Tras la batalla de Xing, Haku y Yona finalmente se encuentran solos y pueden tener esa charla que tenían pendientes a petición del primero.

La Tribu del Viento es la más cercana a la frontera de Xing por lo que tanto la comitiva real como Yona y compañía se hospedan en la ciudad de Fuuga.
Tras la batalla es evidente que la tribu del Viento se ha posicionado de parte de su antiguo líder, Son-Haku, y las tenciones con los miembros del gobierno del reino flotan en el aire. Haku, Yona, y los cuatro dragones han sido alojados cerca de las estancias de los líderes de la Tribu.

En esta ocasión Yona duerme sola en una preciosa y espaciosa habitación, es quizás por eso que no consigue conciliar el sueño y decide encender una vela y sentarse en el porche de la residencia abrazada a una manta. Yona sabe que Soo-Won está cerca y empieza a recordar la muerte de su padre y todos los periplos vividos hasta el momento, al darse cuenta de lo mucho que ha sufrido Haku por ello se siente abrumada por los sentimientos y se rinde al llanto desconsolado.

-¿Princesa? ¿Estás bien?

Haku se puso a su lado, la apretó delicadamente contra su pecho y hundió su rostro en el rojizo cabello de la princesa. Ese aroma lo embriagaba.

-Snif...Snif.. - Yona era incapaz de parar de llorar por lo que se aferró con más fuerza a él quien se fundió con ella en un abrazo apasionado

-¡No me dejes! ¡Nunca te dejaré ir! ¡Nunca! -Dijo Yona de golpe.

Haku se sobresaltó ante las palabras de la princesa que, aunque sabía que ella no comprendía el significado de dicha declaración para la mayoría de personas, siempre le aceleraban el corazón.

-Yo no iré a ninguna parte, te lo he dicho muchas veces. Siempre estaré a tu lado. -El pobre muchacho la abrazó con más fuerza y luchó por no decirle a su princesa que ella era su fuerza, que solo deseaba verla feliz durante el resto de su vida, que sin ella su vida no tendría sentido, que la amaba y siempre la amaría.

-Haku...Te amo. -Yona notó como el corazón de él se aceleraba, era evidente de que lo había oído. El llanto le cesó de golpe y miró hacia arriba, buscando la mirada de él- ¿Haku?.. -Separó el rostro de su pecho y finalmente se encontró con los profundos ojos por los que su corazón suspiraba.

-... - Se quedó mirándola unos segundos que se hicieron eternos para comprender que aquellos violáceos ojos no le mentían, que no había malentendido posible y que el mundo se había detenido solo para él. No sabía que decir, las palabras no parecían ser suficiente para expresar todo lo que sentía, ya no.

Ella subió las manos hasta el rostro de su amado y lo acarició deseando atesorar aquel momento. Su mirada le daba confianza, no entendía por qué pero sintió plena confianza en él.

-Princ... -Ella le interrumpió con una de sus manos.

-Yona, para ti más que para nadie soy Yona, "tu" princesa - Una pequeña sonrisa se le escapó mientras se sonrojaba e intentaba apartar levemente la mirada.

Haku ya no lo aguantaba más. - Es tan linda -pensó. Y sin un atisbo de autocontrol la besó dulce y prolongadamente, intentando capturar el sabor, el aroma y la sensación del momento. -No quiero que termine- pensó. Pero cuando ambos se quedaron sin aliento fue inevitable separarse.

Eran incapaces de dejar de mirarse. Sus miradas eran tan intensas que hicieron que la luna se ruborizara y llamase a la tormenta para cubrir su rostro.

- Parece que habrá tormenta- dijo la joven. Y contra su propia voluntad se puso en pie avergonzada por el momento y se dirigió torpemente a su habitación. Cuando pasó el umbral tropezó y antes de que cayera Haku la sujetó por un brazo, lo que provocó que pudiera entrar en la habitación de Yona sin necesidad de pedir permiso. Yona se dió cuenta de la situación pero no reaccionó cuando él cerró la puerta.

Hubo un breve silencio en el que ambos se miraron con suma ternura.

-Te amo.- rompió el silencio Haku. - Siempre te he amado. Eres la única razón por la que accedí a vivir en el castillo y convertirme en tu guardaespaldas. Pri...quiero decir, Yona, soy completamente tuyo y siempre lo seré. -Sus palabras hicieron que una corriente recorriera el cuerpo de Yona, quien se había quedado sin palabras.- Ahora... debo irme.-Dijo el chico titubeante.

-No! -Dijo Yona con firmeza. - Quiero que te quedes junto a mí, ... toda la noche. Quédate, por favor...

El pobre muchacho se ruborizó. -Nunca me he podido resistir a tus caprichos.- dijo mientras se rascaba la cabeza y valoraba la oferta.

Ambos se sonrieron dulcemente como dos jóvenes felices e inexpertos que deseaban conocer la vida que acababan de empezar. Obviamente la oferta era irrechazable.