Era una típica tarde soleada en Lima, Ohio, los alumnos de la academia Dalton estaban sentados en su restaurante favorito, el frijol de lima, los Warblers disfrutaban de sus capuchinos discutiendo las canciones que se interpretarían en las locales de ese año.
-Hey chicos, tranquilos sé que todos estamos emocionados pero recuerden que el comité es el que elige las canciones, pero no olviden enviarles sus propuestas- decía entusiasmado Blaine el vocalista principal del grupo.
-Blaine tiene razón, con las nuevas canciones ahora si le ganaremos a la preparatoria McKinley- dijo uno de los Warblers más confiado que nunca.
-Si chicos pero mañana discutiremos en el ensayo, envíen los correos con sus propuestas y mañana daremos a conocer cuáles serán las canciones de las locales- dijo Wes el jefe del comité.
Y así todos los Warblers se fueron despidiendo y partiendo de nuevo a la academia Dalton, Blaine se quedó al último buscando desesperadamente las llaves de su auto.
-Donde las deje, no puede ser, las tenía hace un momento que fui a tirar la basura- Blaine se quedó pensando un momento más hasta que le entro la idea de que pudo haberlas tirado al bote de basura junto con el vaso del café -demonios- maldigo al aire el chico de pelo negro -hey amigo ¿puedo revisar la basura? creo que tire mis llaves por accidente- dijo Blaine algo angustiado a uno de los empleados del café.
-Lo siento amigo pero tendrás que revisar en el contenedor del callejón, llevaron toda la basura allá hace unos minutos.
Blaine con una cara de repulsión total le dio las gracias al chico y salió hacia el mugriento callejón a buscar las llaves de su amado auto, y para ponerle la cereza al pastel de la desgracia, el día soleado acabo y llegó la madre de las lluvias de agosto.
-Es lo único que me faltaba, y ahora hasta mi cabello y ropa se arruinaran- se quejó Blaine mal diciendo su mala suerte, resignado el jovencito se quitó su impecable saco de la academia colgándolo de un clavo solitario de la pared, se quitó la corbata se arremangó las mangas de la pulcra camisa blanca y con toda la dignidad que solo un chico de la academia Dalton podía tener empezó a remover la basura de aquel mugriento contenedor, por suerte para él no había basura tan repugnante solo vasos de plástico desechables con un poco de contenido adentro y envolturas de los postres del restaurante, después de un buen rato y terminar echo una sopa por la lluvia encontró las llaves con el llavero de Mickey Mouse que le había regalado su hermano hace meses por su cumpleaños número dieciséis -por fin las encuentro, hay por dios el prefecto me va a dar una buena... regañada por tardar tanto pero seguro entenderá o eso espero- pensaba Blaine para sí mismo distraídamente mientras se colocaba de nuevo su saco y su corbata caminando hacia su auto, de lo distraído que estaba pensando en que le diría al señor Schuester, tropezó con una caja de cartón cayendo de cara al suelo, después de vociferar unas cuantas maldiciones el chico se levantó dignamente, sacudió su uniforme que dé más está decir ya estaba hecho un desastre y estaba a punto de patear la caja pero se detuvo cuando oyó un pequeño maullido del interior de la misma, se acercó a la caja y la abrió lentamente y lo que había en su interior lo dejo pasmado, era un híbrido una de aquellas criaturas de las que no dejaban de hablar en la televisión, la radio y los periódicos, el pequeño estaba completamente empapado al parecer su fortaleza de cartón no fue de mucha ayuda en aquella torrencial lluvia y tampoco ayudo que Blaine con el tropezón mandara la casita del pequeño niño gato directo a un charco, la caja estaba a punto de desmoronarse bajo la lluvia y a Blaine le dio pena ver a la pequeña criatura temblando de frío y medio desnuda, solo llevaba un par de pantalones diminutos que encajaban perfectamente en su cuerpo sin molestar su colita que en ese instante sujetaba de forma segura entre sus manitas como si temiera que el chico se la fuera a arrancar la cara del híbrido expresaba pánico total y sus hermosos ojos verdes estaban abiertos de par en par.
-Creo que te di un buen susto verdad amiguito- dijo Blaine acercando su mano para tomar a la pequeña criatura entre sus manos, pero lo que no esperaba fue que el bebé híbrido sacara las garras literalmente, de los deditos regordetes del chico-gato salieron unas diminutas pero filosas garritas que abrieron ligeramente la piel del brazo izquierdo de Blaine -Wow tranquilo bebé no te voy a hacer nada, solo te cubriré con mi saco para que ya no te mojes, ¿me dejas cargarte?- dijo Blaine acercando más lentamente su brazo a la criaturita que lo miraba dudoso, el pequeño híbrido no confina en las personas, las personas eran malas, te hacían daño y después te dejaban en lugares feos sin lechita para comer que hacía que doliera la pancita, pero esta persona se veía diferente y a pesar de que había destruido su cajita ahora le ofrecía un nuevo refugio en sus brazos, así que no dijo nada pero ahora no opuso resistencia a ser cargado en brazos de aquel chico -eso es amiguito ves aquí es caliente y seco, bueno no tan seco porque creo que estoy igual de mojado- el chico empezó a rascar las orejitas del bebé híbrido y este se restregó en el pecho del chico al tacto suave y gentil, hacía mucho que nadie rascaba sus orejitas, de a poco el niño gato se fue quedando dormido en los tibios y fuertes brazos que lo sostenían, pero despertó de golpe al sentir de nuevo la separación de aquel cuerpo caliente, levantó las orejas poniéndose en alerta por algún peligro y solo se encontró dentro de una caja más grande que la suya pero en esta no entraba el agua, de seguro era la caja del humano y la estaba compartiendo con el cómo disculpa por haber roto la suya.
-Lo siento amiguito ¿Te dio frío?- el pequeño solo atino a asentir -ups lo siento ahorita lo arreglamos- y Blaine prendió la calefacción del auto y tomo una sudadera que tenía en el asiento de atrás, tomo de nuevo a su nuevo amiguito y lo envolvió en el dejando solo expuesta la carita del niño gato, de no ser por los azules ojos felinos habría pasado por un niño normal, muy pequeño pero normal, el híbrido sacudió la cabeza dejando en libertad sus orejitas de nuevo Blaine sonrió ante lo cómodo que se veía la pequeña criaturita envuelta en su suéter Calvin Klein de cuarenta dólares, Blaine estaba a punto de arrancar el auto cuando la pancita del pequeño se dio a conocer hacia una semana que no comía nada que no fuera lo que llevaban los vasos del café de Lima que se caían del contenedor al momento de voltear el bote, lo que más le gustaba al pequeño híbrido era la crema batida que quedaba en el contorno de los vasos que habían tenido algún café, sabía muy similar a la leche pero era más dulce.
-Creo que mi amiguito tiene hambre ¿verdad?- nuevamente el gatito asintió y sus ojitos se empezaron a llenar de lágrimas, en el laboratorio donde había estado antes de que llegaran los hombres malos con uniformes y se llevaran al científico lo trataba bien le hacían mimos en las orejas y la pancita, le daban lechita todas las veces que quisiera y jugaba con él, tenía un nombre y no eran solo un número, claro que eso lo recordaba vagamente ya que cuando lo separaron de los demás híbridos tenía solo un mes de vida en cambio ahora ya tenía dos y medio ya no era un bebito pero si extrañaba su hogar y este chico lo hacía sentir en su hogar de nuevo así que nuevamente asintió y empezó a llorar de nuevo, -ok, entonces vamos rápido a comprar unas cosas y de allí a cenar a la academia que yo también muero de hambre- Blaine ya se había dado cuenta que el pequeño híbrido le entendía completamente así que decidió presentarse como lo haría con cualquier persona -soy Blaine Anderson, es un gusto ¿y tú tienes nombre?- el chico no esperaba una respuesta pero para su sorpresa -Kurt, solo Kurt.
