Serie: One life, one story.
Rating: T {lenguaje soez}.
Disclaimer: Fujimaki Tadatoshi es el amo y señor de todos estos músculos.
Haizaki: Es tu culpa y lo sabes.
Estoy acojonado.
Creo que es la primera vez que olvido como respirar. Y cuando lo hago, el aire que me llega a los pulmones parece no ser suficiente. Me arde la garganta mientras resoplo, con el cuello y la cara tensos. Qué coño, ¡todo yo estoy tenso! Hace un buen rato que no me siento el estómago y ahora tengo unas inexplicables ganas de reírme, respondiendo al estrés que me sube a cada latido brutal del corazón. Creo que he caído de rodillas al suelo. O puede que esté en una postura ridícula, mientras me aplastan el resto del cuerpo contra la pared. Me duele algo y ya me está importando un carajo el qué.
Lo has conseguido, mamonazo. Estoy nervioso. ¿Era lo que querías? Apuesto a que estabas esperando tu momento para poder saltar y hacerte el héroe, ¿me equivoco? Pues aquí estamos: tú y yo. Demasiado cerca para mi gusto. Y más pronto de lo que esperaba. ¿Es que no tenía nada mejor que hacer que venir a pegarme el puto cañón de una 35 en la sien?
—Esto es la leche… De verdad, ¡no fastidies! Tú…
—Cierra el pico. No digas ni una puta palabra más.
Me reí. Ah, ya sé de qué va esto. Ya sé que es lo que te pica tanto, chaval. ¿Era por él? ¿Por ese pedazo de mierda que llamas hombre? ¡Venga! Dónde me he metido, ¿en un maldito culebrón de los domingos? Ridículo. ¿Cuánto marica suelto había dentro de la generación de los milagros? Empezaré a pensar que os dabais por culo todos en las duchas cuando me largué del equipo. Justo a tiempo, visto lo visto…
—¿Qué pasa, chavalote? ¿Frustrado? —intenté rodar los ojos para mirarlo. Su expresión era la hostia, muy de película de mafiosos—. Hubo una vez en la que te lo puse en bandeja, pero pasaste. Ahora no me vengas haciéndote el duro —me sacudió contra la pared, retorciéndome un brazo contra la espalda, y me clavó el cañón de la pistola bajo la mandíbula con una saña que no hacía más que confirmar mis palabras.
Estaba cabreado. Las impresionantes ganas que tenía de apretar el gatillo fueron evidentes hasta para los dos testigos que observaban la escena, y que no tardaron en intervenir y decir algo que sonó a "no vale la pena" y "baja el arma". Uh, esto se pone interesante…
—Estamos tensos, ¿eh? Un poco más de conversación, joder, que nos estamos reencontrando —volví a reírme, aunque con una presión bajo la boca que me impedía vocalizar del todo—. Ah, ya sé. Recordemos viejos tiempos.
—Haizaki…
—Recordemos como la puta de Ryouta siguió viniendo a mí después de estrenarlo en el callejón. O recordemos cómo se dejaba follar más tarde, una y otra vez, gimiendo y retorciéndose de gusto. Porque por eso has venido hoy, ¿no? Para salvarle el culo. Aunque creo que llegas diez años tarde.
—¡Cabrón! —gritó, y me dio un buen golpe con la culata del arma. Atontado por un momento, giré sobre mi hombro y apoyé la espalda contra la pared, sentándome. ¡El niñato está subidito! Te juro que si salgo de esta te meteré la jodida pistola por el culo.
Agarrándome la cabeza, y una vez pasado el mareo, lo miré. Se había puesto de pie y ahora me apuntaba de lejos. ¿Qué pasa? ¿No quieres que te salpique la sangre, lameculos?
—¿Sabes qué es lo más curioso? ¿Tienes idea de por quién empezó todo esto? —continué. Si me iba a pegar un tiro, no sería con la consciencia tranquila. Y levanté la mano para señalarlo, moviendo el dedo en su dirección una y otra vez. Sonreí—. Es tu culpa y lo sabes. ¡Oh, ya lo creo que lo sabes…! Y que ahora te las estés dando de guay me hace querer vomitar.
Cargó la pistola. Lo iba a hacer.
Quitó el seguro de la parte de atrás. El hijo de puta lo haría…
Me apuntó, mandando a la mierda a los otros dos hombres del salón. ¿Me vas a disparar, Aomine? Vamos, no me jodas…
