Hasta el Final
Capítulo I
Habiendo vivido por tanto tiempo, habiendo pasado por muchas cosas, habiendo conocido a tantas personas antes; nunca considero que algo en toda su vida realmente valiera la pena. Hasta que la conoció.
Ban siempre se caracterizó por su egoísmo y su actitud avara; carente de interés hacia algo ajeno a él o a sus deseos. Después de todo, su personalidad realmente hacía honor a su pecado capital: la codicia.
En el fondo sólo trataba de llenar el vacío en su vida a través de su avaricia. Iba tras un motivo, alguna cosa, sin importar que tan insignificante ésta fuera. Su único afán era encontrarle el sentido a su existencia.
Y de ese modo, sus caprichos lo llevaron un día hasta el Bosque del Rey Hada en busca de la Fuente de la Juventud. Esta vez el objetivo de Ban había superado hasta su propia codicia al tratar de alcanzar la inmortalidad.
Finalmente llegó a su destino, y a pesar de los rumores de alguien que protegía el tesoro, no parecía haber alguien ahí además de él.
Ante la situación, Ban no vaciló y fue directamente hacia la fuente. Pero justo en ese momento, apareció frente a él una joven rubia, de baja estatura, lo que hacía difícil distinguir si se trataba de una pequeña niña o no; sin embargo, era realmente hermosa, su piel tan blanca y suave la hacía parecer de porcelana, tan frágil y radiante al mismo tiempo.
-¿Te has perdido, niña?- preguntó Ban, con algo de indiferencia.
Ella ni siquiera respondió y arrojó a Ban lejos de la fuente.
Éste cayó cuesta abajo desde lo más alto de aquel árbol gigantesco, siendo azotado por sus ramas, las cuales amortiguaron (de cierto modo) su inesperada caída.
Sin embargo, la obstinación ya era propia de Ban y no iba a rendirse tan fácilmente. Aun estando lastimado trepó nuevamente, incluso más dispuesto que antes, a tomar el agua de la fuente.
Llegó hasta la cima y para su sorpresa, la joven hizo exactamente lo mismo. Antes de darse cuenta, Ban había sido arrojado una vez más por esta extraña chica, quien lanzó una especia de ráfaga hacia él para poder derribarlo.
Así se repitió unas dos veces más hasta que Ban subió de nuevo y determinado exclamó:
-¡Ya basta!
-Eso es lo que debería decir yo- respondió ella. Siendo esta la primera vez que intercambiaron palabras.
-De todos modos, ¿quién diablos eres tú, niña?- dijo Ban.
-¡No soy una niña!- exclamó. –además, no es como si tuviera la obligación de decírtelo. Pero dadas las circunstancias, te lo diré: Soy quien cuida la Fuente de ladrones canallas, precisamente como tú.- dijo la chica frunciendo el ceño a la vez en que adoptaba una posición defensiva. –por otro lado, ¿cómo demonios sigues vivo después de caer tantas veces? ¿Quién… eres?-
-No te importa quién soy. Y pues… ni yo mismo sé exactamente qué fue lo que pasó allí abajo. Todas aquellas veces ya sea por las ramas de los árboles o las demás plantas, siempre evitaba lo que sería una mortal caída. En fin…- indicó Ban poniendo un rostro un tanto desdeñoso.
"¡Qué extraño! Es como si el bosque lo estuviera protegiendo" pensó la chica en sus adentros, observando muy escéptica.
Sus pensamientos fueron interrumpidos bruscamente, por un repentino movimiento de Ban para apropiarse de la copa con el agua de la fuente. Éste había conseguido atraparla y amenazante, la llevó hasta su boca dispuesto a tomar el contenido de un solo sorbo.
-¡Detente!- gritó la joven horrorizada., obligada a usar su magia para evitar que el sagaz muchacho se saliera con la suya.
Brotaron del suelo enormes ramas que sujetaron a Ban de brazos y piernas, justo antes de que este pudiese llegar a beber de la copa.
La chica suspiró aliviada.
-¿Por qué estás tan encaprichado con robarte el agua de la fuente?- increpó.
A lo que Ban respondió con una expresión bastante despreocupada:
-Verás, he vivido durante mucho tiempo y en todos estos años, nunca me ha sucedido algo bueno. Así que pensé que quizá si vivo más algo bueno podría llegar a ocurrirme algún día.
La chica lo miró en silencio durante unos segundos. Parecía estar atónita con una respuesta tan simple.
Al volver en sí, le arrebató la copa y luego lo soltó.
-Mira, francamente no me interesan tus motivos. Lo único que sé, es que si tú bebes de la copa, el bosque entero morirá y definitivamente no puedo permitir que eso pase. ¿Entiendes? Así que no insistas, porque tendrás que pasar sobre mi cadáver antes de que te deje hacerlo.-
-Entiendo.- respondió con una sonrisa burlona. –No lo intentaré de nuevo.-
-¿Acaso te estás burlando de mí? ¿Me creíste tan ingenua como para tomarme en serio tus jueguitos? De seguro estás muy acostumbrado a mentir todo el tiempo, pero eso no quiere decir que la gente se crea todo lo que les dices.-
-No estoy mintiendo.- dijo Ban.
"Como si fuera a creerte… pensó ella. Lo que no sabes es que tengo la habilidad de leer la mente, así que de todas maneras no es como si pudieras mentirme."
La muchacha uso su magia en Ban una vez más, y para su desconcierto, éste estaba diciendo la verdad.
La expresión en su rostro era indescriptible. Ya no parecía molesta, sino calmada. Sus mejillas se sonrojaron levemente.
-¿Cuál es tu nombre?- preguntó él.
-E… Elaine.- dijo la pequeña, en tono sumiso.
-¿Y el tuyo?- preguntó seguidamente. Parecía algo avergonzada.
-Me llamo Ban.-
Se vieron a los ojos fijamente por un momento.
-"Ban" ¿qué clase de nombre es ese? Es muy raro- dijo Elaine.
-No es raro. ¿A qué clase de nombres estás acostumbrada para decir que el mío es extraño?- respondió.
-Bueno… yo, realmente no conozco otros nombres, ya que he pasado prácticamente toda mi vida aquí. Lamento decepcionarte.-
-¿Así que juzgas precipitadamente mi nombre, eh?, niña. Por otro lado, ¿en serio nunca has ido a otro lugar fuera de aquí?-. Preguntó con estupefacción.
-¡Ya te dije que no soy una niña! Y no tengo porque mentirte. Ciertamente, he deseado salir de aquí algunas veces, ya sabes, conocer nuevos lugares y a nuevas personas… No obstante, sería muy egoísta de mi parte simplemente irme y dejar el bosque desprotegido. Ya ves que siempre aparece algún patán como tú queriendo apoderarse del agua de la fuente.
-Oye, ya te dije que no lo haré. Deberás confiar en mi palabra.
-Supongo….
Y así transcurrieron los días. Ban y Elaine comenzaron a conocerse, a tratar de entenderse.
Incluso alguien tan inmutable como Ban llegó a compartir con Elaine, además de sus pensamientos, las cosas que eran más preciadas para él.
-¡Vaya! Es asombroso.- dijo Elaine
-Lo sé.- En verdad no creí que fueses a disfrutar de este libro tanto como yo-. Dijo Ban, mientras le mostraba.
-¿Por qué no?
-No lo sé.
-¡Tonto!- exclamo Elaine, de manera dulce.
Por primera vez apareció un ligero sonrojo en el rostro de Ban, quien la observaba cuidadosamente con algo de admiración.
Un día, mientras Ban fue por alimento. Elaine ojeaba el libro.
-¡Ah!- suspiró.- si tan sólo Ban hubiese venido para llevarme con él y no a la copa con el agua de la Fuente.
-Si quieres puedo hacerlo- sonó una voz detrás de Elaine.
-Bb…ba…Ban!- ¿Qué haces aquí? Pensé que irías por comida, o algo.- dijo avergonzada.
- ¡No me asustes así de nuevo!-
-Escuché lo que dijiste. Y sabes, prometo que un día te llevaré fuera de aquí y…_ fue interrumpido.-
- No es tan fácil. No puedo…
Ban interrumpió justo como ella. La tomo de la cintura y totalmente decidido como cuando se conocieron, la besó.
Ambos se perdieron dentro de sí. A pesar de la timidez de Elaine, parecía como si no quisiera separarse de él nunca más, se aferró a Ban intensificando el beso, deseaba poder decirle todo lo que sentía y no tuvo el coraje de decir antes.
Ban, siquiera podía reaccionar, aun cuando fue él mismo quien lo inició todo. Sólo cruzaba una cosa por su cabeza: "¿Qué esto que siento en mi pecho? Tan intenso que podría decir que hasta duele. Sin embargo, me gusta. No quiero separarme de Elaine jamás…"
Después, Ban acarició el rostro de Elaine y besó su frente.
-Entiendo que no puedes abandonar este lugar, pero yo tampoco puedo abandonarte a ti. Más que eso, realmente no quiero hacerlo; así que, si así lo quisieras, podría quedarme aquí contigo por siempre.- dijo Ban, sujetando las manos de la bella joven.
Los ojos de Elaine brillaban como su estuviera a punto de soltar una lágrima, no obstante parecía tan feliz. Posó sus delicadas y pequeñas manos alrededor de la cintura de Ban y lo abrazó fuertemente.
-Entonces, ¡quédate conmigo por siempre!- dijo con una enorme sonrisa.
