Título: Beyond this wall.

Título del capitulo: Heir to the crown.

Personajes: Young Avengers: Teddy (Hulkling), Billy (Wiccan), Cassie (Stature), Nate (Iron Lad).

Avengers: Steve (Captain America), Tony (Iron Man). Mecionados - Marr-Vell (Captain Marvel) y Anabelle (Princesa Imperio Skrull).

Pareja(s): Tedly(Teddy/Billy a.k.a Hulkling/Wiccan) y Stony (Steve/Tony a.k.a Captain America/Iron Man).

Idioma: Español.

Advertencias: Algo de violencia, cursiladas varias, contexto homoerotico entre todo Dios, es un UA no le busquéis la lógica dentro de Marvel y el autor de este fanfic no se hace cargo de los ataques de fangirleamiento o fanboyeamiento de los lectores.

Resumen: Desde que la guerra entre los dos reinos del Valle de Drox ha finalizado y estos se han fusionado, la gente disfruta de la tranquilidad del reinado temporal del regente actual, esperando con ansia el día en el que el heredero al trono tome la corona. Aunque a Teddy no le hace mucha gracia eso de ser rey…

Palabras: 3884.


I- Heir to the crown.


-Hace mucho, mucho tiempo, el Reino de Kree y el Reino de Skrull se enfrentaron encarnizadamente. Los niños eran arrancados de los brazos de sus madres a la más tierna infancia para tomar un arma y participar en la batalla por el dominio de las dos tierras del valle. La guerra duró años, dos décadas para ser exactos, y para cuando los guerreros quisieron darse cuenta apenas llegaban a los cien hombres por cada bando y los que quedaban estaban bastante magullados y cansados. Las mujeres y las viudas rezaban y lloraban por el fin de la guerra, y la Princesa Anabelle de Skrull imploró a su padre que dejara la guerra, que se rindiera si hace falta. Pero él no hizo caso de las palabras de su hija y, sin corazón, decidió que aquel centenar de supervivientes debían de luchar y conquistar Kree a toda costa. Anabelle se opuso e inició una campaña en contra de su progenitor. Se escapó del castillo e imploró a los soldados en secreto que traicionaran a su rey, acto que ellos refutaron a practicar y que obligó a la joven princesa a escapar al reino vecino, para conseguir una ausencia directa con el rey de aquel país y tratar de detener la masacre. Pero el rey no estaba y solo pudo hablar con el príncipe...

-¿Por qué no estaba el rey, tata?-preguntó el niño de cabellos dorados mientras apresaba las sábanas que le cubrían hasta el cuello con ambas manitas.

La mujer de cabellos dorados también, la que se encargaba del cuidado de aquel pequeño, sonrió con ternura al príncipe y le acarició una mejilla cariñosamente.

-Antes de que Anabelle llegara al castillo, el rey salió de caza antes de la batalla final, para celebrar en un banquete la victoria a su vuelta.-anunció, antes de retomar el relato donde lo había dejado.- El príncipe Mar-Vell y Anabelle coincidieron en el hecho de que querían dar cese a la guerra entre sus reinos, así que decidieron que hablarían juntos con ambos reyes para llegar a una alianza. Y las cosas fueron mejor de lo que ellos mismos esperaron ellos se...

-¡Enamoraron!-exclamó con una enorme sonrisa el niño pequeño arranco una leve risa a su tata.

-Si, joven príncipe, ellos se enamoraron.-aseguró la mujer.- Aunque el amor entre ambos no pudo evitar que el rey de Skrull, pensando que su hija había sido raptada y forzada a decir que amaba al príncipe de Kree, se lanzara a un ataque directo a Kree y muriera en su intento. Anabelle lloró su muerte por semanas, y a las dos lunas encontró la paz con el anillo de compromiso que su prometido le ajustó en su dedo. Y, así, se formó el Reino Kree-Skrull y los dos príncipes se casaron y tuvieron un retoño, el cual esta acostado en esta misma cama y como no se duerma ahora, mañana no podrá asistir a su primera clase de tiro con arco. ¡A dormir, jovencito!-regañó la mujer soltando una risa antes de que el niño, riendo también, se quedara quieto y cerrara los ojos suavemente, dispuesto a dormir tranquilo.

La mujer rubia se levantó de la silla que había apostado a un lado del lecho y se dirigió en silencio hacía la puerta de la habitación, pensando en su relato y en como habían ocurrido las cosas desde que ambos reinos se habían juntado. Cuando fuera mayor, debería de ser quién contara a aquel pequeño príncipe el porque sus padres no habían vuelto en varios meses y también porque en aquellos instantes se había declarado oficial la caza de brujas en el reino, aún sabiendo que no se lo tomaría muy bien.

-Tata...-susurró él cuando su niñera apenas separó la madera para salir.- ¿Me enamoraré algún día?-preguntó el pequeño desde la cama.

-Si, mi príncipe...y serás feliz para siempre.-prometió ella justo antes de abandonar la estancia y dejar al blondo dormir en paz.

10 años después...

-Alteza, el Comandante de la Guardia Rogers, actual regente del Reino de Kree-Skrull, desea veros antes de la ceremonia de coronación.-anunció una de las sirvientas del futuro rey mientras entraba en la instancia despacio, con la tarea de despertarlo sin causarle molestias.

La chica separó las persianas para que la luz se abriera paso por la gran habitación y después se dirigió hacía el costado derecho de la gran cama, en la cual alzó levemente las sábanas para descubrir un interior vacío. Sin príncipe, sin nadie, simplemente un vacío que no suponía nada bueno. Pero, nada, nada bueno.

-Cassidie.-llamó una voz en la entrada de la habitación.- ¿Dónde esta el príncipe? ¿Le has preparado un baño?-preguntó un chico alto, de cabellos morenos, mientras se acercaba a la sirvienta de cabellos entre castaño y dorado, que sostenía las sábanas de su señor entre sus manos aterrada por el hecho que allí no hubiera nadie.

-¡Nathaniel, no está!-exclamó asustada.- ¡El príncipe Theodore no está en su lecho!

La sonrisa del chico se congeló en su rostro y este corrió hacía la otra para sostenerla de los hombros y mirarla directamente a los ojos, transmitiendo tranquilidad con su mírada.

-Respira, Cassie, primero debemos encontrar al joven señor, seguro que ha despertado pronto y ha ido a tomar algo de alimento a las cocinas.-sugirió mientras la chica respiraba lentamente.

-Si...quizás esté allí...-respondió no muy convencida ella, preguntándose qué estaría haciendo el príncipe Theodore y si se había intentado escapar como la última vez, dos años atrás.

En alguna calle de Skrullos, capital de Kree-Skrull...

-¿Me daríais una moneda, buen señor? Tengo una familia que mantener y mi humilde negocio no proporciona el dinero suficiente para poder alimentarnos todos. Por favor, buen señor, una sola monedita, no le hará daño a vuestros bolsillos.-rogó un hombre de aspecto lamentable estirando una de sus manos manchadas por la suciedad al chico con capucha que ocultaba su rostro mientras andaba por los callejones de la capital.

-¿Eh?-jadeó sorprendido mirando al hombre.- Debéis disculparme, señor, no porto moneda alguna en mis bolsillos que pueda haceros entrega.-respondió el chico parado frente a aquel vagabundo.- Sin embargo, volveré a entregaros más de una cuando vuelva a mi hogar.-prometió sonriente intentando seguir su camino.

-¡No creo vuestras palabras! ¡Mentiras y engaños! ¡No sois más que el resto!-exclamó acusador el hombre, logrando que el chico se asustara por aquel ataque verbal y corrió hacía la plaza donde la gente se había reunido, integrándose entre ellos para perder de vista a aquel hombre antes de que le atacara por un motivo que no entendía. Si necesitaba el dinero, él podía entregarle una decena de monedas para ayudarle a alimentar a su familia, después de todo.

Se internó entre las gentes del lugar, pasando entre los cuerpos de los ciudadanos que vitoreaban algo que no entendía, estando en el centro del gran circulo que formaban una plataforma de madera con un pilar y con mucha paja en la base. No sabía que celebraban todos allí reunidos, solo que le empujaban de un lado a otro con descortesía que nunca en su vida había visto y que casi caía contra el suelo de bruces un par de veces, hasta que lo hizo de verdad al ser sacado a la fuerza al interior del circulo, a unos pasos de la plataforma elevada sobre el suelo.

-¡Prendedlo vivo!-gritó un hombre cerca de él siendo coreado por muchos más hombres.

-¡Haced justicia de ese pecador!-rogó una mujer en una exclamación.

-¡Reducidlo a cenizas!

-¡No dejéis nada!

-¡Acabad con el brujo!

-¡Fuego!

-¡Arde, diablo!

-¡Ve al infierno con tus diablos, brujo!

Los gritos y los improperios se extendieron causando una gran conmoción en el rubio, quién miraba sorprendido como actuaban las personas de aquel lugar sin entender la mayoría de lo que decían, que tenía que ver con el fuego y con brujo. Y por lo que llegaba a entender iban a quemar a uno de ellos, un hombre con poderes mágicos según lo que le había contado su tata cuando era un pequeño y le contaba historias fantásticas sobre magia y aventureros. Y aquello que estaba entendiendo le desagradaba de gran manera. ¿Por qué iban a quemar a un ser mágico, de los que apenas quedaban en mundo? Peor aún, ¿con qué derecho se creían para quemar vivo a una persona cualquiera? Debía de ser ilegal y si Steve se enteraba de aquellos actos en el pueblo las reprimendas seguro que serían horribles. Así que, su deber, como futuro gobernante, era parar a la gente a hacer aquello.

Dio dos pasos al frente pero los guardias aparecieron de detrás del poste e impidieron el paso al chico, el cual quedó sorprendido por el hecho de que habían guardias allí. Queriendo hacer un acto tan atroz, los guardias deberían de estar intentando frenar al pueblo, eso es, seguro que el brujo era un criminal y los aldeanos estarían furiosos pero ellos lo solucionarían todo y lo llevarían ante la justicia. Y le habían detenido en su paso para alejarlo de allí y no dejar que los demás siguieran su camino e intentaran algo para desatar la ira contra el criminal. Theodore, pensando así, explicó mentalmente y de forma realmente idealista los sucesos que no comprendía y que se estaban insinuando en aquel lugar, y prácticamente se creyó su mentira hasta que la verdad le golpeó de lleno.

Dos guardias llevaban a un chico joven, de su edad prácticamente, arrastrado por el suelo hasta el borde con las escaleras de las plataformas, aumentando el sonido del barullo del gentío reunido en la plaza y aumentando también el horror que sus ojos contemplaban, pues un rastro ligero de sangre iba dejando el cuerpo en su camino.

-¿Qué diablos se supone qué es esto?-exclamó molesto al guardia que tenía enfrente.

-¿No lo sabías, mocoso?-contestó con burla el tipo de la armadura echando hacía atrás al rubio de un empujón.- Hemos pillado a ese demonio hechizando una manzana para que se hiciera más grande y ahora vamos a ajusticiarlo por hacer magia.

-¿Qué?-bramó, completamente horrorizado.- ¡No se puede ejecutar a alguien por eso! ¡Steve no lo permitiría nunca!

-No sé quién eres, niñato, pero harías mejor estando callado y yendo a llorarle a tu madre.-replicó, llevando una mano al cuello de la capucha del chico y alzándole del suelo.- Y para ti es el Comandante de la Guardia Real Rogers, Regente de Kree-Skrull, mequetrefe.

El príncipe trató de librarse del agarre revolviéndose, pero sus fuerzas mermaban mientras veía como subían al brujo a la plataforma y lo ataban al poste, con las manos en la espalda y la boca y los ojos tapados para que no pudiera conjurar nada y salvarse del terrible juicio que el pueblo al que se supone que amaba le había sentenciado. Los pueblerinos comenzaron a lanzar todo tipo de alimento en mal estado al chico, arrancando varios jadeos de dolor y de malestar por los golpes y el mal olor de aquella comida asquerosa, mientras que dos hombres en armadura con antorchas prendidas se colocaban cada uno a un lado de aquel joven.

-¡Soltadme!-exigió al recobrar la rabia y le pegó una patada en el estomago a aquel hombre con todas sus fuerzas, la cual resintió su pierna al tener este la armadura pero bastó para que el otro decidiera soltarlo.

No supo como se lo hizo nunca, pero se recuperó rápidamente de su caída y siguió corriendo esquivando todos los guardias hasta llegar a las escaleras, las cuales subió de dos en dos y se postró entre los hombres que llevaban las antorchas estirando los brazos, de cara al pueblo.

-¡Os ruego que os detengáis en este acto inhumano, gentes de Kree-Skrull!-rogó, hablando lo más alto que pudo.

-¡Apártate!-gritó una mujer antes de lanzar hacía él un tomate medio verdoso que le asestó de lleno en el lado derecho de su rostro, echando hacía atrás la capucha del impacto.

El silencio se hizo entre el pueblo y los guardias se quedaron de piedra, sobretodo el que se había atrevido a alzar a su realeza medio metro a ras del suelo. Todos veían como el chico se apartaba de su reconocible y bien visto rostro el tomate podrido que había impregnado parte de el y como se pasaba la mano para sacudirla y soltar aquella porquería apestosa de si.

-Mamá, mamá, ¡es el príncipe!-exclamó una niña entre el gentío, rompiendo el silencio.

-Su majestad, nosotros solo...-empezó a decir el hombre que le detuvo y le alzó, hincando la rodilla en el suelo.

-Solamente os ordeno cesar este juicio injusto.-dijo ahora el rubio con voz dura, girando para acercarse al brujo y ayudarle a salir de allí por sus propias manos y, con suerte, volverse a escapar de los guardias como llevaba haciendo desde que se levantó pronto.

-¡Majestad, deteneos! ¡Ese joven demonio es un brujo! ¡Podría...!-exclamó horrorizado una de las mujeres del pueblo antes de ser acallada por el mismo príncipe heredero.

-¡Sé muy bien lo que es!-gritó antes de plantarse cara a cara al chico de cabellos azabache y tirar de ambas vendas hacía abajo.- No te preocupes, vengo a sacarte de aquí.-prometió muy despacio, en un pequeño susurro.

-¿Tommy...?-preguntó débil el chico antes de abrir sus preciosos ojos ante el chico que tenía al frente y descubrir otros de un color azul intenso que le despertaron del todo al descubrir que no eran los de la persona que esperaba.

-No, yo...-pero Teddy no encontraba las palabras que decirle a aquel chico que, aún siendo hombre y tener el rostro lleno de sangre y algunas magulladuras, le parecía realmente hermoso, como ningún doncel que había conocido hasta entonces.- No soy Tommy...-murmuró, llevando una mano al rostro del otro para limpiar un hilo de sangre que se escapa de un corte de su mejilla.

-¿Y qué haces... salvándome...?-preguntó entrecortado.- Podrían...a ti...también...

-No te preocupes, voy a llevarte a...

-¿A qué esperáis, necios?-preguntó el que parecía el jefe de aquel escuadrón patrulla y señaló a ambos chicos acusador.- Esa mala bestia a usado sus hechizos para controlar al Príncipe Theodore, ¡separad a su majestad de la bestia para que podamos acabar con esto!

-¡No! ¡Él no...!-exclamó el rubio girando su cuerpo noventa grados para encarar al hombre que se encontraba bajo la plataforma.

-No te...harán caso...-susurró el brujo antes de empezar a susurrar cosas en un idioma que el rubio no pudo identificar.

-¡Si, señor!-exclamaron los guardias subiendo a la plataforma por las escaleras para llevárselo lejos del herido.

-¡No, deteneos, él no ha hecho nada!-exclamó antes de sentir como sus ojos se abrían enormemente y una especie de aguja atravesaba su estómago indolora y comprimía su cuerpo en ella.

El mundo entero exclamó de horror cuando, en lo alto de la pira, el brujo y el que aquel día iba a convertirse en rey, desaparecieron sin dejar ningún rastro, gracias a la magia del primero.

Mientras tanto, en castillo real...

-No puedes llevar un atuendo rojo, azul y blanco, Steven, menos aún en un acto oficial de tal importancia.-protestó el hombre de cabellos cortos y ligera barba mientras repasaba de pie una lista que había elaborado por encargo del hombre rubio sentado a su lado, comiendo tranquilamente la primera comida del día y soportando la cháchara de su consejero y mejor amigo sobre los detalles que había pensado para su imagen en el evento.

-¿Por qué no, Tony? Me quedan bien esos colores, no entiendo porque...-empezó a decir tras un largo suspiro, dirigiendo una sonrisa al otro.

-Porque no es elegante y es el momento más importante de Theodore, por eso.-protestó el hombre.- Además, he pensado que como a partir de ahora os reincorporaréis al batallón y esta cerca la nueva batalla contra los enemigos de más allá de las montañas del Valle de Drox, lo mejor será que os presentéis con la nueva armadura que os he diseñado y creado.

-Sabes que ya no tienes que trabajar como forjador nunca más, ¿no, Tony?-preguntó el rubio tomando amistosamente el brazo del otro.

-Me gusta tener las manos ocupadas.-presumió el otro tachando y agregando cosas a la lista.

Steve dudó unos instantes y movió la mano a las sirvientas para que salieran de la sala y cerraran la puerta, lo cual no tardaron ni medio minuto en hacer tras una reverencia.

-Deberías de llamarme Anthony frente a los demás, Steve.-suspiró el moreno antes de echarse en una de las sillas cómodamente, ahora que nadie le miraba.- Sé que no es de tu agrado, pero ya hay rumores como para que los intensifiques.

-No veo porque mi consejero y, a decir verdad, el verdadero regente del país no puede ser llamado cariñosamente y tratado con cordialidad por su mejor amigo...-protestó el rubio mientras le tendía su plato al otro, quién aceptó gustoso un poco de su comida.

-Si la gente habla, pueden acusarnos de estar poseídos por el diablo por lo nuestro.-recriminó Tony antes de tomar la mano del otro y mirarle a los ojos.- Una vez Theodore sea coronado, las horas juntos serán escasas.-aseguró sin dejar de mirarle.

-Lo sé.-dijo apenado el rubio antes de acercar su rostro al del otro y juntar sus labios con suavidad, cerrando los ojos.- Aún así, como consejero del rey podré verte de vez en cuando y...

-No será distinto de cuando solo era tu herrero favorito, Steve.-aseguró el moreno antes de volver a juntar sus labios con los del otro, acariciándolos con ternura.

Tres golpes apresurados sonaron en las puertas de madera y los dos hombres se separaron de inmediato al escucharlo, como una reacción automática, y Anthony se levantó de golpe para recuperar su puesto al lado del rubio, con los papeles en mano. Fingir para ellos dos suponía tener que dar aquellas carreras y farsas horribles todo el tiempo.

-Pase.-permitió el regente alzando la voz y siendo secundado por el sonido de las bisagras de la puerta moviéndose.

-¡Comandante Rogers!-exclamó una voz femenina aterrorizada.- ¡Esta mañana el joven señor Theodore no se encontraba en su lecho y me acaban de informar que se le ha visto con un brujo antes de que este los transportara a otro lugar con magia!-exclamó a toda prisa y sin respirar mientras las caras de los otros dos hombres pasaban de sorprendidas a asustadas y después a preocupadas.

-¿QUE THEODORE QUÉ?-bramó el rubio alzándose de golpe de la mesa de la cocina y tomando del brazo al moreno para salir con él a rastras de la habitación.

Ajeno al barullo del reino, Theodore...

Parpadeó confuso un par de veces hasta que una luz extraña y débil le llegó a su rostro. Apenas podía percibir bien el alrededor, excepto por la gran extensión de color verde que veía y que estaba seguro que no tenía nada que ver con el tomate que había impactado contra su rostro antes. Eran plantas, muchas. Arboles, todos untos, creciendo en estado salvaje en aquel lugar, formando grandes zonas húmedas y semi-oscuras bajo sus copas. ¡Estaba en un bosque de verdad! Y por primera vez en toda su vida. Y...el aire era más puro y suave allí, no sabía como explicarlo más que con una exclamación de alegría que logró que un conejo saltara del matorral más a su derecha a otro cercano y se hundiera en la espesura de las hierbas bajas, asustado.

Miró asombrado a su alrededor y se preguntó por qué se encontraba allí, encontrando su respuesta junto al sonido de ramas quebrando a su espalda.

-Yo de ti no me alegraría tanto, acabas de asustar tu cena, chico.-respondió el moreno al que había salvado a saber cuanto antes de ser quemado por brujo.

-No importa, eres brujo, ¿no?-respondió abiertamente mientras se levantaba algo mareado y se acercaba al otro.- Puedes hacer aparecer la cena.

-Las cosas no van así.-negó el chico dando un paso atrás al ver que aquel intruso se le acercaba demasiado.

-¿Ah, no? ¿Y cómo van?-preguntó el príncipe confuso. ¿qué no podía hacer un brujo que sabía transportarlos con magia de un lugar a otro?

-No van, surgen.-explicó el moreno.- Y ahora has de atenerte a las consecuencias de salvarme, no vas a poder volver a la civilización.-anunció aquel brujo mientras movía su mano en dirección al otro.

-¿Por qué no?-preguntó aún más confuso el rubio, aunque encantado con la idea de no volver y no ser rey.

-Ayudaste a un brujo, eres un traidor.

-¿Ah, si?-preguntó rascándose la nuca el heredero.

El brujo no pudo evitar soltar una sonora carcajada cuando escuchó al otro hacerse el tonto de tal manera y no pudo evitar pensar que más que irritable resultaba adorable su comportamiento. Además, le debía la vida después de que le ayudara a escapar y arruinara la suya propia al hacerlo, por lo que odiarle más bien le era imposible.

-Estoy en deuda, te debo mi vida.-aseguró el moreno con la mano aún extendida.- Por ello, te enseñaré a vivir como lo hacemos los brujos.

Teddy no dudó, su mano tomó la el otro firmemente y le sonrió abiertamente, logrando que el brujo se enrojeciera un poco por la belleza de su sonrisa y desviara su atención al frente.

-Mi nombre es William Kaplan, pero mi hermano suele llamarme Billy así que si quieres tú...-empezó a decir algo azorado el chico mágico mientras el rubio reía levemente.

-Encantado Billy, yo soy...

'El Principe Theodore Dorrek III, hijo de Mar-Vell y Anabelle, futuro rey de Kree-Skrull y señor del Valle de Drox.' pensó inconscientemente casi a punto de soltarlo, pero entonces recordó que se había escapado y que quería seguir estando de tapadera para poder escapar de la vida que le esperaba como rey a partir de aquel día. Además de que tenía otro motivo por el cual creía que Steve estaría mejor en el cargo que él, una corazonada extraña que había despertado tiempo atrás por un relato de su tata. Sacudió la cabeza y pensó en como llamarse, podía usar el diminutivo de su nombre que solo su tata, Steve y Tony sabían y que pocos habían logrado escuchar en la corte en momentos breves y escasos. Y como apellido...pues...'soy más alto que él' se dijo a si mismo examinando diferencias casi sin darse cuenta.

-Teddy...Altman. Me llamo Teddy Altman, soy hijo de un...herrero.-dijo intentando parecer seguro en sus palabras para que el moreno se las creyera.

-Solo un hijo de un herrero tendría tal coraje y seguridad.-murmuró Billy mientras comenzaba a andar entre la espesura llevando de la mano al rubio con él.

-Se puede decir que salí a mi padre.-mintió el otro siguiendo inconscientemente.- ¿A dónde me llevas, Billy?

-A mi casa.-respondió este sin darle mucha importancia al asunto.- Bueno, a partir de ahora, nuestra casa.

Por algún motivo la palabra nuestra sonó muy bonita en la cabeza de Teddy cuando la comenzó a repetir en ella.


N/A: Hola a todos~

Espero que os haya gustado este capitulo y prometo subir un segundo antes de que salgan telarañas en mi Fanfiction, es más, el segundo ya está casi completo. Y también que os gustara la historia de subcontexto entre Tony y Steve que, a pesar de ser en segundo plano, también puede ocasionar algún que otro fangirleo~ Dicho esto, aclararé que ninguno de los personajes me pertenecen y este fanfic está escrito sin animo de lucro, es para fans por un fan.

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No decaigáis en el Teddy/Tommy o Tommy/Billy, mantened vuestro Teddy/Billy en alza y nos veremos en una nueva ocasión esperemos que en breves.

Os quierow

Att: El Chocobo Cuentacuentos.