bueno, espero que les guste, la verdad no se si tiene algo especial, solo vino a mi mente esta situación un tanto divertida, basicamente es un one-shot pero en el caso que deseen que continúe, no me molestaría alargarla un poco más.

Los personajes no me pertenecen.

El cielo estaba de un tono rojizo cuando Kumiko llegó a la sala de música para practicar, hace un tiempo había decidido mejorar en su técnica, además de ser una fiel creyente en su teoría, donde mientras más alto tocaba menos escuchaba sus pensamientos. Con eso en mente tomo su eupho.

- Kumiko –

¡No, no, no! Esa voz la conocía perfectamente, inconfundible, melodiosa, esa voz calzaba totalmente con la persona que la poseía, la cosa es que, no la quería aquí ahora, bueno, no tanto. Kumiko se tomó su tiempo para dejar de mirar por la ventana para darle atención a quien se la estaba pidiendo.

- Reina – A pesar de sus intentos, no pudo girarse para verle la cara.

De pronto no sintió los pasos, pero si los brazos que la rodeaban por la cintura atrapándola, sin dejar que se mueva pero ella no lo iba hacer, sus mejillas se volvieron de un tierno color rojo y puso sus manos encima de las que se encontraban en su estómago. Decir que solo sentía vergüenza debido a esa atrevida acción era la mentira más grande del mundo, en primer lugar las mariposas que habitaban ya desde hace un tiempo dentro de ella, empezaron a revolotear más rápido, sentía que se movían por todos lados pero sin causar malestar, sino una sensación de felicidad la envolvía al mismo tiempo que el calor de la persona detrás de ella provocaba algo extraño debajo de su vientre, en segundo lugar sintió alivio ¿Para qué iba a mentir? Alivio porque de cierta manera era correspondida y alivio porque, bueno, ella no era la mejor en dar los primeros pasos.

-Reina…- Esta vez fue un suspiro, las manos aventureras de la joven pelinegra ya no solo se posaban en el vientre de su amiga, esta vez atreviéndose un poco más, las paseo por debajo del uniforme, acariciando su torso con sus manos frías por el invierno en el que se encontraban, sintiendo cada musculo tensarse ante su presencia.- Por favor.-

Una risita escapo de la boca de la antes nombrada, Reina se paró de puntillas.- Muero de frio Kumiko y… no traje mis guantes.- después, depositaba cortos besos en su nuca.

Cuando Kumiko por fin pudo voltearse, no encontró nada más que unos ojos violetas, con los que tantas veces había soñado, que tanto le gustaban y ahí estaban, mirándola solo a ella, con toda la atención, sentía que si lograba entrar en ellos se encontraría con un universo distinto, mientras las caricias anteriores subían por su espalda, no podía aguantar más, tenía que probar el sabor del mundo que se estaba imaginando, cuando las manos curiosas comenzaron a jugar con el broche de tan incómoda prenda, lo decidió, y como si supiera lo que pensaba, Reina se pegó más a su cuerpo, ya podían sentir la respiración de la otra en sus labios, contradiciendo todo lo que pensaba de ella misma, Kumiko se adelantó y junto sus bocas, con timidez al principio, con temor al rechazo que nunca llego, no se habían dado cuenta cuando el beso se había vuelto más atrevido, soltando toda pasión contenida y mientras más avanzaba, iban tomando más confianza, una de las jóvenes poso sus manos en los muslos de la otra, logrando que se tensara esta vez por el frio de sus dedos, continuando con esa especie de "danza-lucha" que no solos sus lenguas tenían, sino también sus almas, solo se separaron cuando el oxígeno en sus pulmones ya se había acabado. Separarse no significaba completamente, sus cuerpos seguían tan cerca cómo podían.

-Vaya-.

Antes de que se diera cuenta la joven Kousaka estaba repartiendo besos en su cuello, con sus manos escondidas debajo de la parte superior del uniforme y en la espalda baja, Kumiko la acerco aún más (como si fuera posible), mientras que su acompañante paseaba sus manos por todos las partes que fuera posible, sus piernas, su espalda, estomago, un gruñido escapo de sus labios en señal de protesta contra la ropa y un "click" escucho en su cabeza cuando una mano que noto más tímida atrapo uno de sus senos, dándose cuenta en donde estaban y que podían ser descubiertas.

- Basta-. Dijo susurrando.

- Entiendo-. Respondió la pelinegra mientras volteaba para irse.

-¡Espera! -. Kumiko tomo su muñeca y la trajo hacia ella para darle un beso corto en los labios – No me mal entiendas, yo quiero estar contigo, de verdad.-

Ahí estaba, Reina y su sonrisa ¿A quién le importa si se iba a burlar por lo que acaba de confesar? –Tu no me mal entiendas a mi Kumiko-. Vamos, falta poco para que le dijeran que eso solo fue algo del momento. – Yo solo iba a cerrar la puerta-.

-Rayos-.

- Aunque eso suena mucho mejor de lo que imaginaba-. Dijo Reina soltando una risa mientras la abrazaba, entonces decidió lo que ya tenía más que planeado, Kumiko la hacía especial de una y mil maneras, aunque a veces tenga una pésima actitud, tiene un gran corazón que definitivamente quería cuidar y hacerla feliz, nunca había sentido tales deseos por una persona, tampoco se imaginó que los iba a sentir con ella, pero aquí estaba, venciendo todos sus miedos y reuniendo el valor desde todo su cuerpo y más, quería darle todo su amor de todas las formas posibles ¡Oh sí! Claro que se le ocurrían bastantes formas.

- Por eso estaba pensando que…- Kumiko dejo su monologo al darse cuenta que su compañera no le prestaba ni la más mínima atención, además del hilo de sangre que salía por su nariz - ¡REINA! – Ya había perdido la cuenta de cuantas veces su cara enrojecía debido a la persona que se encontraba junto a ella, más ahora que sabía, sabía exactamente lo que estaba pensando porque ella también lo había pensado en algún momento, en muchos mejor dicho, a veces soñaba con dicho momento, sobre todo le encanto esa reacción desinhibida que no tenía con todos, con nadie, para los demas Reina era una persona seria y fría, con el paso de tiempo Reina había tomado la confianza para mostrarse tal cual es, al menos con Kumiko y no, no queremos decir que no es seria solo que se relaja un poco más.- En fin, estaba pensando que podríamos mantener, lo que sea que fuese esto en secreto.-

- ¿Por qué?- Dicha pregunta desconcertó a Kumiko, Reina se veía bastante seria al hacerlo, es más, creía que iba a estar de acuerdo.

- Bueno…eehm…-

- Kumiko- Hablo la pelinegra, sin dejarla terminar – No quiero gritar nada a los cuatro vientos, pero pensaba en tomar tu mano en cualquier lugar, besarte también…quizás…un…oye ¿Qué estás haciendo? – Frunció el seño

Kumiko tiritaba en su lugar, con sus manos cubriendo su boca, solo tenía que aguantar, inhalaba y exhalaba repetidamente, hasta que perdió el control y estallo de la risa, dejando a una enojada y sonrojada Reina. Después de unos minutos de reír Kumiko tomo las manos de la joven que una vez más la sorprendía – Eres bastante cursi.-

-¡KUMIKO!-

Demás está decir que cuando Reina se fue a la otra esquina enojada, Kumiko la fue a consolar de la única forma que se le ocurría, entonces sus amigas abrieron la puerta de golpe, primero se quedaron perplejas para después entrar murmurando palabras como "al fin" o "ya era hora", no había caso en separarse lo más rápido posible, los planes secretos de Kumiko habían muerto en ese instante.