. Esponjado y enmarañado, a su parecer. Su frente, sus ojos azules y demasiado grandes para su gusto, su nariz recta pero muy pequeña que la hacía verse demasiado infantil llegando a molestarla. Las infernales pecas que la ponían de los nervios. Sus labios delgados, y su cuerpo en sí. Para tener dieciséis, pronto diecisiete, Rose creía, era una mierda.
Sus pechos pequeños, su cintura casi inexistente, sus caderas. Su estomago sobre todo. ¿Es que podía estar más gorda? Ella lo dudaba mucho.
Y no era sólo su físico lo que le molestaba. Rose se encontraba inconforme con su vida en sí. Era cierto que era una chica muy lista, y por eso podía deducir que sus inseguridades eran producto de la pura incoherencia, pero no podía evitarlo. Siendo la chica inteligente, obediente y respetuosa que era, a veces se encontraba deseando desaparecer.
Y es que ya nada tenía demasiado sentido. Los logros ya no significaban nada y el orgullo que sus padres mostraban se había vuelto tan monótono hasta el punto de ser aburrido. Estaba cansada de sentirse tan…vacía.
-¡Rose, hija, ya llegamos!
Se estremeció. Estaba tan concentrada en su reflejo que el grito estridente de su madre la hizo llevarse un sobresalto. Salió de su habitación y bajó para encontrarse con su hermano y sus padres sentados en la sala de estar. Hugo se comía un helado de pistacho con nueces y Ronald uno de vainilla con cereza mientras Hermione les reprendía por no esperar hasta después de la comida.
-¿Cómo está Vickie? –indagó la adolescente mientras se acercaba a la escena.
-No muy bien. –respondió su mamá. –Hemos ido a intentar animarla, Ginny y Lily también estaban ahí. No ha salido bien.
-¿Qué ha pasado? –quiso saber Rose, curiosa como solo ella, o Hermione, podrían ser.
Fue Hugo quien se apresuró a responder.
Su hermano era un chico muy alto y delgado que tenía bastante parecido a Ron a su edad, sin embargo aunque sus facciones y personalidad fueran más parecidas a las de su padre su cabello y ojos eran exactamente del color de los de Hermione. Era un muchacho algo desobediente con su propia forma de ver la vida.
-Se ha puesto bastante histérica. –dijo el chico. –Ahora sí que me creo eso de que tú y ella son primas. Creo que es en lo único que se parecen…
-Hugo. –lo reprendió Ronald. –No hagas caso, Rosie. –Su hija rodó los ojos. –Sí se ha puesto algo molesta, pero es natural.
-Exactamente. –secundó Hermione sentándose en uno de los sillones. –Pobrecita, no se esperaba que Teddy la dejara después de todos estos años juntos.
-Es una Weasley, va a superarlo. –aseguró su padre y sonrió animado, seguramente porque él no entendía como se debía estar sintiendo Victoire.
Rose resopló.
-¿Y qué les dijo?
-Que no era necesario que armáramos reuniones para intentar animarla. Que ya no es una niña, que tiene 22 y que puede sola con esto. –relató la mujer de cabello castaño.
-Y luego me tiró un cojín a la cara. –agregó Hugo refunfuñando. –Mientras Lily se descojonaba en el suelo. Bonita reunión que fue esta.
Ron le despeinó el cabello café rojizo a Hugo mientras le sonreía y provocaba que el chico casi tirara el helado. Afortunadamente Hugo tenía unos reflejos muy buenos y logró salvar su postre.
-¿Por qué no quisiste ir a ver a tu prima, Rose? No es bueno desentenderse de la familia. –comentó su padre ignorando la mirada molesta de Hugo.
-No es eso. –aseguró ella. –Es solo que supongo que ella debe estarse sintiendo muy mal, y creo que lo único que Vickie debe querer es estar sola y no rodeada de gente. Ya luego iré a verle.
Ninguno dijo nada más y Rose, aunque no lo deseaba en realidad, permaneció con ellos durante el resto de la tarde, oyendo a Hugo y su padre hablar de Quidditch y viendo a su madre coger uno de los libros más gruesos del librero y ponerse a leerlo con ellos.
¿Qué se le iba a hacer? Era su familia y a pesar de todo había momentos que tenían que compartir. Aunque su madre pasara olímpicamente de ellos cuando se enfrascaba en la lectura, o que su padre solo pensara en Quidditch y trabajo y aunque su hermano fuera un pesado con quien se llevaba de lo peor y que se la pasaba molestando.
-Hija, ¿Haces algo mañana? –preguntó Hermione despegando la vista de las hojas.
Rose la miró con cierta curiosidad.
-No mamá. –contestó ella. -¿Qué iba a hacer yo este viernes? –añadió con ironía.
-No sé. Pensaba que quizá habías quedado con Al para salir por allí o con Lily y las chicas. –comentó su madre.
-Pues no. Estoy libre ¿Qué necesitas?
-Quería que te quedarás en casa con Hugo. –explicó la esposa de Ron haciendo que su hijo prestara atención. –Tu padre y yo tenemos una cena con Kingsley muy importante y…
-¡Mamá, que tengo quince, no cinco! –bramó Hugo enfurecido. –Soy perfectamente capaz de cuidarme solo.
-Eso no te lo crees ni tú. –masculló Rose por lo bajo.
-Cierra la boca, pequitas. –espetó su hermano que empezaba a ponerse colorado. La pelirroja atinó a bajar la mirada.
-Hugo, hijo, no es que crea que eres muy pequeño, es solo que a veces tiendes a actuar irresponsablemente. –intentó convencerle su madre. –No te culpo, después de todo tienes genes de tu padre. –Ron soltó un gruñido incomprensible. –Anda que sí Rose está aquí me quedo más tranquila de que no harás alguna locura, cielo.
-Mamá, ¿Cómo puedes desconfiar así de mí? ¡No te he dado un solo motivo para…!
-Alto ahí, joven. –intervino el padre. –Que cuando casi quemas tu cuarto, y cuando trepaste a Roxanne y Louis a la escoba cuando tenían solo cinco. Has hecho varias idioteces, Hugo Weasley.
El aludido continuó gritando y alegando hasta que provocó lo obvio. Que Ron se desentendiera, que Rose empezara a hartarse y que Hermione se enfadara de veras.
-¡No hay más que discutir! –gritó la madre decidida a poner punto final a esa pelea.
-¡Que no necesito niñera! –explotó el joven. –Y menos una tan insufrible y aburrida como mi hermana, joder.
Rose ni se inmutó, estaba tan acostumbrada a la forma en que su hermano se expresaba de ella que ya casi se lo tenía asumido. Sin embargo Hermione entrecerró más los ojos y Ron volvió a ponerse de pie ignorando su ejemplar de 'El Profeta'
-¡Hugo Weasley, no te permito que le hables así a tu hermana! –bramó el pelirrojo molesto. –Ahora mismo te disculpas con ella por haberle dicho eso y dejas de gritarle a tu madre, que ya viene siendo hora que entiendas que hay que madurar y aguantarse. No se puede ir por la puta vida haciéndote el sufrido y quejándote de todo. Hay que aprender a resignarse y sí no lo haces te va a ir como a la mierda, niño.
Hugo se quedó callado por primera vez desde…desde siempre y su hermana agradeció eso. Ella ya no podía contra su hermano y esa manía suya por protestar ante todo y todos. Hermione también agradeció el gesto.
-Entonces ya está. Mañana se quedan aquí.
Albus Potter era, algo así como su alma gemela.
Era el único ser sobre la faz de la Tierra capaz de entenderla y hacerla sentirse un poco querida de vez en cuando. No es que sus padres no le demostraran su cariño, en general toda la familia era muy afectuosa, pero es que todas esas actitudes a la chica le parecían más obligatorias que reales. Pero con Al era diferente; les gustaban los mismos libros, se divertían de las mismas formas, desde niños eran casi inseparables. Hasta que se empezó a formar el abismo.
El abismo que debe haber obligatoriamente entre un Slytherin y una Gryffindor.
Albus podía ser un chico dulce y atento por un lado, pero sí te metías con él era de pagarla caro, y muy caro. Tenía ese humor medio retorcido que caracterizaba a las serpientes y sobretodo esa capacidad extraña para manipular a la gente cuando así lo requería. En fin, Albus, por más que no lo pareciera, era un Slytherin hecho y derecho.
Y Rose, aunque tampoco lo aparentara mucho, una Gryffindor total. A pesar de que era a veces ciertamente insegura e introvertida Rose Weasley tenía ese carácter explosivo con el que hay que tener cuidado siempre. Capaz de convertirse en una leona si se le provoca. Mientras tanto, conforme con ser una gatita refugiada bajo la cama.
-Rose, hija, ¿Qué tal? ¿Tus padres? –la saludó una efusiva mujer. Era guapa, de cabello rojo fuego y sonrisa cálida.
-Bien tía Ginny, perdón por venir sin avisar. –se disculpó su sobrina. –Pero he venido a traerle a Albus un libro que me prestó hace unos días.
-Oh pues entonces sube, querida. –le dijo la mujer. –Lily está en su cuarto con Lucy por si quieres quedarte un rato con ellas.
Rose se lo pensó un segundo. ¿Qué podrían estar haciendo Lily Potter y Lucy Weasley en una habitación solas? Hablando de chicos, maquillaje, o los cotilleos más picantes del castillo. Ni hablar, ella no estaba para eso de oír la voz potente de Lily y los parloteos incansables de Lucy.
-Ya pasaré a saludarlas. –afirmó ella con una sonrisa.
La pelirroja subió las escaleras y se topó, primero, con el cuarto de su primo mayor. James Sirius no estaba ahí y eso era seguro por el silencio que se percibía. Si el muchacho estuviera en casa su habitación sería la causante de un alboroto. Dio unos pasos llegando al cuarto de Lily, se pensó en saludar a sus primas pero luego lo reconsideró y siguió de largo hasta llegar a la habitación de Albus.
Tocó dos veces y cuando escuchó la voz de su primo pasó.
-Te ha traído tu libro. –le explicó tendiéndoselo. –Gracias.
-No hay de qué, Rose. –sonrió. -¿Cómo estás?
-Bien. ¿Y tú qué tal? –preguntó la chica simpáticamente.
-De lo mejor. –respondió él. Albus la observó más detalladamente y entonces se llevó una mano a la barbilla pensativamente.
Rose llevaba una sudadera roja cerrada en pleno verano.
-¿No tienes calor, prima? –indagó tratando de aguantar la risa.
Ella de inmediato reaccionó mirando su sudadera y se puso levemente sonrojada; la verdad era que tenía calor pero no demasiado, a Rose le gustaba vestir de la manera menos llamativa posible, con ropas flojas y poco ceñidas.
Al lo notó, era obvio que se había puesto nerviosa de pronto y no entendió el motivo.
-No.
-Pero estamos en pleno verano, Rosie. –replicó el muchacho de dieciséis. –No seas tonta.
-No soy tonta, de veras está bien. –insistió la pelirroja con ese semblante que a Albus le ponía de los nervios.
-Pero…
- Qué estoy bien, Al. –aseguró Rose con firmeza. –No seas paranoico.
-Perdona. –dijo ligeramente ofendido, luego le dio la espalda y se sentó en su escritorio sacando un cuaderno de tapa negra. –Pero es que creo que me siento un poco mal contigo.
La chica se sentó a la orilla de la cama de su primo mientras le observaba escribir en su cuaderno. Albus era un joven de tez clara y cabello negro que, para su fortuna, se peinaba mucho más fácilmente que el de su padre o hermano. Sus ojos eran de un color verde esmeralda y su sonrisa era lo que lo hacía uno de los chicos más guapos del colegio. Ella sinceramente le envidiaba. Al era tan atractivo como James o Lily. Mal Potter, seguramente. Aunque su primo Slytherin era mucho menos confiado de sí mismo que sus hermanos.
-¿Y eso porque?
-Te he tenido descuidada, Rose. –le respondió el Slytherin sin dejar de mirar su cuaderno negro. –Lo siento.
Desde niño Albus llevaba un diario donde anotaba las cosas importantes para él. Su hermano le molestaba diciendo que eso era cosa de chicas, pero al moreno en realidad le liberaba de los pensamientos que le molestaban casi como si los dejara guardados en un pensadero. Rose creía que para alguien tan reservado como Albus, tener un diario le iba bien.
-Albus, que no soy una niña. –se quejó ella e inmediatamente se recordó a sí misma a Hugo. –El caso es que te quiero pero no te necesito a mi lado para sobrevivir.
-No quise decir que…
-Ya está, lo entiendo. –le cortó con una sonrisa sincera. –Te perdono.
-Gracias. –dijo él sentándose a su lado.
Continuaron hablando un poco más sobre el libro que Albus le había prestado a su prima y sobre Lily y la plática airada que mantenía con Lucy a unos metros de distancia. Albus le contó sobre la fiesta de una amiga cercana de su casa que sería ese viernes y Rose no se mostró muy interesada, lo que le dio al Slytherin una idea.
-¿Por qué no vienes conmigo? –le invitó animado. –Es en casa de Isabelle a las siete ¿Te apetece?
-No en realidad. –admitió su prima suspirando. –No conozco a esa Harrison de nada, Al.
-¿Y eso qué? –preguntó firme. –Tú vas como mi acompañante, mi prima y mi mejor amiga ¿Bien? Ósea que vas conmigo. Nadie se atreverá a hacerte nada.
-No estoy tan segura. –replicó recordando las miradas mordaces de más de uno de los compañeros de su primo. –Anda, es una tontería.
-Qué no, Rose. –musitó el chico. –Debes salir de vez en cuando ¿Sabes? Marianne también me ha contado que pasas de ella mucho últimamente.
-Es que se pone algo pesada a veces, Albus. No es que quiera retraerme o algo parecido. Solo no me encanta estar saliendo a diario. –alegó muy segura. –Y menos con el año a punto de empezar, hay muchas cosas que quiero repasar para estar lista para los EXTASIS. Por favor, deja de insistir.
-Anda Rose, no seas así. –el chico resopló. –Hazlo por mí. Hace mucho que no hacemos algo juntos. Además, tienes dieciséis. Debes salir, divertirte, bailar, emborracharte un poco tal vez…
-Idiota. –musitó mientras se aguantaba la risa. La idea de ella borracha era casi inimaginable. –Que no. Y que sepas que ya he quedado con mamá de quedarme con Hugo ese día en casa, Albus.
-Ah ¿Es por la dichosa fiesta de Kingsley? –preguntó recibiendo una afirmación de parte de su prima. –Pues anda ya, que no creo que al enano revolucionario que tienes por hermano le moleste quedarse solo.
-Pero no puedo…
-¡Deja de poner excusas, Rose Weasley! –exclamó el moreno repentinamente más convincente que antes. –Tú irás porque no puedes saber que no te gustan las fiestas si sencillamente jamás vas a una. Para odiar algo debes probarlo. Así de simple.
Ella le miró con las cejas arqueadas y casi se ríe en su cara de no ser porque el semblante serio de Albus Potter la ponía ligeramente asustada y porque eso solo quería decir que ya estaba jodida. Cuando el muchacho se ponía así ya no había nada que se pudiera hacer. Sabías que ibas a terminar cediendo sí o sí.
-Me lo pensaré.
Hugo siempre había sido igual, desde bebé hasta ahora con quince años recién cumplidos, los únicos cambios que había sufrido habían sido los físicos porque en cuanto a personalidad su hermano era el mismo desde que nació hasta la fecha.
Era testarudo hasta la medula y Rose lo había comprobado demasiadas veces, hacerle cambiar de idea era casi imposible. Hugo también era un chico rebelde e inconforme con la sociedad que no dudaba en levantarse y decir lo que le molestaba, estuviera quien estuviera presente. Ni ella ni sus padres olvidarían jamás el rostro de Shacklebolt cuando el menor de la familia le reclamó el que no se permitiera la crianza de dragones alegando lo ridícula que era esa ley. Hermione seguía disculpándose con el Ministro cada que le veía por aquella escena.
-…Y estaba pensando en salir mañana con Albus. –comentó Rose en voz baja. –Ya sabes, es una fiesta en casa de una chica. No llegaré muy tarde.
-¿Entonces planeas largarte y mentirle a nuestros padres? –indagó el muchacho incrédulo. –Eso no suena nada como algo que tú harías.
La pelirroja frunció el entrecejo y apretó un poco los puños. Estaba harta de que todos, en especial Hugo, creyeran que la conocían al derecho y al revés. Podía ser predecible, sí, pero eso no significaba que no podía cambiar de vez en cuando ¿Cierto?
-Bueno, sí prefieres que me quede aquí toda la noche contigo, está bien. –finalizó Rose con una pequeña sonrisa. Hugo era simple. – Podríamos empezar a repasar lo que verás el próximo año en los TIMO'S
Su hermano abrió los ojos de par en par.
-Vale Rose, tú ganas. Haz tu pequeña escapada mañana. Yo llamaré a unos amigos y…
-No Hugo. –le cortó la mayor. –Nada de amigos en casa. Cuando estas con tus amigos haces el tonto y no quiero que vayas a cagarla. –renegó la pelirroja decidida.
-¿Quién eres tú para darme ordenes cuando vas a desobedecer y escaparte, pecas?
-Deja de llamarme así, gnomo de jardín. –declaró con más firmeza de la que esperaba. –Y como ya te dije, sí quieres puedo quedarme.
Hugo se sonrió un poco.
-Eres una hija de puta, Rose. –soltó el chico. Esto no asombró demasiado a su hermana pues conocía como era su hermano de mal hablado y grosero con ella cuando quería. -Y eso no me lo esperaba. –añadió.
Lejos de ofenderse, Rose imitó a su consanguíneo sonriendo por igual y mirándole con ligera satisfacción. Eso es lo que quería después de todo, ¿No? Sorprenderle. Al menos lo había logrado.
-Bueno, supongo que al menos podré invitar a Lily ¿Cierto? –cuestionó el más joven de ambos.
-Si no dice nada a los tíos de que no estaré, por mí no hay problema. –le concedió la pelirroja.
En algo tendría que ceder y la opción de invitar a Lily Luna Potter parecía ser mejor de lo que hubiera esperado de parte de su hermano. Pero bueno, ¿De qué se sorprendía? Desde el día en que nacieron –día que fue el mismo, por cierto. –Lily y Hugo habían sido inseparables.
Y así llegó la noche del día siguiente. Hermione se había arreglado especialmente guapa, como cada vez que tenían una fiesta del Ministerio. Se enfundó en su mejor túnica de gala y Ron hizo lo mismo, más por orden de su esposa que por iniciativa propia y así ambos partieron por fin dejando en la casa solo a los dos adolescentes.
-Lily y Al llegan en media hora, Hugo. –comentó Rose. –Subiré a arreglarme, espérales aquí.
-Siento decírtelo pero no hay mucho que se pueda arreglar en ti, hermanita. –se burló el menor. Rose soltó una risa sarcástica y le lanzó un cojín a la cara para después subir las escaleras de prisa.
Hizo lo que pudo. Tampoco es que dedicara mucho tiempo a su arreglo personal pero como toda mujer, se arreglaba lo justo. Eso sí, el maquillaje no era lo suyo y tampoco es que no necesitará demasiado, como máximo un poco de brillo labial y ya está. Intentó arreglarse un poco el pelo y al final consiguió que se quedara más o menos aplacado sujetando el flequillo con un adorno. Se sintió de pronto emocionada. Era la primera vez en mucho tiempo que iba a hacer algo desconocido, salir de fiesta con su primo, y las experiencias nuevas la entusiasmaban.
Cuando bajó las escaleras Lily y Albus, que vestía de negro, le esperaban allí.
-Qué guapa estás, Rosie. –le halagó Lily sonriéndole. Su prima siempre había sido bastante linda con ella. –Ya quisiera que mi cabello tuviera tanto volumen y ni hablar de tus ojos, te resaltan mucho con esa blusa.
Lily era una chica muy simpática, menuda y de largo cabello lacio y rojo, sus ojos eran color miel y su rostro estaba plagado de varias pecas. Lily era alguien alegre que casi nunca se estaba quieta, era enérgica y graciosa. Además era una chica vanidosa y muy guapa que usaba esa cualidad para su beneficio. Sentía una gran admiración por Rose.
La Weasley no pudo evitar sonrojarse, a pesar de estar acostumbrada a la forma tan desenvuelta de ser de Lily. Hugo se rió un poco y Albus le dio un beso en la mejilla como saludo.
-¿Lista? –indagó su primo con esa sonrisa de confianza en su rostro.
Rose asintió sin decir nada.
-Asegúrate de llegar antes que mamá. –le dijo Hugo cruzándose de brazos.
-Lo haré, deja de comportarte como el mayor, que soy yo quien te debe dar órdenes a ti. –se enfadó la chica.
-Como si eso fuera posible. –soltó su hermano con una sonrisa.
Lily se acercó a Rose y le dedicó una mirada que la tranquilizó.
-Descuida, yo cuidaré a Hugo. –prometió la chica de cabello largo, rojo y lacio.
Rose movió su cabeza de arriba abajo, sabía que si había alguien que pudiera controlar a Hugo y sus impulsos desobedientes esa era Lily pues su hermano casi nunca podía discutirle nada a la hija de Harry Potter. Se despidió de los muchachos y luego se fue por la chimenea del brazo de su primo.
Bueno, hay muchas cosas que quisiera comentar sobre éste fic. Primero que nada Rose Weasley es una adolescente, como muchas otras en el mundo, con complejos e inseguridades sobre cosas como su cuerpo, su indefinida personalidad, sus amistades o las personas que la rodean en general. No es una joven ordinaria, sino mucho más introvertida y tímida que la mayoría, y por lo mismo también es más frágil.
Como se vera relacionada con Scorpius Malfoy es algo que la va a tomar por sorpresa y probablemente la saque de balance, además como dice el summary de el fic habrá cosas que harán que su mundo comience a derrumbarse frente a ella y la llevará a hundirse mucho más en sus problemas de aceptación y de confianza.
No puedo adelantar mucho porqué se arruina el suspenso, pero en el proximo capitulo conocerán ya a casi todos los personajes principales de ésta historia.
En fin, gracias por leer y darle una oportunidad a éste fic. El capitulo puede parecer aburrido, pero es el primero, así que antes de juzgar lleguen al menos al tercero y podrán decidir si la historia les gusta o no :) Yo les agradecería mucho que dejarán al menos un comentario diciendo lo que piensan hasta ahora con éste primer capitulo.
Otra cosa más. Esta historia tendrá capitulos largos y publicaré cada sabado o domingo como maximo, porque es un fic que ya terminé de escribir, por lo que sólo me falta irlo publicando periodicamente :) Además como ya les comenté verán muchos otros tramas ajenos a Rose y Scorpius.
Una última cosa y me voy. El poema del principio es el Himno ala Belleza, de Charles Baudelaire.
Una vez más gracias por leer, un beso a todos.
Affy bp.
