Disclaimer: Obviamente solo me pertenece la trama, yo solo juego con los personajes que S Meyer creó para nosotros.

Summary: "Hay dos cosas que Bella encontró en Nueva York; su nuevo hogar: la amistad sincera y el amor verdadero. Lo que nunca se imaginó encontrar es que, su mejor amiga y el amor de su vida eran… hermanos. ―Él es increíble, Alice. ―Bella era consciente de que sonaba patética y a punto de desfallecer. Su amiga soltó una carcajada y agregó: ― ¡Oh, mister Increíble! ―Ella es maravillosa ―pensó Edward en voz alta. Sus estúpidos amigos, como él los llamaba, no perdieron tiempo y comenzaron a mofarse. ― ¡Eddie está enamorado de la mujer maravilla!".


Âmes sœurs


Cap. 1: Bienvenida, Bella. Atte. New York.

Conociendo al duende de "la gran manzana".

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«Cada amigo representa un mundo dentro de nosotros, un mundo que tal vez no habría nacido si no lo hubiéramos conocido».

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Cansancio, era lo que sentía.

El viaje había estado algo pesado, había esperado por esto por casi un año, que al principio se me hizo muy lento, y ahora estaba que no aguantaba los nervios. Mis padres nunca se opusieron a que me mudara a Nueva York, solo estaban un poco preocupados. Pero ellos siempre habían querido lo mejor para mí y, por lo tanto, no hubo problemas.

Entrar a la universidad era algo que me ilusionaba mucho, ya que eso significaba muchas cosas. Una de ellas, por ejemplo: independizarme. No es que fuera una de esas chicas que les gustaba andar de fiesta en fiesta, o que tuviera una gran vida social, pero si me gustaba la idea de comenzar a sentirme "un poco adulta". Quizás pronto podría buscarme un trabajo o algo así, eso de estarle pidiendo dinero a mis padres cada vez que necesitaba era bastante incómodo para mí.

Ahora me encontraba justo en la puerta del departamento que sería mi nuevo hogar. Aún no conocía a mi nueva compañera, lo único que sabía era que también asistiría a la misma universidad que yo, y eso porque la encargada del edificio me lo había contado hace unos minutos cuando fui en busca de mi llave.

Lo único que esperaba era que fuera una buena persona con la que me llevara bien. No me gustaban los problemas.

Respiré hondo, y cuando estaba a punto de meter la llave en la cerradura, la puerta se abrió.

― ¡Hola, soy tu nueva compañera de departamento, me llamo Alice!

Exclamó una chica muy simpática, con una gran sonrisa en el rostro. Me dio un beso en cada mejilla y un gran abrazo, respondí algo sorprendida ante el recibimiento.

―Ahh… hola, mucho gusto, Alice, yo soy Isabela Swan, pero me puedes decir Bella.

―Oh... pero pasa, Bella, por favor. Déjame te ayudo ―dijo, ayudándome a meter una de mis maletas―. Ya verás que vamos a ser grandes amigas.

Esta chica sí que era entusiasta. Ella, sin duda alguna, parecía ser una persona agradable. Era muy bonita, de cabello negro, corto, y las puntas de este eran algo rebeldes. Sus ojos eran de un tono grisáceo, era algo bajita y delgada, solo le faltaba un traje verde para parecer un duende.

El departamento era muy bonito, daba la sensación de calidez por todas partes. Pronto, nos encontrábamos en la sala de estar, que estaba tapizada con una alfombra color arena, los sofás eran de un color marrón y se veían muy cómodos, en un estante había una TV de plasma, un DVD, y uno de los compartimentos estaba repleto de películas.

― ¿Cómo supiste que yo era tu nueva compañera y que estaba a punto de abrir la puerta?

Aún estaba sorprendida.

―Hmm, se podría decir que tengo un sexto sentido ―se encogió de hombros―, y es un poco obvio ―miró hacia mis maletas―. No esperaba a nadie más.

―Tienes razón.

―Mira, esta es tu habitación, espero que te guste. No creo que haya ningún problema, prácticamente esta y la mía son del mismo tamaño ―indicó, mostrándome mi nuevo cuarto―. Si quieres te puedo ayudar a desempacar, debes de estar algo cansada.

―Sí, la verdad es que estoy desecha, necesito un baño y dormir un poco… y gracias, me gusta el cuarto. Ah, y no te preocupes que yo mañana deshago mis maletas ―dije todo eso en medio de una sola respiración. ¡Wow!

―Oh, vamos, Bella, yo te ayudo a desempacar mientras tú te duchas. Además, no tengo nada que hacer, así me entretengo un rato.

―Pero es que no te quiero dar molestias tan pronto. ―Me sentía algo apenada; apenas había llegado y ya la iba a empezar a fastidiar.

―Tú tranquila que no son molestias. Además, ya te dije que no tengo nada que hacer, y pareciera que tus maletas me están pidiendo ayuda. Mira esos zippers, están a punto de explotar. ―Hizo una cara de horror, mientras subía una de mis maletas a la cama y la abría―. Anda, ve y dúchate.

―Está bien. ―Sonreí derrotada.

Ya era algo tarde, así que hice lo que me pidió. Apenas y la conocía, pero Alice me inspiraba mucha confianza. Tomé la otra maleta del piso y la subí a un lado de la que ella ya estaba desempacando, la abrí y saqué mi pijama, ya que sabía que después de ducharme caería rendida a mi nueva cama.

El agua caliente hizo que mis músculos se relajaran, se sentía tan bien el agua sobre mi piel. Me sentía mejor, pero aun así con mucho sueño. Terminé, me puse mi pijama ―unos pantaloncillos a cuadros, azules con líneas verdes, que me llegaban hasta la rodilla, y una playera de tirantes azul cielo que hacía juego―, cepillé y sequé mi cabello y por último lavé mis dientes. Salí del baño y vi que Alice seguía arreglando mis cosas en el armario.

En cuanto supo que ya estaba ahí, se volteó con una sonrisa y unos ojos saltones sobresaliendo en su rostro.

―Bella, no es por nada, pero necesitas un nuevo guardarropa. No tienes nada de acuerdo a la temporada.

― ¡Pero Alice!, es mi ropa, y hay muy poca con la que de verdad me siento cómoda.

―Nada de peros, ninguna amiga mía se viste con la temporada del siglo pasado.

Apenas unas horas conociéndola y ya estaba segura de que nadie le ganaba a esta chica. En verdad que ella parecía de las que siempre vestían a la moda, y aunque en esos momentos trajera solo su pijama, esta le lucía con mucho estilo: eran unos pantaloncillos y una playera a juego, todo de un color rosa, mientras que unas alas blancas adornaban angelicalmente su espalda.

―Está bien, Bella, luego hablamos de eso. Por ahora vamos a dormir, que no quiero que las ojeras hagan acto de presencia, ¡son espantosas! Arreglé casi toda tu ropa, pero también tiene que quedar espacio para lo que vamos a comprar.

Parecía muy animada con esto último, estaba segura que la idea de mi "nuevo guardarropa" no se le iba a olvidar.

―Buenas noches, Alice, y muchas gracias otra vez.

―De nada, descansa ―dijo, llevándose una mano a la boca para tapar un bostezo.

Salió de la habitación tras cerrar la puerta. Arreglé la cama, hice a un lado la suave frazada color purpura y acomodé una de las almohadas. Al menos esta noche dormiría sin problemas, solo era cuestión de acostumbrarme.

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A la mañana siguiente, salí de mi habitación un poco somnolienta. Alice no estaba en la sala, quizás aún estaba durmiendo, así que me dirigí a la cocina en busca de algo para desayunar, y ahí estaba ella; preparando café. Aún traía su pijama puesta.

―Buenos días, Bella, ¿qué tal dormiste? ―saludó, comenzando a servirme un poco de la deliciosa bebida.

―Hola, Alice, dormí bien, gracias. El cansancio me hizo el sueño profundo.

Tomé la taza de café que me tendió, estaba algo caliente, así que le soplé un poco antes de darle un pequeño sorbo. Me senté en uno de los taburetes, recargándome en la encimera.

―Creo que tendremos que ir al súper por despensa, aquí lo único que hay es café, y con eso no vamos a sobrevivir ―comentó, mientras movía el frasco de café con las manos. Asentí.

― ¿Tú cuándo llegaste?, pensé que ya tenías tiempo aquí ―pregunté, un poco sorprendida, creía que yo era la única nueva por estos rumbos. Vaya, al menos nos sentiríamos igual de desubicadas las dos.

―Hmm, bueno, mi hermano también vive aquí en Nueva York, desde hace un año que se vino a estudiar la universidad, y muchas veces mis padres y yo lo veníamos a visitar. Somos muy unidos. ―Al parecer tenía una bonita familia, ya que hablaba de ellos con mucho amor―. Así que conozco la ciudad un poco, y hace unos días que vine de Chicago para buscar departamento, y hace dos que estoy aquí, solo que me la he pasado arreglando mis cosas y he estado pidiendo comida a domicilio. Por eso la cocina está vacía.

Desde hace dos días que ha estado arreglando sus cosas… Si ayer estaba empeñada en "mi nuevo guardarropa", ya me imagino cómo estará el de ella. Seguro se trajo su clóset entero desde Chicago. Alice me empezaba a dar miedo.

―La encargada del edificio me comentó que asistirías a la misma universidad que yo, eso es genial, así no me sentiré tan sola. ―Eso me hacía sentir algo aliviada, siempre el primer día en una nueva escuela era algo que me ponía nerviosa―. Mi madre fue la que se encargó de buscarme el departamento, y escogió este porque era uno de los más cercanos a la universidad. La encargada le dijo que ya no había disponibles, que solo quedaba este, pero que lo tendría que compartir, y me gustó la idea, así no estaría sola. En realidad, es la primera vez que estoy aquí, yo soy de Phoenix.

― ¡Es genial que vayamos a ir juntas a la universidad y que compartamos departamento! ―chilló, mientras daba saltitos y aplaudía―. ¿Eres hija única? ―me preguntó, después de terminar de saltar.

―Sí, gracias al cielo, no tengo hermanos que cuidar, pero me hubiese encantado tener uno mayor.

―Entonces yo tengo suerte, y mucha, porque tengo un hermano mayor, y es el mejor de todos. ―Sonrió, iluminando su rostro―. Nos llevamos muy bien, un día de estos te lo tengo que presentar.

Quedamos en ir al súper después de irnos a cambiar. Me puse unos jeans, una blusa blanca y otra de franela a cuadros encima, junto con mis converse. Alice usaba unos pantalones de mezclilla, una linda blusa en un tono morado y un par de zapatillas ―que me hicieron temblar por lo altas que eran― que hacían juego con su blusa. Ya decía yo que ella era algo así como "la reina de la moda".

Me dirigió al estacionamiento, ya que nos iríamos en su coche. Abrí los ojos como platos cuando vi qué coche.

¡Wow! Este sí es un coche de verdad, Alice. Te debió de haber costado una fortuna.

Ella quitó el seguro automático y nos subimos al increíble Porsche amarillo. Los asientos eran de cuero negro; simplemente maravilloso. Soltó una pequeña risa.

―A mí no me costó nada, al que le costo fue a mi papá. Fue mi regalo de cumpleaños ―respondió, con una sonrisa y su melodiosa voz de soprano―. Mi padre también le dio uno a mi hermano en su cumpleaños. Bueno, no exactamente, técnicamente le ayudó a pagar la mitad. Papá estaba dispuesto a regalárselo, pero él se negó; a él ahora se le metió en la cabeza el querer valerse por sí mismo, trabajando por su cuenta, cuando sabe que nuestros padres le pueden dar lo que él necesite.

―Pues ya somos dos, también me gustaría buscar un trabajo, ganar mi propio dinero… Pero mi papá insistió en pagarme los gastos que tengan que ver con la escuela, y acepté. Yo no podría con todo, pero aun así me siento apenada con él.

Salimos del estacionamiento, dejando atrás los enormes rascacielos de la ciudad. Aunque, claro, estos nunca se terminarían, ya que prácticamente Nueva York era "La ciudad de los rascacielos".

Yo miraba a través de la ventanilla, cuando un lugar en especial captó mi atención; era un bonito edificio al estilo romano, aunque, por lo que sabía, la mayoría de los edificios antiguos de aquí eran de una increíble estructura gótica. No era un rascacielos, yo diría que era "normal", en lugar de ser muy alto, era muy grande a lo ancho, había un letrero en el que se leía 'Casa hogar El niño feliz', sonreí. En Phoenix, mi madre y yo acostumbrábamos a ir a alguna casa hogar. Me fascinaba la idea de ver la sonrisa de los niños cada vez que les llevábamos regalos, y detestaba la idea de imaginarme a los crueles padres que eran capaces de abandonarlos, ¿Qué acaso no tenían sentimientos? Bueno, en realidad, yo no era nadie para juzgarlos, sus razones tendrían.

Pronto, llegamos al supermercado y Alice aparcó el Porsche. Antes de entrar al súper, tomamos uno de los carritos. Nos paseamos por casi toda la tienda, compramos prácticamente hasta lo innecesario, ya que Alice decía que quería que la cocina estuviera abastecida. Insistió en pagar, a lo cual, por supuesto, me opuse. Pero claro, no me hizo caso. Tomamos todas las bolsas y nos dirigimos al auto, abrió la cajuela y metimos todo en ella.

―Bella, ¿qué te parece si vamos a almorzar a algún lugar? Tengo mucha hambre, y no creo aguantar hasta llegar a casa ―dijo, mirándome con cara de súplica.

―Buena idea, también me muero de hambre, pero esta vez yo pago ―respondí, haciendo que ella rodara los ojos.

Durante el trayecto íbamos escuchando música de la radio, sonaba Me against the music, de Britney y Madona; la cual, Alice no paraba de cantar. Pero claro, ella tenía una melodiosa voz que hacía que sonara como una profesional. La verdad es que yo no era muy aficionada de la música de alguna de las dos, pero no por eso me molestaba, y la prueba estaba en que hasta me puse a cantar con ella. Era de ese tipo de canciones que te aprendías sin siquiera proponértelo y, obviamente, de las dos, yo era la desafinada. Nuestras risas no se hicieron esperar.

De pronto, se empezaron a ver muchos árboles a los lados, haciendo que los grandes rascacielos se perdieran un poco. Tan sorprendida me debí de haber visto, que Alice comenzó a soltar pequeñas risitas.

―Sí, lo sé, es sorprendente. Esa misma cara puse yo cuando mi hermano me trajo por primera vez ―explicó, mientras se estacionaba―. Tendremos que bajar aquí, el restaurante está cerca, vamos.

Conforme caminábamos, más y más árboles se abrían paso. Ya me imaginaba en dónde nos encontrábamos, había leído un poco sobre Central Park; 'el pulmón de Nueva York', como solían llamarlo. No podría imaginar que hubiera otro lugar con tantos árboles como este.

En una parte del gran parque, se encontraba algo así como un restaurante, que ofrecía a los comensales comer al aire libre. Había mesas y sillas arregladas de una manera sencilla, pero elegante, con manteles blancos y floreros naturales como centros de mesa. Pronto, el que parecía ser el capitán de meseros nos atendió.

―Buenos días, señoritas, bienvenidas. Pasen por aquí, por favor. ―Nos guió a una de las mesas.

―Muchas gracias ―respondimos ambas.

Nos sentamos una enfrente de la otra, mientras el capitán nos decía que mandaría a uno de los meseros para que nos atendiera. Miré alrededor, contemplando los grandes árboles que nos rodeaban.

―Bella, cuéntame sobre ti ―pidió Alice, mientras tomaba un pedazo de pan y lo llenaba de mantequilla, para después llevárselo a la boca.

―Ahh... veamos, toda mi vida he vivido en Phoenix con mis padres, como ya sabes, soy hija única. En cuanto a música, tengo cierta inclinación hacia el rock, pero amo la música clásica. No soy cien por ciento experta en la cocina, pero me defiendo bastante bien. ―Tome una bocanada de aire y proseguí―. Me gusta mucho leer y también salir de vez en cuando con mis amigos, a alguna fiesta o algo por el estilo, pero nada a excesos. ―Fue lo único que se me ocurrió. La verdad, hasta ahora me daba cuenta de que mi vida no era muy interesante que digamos.

―Y, cuéntame, que hay de ti, apuesto a que tu vida es más interesante y tu narración más entretenida y divertida que la mía. ―De eso estaba segura.

―Humm, bueno, ―musitó, con aire pensativo―. Mis pasatiempos favoritos son ir de compras, ir de compras, ah sí, y también ir de compras.

No pude evitar soltar una carcajada, a la cual ella se me unió.

―No, ya, en serio, aparte de "ir de compras", me gusta bailar, escuchar música; no me inclino por ningún género en especial, me gusta un poco de todo. También me gusta cantar y dibujar. ―Mientras me contaba, gesticulaba, era muy divertida―. Amo a mi familia, como ya sabes, tengo un hermano que es un año mayor que yo. Amamos ir a conciertos juntos, cada vez que tiene tiempo, claro, porque desde que entró a la universidad se ha vuelto un "hombre muy ocupado" ―indicó, haciendo comillas con sus dedos en el aire.

―Tienes que presentarme a ese hermano tuyo, por lo que me cuentas, debe ser muy simpático.

―Oh, sí, lo es, y muy guapo.

Eso no estaba para dudarse, Alice era muy bonita, así que supuse que su familia tenía la misma belleza que ella poseía.

Pronto, el mesero apareció, tomó nuestra orden y no tardó en traer nuestro almuerzo. Agradecí esto infinitamente, porque ya me estaba muriendo de hambre, y al parecer mi acompañante también, ya que la cesta del pan estaba vacía; solo con unas cuantas migajas, pero eso no contaba Durante todo el almuerzo nos la pasamos platicando, con Alice era muy fácil de conversar; era una chica muy sociable.

―Y, ¿tienes novio? ―pregunté, antes de llevarme un bocado a la boca.

―Sí, se llama Jasper y es amigo de mi hermano Eddie, de hecho, lo conocí gracias a él.

― ¿Van en la misma escuela?

―No, pero viven en el mismo edificio. Cada vez que yo venía a visitarlo, Jasper siempre estaba con él, siempre lo veía, y poco a poco se fueron dando las cosas.

―Sí, eh, ahora entiendo por qué visitabas mucho a tu hermano.

Comenzamos a reír gracias a las palabras sugerentes de mi comentario.

―Y ¿qué me dices de ti?, seguro debes de tener una enorme fila de pretendientes pisándote los talones ―preguntó, antes de tomar un poco de Coca-cola que había en su vaso.

―Sí, seguro. ―dije sarcasticamente, Alice me miró perpleja―. No, la verdad es que no tengo novio, ya tengo tiempo sin salir con alguien.

Había tenido un par de novios, pero nada serio. Con los chicos que había salido nunca llegué a conocer lo que era el amor, ni siquiera duré mucho con alguno de ellos. Al final, siempre terminábamos siendo buenos amigos.

―Ya verás que pronto encontrarás al chico perfecto, todo a su tiempo, confía en el destino.

Terminamos de almorzar, aunque más bien parecía comida; no era muy temprano que digamos como para estar "almorzando", y cuando el mesero nos trajo la cuenta, claro que yo pagué, pero no sin antes ganarle una batalla a Alice. Insistió mucho en por lo menos ayudarme a pagar la mitad, y por más que me ponía cara del gato con botas de Shrek, no di mi brazo a torcer. Estuve a punto, pero solo a punto.

Decidimos caminar un poco para que se nos bajara la comida. Observamos el bonito paisaje: a las familias teniendo un picnic, a los niños jugar en las estatuas de 'Alicia en el país de las maravillas', y escuchábamos el canto de las diferentes especies de aves que se encontraban en el gran parque.

La hora se nos pasó muy rápido, ni Alice ni yo nos dimos cuenta de lo tarde que era; casi las siete y media de la noche, así que regresamos a casa.

Después de dejar la despensa en la barra de la cocina, tanto Alice como yo, nos fuimos a la sala y nos derrumbamos cada una en un sofá. Comenzamos a deshacernos de nuestro calzado; yo había estado usando unos Converse, por lo que no me dolían tanto los pies ―y eso que habíamos caminado por un buen rato―, pero estaba segura de que con ella era diferente.

―Ahh… me duelen los pies. No volveré a caminar nunca después de lo de hoy, no creo que mis pies se puedan volverse a mover ―chilló, al subir sus pies al sofá.

―Es que solo a ti se te ocurre ir en tacones a Central Park ―reí con desgana―. Eso es para que te quede de experiencia.

―Pero es que no era el plan ir a caminar al parque ―se justificó, haciendo pucheros―. Pero como el hambre era grande…

La convencí de que se fuera a dar un baño con agua caliente mientras yo acomodaba las bolsas de las compras en la cocina. Ya era noche, al poco rato apareció con su pijama puesta y me ayudó a acomodar lo que faltaba.

Al terminar, nos pusimos a ver la TV, mientras comíamos cereal ―Cap'n Crunch, mi favorito―. Cuando la serie que estábamos viendo finalizó, decidimos que ya era tiempo de ir a dormir. Después de un 'buenas noches, Alice', me fui a mi habitación. La luz estaba apagada, por lo que solo prendí la lámpara que estaba en la mesita de noche, tomé mi pijama y entré al baño para darme una ducha.

Arreglé mi cama, haciendo a un lado la suave colcha para entrar en ella, me giré y apagué la lámpara, que solo desprendía una tenue luz. En cuanto mi cabeza hizo contacto con la almohada, me quedé completamente dormida.

Algo me decía que mañana sería un buen día.

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Almas gemelas: En Francés es Âmes sœurs.


Capitulo beteado por BR: Ariana Mendoza, que muy amablemente me está ayudando con la corrección ¡muchas gracias!

Hace como miles de años que quería hacer esto, pero por razones "X" no había podido hacerlo, yo se que quizá no soy muy buena escribiendo, o que se yo, prometo que con el tiempo iré mejorando, este primer Cap, no es la gran cosa, hasta a mi me aburre por qué no aparece Edward, pero es importante que Bella interactue un poco con su futura cuñada. jeje, en el siguiente Cap, será el primer "encuentro".

Tal vez nadie lea, pero igual aquí esta.

Esperare encontrar por lo menos 1 bonito Review.

Saludos. =)