¡Hola! Por aquí es verano así que estoy de vacaciones y para mi nada mejor que leer y escribir un poco. Admito que a estas alturas escribir me cuesta, jaja, porque ando escasa de ideas, pero se agradecen todos los trabajos sobre Faye y Spike, ¿no es cierto? También admito que odio los fics con Julia, qué se le va a hacer. Tampoco me gustan los que introducen algún personaje femenino nuevo del que Spike se enamora. Seré celosa, jaja. Pero para mí Faye/Spike son la mejor pareja así que como el anime nunca va a seguir seguiremos nosotras imaginando.

Espero que lo disfruten. No tengo intención de que sea largo, eso sí.

Jet le dejó el Cuba Libre sobre la mesa y se sentó a su lado. El bar estaba lleno de gente pues la zona nocturna era de las más populares en el satélite comercial al que habían llegado el día anterior por un trabajo. Trabajo recién terminado, hacía apenas algunas horas.

Con las tarjetas repletas de crédito, el tipo había resultado ser un gran partido, habían salido de la policía directo a la zona de bares. Faye miró el cóctel que había pedido. Jet no tenía idea de por qué se llamaba así pero ella sí se acordaba. Era increíble, todavía no recordaba el nombre de sus padres pero sí el de un trago estúpido a base de ron y Coca Cola.

Le dio un trago. No estaba mal. Era fresco y el vestido de lentejuelas verdes que llevaba era un poco caluroso. Revisó en su bolso, le quedaba un cigarrillo. Lo encendió y paseó la mirada por el salón. Allí, adelante, en el rincón, estaba Spike jugando al pool con un grupo de tipos. Cada vez que podía jugaba pero no había logrado todavía que Jet o ella fueran contrincantes dignos de dedicarles un par de rondas. Estúpido.

Jet había pedido un whisky doble y tenía un cigarro encendido. Ambos estaban silenciosos y algo cansados. Sonaba música por algún altavoz lejano y eso le trajo a la memoria el baile de salón al que habían ido para atrapar al tipo. Por eso el vestido verde, por eso los tacones, por eso el peinado alto y las manos inmaculadas. Todo simulación. Y Spike con esmoquin...

Sonrió. Definitivamente era demasiado flaco y alto para que le quedara bien el traje de pingüino. Por suerte habían comido y bebido exquisiteces sin pagar nada y hasta habían bailado un rato. O intentado, al menos. Ninguno era un gran bailarín aunque Spike insistiera que el sí sabía. Ridículo.

Recordó la sensación de su mano en la parte baja de la espalda. El vestido era de escote cerrado, mangas largas y espalda al descubierto. Era imposible bailar y que la pareja no descansara la mano allí, así que sí, había sido una de las pocas veces en que él la tocara con delicadeza, sin zarandearla, sin empujarla o sin intentar sacarle algo. Que no la había tocado de casualidad, por decirlo de alguna manera.

Entornó los ojos y exhaló humo. Del otro lado Spike estaba apoyado en el palo. Levantó la mirada y se encontró con la suya. Faye la sostuvo un par de segundos y después la desvió. Tranquilamente, como si el corazón no le hubiera dado un salto. Pitó de nuevo y dio otro trago. El baile había durado más de la cuenta y la mano en la base de su espalda también. Lo mismo la cercanía de su cuello largo, el olor a whisky cuando le describía en voz baja los movimientos del blanco o su otra mano apretando una de las suyas.

Algunas horas antes

El sitio apestada a dinero y posturas forzadas, como toda fiesta de gala en beneficio de alguna causa pobre. El salón estaba decorado con cientos de lamparillas que despedían una tenue luz amarillenta, imitando la luz de las velas, y había un aro de mesas con una pista cuadrada y espejada en el centro.

Y allí estaban ellos. Habían entrado a la fiesta una hora antes gracias a la ayuda de Ed. La chica tenía pensado visitarlos en unos días pero mientras tanto los ayudaba en algunos temas. Colarlos en una lista, por ejemplo, así que cuando el personal de la entrada les dio el visto bueno respiraron aliviados.

¿Había estado ella en un sitio así de lujoso alguna vez en su vida? No lo recuerdo, le contestó cuando Spike se lo preguntó. Ella le hizo la misma pregunta pero él solo hizo una mueca y asintió. No dijo nada más y Faye supuso que el sindicato debía tener fiestas así de tanto en tanto, ¿una fiesta de fin de año, tal vez, con todos los asesinos y delincuentes juntos? Se rió por lo bajo, pero le intrigaba saber en qué circunstancias Spike había estado en un sitio que a todas luces los sobrepasaba a ambos en dinero y posición social.

Pero no desencajaban pues habían pensado en eso, así que el esmoquin era de categoría y su vestido había costado una pequeña fortuna. Todo a cargo de tarjetas de créditos prestadas por Ed. Por decirlo de alguna manera. Faye se miró de reojo en el espejo. Había puesto más esmero esa vez. Después de todo Jet siempre la disfrazaba de puta así que el cambio de roles le encantaba.

- Te gusta pavonearte... - le dijo por lo bajo Spike.

- Bueno, para variar no tengo las tetas afuera para que un tipo se babee con ellas... - respondió. Y sí, estaba orgullosa de lo que había logrado: llevaba un vestido de lentejuelas verdes largo hasta poco antes de la rodilla, con mangas también largas, escote bote y toda la espalda al descubierto. Tanto que había tenido que bajarse las bragas hasta hacerlas desaparecer casi a la altura de sus caderas. Un par de tacones negros, un peinado alto y maquillaje sutil hacían el resto. No estaba nada mal para tener más de 70 años.

Por la siguiente hora estuvieron dando vueltas, comiendo manjares y probando bebidas de tal calidad que cada vez que bebían un trago no podían creerlo y alguna vez hasta intercambiaron miradas cómplices. ¿Sería posible llevarse alguna botella de allí?

El sujeto, un estafador que se hacía pasar por banquero, llegó hora y media después de ellos, con una rubia estupenda colgada del brazo. Poco después la gente empezó a bailar pero el tipo empezó a saludar a todo el mundo así que no se quedaba quieto. Fue entonces que Spike propuso bailar un poco para poder moverse y no perderlo de vista.

- ¿Pero tú sabes bailar esto? - le preguntó.

- Algo, no puede ser muy difícil. Además, hay mucha gente, basta con saltar de aquí hacia allá...

Y literalmente fue saltar de aquí hacia allá. esquivando sus pisotones, para variar. Pero había sido una buena idea porque tenían al estafador siempre a la vista. La música se aligeró un poco más y justo cuando la pareja se sentó a conversar con otra el baile se volvió super tranquilo.

- Mejor, imposible - susurró Spike, junto a su oído. Casi que pudo sentir su aliento contra la piel y agradeció tener un vestido de mangas largas porque sintió que la piel de sus brazos se le ponía de gallina. Recién entonces, quietos, con el blanco a la vista, Faye empezó a notar la situación en la que estaban.

El baile lento obligaba a que sus cuerpos estuvieran un poco más cerca y de vez en cuando sus caderas se rozaban. Sentía un calor tremendo en el lugar exacto donde descansaba la mano de Spike, en la parte baja de la espalda que el vestido dejaba al descubierto. Tenía la vista clavada en el moño del esmoquin para no mirar sus manos entrelazadas pero le era imposible no desviar la vista y notar la nuez de Adán, la curva de la mandíbula recién afeitada, sentir su colonia...

Tropezó y él tuvo que sostenerla.

- Ni un lento sabes bailar, Faye. - le dijo él. Ella le dio un pistón leve con el tacón alto y él siseó una puteada por lo bajo. Con los tacones tenía casi su altura así que su otra mano estaba apoyada sobre su hombro. Spike tenía el blanco a la vista.

- El tipo que está con Strafford no te quita la vista de encima - le susurró al cabo de un rato - O, mejor dicho, no le quita la vista de encima a tu culo.

Ella sintió que el calor subía sus mejillas.

- Ni se te ocurra. - le susurró cuando sintió que la mano en su cintura empezaba a bajar. A él le gustaba molestarla pero no iba a dejarlo. - ¿Y tú qué miras? ¿A la rubia que entró con Strafford? Parece tu tipo...

No obtuvo respuesta. Y no es que pensara exclusivamente en Julia, la diosa rubia y alta que lo condenara tiempo atrás y a quien había tenido el dudoso gusto de conocer. No, las meseras, las chicas de las tiendas o de aduanas que siempre le veía mirar eran de ese tipo. Rubias, rubiecitas, con cara angelical... sosas, si le preguntaban.

Sintió una puntada en el pecho. Cuando se dio cuenta de que tenía los labios apretados se maldijo y se obligó a relajar. Si Spike lo sintió no hizo ninguna observación. La semioscuridad los rodeaba pues las luces habían bajado hasta ser casi un reflejo de velas. Su vestido resplandecía literalmente con brillos aquí y allá, y lo mismo las joyas de las damas allí presentes. Era casi como estar en una burbuja...

Por unos segundos, minutos, se dejo llevar y no pensó más en todas las cosas importantes en las que debía estar pensando. La misión, por ejemplo. . Sin darse cuenta su cuerpo se recostó sobre el de Spike y la mano de él pasó de la cintura al medio de la espalda. Cerró los ojos y se dedicó a sentirlo a él. A sentir su mano en la cintura, contra su piel tibia, a sentir su hombro bajo su otra mano y la calidez de su mejilla sobre la parte alta de su frente. De vez en cuando los cuerpos se rozaban y ella se sorprendió al recordar de golpe su pecho desnudo al hacer ejercicio. La manera en que sus músculos se tensaban y estiraban con los movimientos, como a veces el sudor resbalaba entre los omóplatos... ¿Cuándo había observado todo con tanto detalle? ¡Por Dios! Un suave calor se expandió por su cuerpo, como si su temperatura se hubiera alzado un grado entero con ese pensamiento que... ¿podía calificarse de... erótico? El calor trepó a sus mejillas y agradeció no tenerlo cara a cara.

Era tan agradable sentirse abrazada, así de cerca con otro cuerpo humano. ¿Hacía cuanto tiempo que nadie la abrazaba sin intentar matarla o sacarle el sostén? Una vida entera. Si tan solo llevara una vida normal, corriente, la vida de una chica de 26 años, con novio, con trabajo... Suspiró, aún con los ojos cerrados. Sueños...

- Faye.

La voz de Spike sonó dentro de su oído literalmente, tan cerca estaba su boca de su oreja. Le dio un escalofrío y abrió los ojos, saliendo del ensueño . Se apartó de su pecho y fue como si tuviera que despegarse de un imán. Alzó la vista y se encontró con esos ojos marrones tan enigmáticos que tenía él. Sus rostros no estaban tan cerca desde aquella vez...

Uno, dos segundos. Tal vez tres, de silencio.

- Strafford se puso en movimiento. Vamos- le dijo en voz baja, desviando la vista hacia las puertas que daban a la terraza y el jardín. ¿Acaso la voz no le tembló un poco? Ella pestañeó. Asintió y el momento se rompió definitivamente cuando la cogió de la mano para sacarla de la pista de baile.

Entonces la misión había empezado.

Ahora

No podía entrar más gente en ese bar. Spike seguía jugando al pool, se vez en cuando esa peluca verde que tenía de pelo se asomaba entre las cabezas más bajas que él. Faye bebió otro trago de Cuba Libre. Ya había pasado un año y medio. Las cosas parecían haber vuelto a cierta normalidad, si algo normal podía decirse de ellos. Jet, incluido.

Después de mes y medio en el hospital Spike había vuelto a la nave. Ella no lo había visitado allí y después había tomado la costumbre de ir y venir, pasar dos o tres días sola y regresar. No es que no considerara a la Bebop su hogar, lo era más que nunca, pero sabía que esa rutina la mantenía sana mentalmente. Había sufrido horrores esas horas en las que ni Jet ni ella habían sabido nada de Spike y cuando lo vieron en el hospital todo entubado en terapia intensiva tampoco había sido grato. Nada grato. Había sido desgarrador, de hecho.

La había destrozado. Así de simple. Un tipo para el que no era nada estaba entre la vida y la muerte y la ponía a ella en la misma situación. A ella, a quien ninguna persona le importaba mucho, que vivía en la soledad sentimental más absoluta, sin lazos, ni de amistad ni románticos. Hasta entonces. Mientras él moría ella comenzaba a sentirse viva. Ironías de la vida.

Aplastó el cigarrillo en el cenicero y se reclinó contra el asiento. Le dolía un poco la cabeza. Hacía una semana que estaba en la nave, por los planes para atrapar al tipo ese, pero era hora de irse. Más considerando lo que ese baile le había provocado.

- ¿Estás bien? - Jet la miró entre el humo de su cigarro y ella asintió. Se le fue la mirada de nuevo hacia Spikel y descubrió que la estaba mirando. Uno, dos segundos, tres. Y después él se inclinó sobre la mesa de pool para seguir jugando.

Faye apuró el trago. La garganta le agradeció el ron helado. Hizo crujir su cuello y cerró los ojos. Tal vez entrara en una especie de sopor porque cuando volvió a abrirlos sintió que había pasado un rato. La música era otra, Jet había terminado su enorme whisky doble.

- Me quedé sin cigarrillos. - le comentó, tras revisar el bolso- Ya vengo, voy a comprar.

- Ah, trae uno para Spike. Recién se acercó a buscar porque tampoco tenía.

Faye miró hacia la mesa de pool pero había otra gente jugando. Había tantas personas que era imposible distinguir si Spike estaba en la barra o qué. Asintió, no le gustaba gastar de su dinero en cigarrillos ajenos pero sabía que se la cobraría más tarde o más temprano. Robándole un par, seguro.

Se levantó y caminó entre la gente rumbo a la salida. Fuera el aire estaba fresco y menos viciado. Las luces iluminaban los coches, la gente iba y venía como si fueran las dos de la tarde y no las dos de la madrugada. El bar estaba en una esquina y en la otra manzana estaba la máquina expendedora de cigarrillos. Cuando llegó al semáforo miró si venía un coche y empezó a cruzar pero algo le llamó la atención. O alguien.

Allí, contra la pared lateral del bar estaba Spike con una mujer. Rubia, de pelo atado en una coleta y con un micro vestido negro. Muy hortera. Apuró el paso para no ser vista. Dudó. La máquina de cigarrillos estaba cinco metros de la esquina así que una vez allí no era visible.

La máquina estaba encendida pero ella se detuvo enfrente sin reaccionar. Diez, veinte cajetillas distintas la miraban pero ella no podía enfocar. Sentía dolor en el pecho... Se apoyó contra la máquina y sintió que los ojos le ardían. Inhaló con fuerza. No iba a llorar. No iba a llorar. ¿Así que así eran las cosas?

¡Imbécil! Era un idiota, ella era una idiota. Por ... creer, por esperar algo, por... lo que fuera que su cerebro estuviera haciendo los últimos meses y la últimas horas. Sentía tremendas ganas de pegarle un puñetazo a la máquina pero se contuvo. ¿Ir y venir? ¿De qué había servido si estaba allí hecha un manojo de furia y nervios y dolor lacerante mientras él se divertía con una rubia? Con otra rubia.

Faye, Faye, Faye... Faye, Faye, Faye... Te has recibido de idiota. Es oficial. ¿Qué vas a hacer? Miró al cielo. Había rezado tanto para que él se salvara, solo porque no podía, no quería vivir en un mundo donde él no estuviera, donde no volviera a ver sus ojos marrones o escuchar sus quejas o su humor cínico. Se había dicho que no le importaba si él respondía o no a sus sentimientos, solo quería que viviera. Ya se haría cargo ella de su propia alma. Eso había pensado una y otra vez. Solo que evidentemente se había mentido el último año y medio. Y eso tampoco era novedad.

Suspiró. Por momentos había pensado que a él le pasaba algo, por momentos él era confuso... ¿se había imaginado todo? ¿Las charlas un poco más profundas que se habían dado en la madrugada? ¿Las salidas a bares? ¿La camaradería? ¿Los silencios que podían ser tan íntimos...? ¡Mierda! Pues, ahí lo tienes, apretando con una rubia asquerosa...

- Oye, ¿vas a comprar o no?

La voz de un tipo interrumpió sus pensamientos. Enfoco la mirada, compró su marca y la de Spike y dio un par de pasos atrás mientras el tipo hacia su compra. Cuando quedó sola de nuevo miró de reojo la esquina. La pareja seguía allí, apretada en las sombras. ¿Qué vas a hacer Faye? Hoy nada. No puedo hacer anda, se respondió. No puedo irme. Ahora lo sé. Por lo menos por un tiempo. Lo que puedo hacer es trabajar para que no me importe lo suficiente como para irme.

Las lágrimas remitieron en sus ojos y ni una sola resbaló por su mejillas. Además, Ed vendría a visitarlos en unos días y ese idiota no iba a impedir que viera a la chica de nuevo después de tanto tiempo. Cruzó la calle a paso rápido pero seguro. Tampoco la noche había terminado para ella.

Volvió al bar y le arrojó a Jet los cigarrillos de Spike.

- Hasta aquí llego, Jet. Me voy a bailar. - recogió su chaqueta y le sonrió. Si hay que correr, pensó, mientras salía a la calle y tomaba un taxi, correré hacia adelante.

Jet quedó solo en la mesa, mirando el atado de cigarrillos todo aplastado que le dejara Faye. Dios, qué mujer. El ejemplo de que no podían ser comprendidas. Suspiró, preguntándose que estaba por comenzar.