Disclaimer: Bleach y sus personajes no me pertenecen, pertenecen a Tite Kubo.

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Como cada noche él se dedicaba a hacer su trabajo. Se dirigía hacia el coche que le había dejado la empresa y condujo hasta la estación que le correspondía. Algunas noches resultaban ser muy tranquilas en las cuales podía permitirse dormir un poco hasta que apareciera un cliente. Otras noches tenía que llevar a pasajeros a sus destinos; a gente borracha hasta sus casas, a gente con maletas al aeropuerto… Una gran cantidad de personas que tan solo compartían un pequeño espacio durante unos minutos y que nunca más iban a volver a verse.

Cuando recibió la alerta para acercarse a uno de los portales de una de las calles de la ciudad, fue cuando arranco el coche y se dirigió a su destino. Teniendo en cuenta que eran más de las dos de la madrugada suponía que sería alguien que se iría de vacaciones a alguna parte. Y cuando observo a aquella chica de tan baja estatura con una maleta casi tan grande como ella supuso que así era.

Bajo del coche y como siempre hacía le dijo a la chica que le dejara a él la maleta, ella tan solo se limito a ignorarle y entro en el taxi sin decir absolutamente nada. Ichigo resoplo comprendiendo que era de aquellos que querían hacer como si él no existiera. Cuando entro y le pidió la dirección fue cuando sintió que todo empezaba de golpe.

Por el retrovisor y por los sollozos de la chica podía apreciar que estaría pasando por algo muy duro. Y simplemente comenzó a preguntarse que debía de ser. La dirección a la cual la llevaba era a otra casa, por lo que no se trataba de alguien que se fuera de viaje. No quería entrometerse en su vida, pero ambos se veían obligados a convivir durante unos minutos en aquel pequeño espacio. Un especio en el que ninguno de los dos podría salir, no podrían escapar.

El tramo por recorrer era corto, tan solo unos minutos, en los cuales él no paraba de preguntarse que era de su vida, que le había ocurrido, de quien era la casa de la que salía. Cuando llegaron a su destino, tan solo se limito a encender la luz y decirle el precio que ella tenía que pagar por su servicio.

Fueron los pequeños minutos en los que él pudo ver su rostro enrojecido, y aquellos ojos que parecían ser de color violetas los cuales se encontraban totalmente apagados. Se pregunto como se verían cuando ella estuviera sonriendo y sus ojos brillasen de igual manera.

Pensó que se debía de ver hermosa.

Después, se apresuró a bajar la maleta y a ponerla en la acera. Ella tan solo le dio las gracias y se fue. Y de tal modo, en unos pocos minutos llego a querer conocer a aquella chica y ahora tan solo se trataba de una extraña más que no volvería a ver nunca más.