Disclaimer: Los personajes de Free! Eternal Summer no me pertenecen, son propiedad de Kyoto Animation, Kouji Ouji y Hiroko Utsumi.
Summary: Makoto se enferma y necesita que alguien lo cuide. Luego de muchas vueltas inesperadas de la vida, el castaño queda bajo el riguroso cuidado de la persona menos esperada.
Pareja: SouMako.
"Bendito Remedio"
Capítulo uno.
Lo que bien empieza…empeora y luego, ¿termina raro?
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La alarma de su celular sonó a la misma hora de siempre, anunciando que el tiempo de dormir había acabado. Molesto por haberle quitado su sueño, Makoto dirigió su mano a su teléfono y apagó la ruidosa alarma. Tenía que considerar cambiar ese ringtone enseguida. Se sentó en su cama y se desperezó lentamente. Tenía que levantarse, cambiarse, ir al baño, bajar a desayunar, ir al colegio; no tenía tiempo para andar de perezoso.
Así que a regañadientes corrió a un lado las sábanas que cubrían su cuerpo y se puso de pie. Pero extrañamente un pequeño dolor punzante apareció en su cabeza, haciendo que se marease un poco. Su garganta dolía un poco también, la sentía rasposa y se le dificultaba tragar. ¿Sería porque se acostó con el cabello mojado? O tal vez porque la ventana de su cuarto había quedado abierta toda la noche. Como sea, le restó importancia, seguramente luego de tomarse una buena taza de chocolatada caliente dejaría de molestar su garganta.
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Hoy tenían la práctica conjunta con los del Samezuka y esta vez se llevaría a cabo en la residencia de Iwatobi. Aunque a Makoto le parecía más ventajoso que las prácticas fueran en la espaciosa piscina de Samezuka, había sido un arreglo entre Gou y su hermano el que ese día se practicara en su escuela y no podía negarse. La pelirroja había hablado y nadie pudo objetar palabra. Además siempre viene bien variar el lugar de los encuentros para que sea más dinámica la cosa y él, como capitán, debe ver y aprovechar cualquier circunstancia que sea provechosa para el equipo. Sí, hoy sería un buen día y Makoto ya se sentía cargado de energía. El chico despidió a su madre, su padre y a sus hermanos, apurando el paso hacia lo de Haruka, donde allí le esperaría el difícil trabajo de convencer al chico delfín de salir de la bañera.
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La primera hora de Matemática pasó lenta y tortuosa, Makoto hacía todo lo posible para llevarle el ritmo al profesor, pero le resultaba difícil ya que éste hablaba rápido y mandaba la información como si fueran misiles y los ejercicios como si de bombas atómicas se tratase. Definitivamente no entendía cómo Haru aprobaba la materia tan fácil siendo que él se la pasa la mayor parte de la hora papando moscas, viendo por la ventana, enceguecido con el exterior.
Suspiró pesadamente. Y aún faltaba el resto de la mañana.
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Al llegar el receso, como es de costumbre, el grupo de amigos subió a la azotea para disfrutar de sus bentos. Se reunieron en un círculo para poder hablar y comer tranquilamente, mientras Gou examinaba meticulosamente los alimentos que traía cada uno.
Una repentina y fresca brisa recorrió el sitio donde estaban, haciendo a Makoto estornudar enseguida.
Un estornudo…
Segundo estornudo…
Tercer estornudo…
–Mako-chan, ¡salud!
–Gracias Nagisa..a..¡Achu!
Cuarto.
– ¿Estás bien Makoto? ¿No te estarás enfermando? –le preguntó preocupado Haru, quien es un experto en profetizar el futuro.
–Makoto-senpai, tiene la nariz roja –señaló Rei.
Efectivamente, aunque era muy mínimo, la nariz de Makoto comenzaba a tomar un color rosáceo.
–Estoy bien, en serio. No se preocupen –el castaño intentó calmar a sus amigos que ya empezaban a alborotarse y a darle consejos como que debería cuidarse y más en esta época del año donde las temperaturas cambian de repente, que no debía desabrigarse o que si iba a auto-medicarse que lo pensara dos veces y blah blah blah. A decir verdad, Makoto también estaba algo sorprendido, tan sólo esperaba que su picosa nariz y el pequeño ardor en su garganta no se convirtieran en un insoportable resfriado.
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Las horas de clases por fin terminan satisfactoriamente, siendo así los alumnos con actividades en sus respectivos clubes los que se quedan aún en el instituto. Es por eso mismo que el cuarteto de Samezuka hace su aparición para comenzar con la práctica.
Cada uno se prepara; se colocan sus trajes de baño, buscan sus gorros y goggles.
Haruka de inmediato salió disparado como un rayo a la piscina, siendo secundado por Rin que no perdería ninguna oportunidad en retar al pelinegro a un duelo de estilo libre. Y los gritos de Gou de "Haruka-senpai, ese no es el cronograma del día, no haga lo que le venga en gana" no espabilaban a los jóvenes con la competencia impregnada en las venas. Makoto salió tranquilo, tosiendo despacio, por lo bajo, cubriéndose con su mano la boca. Dolía un poco, pero no había porqué alarmarse. Debía hacer los ejercicios de estiramiento primero que nada.
A Makoto le gustan las prácticas en conjunto. Se divierte mucho estando con todos juntos y éste caso no era la excepción. Pero a medida que avanzaba, peor se sentía. Su transpiración mezclada con el agua fría y el aire fresco del ambiente, pudieron no haber sido una buena combinación. Decidió sentarse por un momento. Se sentía más cansado de lo usual y sentía su cabeza como si se la estuvieran presionando para sacarle sus jugos cerebrales. Respiraba pesadamente, pero trataba que no se notara tanto. Fácil, ya pronto terminarían de practicar, iría a casa, se tomaría una aspirina y descansaría un rato para luego ponerse a hacer sus deberes. No había de que preocuparse.
Makoto, entre sus cavilaciones, no se percataba de que una mirada turquesa se posaba sobre él, disputándose si hablarle o no al chico que parecía estar sufriendo y no tenía buena cara aunque quisiera ocultarlo. Sin embargo, dejó pasar la oportunidad y se alejó para hablar con los de su respectivo equipo.
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Por fin terminó la práctica y los chicos regresaron a los vestuarios. Sin embargo, antes de eso tuvieron que lograr sacar a Haru de la piscina que parecía estar pegado a ella.
–Observa Rei-chan. Éste es mi dibujo para la clase de arte, a que es genial, ¿cierto? –decía el rubio sonriendo de oreja a oreja mientras le mostraba a Rei una hoja blanca con una especie de figura o garabato en ella que fácilmente podría confundirse con el trabajo de un nene de preescolar.
Rei no quería herir los sentimientos de Nagisa, pero eso era una violación a la hermosura de este mundo.
–No creo que sea tu mejor trabajo, Nagisa-kun…
– ¡¿Eeeeh?! –Listo. Nagisa y sus pucheros atacan –Pero si me esforcé mucho. Rei-chan, tú no sabes apreciar el arte.
– ¿Cómo dices? Nagisa, para tu información soy la persona más capacitada para platicar sobre lo que el arte conlleva y su historia, y puedo asegurar qu-
–Mako-chan, Mako-chan, tú si dirás que está genial, ¿no? –el chico ignoró olímpicamente las palabras del peliazul para dirigirse al castaño a su lado.
–Ah…está lindo… -respondió el castaño sin mirar realmente el dibujo. Al sentir la agudísima voz de Nagisa surcar sus oídos, la cabeza se le estrujó más de lo que le gustaría.
– ¿Mako-chan?
–Makoto-senpai, ¿se encuentra bien?
–S-sí, no es nada.
–No parece que sea nada – dijo Haru.
–No te ves muy bien, Makoto –agregó Rin.
–Es sólo un pequeño dolor de cabeza. Cuando llegue a casa tomaré una aspirina y listo.
Sabía que sus compañeros se preocupaban y les agradecía, pero no era para tanto. Ellos decidieron no insistir mientras terminaban de secarse y cambiarse. Finalmente cunado todos estuvieron listos, se dispusieron a salir para dirigirse a sus hogares. Sin embargo, cuando Makoto terminó de atarse sus cordones e intentó dar un paso, su cabeza dio un vuelco, se sintió completamente mareado y sus piernas flaquearon, perdiendo así la estabilidad y sintiendo su cuerpo caer.
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El castaño cerró sus ojos por instinto, como si estuviera esperando a que llegara el impacto, pero éste nunca llegó. Su cara jamás tocó el piso y fuera de todo panorama posible, ahora se encontraba en un lugar mejor. Abrió sus ojos lentamente, sintiendo una calidez desconocida. Su cabeza parecía reposar en algo duro, como fornido y bien trabajado. Miró hacia arriba levemente y se topó con dos preciosos oasis cristalinos. Sintió los brazos del chico sujetarlo fuertemente, evitando así que cayera.
–Yamazaki-kun… –murmuró desconcertado.
– ¿Estás bien? Casi te rompes la cabeza –habló el moreno inundando al chico con su voz profunda y su apenas notoria preocupación.
– Sí…– contestó de forma ausente. Makoto no supo por qué pero se perdió por un momento en aquellos ojos. Eran absorbentes, atrapantes y estaban realmente cerca. Nunca se había detenido a verlos tan detalladamente. Le parecían, le parecían… Salió de su trance cuando sus amigos arribaron a donde estaba, asustados por lo que había sucedido.
– ¿Puedes caminar? –Sousuke se alejó un poco de Makoto, sosteniéndolo aún por los brazos, para que pudiera probar dar unos pasos.
Intentó. Se soltó de Sousuke y dio unos cinco pasos pero todo le daba vueltas, su cuerpo se sentía pesado, muy pesado. Cada paso era una puntada directo a su cabeza. Sus fosas nasales se habían tapado, por lo que respiraba por la boca, pero eso sólo le hacía doler más su garganta. Colocó su palma sobre la pared mientras con la otra mano masajeaba su sien.
–Makoto, no te esfuerces, yo te llevo –dijo Haru, pasando el brazo del castaño por sobre sus hombros, cargando con todo el peso del gran chico.
Y hubiera sido una buena idea, si no fuera por la evidente diferencia corporal entre ambos amigos. Haruka apenas pudo acarrearlo hasta la entrada del Iwatobi. Makoto se disculpaba por poseer mayor masa y por carecer en ese momento de energías. Rin, Rei, Momo, Nagisa, hasta Ai se ofrecían para llevarlo, pero Makoto creía que podía lograrlo solo. Sin embargo…
–Yo me encargo – y rápidamente Sousuke se arrodilló levemente delante de Makoto dándole la espalda. Tomó sus piernas y las puso detrás en su cintura, elevando al chico por los aires. La repentina acción tomó desprevenido no sólo al castaño, sino a todos allí. Makoto sintió un intenso calor subírsele a sus mejillas y en seguida entró en pánico, ¿qué demonios? –Sólo dime dónde queda tu casa.
Tachibana, protestó, avergonzado e insistente sobre que nada de eso era necesario. Porque el que le llevaran de caballito era absolutamente innecesario.
–No seas tonto, no puedes ni caminar. Permítete ayudarte de vez en cuando –las palabras del azabache sonaron determinadas y lo dejaron completamente mudo.
A duras penas, Rei y Nagisa se despidieron de Makoto y el resto. Tenían que estudiar para el examen que tendrían mañana y se juntarían en el departamento del primero. También lo hicieron Nitori y Momo, que tenían que regresar a los dormitorios y no podían aportar nada a la causa más que apoyo moral. Así, Rin y Haru decidieron liderar el camino hacia la casa de Makoto. No vaya a ser cosa que Sousuke…se perdiera en el trayecto.
No habían avanzado ni dos cuadras y Makoto no sólo sentía su ser mutilado por el inoportuno resfriado, sino también por la vergonzosa e incómoda situación que no tenía idea de por qué estaba sucediendo.
–P-pero Sousuke, tu hombro…esto es malo para tu hombro –murmuró.
– ¿En serio crees que esto podría dañar mi hombro más de lo que lo está?
Otra vez. Makoto quedó sin palabras en un silencio sepulcral. Había metido la pata. ¿Por qué tuvo que mencionar eso? No le importaba nada, que lo mataran ahora.
Sousuke suspiró.
–En serio, esto no es nada. Soy fuerte – lo último lo dijo con un pequeño deje de superioridad. La sonrisa fanfarrona de Sousuke no era mala.
Makoto ya no insistió y se acomodó mejor en la espalda del mayor, aferrándose un poco más fuerte. Mientras tanto, Rin y Haru continúan delante de ellos.
– ¿Peso mucho? –susurró el ojiverde luego de un rato.
– Tampoco es que seas una pluma, pero tu peso está bien. Ya te dije, no te preocupes.
Era extraño, era la primera vez que estaba tan cerca de Sousuke y por alguna razón no podía separársele. O más bien, no quería. Y la amabilidad que le estaba brindando…quería conocer más de ella también. Se preguntaba cómo serían otras facetas de Sousuke porque, después de todo, sabía muy poco de él. Su gran espalda se sentía muy cálida, era cómoda. Makoto fue cerrando sus ojos de a poco, hasta apoyar su cabeza en la nuca del azabache. Se sentía muy bien estar así, tanto, que perfectamente podría... quedarse dormido.
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Al llegar a la casa de los Tachibana, Haruka comenzó a buscar en la mochila de Makoto la llave para abrir la puerta. Sigilosamente, con cuidado para no despertar al bello durmiente. Por fin logró dar con la llave y abrió la puerta develando el interior de la morada. Un sepulcral silencio y oscuridad total.
– ¿No hay nadie? –preguntó Rin sorprendido.
Haruka negó con la cabeza mientras entraba al hogar.
–Los papás de Makoto se fueron hoy en la mañana a visitar a una tía que vive en Nagoya.
– ¿Nagoya? ¿Y dónde están Ran y Ren?
Los chicos fueron penetrando en la casa, buscando la habitación de Makoto en plena oscuridad.
–Makoto dijo que sus padres decidieron que era mejor dejarlos en casa de sus abuelos, ya que él iba a llegar tarde luego de la práctica para cuidarlos.
– Pero entonces eso significa que está solo, ¿será capaz de reponerse así como está? –comenzaba a preocuparse Rin.
La habitación del castaño se encontraba bastante ordenada. Había un lindo plasma sobre un mueble de madera y a un costado su escritorio con varios libros apilados. Las paredes pintadas de un color crema, la ventana decorada con extensas cortinas verdes, y la sobresaliente cama cubierta con un acolchado marrón con finas rayas blancas. –"No está mal"–pensó Sousuke apenas entrar. El muchacho se las arregló él solo para bajar a Makoto de su espalda, mientras Rin y Haru discutían sobre la condición el pobre chico, y lo colocó con cuidado sobre la cama. Cercioró si todavía seguía durmiendo, y pues, eso parecía.
–Makoto es mi amigo también, ¿Qué hay de malo en que me preocupe por él? –profirió el pelirrojo.
–Nada, pero Makoto es del tipo de personas que no les gusta que se preocupen por él. Así que es preferible que se vayan – eso, y la cara inexpresiva del peliazul desesperaban bastante a Rin.
–Pero no lo podemos dejar solo así. No pasa nada si nos quedamos.
– ¿Qué no escuchas? Ustedes pueden irse y yo lo cuidaré. Además, seguro tienes cosas que hacer.
–Bueno, sí…¡Pero Makoto!
Sousuke ya estaba por gritarles a esos idiotas que cerraran la maldita boca porque su discusión podría despertar al enfermo, sino fuera porque sintió algo que tironeó su chaqueta blanca e hizo que se detuviera. Cuando giró su cabeza y dirigió su mirada hacia abajo, se encontró con que era una mano la que ejercía esa débil fuerza. La de Makoto.
Sousuke se sorprendió al verlo. El chico poseía la mirada ausente, totalmente perdida…en él. Eso era, Makoto lo estaba mirando sólo a él con sus maravillosos ojos verdes.
–Oh… –Rin se dio cuenta de que algo pasaba fuera de la discusión que él y Haru mantenían y que por alguna razón había derivado en el poder nutritivo de la caballa y de la carne.
Ambos se acercaron a donde estaban Sousuke y Makoto que parecían estar mirándose, como diría el pelirrojo, "intensamente".
El castaño despabiló de repente y alejó rápidamente su mano, que aún continuaba aferrada a Yamazaki.
–Parece que Makoto ya hizo su elección –sonrió pícaramente el pelirrojo para luego inclinarse un poco y hablarle más cerca al ojiverde – ¿Quieres que Sousuke se quede?
Makoto no supo distinguir si el repentino calor que le subía a la cara era por fiebre o por vergüenza.
– N-no, e-eso… – se sentía mareado de repente, ¿qué estaba pasando? – No sé por qué lo hice. Lo siento.
–Makoto, ¿por qué Yamazaki? –"Él no es de confianza" pensó Haru, pero eso no lo diría en voz alta.
– ¿Eh?
–Si no les molesta–habló Sousuke interrumpiendo y observando a Haru y Rin fijamente –Me quedaré…
– ¡¿Eh?!
– Bien, entonces te veo más tarde Sou –dijo Rin despidiéndose de los jóvenes. Sousuke sólo asintió en respuesta.
– ¡¿EH?!
–Supongo que está bien –suspiró Haruka al rato – Pero escucha Makoto, ni se te ocurra ir a clase mañana.
Y con eso, Rin y Haru abandonaron la casa de los Tachibana, dejando a un Makoto completamente descolocado que a partir de ese momento, y sin que se lo hubiera buscado, estaría bajo el cuidado de la persona menos esperada, según él.
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Notas de la Autora: ¡Hola! ¿Cómo andan? Ha sido un tiempo que no subo nada y me disculpo por eso. Estaba de vacaciones y me fui de viaje con mi familia a las sierras. Pero ya estoy en casa y ¿saben qué? en vez de ponerme a estudiar me puse a escribir este fic que se me vino a la mente :D
Sé que un puto resfriado no podría voltear al grandote de Mako, pero ignoren eso(? Todo sea por la trama, la trama!
Bueno, éste es apenas mi tercer fic así que espero sepan comprender mi inexperiencia. Aun así, espero que les haya gustado y nos leemos en el siguiente capítulo!
