i—
Kasumi Toyama tiene una sonrisa hecha de chocolate con leche, dulce en el regusto, y Yukina desea comérsela (a besos), solo porque ama las cosas dulces, por supuesto.
Pero—
no.
Mantén tu compostura, maldición.
ii—
En verdad, a Yukina no le disgusta Toyama-san. Esa chica posee una cantidad infecciosa de energía que gasta de forma tan libre y genuina que es difícil creer que es una persona en lugar de una adorable bola de energía.
Su sonrisa de gato travieso, ensamblada de las páginas arrancadas de un libro de poesía tonta en forma de una amalgama mal hecha, hacen que el corazón de Yukina se derrita con benevolencia cual nieve en verano.
Con Kasumi hasta la nieve en época estival es posible, después de todo.
iii—
Yukina, a veces, un poquitítito nada más, desea pasar sus dedos ásperos por la cara redondeada (y perfecta) de Toyama-san, besándole los párpados de purpurina nunca llorosos (por favor siempre sonríe para mí). Acariciarle el pelo de bombón con parsimonia, y jurarle su amor eterno, muy quedito.
—Eres perfecta, Toyama-san.
